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⁰⁰²·Los mensajes

Era la mañana del lunes y él iba de camino a su escuela, un detalle que antes no había notado era que a diferencia de otros establecimientos está dejaba que los alumnos fueran con su ropa del día a día sólo exigiendo uniforme en ocasiones especiales, era particularmente extraño pero no es como que JungKook se quejara de ello. Al verse frente al lugar, esta vez con las puertas abiertas para la entrada de alumnos, miró extrañado como la mayoría parecía vestir algo sacado de una pasarela regalándose sonrisas de revistas entre sí, JungKook conocía ese tipo de ambiente, no iba esperar menos de un colegio de ricachones, subió las escaleras para entrar a la academia y al ver que el pasillo se encontraba algo vacío no dudo en tirar su patineta y deslizarse en ella.

Ni siquiera sabía dónde eran sus clases pero lo averiguaría luego, por el momento estaba bien esquivar personas mientras seguía moviéndose en el pasillo. Muchos alumnos le miraron mal en todos los sentidos, no es como si le importara realmente, pero su deslizamiento fue interrumpido por un fuerte brazo, y fuerte porque estaba lleno de músculos y porque le dolió como la mierda cuando su cabeza golpeó suelo con un sonido seco, su patineta en cambio siguió de largo sin él perdiéndose entre la multitud.

Sostuvo su cráneo con dolor mirando mal al responsable de su caída, el mismo brazo musculoso le pertenecía a un chico muy alto que usaba una chaqueta de algún deporte –supuso– de la academia, luego se fijó de las risas de la mayoría a su alrededor, como muchas chicas tapaban delicadamente sus bocas para reírse ocultando sus feas muecas y como los chicos se reían abiertamente sin importarle eso último.

JungKook suspiró sabiendo de antemano que aquel lugar sólo traería problemas a su vida. Se levantó con la cabeza palpitante buscando su patineta con la mirada.

—Hey, rueditas —le dijo aquel chico en tono burlón, el pelinegro se giró a verlo—, no sé quien te crees que eres pero aquí no se usan patinetas, ¿qué eres? ¿un vándalo? —le dijo al tiempo que todos le daban la razón, viendo a JungKook como si hubiera hecho la falta más grave de la vida—. Ah, y por cierto —dijo antes de marcharse—, la funeraria está a tres cuadras más de aquí —le dijo mirando su atuendo de arriba abajo, que era prácticamente un polerón negro, pantalones negros rotos y zapatillas negras, para luego irse chocando intencionalmente con él para empujar levemente a JungKook, una chica le miró de arriba a abajo y con un gesto nada agradable le golpeó con su largo cabello al sacudirlo para seguir al tipo.

Entonces sonó la campana para irse a las primeras clases, JungKook maldijo mientras se apuraba a buscar su patineta que estaba algo más lejos e irse corriendo a la oficina para saber cuál era su sala.

Muy a su pesar ese lugar era gigante y le tomó más tiempo de lo que creía encontrar la oficina, aún así lo logró aunque perdiendo la primera hora, por eso al llegar a su sala el profesor le miró muy mal mientras le veía entrar.

«que bien, primer día y ya todos me odian» pensó aún sintiendo miradas sobre él.

Cuando abrió su cuaderno se sorprendió al encontrar la hoja completamente rayada, parecía haber sido escrita por alguien con algún problema puesto que una misma frase se repetía una y otra vez por toda la hoja sin seguir un orden o tamaño, muy a pesar de eso no dejaba ningún espacio sin ocupar, extrañamente pudo reconocer la letra ya que era la misma letra que parecía flaquear que ya había visto en otros papeles, JungKook no sabía si preocuparse por ello, se lo hubiera tomado en serio si no fuera por que la frase no era muy llamativa.

"tres veces" no decía más que eso en toda la hoja, escrita en diferentes partes, en diferente dirección, en diferente tamaño, pero sin cambiar el texto. ¿Tres veces qué? JungKook no entendía quién fue el imbécil que se tomó el tiempo de escribir aquello, arrancó la hoja sin más, tirándola al basurero una vez le tocó salir a receso.

Ya de regreso a los pasillos, se dedicó a buscar su casillero, lo cual fue un martirio porque habían demasiados pero al fin y al cabo lo encontró, disgustado de que todos los casilleros fueran idénticos tomó un plumón e hizo un pequeño dibujo en la puerta de su locker.

—¿Qué rayos haces? —le dijo una chica que iba pasando—, ¿eres un vándalo o qué? No sé puede rayar los objetos de la academia, ¿te criaron en un basurero o qué, ugh seguro eres becado —hablaba observando con disgusto el conejo animado que había hecho el pelinegro, luego se fue seguida de dos otras chicas que le miraron igual de disgustadas.

JungKook ya estaba hasta la mierda, ¿es que nada se podía hacer ahí? Todos eran una banda de niños pijos que se creían la gran cosa por tener dinero. Casi con rabia abrió el casillero encontrando la misma frase de la hoja ahora escrita en el fondo del locker.

«T R E S V E C E S»

—Dicen que no se puede rayar pero ellos rayan mi cuaderno y ahora el interior de mi locker, hijos de puta —murmuró para sí.

Guardo algunas de sus cosas adentro, agradeciendo que hubiera suficiente espacio para su patineta, cerró con llave y se marchó a atender su siguiente clase procurando de no llegar tarde esta vez.

Para su suerte fue uno de los primeros al llegar cuando se anunció el regreso a clases así que tuvo la oportunidad de elegir dónde sentarse, optó por el banco del centro sólo porque no quería estar atrás pero tampoco adelante así que era perfecto para él, la sala fue llenándose y entonces JungKook tuvo su primera clase tranquila del día.

A pesar de ello, no podía ignorar el hecho de que la clase de Lengua le estaba aburriendo un poco, sus ojos comenzaban a decaer y luchaba consigo mismo para no caer dormido en medio de la lección de poesía.

—¡Señor Jeon, frente al espejo! —JungKook saltó despertándose de golpe al escuchar la severa voz de su profesora pero sin realmente haberla escuchado sólo supo decir un «ah?» como respuesta—. Le dije: déjese de dormir —repitió—, ahora, ya que luce más despierto porque no lee lo escrito en la pizarra —dijo esta vez más calmada.

JungKook desvió sus ojos a la proyección en la pizarra que debería de contener algún poema pero se quedó en silencio y parpadeando un par de veces esperando que la imagen no fuera la misma pero sin aquel resultado.

«TrResVeCEsTrResVeCEsTrResVeCEsTrResVeCEsTrResVeCEsTrResVeCEsTrResVeCEsTrResVeCEsTrResVeCEsTrResVeCEsTrResVeCEsTrResVeCEsTrResVeCEsTrResVeCEsTrResVeCEsTrResVeCEsTrResVeCEsTrResVeCEsTrResVeCEsTrResVeCEsTrResVeCEsTrResVeCEs»

Al igual que en su cuaderno las dos palabras desordenadas y escritas temblorosamente se esparcían por toda la proyección, el pelinegro sintió un escalofrío al notar que la imagen no cambiaba, nadie decía nada al respecto de lo que estaba ahí, sólo esperaban a que hablara, que lo leyera, ¿pero cómo él iba a decir aquello sin sentir la confusión de qué seguramente eso no era lo que había que leer? Tragó duro al creer escuchar una voz que le repetía las mismas dos palabras al oído.

—¿D-debo leer eso? —dijo mirando con el ceño fruncido aún la pizarra.

—Poesía clásica del romanticismo, por supuesto que sí ¿a caso no puede verla? —JungKook miró a su profesora luego notando como todos sus compañeros le miraban impacientes para que la clase siguiera, estuvo a punto de decirle algo a su profesora pero al regresar su vista a la pizarra pudo ver claramente el poema, se quedó en silencio sin poder evitar notar que lo que había visto hace un momento, ya no estaba.

—Sí puedo verla, profesora Jung... Sólo, lo siento, estoy somnoliento... —dijo titubeando para finalmente leer lo que se mostraba.

Sus compañeros murmuraron en clase antes de dar la primera palabra, seguramente hablando del mal ejemplo de estudiante que había llegado, pero JungKook sólo se preguntaba si ellos también lo habrían visto.

❦✠❦

Al terminar la hora, se dirigió al baño queriendo quitarse esa extraña y amarga sensación que había tenido durante toda la clase, se acercó a la llave dando paso al agua fría con la cual se mojó el rostro múltiples veces esperando despejar su mente con ello, levantó la mirada deteniéndose a ver cómo las gotas de agua se deslizaban libremente en su rostro. Fue el agua la cual recorría su nívea piel pasando de sus pómulos hasta sus propios labios que a través de su reflejo le susurraron en perfecta modulación «frente al espejo».

Retrocedió inmediatamente tapándose la boca, seguro de no haber dicho nada pero tampoco era posible que su reflejo actuara independiente de él ¿no? Por eso estuvo un rato moviéndose de un lado a otro asegurándose de que estuviera en sincronía como Peter Pan cuando veía si su propia sombra estuviera unida con él.

Finalmente pensó que sólo hacía el ridículo haciendo eso por lo que procedió a salir del lugar antes de llegar tarde a otra clase, sin embargo no pasaron ni dos minutos para que su cara casi volviese a impactar con el suelo, escuchó unas carcajadas y luego una voz que de seguro ya había escuchado.

—Hey, rueditas —el mismo chico de aquella mañana—, no deberías acostumbrarte a estar en el suelo ¿sí? —no es como si la caída hubiera sido su culpa, él había tropezado y estaba seguro de que aquel chico lo había provocado, miró con rabia como aquel tipo y su séquito se alejaban en burla, no es como si fuera la gran cosa, JungKook había conocido mejores bravucones que ellos.

—No deberías hacerle caso a ChanYeol, se cree mucho por ser el primer lugar de la clase y por tener un club de fans por ser jugador del equipo de básquet —una voz interrumpió sus pensamientos haciendo notar a un pelirosa que lo miraba desde arriba—. Sólo recuerda decir su nombre.

—Disculpa, ¿qué?

—Dije que deberías levantarte —pero...—, no es agradable verte tirado en el piso, alguien podría pensar que eres alfombra —JungKook confuso por lo que oía, al menos había entendido esto último correctamente y se levantó de inmediato sacudiéndose su ropa, cuando quiso agradecer por... realmente no sabía el por qué, quizás por hablarle y hacerle notar que seguía en el suelo, pero cuando quiso dirigirse al pelirosa vio como el chico ya estaba lo suficientemente lejos como para entablar una conversación con él, lo que le hizo retomar sus pensamientos anteriores.

¿Sólo decir su nombre? Jeon JungKook ¿qué cosas escuchas?

Con eso en mente, se fue a su siguiente clase.

❦✠❦

Guiándose por el resto de los sucesos del día, JungKook evitó a la gente lo más que pudo e intentó pasar desapercibido en sus clases, aquello le impidió relacionarse con alguien lo suficiente como para obtener algún amigo sin embargo no iba a angustiarse, aún tenía el resto del año para eso.

También agradeció dejar de ver eso mensajes extraños que le atormentaron toda la mañana, lo único que logró pensando en eso fue que iba a dejar de ver cualquier película de terror.

De esa forma, al llegar el momento de irse tomó su patineta y se aseguró, a malas ganas, de usarla una vez fuera del establecimiento, la suave brisa del día despejó un poco sus pensamientos, claro no había nada de que preocuparse, por el momento todo marcharía lo mejor que pudiera.

Al llegar a su hogar estaba igual que cuando se fue, o incluso algo más vacía, su madre tampoco se encontraba presente por lo tanto fue la encargada de la limpieza quien le recibió en la entrada, fue un leve saludo de "buenas tardes señorito Jeon, que bien que haya llegado", él respondió de igual forma y fue directo a su habitación tirándose como peso muerto en su cama.

Sin haberlo notado hasta que su cuerpo rozó la cama un gran cansancio se instauró en él, como si su cuerpo se adormeciera y sus párpados de la nada se hicieran más pesados, todo en él se relajó cayendo en el abismo del sueño.

Pasó una hora y JungKook quien parecía a simple vista dormitar cual bebé se despertó de sobresalto con un rostro de horror como quien haya visto un fantasma. Su cabeza dolía intentando recordar aquel sueño... no, pesadilla que había tenido pero nada llegaba a su mente, en el momento que abrió los ojos todo desapareció de su memoria, él supuso que debió de ser muy malo para sentirse tan alterado en aquel momento.

Inmenso en esas divagaciones al escuchar tres golpes en la puerta sintió como casi gritó pero que para su suerte lo retuvo a sólo un pequeño saltó en su lugar al ver que se trataba de la Señora Min.

—Señorito Jeon, la cena ya está lista —dijo en su acostumbrado vocablo formal.

—Voy enseguida, Señora Min —le respondió regulando su respiración luego del susto.

—Disculpe señorito Jeon, ¿usted se encuentra bien? —le pregunto mostrando su preocupación.

—Yo... sí, sí, claro. Sólo me sorprendió eso es todo —la señora de edad avanzada asintió mientras se disculpaba por aquello, se dio la media vuelta agarrando la puerta corrediza para cerrar pero antes de, JungKook le detuvo—. Ehm, sabe, muero de hambre, creo que iré ahora mismo para ir a cenar, señora Min.

La señora asintió dando paso al más joven y luego cerrar la puerta. JungKook dejó que se adelantara un poco para luego seguirle el rápido paso de la empleada «bastante rápida para ser tan vieja» pensó al notar aquello.

Finalmente se sentó en la gran mesa puesta únicamente para él en ese momento, con un montón de comida por delante comenzó a comer lenta pero gustosamente, agradeciendo a los empleados por su esfuerzo.

Luego de dar un largo sorbido de la sopa, miró frente a él notando en la esquina de la mesa a la figura de su parálisis con esos grandes ojos rojos que no paraban de mirarlo.

—Pero...¿cómo...

Soltó sus palillos por la sorpresa, esa figura era parte de su imaginación ¡¿Qué hacía en la misma mesa que él?! Sin moverse por completo, casi olvidando como respirar, observó la figura levantar un "brazo" del cual florecieron tres de esos largos dedos con grandes y afiladas garras. Sintió un escalofrío recorrerle la espalda que fueron a parar a su estómago sintiendo repentinas ganas de vomitar.

«Espejo. Tres veces. Di su nombre.» escuchó como una voz rasposa en su oído, finalmente le dio la primera arcada, la criatura desapareció y el entorno sombrío junto a ella pero las arcadas no se fueron con esa cosa.

Para su suerte no vomitó nada pero las constantes arcadas que obtuvo durante los siguientes diez segundos le hicieron creer que aquello ocurriría en cualquier momento, al final de ello tuvo a cuatro empleados diferentes a su alrededor fijándose de su salud, uno de ellos sosteniendo un balde.

Sus ojos estaban lagrimosos, su rostro rojo y la garganta totalmente adolorida, ¿qué fue eso? ¿qué era? ¿qué había dicho?

«Espejo. Tres veces. Di su nombre.»

¿A caso eso no era lo mismo qué había creído leer y escuchado equivocadamente durante su jornada escolar? JungKook estaba tan confundido.

«Tres veces»

«Frente al espejo»

«Recuerda decir su nombre»

El pelinegro con el ceño fruncido pero más calmado, recordó todas aquellas cosas de la mañana, recibió la medicina que se le ofreció dejándole el paso dentro de su cuerpo con agua fría y fresca.

«Recuerda decir su nombre»

¿El nombre? ¡¿El nombre de quién?!

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