XII
CAPÍTULO XII.
❝Hoy la distancia los separa por primera vez y ella no quiere aprender a estar lejos❞
Némesis aún no se acostumbraba a los cambios de su cuerpo ni a las reacciones que esta tenía con ciertas cosas a lo que ya estuvo expuesta, el caso más sencillo sería la luz del sol que le chocó horriblemente mal cuando impactó contra su rostro. Había estado tanto tiempo muerta encerrada en la oscuridad que incluso hasta el aire le parecía pesado al respirar, todo era nuevo para su cuerpo, sus pulmones se hinchaban mucho cuando inhalaba hasta que llegaba a doler, los toques más suaves —como el de su cabello— le enviaban una corriente electrica.
Cuando llegó a sus aposentos fue increíble para ella ver como sus cosas seguían ahí, estaba pulcramente arreglado y cada cosa estaba en su lugar. Odín había hecho desparecer todo rastro de ella en el palacio pero su habitación no y eso le confundió. Se acercó a la pequeña mesa a lado de su cama luego de observar, y tocar todo lo que pudo porque su cuerpo se lo pedía, estaba en la misma condición sin embargo habían ciertos objetos que no cuadraban o no recordaba haberlos tenido. Llevó sus manos curiosas hasta un libro de color azul índigo y acarició la tapa, era una historia literaria más cuando dio la vuelta para observar la contrapa se deslizó de el un collar con una piedra color esmeralda que agarró con rapidez antes de que se caiga en el suelo y se rompiera.
Definitivamente eso no era suyo, tanto el libro como el collar, recordaba cada tapa de todos los libros que leyó como así las joyas que usaba y el verde no era parte de su día a día. Ladeó la cabeza antes de mirar en algún punto de la pared y parpadeó cuando su mente hizo click al recordar quien era el que ponía el verde sobre encima de los demás colores. Sus sentidos saltaron haciéndola reaccionar, cayendo en cuenta que no estaba sola con Hela en el palacio, al menos eso pensaba. Dejó el libro y el collar delicadamente en la mesa antes de salir corriendo hasta los aposentos de su hermano, al llegar empujó las grandes puertas sin dudar y frenó de golpe al ver que estaba vacío, lentamente se adentró viendo como este si estaba bastante cambiado.
El verde predominaba, claramente, estaba sumamente arreglado y con ciertos objetos que ya no eran uso de un niño. Caminó hasta uno de los estantes donde vio un casco dorado con cuernos retorcidos hacia atrás, lo agarró moviendo sus dedos por los detalles que este tenía y entonces recordó las palabras de Hela.
Mil quinientos años muerta.
Sus niños habían crecido, sus niños ya eran adultos y ella no estuvo ahí para ellos.
Bajó el casco de vuelta a su lugar para luego voltear y fijarse mejor en la habitación de su hermano, por Bor, todo estaba cambiado, tal vez los muebles eran los mismos pero nada más que eso, el resto ya era otra historia. Movió sus piernas hasta la cama donde se sentó en la orilla y observó el lugar, pobre del alma de Némesis que no tenía idea del infierno que Loki pasó en su ausencia, ni de las cosas malas que habría empezado hace alrededor de siete años, era bastante ignorante en ese tema y ni siquiera se le pasó por su cabeza que su niño estuviera en otro planeta porque Hela lo echó dándolo por muerto, es decir, ¿a quién se le ocurriría?
Un recuerdo pasó por su cabeza, de la primera vez que lo conoció. Estaba en los salones con un pequeño Thor, el rubio le había pedido para jugar a las escondidas y Némesis no podía negarle tal petición a una carita tan linda, era muy pequeño pero sabía que cara poner cuando quería algo, por lo que ella aceptó con una sonrisa antes de cerrar los ojos y comenzar a contar. En la busqueda de su hermano y desviando las columnas, ya que estaba cerca del área del salón del trono, escuchó la voz de su padre y se alegró ya que la guerra contra Jotunheim se había extendido por mucho tiempo y no lo había visto durante ese lapso.
La rubia en ese tiempo quería mucho a su padre, pensaba que lo que hacía eran actos benévolos tal como ir a Midgard para salvarlo de los Gigantes de Hielo, sin contar la guerra contra Vanaheim que si fue culpa de que la paciencia de Asgard era muy limitada. Así que sonrió y se acercó hasta donde se escuchaban las voces, pronto Thor también lo oiría abandonando el juego para ir a darle la bienvenida a su padre, pero al llegar su sonrisa desapareció y lo que vio la dejó sorprendida. Odín estaba herido, manchado tanto de su propia sangre como la Jotun, la sangre se encontraba escurriendo de su ojo derecho ya que este había sido gravemente herido, el daño ocular era muy grande y no creía que pudiera recuperar la vista luego de eso.
Frigga se acercó hasta el Rey igual de preocupada pero luego se alejó unos pasos al ver un bulto entre los brazos del asgardiano, sorprendida por lo que trajo consigo abrió los ojos mirando a su esposo.
— ¿Qué hiciste? —preguntó ella mirándolo horrorizada, Odín se acomodó así despertando al pequeño ser que cargaba en brazos. Némesis había quedado a un lado esperando su turno para saludarlo pero frunció el ceño al no entender que estaba pasando, vio a su padre suspirar con cansancio.
— Lo encontré abandonado, puede unir nuestros reinos algún día —explicó él con total normalidad, para cuando Frigga volvió a abrir la boca para darle un sermón por lo que dijo se escuchó un llanto provenir del pequeño bulto haciendo que Némesis abriera los ojos, entonces ella se acercó rápidamente al darse cuenta sin importarle algún castigo por lo brusca que fue. Al estar lo suficientemente cerca vio lo que el Padre de Todo sujetaba y sin dudar se lo arrebató de sus brazos acunándolo con delicadeza en sus brazos.
— Odín, es un bebé —habló Frigga desviando la mirada que le daba el mayor a su hija, no estaba para nada de acuerdo con usar a una pobre criaturita inocente como un tratado de paz, no lo merecía, más el hombre no dijo más nada, solo se retiró con ayuda de Vali hasta el cuarto de sanación. Frigga suspiró llevando su mano a su cabello a la vez que giraba para ver a su hija.
Némesis se había sentado en el suelo sujetando al bebé de su cabeza y con su otra mano su pequeño cuerpo, estaba temblando y no tenía forma de cubrirlo con algo hasta que Frigga se quitó el velo de color verde que usaba ese día y que colgaba de su brazo para colocarselo con cuidado, el pequeño tenía la piel azul y los ojos rojos de los Jotun mientras sus lágrimas caían por su mejilla. Némesis lo acomodó en su regazo para así utilizar su mano para acariciar su rostro para calmarlo, suspiró ya que la estaba mirando fijamente, la piel se le puso normal y los ojos le dejaron de ser rojos para pasar a un verde azulado que la hizo sonreír, ¿así era el amor a primera vista? Miró a su madre quien la miró con una sonrisa sellada antes de acercar su dedo a la mano del bebé quien la agarró con fuerza.
— ¡Némesis, padre volvió! —se escuchó la voz de Thor, el rubio apareció salvajemente y paró al verlas en el suelo sujetando algo, con curiosidad se acercó lentamente hasta su madre y hermana—. ¿Qué es eso?
— No es un que, cariño —murmuró Frigga cuando Thor llegó a su lado y alargó su cuello para ver al intruso—. Es tu nuevo hermano —los ojos del rubio se abrieron brillosos ante esa revelación.
— ¿¡Tengo un hermanito!? —exclamó haciendo sisear a las mujeres para que baje la voz ya que el bebé volvió a quedarse dormido—. Perdón, ¿tengo un hermanito? —susurró esta vez arrodillandose para quedar a una buena altura para ver al nuevo miembro de la familia causando una sonrisa de parte de ambas las cuales asintieron, el rubio entonces se puso a lado de su hermana para verlo mejor—. Wow, hola pequeñín, soy Thor, tu hermano mayor.
Némesis abrió los ojos volviendo al cuarto actual de su ya adulto hermano cuando Skurge apareció por la puerta informando que Hela requería de su presencia, como estaba de espaldas el hombre no notó como ella se encontraba al recordar cosas como esas, tragó saliva antes de poner la misma cara de póker, se paró y caminó hasta la salida pero antes de salir quiso preguntar algo.
— Skurge, ¿sólo estamos nosotros en el palacio? —preguntó a lo que él afirmó con el ceño fruncido—. ¿Y el resto de la familia real? —lo vio tragar saliva antes de contestar.
— La Reina Frigga falleció hace cuatro años en un ataque al Palacio, los príncipes fueron a buscar a Odín y Hela fue quien volvió, los declaró muertos a ambos —habló lento y suave para no alterarla, no mentiría, se sentía muy intimidado con las hermanas. La rubia asintió sin decir nada más, se limitó a asentir mientras su mente colapsaba con la información—. La pareja del príncipe Loki está bajo.
Ahí fue cuando lo miró, ¿Loki estaba acompañado? Uh, necesitaba ver de quien se trataba. Tal vez su rostro cambió por la reacción del hombre frente a ella, se apartó de la puerta para comenzar a caminar en zancadas moviendo la capa dorada en el proceso, tenía el pelo suelto ya que solo se solía alzar cuando tenía la corona y ahora no lo tenía ya que ahora la reina era Hela, no ella. Nunca había visto el palacio así de vacío, era impresionante tanto silencio y paz que había. Al llegar abajo, en el salón del trono, encontró a su hermana sentada sobre el Hlidskjalf y como entró por un lado, al pasar la columna escuchó movimiento de unas cadenas y frenó con delicadeza antes de girar su cabeza y mirar sobre su hombro a la mujer encadenada en el suelo.
— ¿Ella quién es y porqué la conservas? Eso es raro en ti, hermana —murmuró burlona alejándose de la pelirroja la cual quedó helada al verla, ella estuvo en su funeral, ¿cómo diablos estaba aquí?
— Querida, ella es Rán, princesa de Eithelheim, me recibió moviendo todo el río y sería interesante tener a alguien que puede causar tsunamis —explicó bajando las escaleras hasta llegar a lado de la rubia, extendió su brazo hasta uno de los soldados de la legión que le extendió una corona dorada que se la pasó a Némesis.
— Que bonita, ¿para cuándo el anillo? —se burló tomando la nueva corona, la observó antes de ponersela, Hela rodó los ojos antes de volver a su trono mientras la rubia se fijó en la pelirroja—. Rán, te recuerdo, eras una pequeña niña cuando visité Eithelheim...
— Tú estás muerta —la interrumpió—. Loki te vio morir, él me lo dijo, ¡yo estuve en tu funeral! Qué se supone que harán, par de brujas —Némesis sonrió de lado antes de acercarse, se puso de cuclillas moviendo sus dedos hasta la mejilla de la otra mujer moviendo sus cabellos rojos que cayeron por su rostro hasta ponerlo detrás de su oreja, Rán se movió para salir de su agarre pero Némesis sonrió antes de agarrar su rostro con su mano hiriéndo su mejilla izquierda con el anillo de garras.
— ¿Ya te parezco lo suficiente viva? —escupió rasguñándola tanto por sus uñas como por la garra, la última le abrió la piel haciendo que sangre y sacándole un gruñido de dolor a la pelirroja. Némesis se paró alejándose quedando en el primer escalón—. ¿Qué historia dio Odín sobre mí? —cuando Skurge iba a contestar Hela se le adelantó.
— Que te volviste loca, que eras una desquiciada y solo querías el trono ni pensabas en tu familia, todos los mundos creyeron esa mentira —murmuró ella, escuchó sus tacones llegar detrás de ella y sus manos posarse en sus hombros—. ¿No es así, Skurge? —él asintió segundos después—. Entonces, Némesis, ¿qué harás al respecto?
Siempre estaba en su cabeza, manipulándola, hasta que llegó el punto en que Némesis comenzó a importarle más ella que otras personas. Pero la sangre le hirvió por todo el daño que Odín le hizo y como las mentiras nunca habían parado, incluso habían empeorado pero el Padre de Todo ya no estaba y necesitaba recuperar su nombre.
— Hay que ir por los demás reinos.
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