Capítulo 8
Pasó un tiempo desde ese fatal día.
Rick no estaba presente en el grupo, causando que los ánimos estuvieran bajos.
Hicimos un funeral para T-dog y Lori. Ese día, ya fuera por la tristeza o por el miedo me sentí más unida que nunca a la gente de el grupo.
Ahora pasaba la mayoría del tiempo junto a Carl, seguía saliendo a cazar con Daryl y después de que este me clavara una flecha sin querer entablé una buena relación con Maggie y Hershel.
Flashback.
-¡Voy a matarte hijo de puta!
Daryl corría conmigo en brazos rumbo a la cárcel después de haberme clavado una flecha en el costado.
-No te había visto.
-¡¿No jodas?! Si no me lo dices no me entero.
Cuando llegamos a la verja de la cárcel Glenn nos abrió apresurado y se puso a correr con nosotros.
Una vez entramos dentro el grupo entero salió después de oír nuestros gritos.
-Traela por aquí.
Hershel, ya recuperado indicó a Daryl el camino a la celda donde suponía que iban a curarme.
Cuando me tumbó en la cama, Maggie y el abuelo le echaron.
-Hola Sara, voy a arrancar la flecha, agarra la mano de Maggie.
Pegué un grito por el repentino dolor.
Fin flashback.
Desde ese incidente todo el mundo está más protector conmigo, cosa que me molestaba bastante, ya no me dejaban salir a cazar.
En estos momentos me encontraba junto a Beth y mi hermana jugando con Judith.
La pequeña era el rayo de sol que nos alumbraba a todos.
-¡Sara!
Carl apareció corriendo.
-¿Qué ocurre?
Se paró un momento a tomar aire y luego me contestó.
-He encontrado a gente que quería entrar en la cárcel, no parecen tener malas intenciones, pero hay que hablar con el resto del grupo.
Asentí y salí de la sala junto a Carl con mi hermana, Beth y Judith detrás.
Unos momentos más tarde todos nos encontrábamos junto a las cuatro personas que habían intentado entrar.
Todos habían parecido confiar en ellos rápido, pero yo no lo hacía, mientras hablaban con los nuevos yo me mantenía apartada, con cara de pocos amigos y mi pistola en mi mano.
-Para decidir si podéis quedaros tenemos que esperar a que llegue Rick, nuestro líder.
Los nuevos asintieron y yo solo bufé molesta para irme de allí.
No entendía como eran tan confiados.
-Sara, espera.
Me giré para encontrarme con Glenn.
-Sé que no confías en ellos, pero tienes que tener en cuenta que una vez tu fuiste como ellos.
-Sí, exacto, una vez fui como ellos y todo salió mal.
A Glenn pareció extrañarle mi respuesta.
-¿Has tenido algún problema con el grupo últimamente?
Preocupado me tocó el hombro.
Yo suspiré con la mirada gacha ante los recuerdos.
-Hay una razón por la que no me fio de las personas, no sois el primer grupo que nos cruzamos en el apocalipsis. Os guste o no me habéis metido a la fuerza en este grupo, y yo no voy a permitir que alguien vuelva a morir.
No sabía descifrar la mueca de Glenn, pero me dedicó una sonrisa triste.
-No sé que pasó con ese otro grupo que os encontrasteis, pero quiero que sepas que eres parte de mi familia, y yo también quiero cuidarla, pero tienes que confiar en mi.
Suspiré mirando al suelo.
-De acuerdo, pero a la mínima cosa rara les meto un tiro.
Glenn asintió y ambos entramos a la sala.
Al final no tuve que meterles un tiro ya que Rick llegó y los echó de la cárcel a gritos.
La verdad es que dio bastante grima, parecía un lunático.
-Hola.
Carl se sentó a mi lado en las escaleras.
-Hola, vaquero.
El chico miró al suelo y suspiró, como si estuviera planteándose si contarme algo.
-Sara, ¿tu crees que mi padre se está volviendo loco?
La pregunta me tomó desprevenida. Miré al techo pensando bien en lo que le iba a contestar.
-Vaquero, la gente cambia. Ya es una locura todo lo que estamos viviendo, si hace un par de años te hubiera dicho que acabarías matando muertos sin sentir pena o viviendo en una cárcel, ¿qué pensarías?
Carl me dedicó una pequeña sonrisa.
-Que me he vuelto loco.
-¡Exacto! Tu padre está pasando un luto muy raro, y para que mentirte, está tirando su trabajo de líder por la borda. Pero todo en esta vida acaba, de una manera u otra.
Vi como Carl reflexionaba lo que le había dicho.
Después de unos minutos en silencio alzó la cabeza y me miró con una sonrisa.
-Para no gustarte la gente eres una consejera excelente, es como si fueras mi amiga y mi psicóloga a la vez.
Me sorprendí, a pesar de todo el tiempo que habíamos pasado juntos, nunca me había llamado amiga.
-¿Amiga?
Pareció hacerle gracia mi pregunta.
-Si, amiga. Quieras o no ahora eres no solo mi amiga, eres mi mejor amiga.
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