Capítulo 4
Cuando llegué a mi celda mi hermana ya estaba dormida en una de las camas.
Yo me acosté en la otra, pero no me dormí.
Miré al techo debatiendo en mi cabeza si debía irme o no.
Al final el sueño me venció y caí dormida.
Cuando abrí los ojos me encontré con que estaba sola en la habitación.
Salí de la celda y para mi agrado me encontré con que había poca gente.
Una chica rubia se me acercó con una sonrisa.
-Hola Sara, ¿vienes a desayunar conmigo?
Yo la miré raro. Era la primera vez que alguien de este grupo me hablaba por iniciativa propia y sin discutir.
Asentí con la cabeza y la acompañé al comedor.
Una mujer con pelo corto y canoso nos dio ardilla y comencé a comerla.
-¿Cuando crees que volverán?
Subí la mirada disimuladamente para escuchar la conversación de la rubia con la mujer.
-Se han ido a despejar el pabellón, estarán aquí por la noche.
-¿A despejar el pabellón?
No pude evitar meterme en la conversación poniéndome alerta. Se suponía que el siguiente pabellón iba a ser para mi hermana y para mí.
-Si, se fueron hace unas horas.
Asentí con la cabeza y me dirigí a buscar a mi hermana, no la había visto en todo el día y tenía la sensación de que algo iba a salir mal.
La encontré en una de las celdas escribiendo en un cuadernito.
Suspiré con tranquilidad al ver que se encontraba bien. Alba era lo único bueno que me quedaba, y no iba a perderlo.
-Alba, quiero que recojas tus cosas y bajes conmigo.
Mi hermana me miró confundida.
-No quiero irme.
Suspiré cansada.
-Por lo menos baja conmigo.
Mi hermana asintió muy a su pesar, pero cuando íbamos a bajar se empezaron a escuchar gritos.
-Sara...
Mi hermana se puso detrás de mi asustada.
-Tranquila, todo va a salir bien, quédate detrás de mi.
Agarré mi hacha y salí de la celda, cuando bajamos las escaleras nos encontramos un rastro de sangre que nos llevaba a una celda donde estaba reunida el resto del grupo.
Me giré hacia mi hermana y asentí con la cabeza causando que ambas caminaramos lentamente hacia la salida de la cárcel, ella agarrada a mi camiseta.
Pero para nuestra mala suerte el chino se dio cuenta de que intentábamos irnos y se giró hacia nosotras.
-¡Chicas, esperad!
-Corre.
Pero mi hermana no se movió de allí, parecía haberle cogido mucho cariño al chino y optó por salir de detrás de mi y mirarle furiosa con lágrimas en sus ojos.
-¡Dijisteis que erais buenos! ¡Nos habéis mentido! ¡Cómo hicieron ellos!
Agarré el brazo de mi hermana de nuevo y comencé a tirar de ella hacia mi.
El chino pareció sorprendido y dolido por las palabras de mi hermana.
-No, nosotros somos buenos enana. El que está en la enfermería es Hershel, el señor que jugó con nosotros ayer, un caminante le ha mordido la pierna y hemos tenido que cortarla para intentar salvarle.
No me podía creer lo que él decía. Pero algo me hizo confiar en él, fue el echo de que se notó que le importaba mi hermana.
Alba sollozando corrió hacia sus piernas y las abrazó. El chino le devolvió el abrazo pareciendo aliviado y una pequeña parte de mi quería sonreír ante eso.
Me fui de allí ya que había comprobado que él no la haría ningún daño.
Me disponía a dar una vuelta cuando me choqué con el vaquero.
-¿A dónde vas vaquero? Deberías estar con tu madre.
-Iré a por medicinas para Hershel.
-¿Con permiso de quién?
Carl suspiró frustrado, pero de un momento a otro una sonrisa cruzó su rostro.
-Tuyo, vienes conmigo.
Agarró mi brazo y sin dejarme protestar comenzó a arrastrarme hacia uno de los lugares no despejados de la prisión.
-Frena, vaquero. Yo no he aceptado ir contigo.
Me solté de su agarre y el me miró divertido.
-Por favor, ven conmigo, tampoco tienes nada mejor que hacer, por favor.
Suspiré cansada.
-¿Te han dicho que eres irritante?
-¿Eso es un sí?
-Eso es un probablemente mueras si te vas solo, vaquero.
Comencé a avanzar por aquel pasillo y el chico andó detrás de mi.
-Me llamo Carl.
-No me importa.
⚫⚫⚫
No nos cruzamos con muchos bichos en nuestro camino, terminamos rápido y nos separamos.
Yo salí a tomar el aire mientras que Carl fue a entregar las medicinas.
Al rato lo vi aparecer, parecía irritado.
Me vio y furioso se sentó a mi lado.
-¡Se ha enfadado conmigo! No tiene derecho, no he hecho nada malo.
-Podrías haber avisado a algún adulto.
Carl me miró enfadado.
-¡Tu también podrías haberlo hecho!
-Yo no tengo a ningún adulto que se preocupe por mi.
Dicho esto me levanté dejándole con la palabra en la boca y me metí en la prisión.
Cuando entré vi que flechita y Ricardo hacían lo mismo solo que yo solo que con otros dos hombres con traje de prisioneros.
-¿Vosotros no os cansais de meter a desconocidos en vuestro grupo idiotas?
Flechitas me miró enfadado pero aún así imitó a Ricardo y me ignoraron.
Bufé, ya no se me ocurría que más podía hacer, así que subí a mi celda y comencé a dibujar en la pared con mi cuchillo.
Llevaba así un rato cuando unos pasos rápidos y fuertes irrumpieron en mi celda.
-¿¡Estás loca!?
Daryl me miraba enfadado.
-¿Qué quieres flechitas?
Que no me tomara enserio su enfado pareció aumentar este todavía más.
-Lori me ha dicho que te has ido a la enfermería con Carl.
Maldito vaquero chivato.
-Si, el iba a ir de todos modos, si le hubiera dejado ir solo hubiera sido peor.
-¿¡Y no pensaste ni un puto momento en avisar a alguien!?
Ya me estaba enfadando, conocía a este tipo de un par de días, le tenía aprecio pero no podía reprocharme nada.
-¿¡Y a ti que coño te importa si se lo digo a alguien o no!? ¡Ese es mi puto problema!
En lugar de seguir gritandome se limitó a mirarme furioso.
-No vuelvas a hacerlo o tendrá consecuencias.
Acto seguido salió de la celda dejándome totalmente furiosa.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro