III
CAPÍTULO III.
❛❛El pasado no se puede sepultar para siempre❞
Este día fue frustrante, había ido al palacio como Brunilda me lo había ordenado pero nunca pude llegar a la reunión a tiempo porque la princesa me detuvo en medio del pasillo y me llevó hasta el primer balcón que encontró. Fue inútil alejarla luego de la batalla contra el Reino ya inexistente de Esgaroth, donde había desobedecido su orden directa.
Realmente no sé porque, nosotras las Valquirias, estamos luchando guerras que su Legión de Einherjar y Berserker leales a ella podían fácilmente ganar. Nosotras juramos defender el trono y al rey que se sienta sobre el, y Hela aún no es mi reina. Sé que estos sentimientos que tengo por ella es lo que me hace tan leal, pero Brunilda solo obedecía ya que Odín se le ordenó.
Pero hablando de Hela, pues, podía ser tan horrible como algunos describían pero era la primogénita de Odín, tan ambiciosa como poderosa al igual que su padre. Y hoy estaba enojada, a parte de lo que hice, también porque ayer nos enteramos que la Reina Frigga estaba embarazada. A Hela no le cayó nada bien la noticia ni como el pueblo celebró, y después del tremendo regaño que tuve le pregunté que tal malo sería tener un hermano.
Fue simple y precisa: su corona estaba en riesgo.
Némesis cerró el diario con fuerza y se llevó las manos a su cara. Emitió un gruñido de lamento mientras se sentaba al borde de su cama. ¿Eso era real? ¿Tenía una hermana mayor que no sabía de su existencia? ¿Dónde estaba sí era real? Sabía que ese bebé que venía en camino en lo relatado era ella, al menos si no fue otro hermano que Odín ocultó. Ahora a parte de estar en pánico por lo leído se dijo a si misma que tenía que investigar antes de hacerle frente a su padre. Si tenía una hermana porque mentir, especialmente si lo que había en ese diario era tan atroz y sangriento.
Y si era verdad estaba sintiendo asco por la familia con la que estaba viviendo. Algo que odiaba la princesa eran las mentiras, uno de este tamaño otra vez. La admiración que estaba sintiendo por sus padres se estaba desvaneciendo y rápidamente pensó en sus hermanitos. Oh, no, claro que no. No quería que vivieran en una mentira.
Volvió a abrir el libro buscando más información, supo como Rist estaba enamorada de la mujer llamada Hela y como hizo muchas cosas prohibidas para el reino para estar con ella. El relato llegó a un punto donde se leía a la Valquiria algo desesperada y las hojas estaban un poco arrugadas. Pasó sus dedos por esa parte suspirando, eran lágrimas, se podía notar la aureola y la tinta corrida.
He escuchado cosas que no debía hoy, no es mi culpa que justo estaba pasando por ahí cuando escuché a Hela y Odín discutir bastante fuerte, eso ya era normal desde que se supo que habría otro heredero a la corona, pero sus gritos me dejaron helada cuando entendí el significado de ellos. El Padre de Todo estaba decepcionado de su hija. Me pareció sumamente hipócrita ya que la pelinegra solo era el producto de las enseñanzas del rey.
Y tuve que intervenir luego, se consideraría traición pero sólo me mandaron lejos de Hela cuando Odín ordenó encerrarla. Recuerdo perfectamente la reacción que ella tuvo al verme, su rostro divino se puso alerta porque sabía que su padre no dudaría en matarme. Y creo que es mi culpa de que la agarraran, ya que se distrajo conmigo cuando me atraparon. Sigo maldiciendo mi estupidez y mi abuelo pagó las consecuencias, no merecía las palabras hirientes que le solté. Él no tenía la culpa, lo tenía Odín, pero mi cabeza va a salir rodando si voy en contra suya.
Así que me estoy preparando para ir a sacarla de su jaula mientras el reino está ocupado celebrando el nacimiento del segundo hijo de los reyes. Una niña a la que estoy escuchando llamarán Némesis.
Oh, entonces si era real. Era malditamente real. Se quedó mirando su nombre por algunos segundos más. Suspiró temiendo encontrar algo malo al cambiar de página, pero se sorprendió cuando vio que estaba en blanco. Frunció el ceño hojeando para encontrar un escrito más pero no, no había más nada después de lo último que leyó.
Los relatos terminaron con su nacimiento y muchas cosas malas pasaron por su cabeza al imaginar que pudo pasarle a Rist después del plan de liberar a Hela. Pensó que también la capturaron y que ambas estaban en lo más profundo de Asgard. Decidió visitar el antiguo hogar de la Valquiria, que gracias a los dioses había mencionado en las primeras páginas donde estaba. Pero antes debía ir a desayunar, para su lástima, con su familia. La verdad que después de leer eso no quería ni ver a sus padres pero tenía que fingir hasta saber que pasó y así tener más convicción de hablar con el Padre de Todo.
Guardó el diario entre su vestimenta y dejándose el cabello suelto salió de sus aposentos. Sus ojeras eran algo visibles ya que no durmió toda la noche, se quedó leyendo la libreta mientras daba descansos mentales para que no entre en pánico por todo lo que leía. Llegó al comedor donde la estaban esperando, trató de salir de sus pensamientos y actuar normal al ver a sus pequeños hermanos fastidiarse entre si, como todas las mañanas.
Saludó a todos con amabilidad antes de sentarse en la otra punta de la mesa. Tal vez fingir lo hacía horrible porque su madre rápidamente notó lo fatigada que se encontraba, más no dijo nada al respecto.
— Hija, ¿quieres llevar a tus hermanos a cazar hoy? —preguntó la reina llamando la poca atención de su hija.
— Claro, no hay problema —murmuró sin mirarla, se limitó a cortar la carne de su plato.
— ¿Te encuentras bien? —Frigga la miró con el ceño fruncido, extrañada por su comportamiento.
— Siempre, solo dormí poco.
La reina asintió un poco preocupada pero lo dejó pasar cuando la vio relacionarse con sus hermanos, haciendo que sonriera. Némesis hizo que sus hermanos se fueran cuando comieron todo para así cambiar su ropa, ella al terminar se disculpó y sin fijarse en sus padres se alejó para hacer lo mismo.
Se puso su ropa de caza, dejando de lado los vestidos y la etiqueta de una princesa, se hizo una pequeña trenza en su cabello suelto y llevó a sus hermanos al bosque con sus respectivos caballos. Fue divertido y le hizo olvidar el mal rato que pasó al leer el diario. Los momentos que pasaba con sus hermanos eran únicos, nunca se cansaría de decir cuanto los amaba. Sabía perfectamente que Loki era adoptado y con que fin lo fue. Pensaba decirle cuando sea un poco más mayor porque no le gustaba mentirle de esta forma, él merecía la verdad.
Pero por más que no compartían sangre, Némesis lo adoraba con todo su corazón.
Cuando el sol fue cayendo fue momento de volver, la rubia pensó que si no iba ahora con el abuelo de Rist —si es que seguía vivo— no tendría otra oportunidad de salir del palacio con una buena excusa. Por lo que se desviaron un poco del camino para dirigirse hasta el pueblo. La pequeña casa estaba cerca del puente arcoíris, en una punta alta así que tenía la mejor vista del palacio.
Thor y Loki se conformaron al ir por el camino largo cuando le preguntaron a su hermana por donde iban. Las personas del pueblo los saludaban con respeto y quedaban asombrados al verlos pasar con tranquilidad. Cuando finalmente llegaron la rubia tragó saliva y releyó el diario para saber si estaban en el lugar correcto.
— Quédense aquí —ordenó bajándose de su caballo y mirando a sus hermanos—. Ya vuelvo, no apuñales a tu hermano, Loki.
Este bufó antes de hacerse el inocente y asentir, Némesis negó divertida antes de girar y caminar hasta la casa. Sacó el aire de sus pulmones antes de tocar pausamente. Pasó algunos segundos, que le parecieron eternos, antes de que abrieran la puerta. Al otro lado, una mujer que empezaba a tener un poco de arrugas, abrió sus ojos marrones como platos al tener a la heredera del trono frente a ella.
— P-princesa —hizo una pequeña reverencia, totalmente nerviosa ante su presencia—. Que sorpresa y honor tenerla aquí.
— Un gusto —hizo un ademán con su cabeza como saludo—. Eh, ¿aquí vive Bálder? —la mujer asintió lentamente—. Necesito verlo si se puede.
La mujer salió de su shock momentáneo y se hizo a un lado para que la rubia pasara. Némesis suspiró aliviada porque Bálder seguía con vida, él tendría las respuestas que ansiaba conocer. La mujer, que se llamaba Arlet —que era su cuidadora, ya que no tenía familia—, la guió escaleras arriba hasta el último cuarto que tenía una hermosa vista al río y la negrura del espacio. Sentado en una silla reclinable admirando este paisaje se encontraba un hombre cansado y bastante viejo, realmente se sorprendió de que esté vivo aún.
Némesis tragó saliva y miró a Arlet pidiendo permiso de entrar, la mujer fruncio el ceño por lo que la princesa pedía, ¡claro que podía entrar! Era la próxima reina, nunca podría negarle algo además de lo intimidada que estaba. La castaña asintió bastante obvia y la rubia entonces entró al cuarto. Se acercó lentamente hasta el hombre y se puso de cuclillas frente a él.
— ¿Señor Bálder? —ladeó la cabeza cuando él pareció no escucharla, estaba bastante deteriorado—. Señor Bálder soy Némesis, quería hablarle sobre Rist.
— ¿Rist... ?—repitió en un murmuro confuso, luego su rostro se iluminó—. Rist.
— Así es, Rist, ¿era su nieta, no? —preguntó con la esperanza de que sus memorias sigan ahí, más el hombre se quedó mirando más allá de la ventana. La rubia se mordió el labio y luego se acordó que traía el diario, lo sacó de su bolsillo para luego mostrarselo—. Esto era de ella, ¿verdad?
Bálder bajó la mirada a la libreta y pasó sus dedos sobre la decoración que tenía, sollozó antes de que algunas lágrimas bajaran por su rostro arrugado, sonrió con añoranza viendo el cuadernillo.
— Esto yo se lo regalé, para que explicara lo que sentía —sorbió de su nariz mientras que con voz ronca continuó—. Mi niña, mi pobre niñita... ¿dónde la encontraste?
— Estaba en un cuarto debajo de la biblioteca del Palacio —explicó, Bálder frunció el ceño—. ¿Puede decirme que pasó con ella?
— ¿Quién eres? —por primera vez la miró, jadeó—. Su Majestad —intentó pararse para hacer una reverencia.
— Oh, no, no es necesario —lo tomó de los hombros para que no se moviera de la silla—. Solo me basta que me diga que lo que ella escribió aquí es verdad. ¿Sabe quién es Hela?
— Hela —su cuerpo comenzó a temblar y se aferró a la silla con el miedo descrito en su rostro, Némesis trató de calmarlo agarrando su mano, ya que no sabía que más hacer. ¿Tan malo era para que reaccionara de esa manera con un simple nombre? Bálder la miró—. No sabe nada, ¿verdad, Majestad?
— Leí lo que su nieta escribió de ella, necesito saber si es real o no, por favor. El diario ya no se continuó desde que decía de mi nacimiento, si Rist está encerrada puedo ayudar para sacarla de ahí —el hombre sonrió y luego negó lentamente.
— Mi pequeña Rist murió, princesa —se relamió los labios dejando a Némesis con la boca abierta, realmente que haya muerto no era su primera opción, aunque eso explicaría también las páginas en blanco.—. Odín la asesinó.
— ¿Qué? No, Padre no haría daño a una Valquiria.
— El Odín que conoces tal vez no, pero yo sé lo que vi. Mi nieta se fue contra todo Asgard para sacar a Hela de su prisión, cometió traición. Hubo una lucha y fue el único modo de detenerla —explicó con pesadez—. No culpo a mi rey, Rist llegó a un punto donde ya no podía volver atrás. Le hicieron un funeral digno de una guerrera y sus compañeras la guiaron al Valhalla. Estoy agradecido por ello.
— Siento oír eso, señor. ¿Qué pasó de Hela? ¿También la... la mataron? —tragó saliva.
— Oh, no, no se puede matar a la Diosa de la Muerte, Majestad —puso una mueca—. El poder de Hela viene de Asgard, aquí es imparable, la exilió a Hel, me lo contó la mejor amiga de Rist que también era una Valquiria.
— Hel... —susurró para si misma—. Las Valquirias, ¿qué pasó con ellas? Solo sé que tuvieron una muerte horrible.
— Lo último que supe de ellas fue cuando las vi marcharse por el Gjallarbrú*, luego me enteré que Hela las mató a todas —espetó con odio—. Esa bruja era mezquina y ambiciosa, el reflejo de lo que Odín fue alguna vez.
— Odín no... —paró, después de todo lo que leyó y escuchó, no podía defenderlo. Cerró los ojos suspirando—. Gracias, señor Bálder, espero que no lo haya molestado.
Volvió a guardar la libreta, lo iba a necesitar, y se paró con intenciones de irse. Quería ir a gritarle a Odín muchas cosas, pero por ahora solo quería salir de ese lugar. Cuando se dio la vuelta para marcharse la mano de Bálder rodeó su muñeca, lo miró.
— Su Majestad, prometame algo —la rubia frunció el ceño pero igualmente asintió—. No sea como su padre, no sea igual que él.
Némesis parpadeó para luego asentir lentamente, cuando la mano del hombre se alejó de su muñeca ella rápidamente abandonó el cuarto. Estaría en shock si no tomaba aire enseguida. Bajó las escaleras de dos en dos e ignorando a Arlet caminó en zancadas hacia la puerta. Al estar ahí tranquilizó su respiración al recordar que sus hermanos estaban afuera. Cerró los ojos sacando el aire de sus pulmones y con expresión seria los volvió a abrir.
Algo se había oscurecido dentro de ella al saber la verdad.
Salió finalmente viendo como Loki estaba agarrando una manzana alimentando a su caballo, él la saludó con una sonrisa al verla, en cambio Thor estaba acostado durmiendo con la boca abierta sobre el lomo del animal. Bendita sea que los tenía, en segundos pueden levantarle el ánimo. Pero esta vez se encontró preocupada al verlo. No quería que vivieran en un engaño donde admiraban a su padre, ya que Odín no tenía nada de santo. Y decidida le iba a hacer frente al rey cuando pisara el Palacio.
No iba a permitir que siguiera engañando a todos.
Gjallarbrú: puente que cruzaba el río Gjöll y usado para llegar a Hel.
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