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Capítulo 20: Luz y oscuridad

-¡Robin! ¿Te encuentras bien? -Axe fue el primero en correr hacia el capitán tan pronto Gregory se encargó de liquidar al líder del grupo Spetsnaz. Todavía desde el suelo, Alexander y él reposaban al resguardo.

-Perfectamente. Alexander me ha salvado la vida... No sé qué ha pasado conmigo, creo que ya estoy perdiendo la cabeza.

-Lo hemos visto todos. Alex, quédate con nosotros. Te ayudaremos a curar esa herida. Y Robin, corre a ver esos ingenieros. Ha sucedido algo.

La expresión de Robin cambió por completo. Si antes de todo esto ya se sentía culpable, no había palabras para explicar el odio hacia él mismo que corría por sus venas.

-¿Ha sucedido algo? -El rubio buscaba comprender qué había sucedido con tan solo analizar la reacción de Axe. Lastimosamente para sus planes, el líder SEAL era demasiado frío como para caer tan fácilmente.

-Solo acércate al refugio. Por favor, solo hazlo.

Detrás de Axe, Morris, y Gregory analizaban expectantes. Si el capitán debía enfrentarse a un nuevo obstáculo, todos lo harían. Sin importar las escalas ni las consecuencias, tal como Alexander arriesgó todo por salvarlo. Porque a pesar de todo, Robin inspiraba una fuerza de liderazgo que pocos habrían podido lograr en su lugar. Aun con sus idas y vueltas, incluso Gregory sentía un respeto muy profundo por el capitán.

Alexander se alejó con el equipo SEAL sin mediar palabra y Robin emprendió su camino desesperado para encontrar a los ingenieros. Un innegable cosquilleo recorrió sus brazos, haciéndolo temblar reiteradas veces. El capitán estaba acostumbrado a asumir lo peor desde que era un pequeño niño y sus padres habían muerto. Aunque, con esa afirmación dada vuelta por completo, ¿será que muchas de las cosas que habían definido a Robin ya no eran ni tan ciertas ni tan reales? Solo el tiempo podría esclarecerlo.

La caminata se hacía cada vez más dolorosa a medida que los soldados de la Marina Real Británica se iban acercando al refugio. Alguien estaba gritando muy fuerte. Gritando de dolor.

Robin fue el primero en acelerar la marcha. Aceleró y aceleró hasta que vio lo inevitable. Allí se detuvo por completo. Los ingenieros habían formado un círculo respetuoso alrededor de quien ya permanecía inmóvil en la tierra satánica de Salvo. Un hoyo en el medio de la cabeza retrataba lo que era el fin de cualquier esperanza para cualquiera de los supervivientes. No porque ahora carecieran de oportunidades, sino porque no tenían espacio en sus rotos corazones para soportar ni una sola muerte más.

El capitán comenzó a sentirse mareado. La vista se le empezó a nublar y unas náuseas desagradables lo atacaron por sorpresa, causando que vomitara todo lo que aún permanecía en su sistema. No podía verlo. No podía ver a otro superviviente caído en las infinidades de todos los males que no paraban de atestarlos.

Aquel muchacho le tocaba una fibra sensible. No solo por el hecho de haberlo salvado una vez de esos temibles caníbales, si no por lo que su presencia representaba en la isla. Tal vez eso era lo que le llamaba tanto la atención: a pesar de las incontables desgracias que estaban viviendo, su brillo estelar permanecía intacto. Su sonrisa de tiempo completo seguía iluminándolos en los momentos más duros y su ingenuidad de niño de dos años lo hacían sobresalir como el pequeño bebé de todo el grupo.

Pero ahora, todo eso había desaparecido. Louie, el hermano gemelo de Andy, había muerto. Su misma sangre gritaba agónico.

-Nos estaban acorralando, y sus soldados eran implacables... Él, él ha dado hasta su última pizca de fuerza para intentar salvarnos -le dijo Eduard a Morris, que con la mirada pedía explicaciones-. Cuando Robin saltó hacia el ataque, nos salvó la vida. Pero ya era demasiado tarde para Louie.

Andy se sentó bruscamente y chocó con un árbol, donde permaneció inmóvil. Ni un atisbo de emociones recorrían aquel rostro indiferente que parecía no querer creer lo que sus ojos estaban viendo: su hermano estaba muerto y no había nada que pudiera hacer para cambiarlo.

Ninguno de los supervivientes se atrevió a interponerse en su duelo, exceptuando por Loreley que se acercó a darle el abrazo más emocionante que nunca antes se habían dado.

Jack disfrutó de cada instante de su dolor. No le removía ni un poco las tripas que Louie estuviera muerto. De hecho, lo hacía muy feliz. Uno menos para la lista.

En contra de todo pronóstico, y viendo que lo que Andy necesitaba era estar solo, Loreley corrió hacia los brazos de Robin para apretarlo con fuerza. Un abrazo tan dulce como doloroso, considerando las circunstancias. El capitán sintió las suaves manos de la rubia palpar toda su columna con delicadeza. Y entonces, Robin se estremeció. Su delgada línea emocional se había roto por completo. Aquel gesto había sido suficiente para quebrarlo en llanto, y de un momento a otro, ya no se sabía quién consolaba a quien.

-Saldremos vivos de aquí. Tenemos que hacerlo, por Louie y los que ya no están -le susurró el capitán con la voz entrecortada tan pronto pudo calmar su tormenta de emociones. Robin tomó los cachetes de Loreley y le limpió las lágrimas-. Todo va a estar bien.

Ambos se separaron al mismo tiempo que el líder del comando SEAL venía de curarle la herida a Alexander. El cuerpo que vio inerte sobre la tierra húmeda, puesto que había comenzado a llover, terminó por hacerlo sentir un fuerte movimiento compasivo por los supervivientes. Rápidamente Axe intentó apartar esos sentimientos. Debía concentrarse en su tarea y mantener a todos seguros el tiempo que fuera necesario hasta que pudieran escapar de Salvo.

Interrumpiendo los pensamientos de todos, el teléfono satelital de Axe comenzó a sonar repetidas veces.

-Debo atender esto. Es Jayce. Mantengan cubierto el perímetro -ordenó Axe a su equipo de soldados previo a que se alejara para responder la llamada de su caballo de Troya, el secretario de Seguridad Nacional de los Estados Unidos de América y su amigo íntimo desde hace muchos años, Jayce Lawrence.

-Axe. Soy yo -dijo una voz preocupada.

-Mi buen amigo Jayce. Ya estoy aquí en Salvo -interrumpió Axe quien al escuchar a su colega se alegró un poco, pero supo que su voz no expresaba lo mismo.

-No tengo mucho tiempo. Esta será nuestra última comunicación, hermano. Debes escucharme bien... Cada palabra que te diré a continuación.

A Axe se le paralizó el corazón por el temor a sus próximas palabras. Solo una cosa podía significar que Jayce se fuera a comunicar por última vez con ellos: el secretario estaba en peligro.

-Yuri le ha dado setenta y dos horas a Olivia para encontrar a su infiltrado. Todos los empleados de la Casa Blanca están trabajando para encontrarme. Me atraparán pronto, Axe. Esto es una cacería de brujas, y me quemarán en la hoguera. Mi tiempo se acaba.

-Pero tú... Te has cubierto tus pasos. No podrán encontrarte -contestó Axe en shock, simplemente por creer en algo que incluso él bien sabía que no sería así.

-Lo harán, eventualmente. Es cuestión de tiempo. Axe...

-No. No aceptaré una de tus estúpidas despedidas. Lo has intentado en Vietnam, lo has intentado en el Golfo. ¡Y sigues aquí! Escápate con tu familia, vete fuera del país. ¡Tienes que ver a tu pequeña crecer, Jayce! Reacciona, por favor.

Axe rogó y rogó. Pero Jayce parecía estar negado a escucharlo.

-Ya he evaluado todas mis opciones. Nos tienen a todos monitoreados. Intentar llevarme a las chicas solo levantará sospechas, y caerán ellas conmigo. Ya las he enviado lejos, muy lejos de aquí. A mí me toca aceptar mi destino y enfrentar las consecuencias por mis actos.

El líder del escuadrón SEAL recordó en cuantas batallas había luchado junto a Jayce. En cuantas habían llorado, sudado y sangrado juntos. Ahora estaba a punto de perderlo.

-Pero todavía pued...

-Detente. No lo hagas más difícil de lo que ya es y escúchame bien: debes hablar con Marcela urgente. Preparen una extracción inmediata y salgan de ahí cuanto antes. Tan pronto me encuentren, Olivia arremeterá contra Salvo. ¡Ustedes deben salvarse! No podemos dejar que todos nuestros sacrificios hayan sido en vano.

-Lo haré.

-Ethan Wilson, mi querido Axe, ha sido un honor pelear a tu lado todos estos años. Ya sea en esta o en otra vida, nos volveremos a encontrar -dijo y su voz parecía estar por quebrarse-. Gracias por haberme salvado de mi locura y creer en mi cuando todos a mi alrededor ya habían perdido la fe. Cuida a mis chicas, ellas sabrán encontrarte si lo necesitan.

-Nunca te olvidaré, Jayce. Nadie de aquí lo hará. Permanece con vida tanto como tu fortaleza te lo permita.

-Adiós, hermano.

Aquellas dos palabras significaron el fin de una amistad inseparable, de una relación forjada por sus incontables experiencias en el campo de batalla y el respeto mutuo que siempre prevaleció entre ambos. Pero como todo lo bueno en algún momento se acaba, su tan preciada amistad parecía haber llegado a su fin.

Axe contuvo su emoción un par de segundos para poder retomar fuerzas y mantener la entereza que todos los supervivientes necesitaban. Ya habían sufrido bastante como para también tener que estar lidiando con el dolor de un integrante más. Si tragarse las lágrimas por el final inminente de Jayce era el precio que debía pagar para mantener a todos sus preciados muchachos a salvo, lo haría con orgullo. Ya tendría tiempo de llorar a su amigo cuando la ocasión lo ameritara.

Y si hay algo que tiene un líder de escuadrón SEAL que nadie más puede tener a ese nivel, es resiliencia. La capacidad de soportar el dolor, y seguir adelante. Casi rendido, ya sin más fuerzas, pero siempre, absolutamente siempre, seguir adelante.

Nada ni nadie podrían quebrar al soldado de élite en el que Axe se había convertido.

-Señores, disculpen la intromisión -comentó Axe, quien al ver que todos permanecían en ese silencio tan oscuro y siniestro observando a Louie con tristeza, se apuró a continuar-: acabo de hablar con Jayce Lawrence. Él... Acabarán por descubrirlo pronto.

-¿Jayce Lawrence? ¿Y ese quién es? -preguntó con delicadeza Jack, el único al cual la muerte de Louie no le causaba absolutamente nada. Solo estaba esperando el momento indicado para poder escapar de todos los supervivientes.

Aunque fuera en lo único que coincidieran, el resto pensó lo mismo que Jack preguntó. No habían escuchado ese nombre en su vida.

-Oh, cierto. No saben nada de ello -repuso Axe intentando corregirse.

-No sabemos nada de nada, Axe. No sabemos quién eres tú, no sabemos qué hacemos aquí, no sabemos absolutamente nada de la gente que nos ha salvado la vida, y menos que menos sabemos quién es Jayce Lawrence. ¿Puedes, por favor, hacernos el favor de iluminarnos el camino? Estamos cansados de esperar e intentar sobrevivir sin respuestas -respondió Morris dejando atrás todo dejo de educación y amabilidad que en su pasado pudo haber tenido. Una vez más, la voz de quien se atrevió a hablar dijo lo que todos hubieran mencionado.

-Tienes toda la razón. Gregory, ¿quieres comenzar tú? -consultó Axe haciéndole un ademán al ruso para que hablara.

Robin y los soldados de la Marina Real Británica que lo habían acompañado a eliminar a los rusos se hicieron una idea de lo que Gregory les estaba por decir. Axe había hecho referencia a él cuando se conocieron, pero en el trajín de la batalla no era momento de andar pidiendo explicaciones.

-Les he mentido. No con la intención de herirlos ni mucho menos ocultarles mi identidad con malos fines. Lo he hecho para protegerlos. Ingenieros del plan Zeta, soldados de la Marina Real Británica, soy el encargado de la resistencia dedicado a mantenerlos vivos en su estadía en Salvo. Todo este tiempo, ese ha sido mi único objetivo. Ahora que las cosas se han puesto feas, nos han enviado apoyo. Axe y su equipo se asegurarán de que la seguridad de cada uno de ustedes sea la prioridad primera. Aun no puedo creer que Louie ya no esté con nosotros...

Gregory habló desde la sinceridad y los supervivientes le creyeron por completo. El ruso afloraba una autenticidad que hacía imposible desconfiar de sus palabras. En tanto, los ingenieros del plan Zeta comenzaron a conectar las ideas en su cabeza y todo cuadró: ya habían encontrado el porqué de la ausencia del ruso durante su cautiverio en el océano, secuestrados por los rusos y los americanos, y también su personalidad tan protectora. No cabía lugar para dudas, por más que quisieran encontrarlas.

-Louie... -esbozó Andy en un sollozo, acercándose nuevamente a su hermano fallecido.

Los supervivientes no pudieron evitar volver a centrarse en Louie. El líder del escuadrón SEAL lo notó de inmediato.

-Oye, Andy. Mis muchachos se llevarán a Louie a un arroyo que está muy cerca de aquí. Prepararán todo y podrás hacerle el entierro que merece. ¿Qué te parece? -le propuso Axe al pecoso, intentando sonar lo más sensible posible y procurando que el resto de los supervivientes no tuvieran que continuar viendo con mucho dolor el cuerpo perecido de su amigo mientras ellos seguían conversando.

-Está bien -respondió. Andy apreció el gesto más allá de que nadie lo hubiera notado en el momento.

Tan pronto Andy dio su consentimiento, los soldados del escuadrón de Axe tomaron su cuerpo con delicadeza para transportarlo lejos de la vista de todos los supervivientes. Robin se apuró a hablar para cortar con lo lúgubre de la situación:

-Entonces, ¿por qué nadie se ha comunicado con nosotros desde que estamos aquí? ¿Cuánto tiempo más tendremos que permanecer en Salvo?

-Miren. Sé que todo ha sido muy difícil hace ya bastante tiempo y que parece que no han tenido respuestas. Marcela me ha pedido con mucha insistencia que no hiciéramos grandes explicaciones hasta que todos pudiéramos reunirnos en nuestra base, pero debo contarles lo básico. No pueden seguir así -confirmó Axe inspirando hondo-. Robin, tu mamá es la líder del movimiento al que nosotros hacemos llamar la Última Resistencia. Marcela, la mujer pelirroja que te ha rescatado, es la encargada de coordinar todos nuestros movimientos bélicos y militares, además de ser la mano derecha de Lauren. Ella y tu padre han creado esta organización hace trece años junto a tu padre tras haberte abandonado, y se han gestado, ampliado y popularizado durante todo este tiempo. ¿El objetivo final? Acabar con los líderes mundiales de los Estados Unidos de América y Rusia, quienes han estado trabajando fervientemente en crear un arma de escalas insanas para destruir el mundo tal como lo conocemos. Somos la resistencia, somos la otra cara de la moneda. Hemos venido a luchar por el resto del mundo.

A Robin le costó procesar toda esa información, y aún más el hecho de que sus padres estuvieron vivos todo este tiempo. Sintió que una parte dentro de él se rompió al escuchar a Axe mencionar ese detalle.

El resto sólo pudo sorprenderse en gran medida. Estaban formando parte de algo muchísimo más grande que ellos mismos.

-¿Por qué no has mencionado a mi padre?

-Lauren y Bob han tenido que meterse con gente muy peligrosa para poder llegar a donde están el día de hoy. Tu padre no lo ha conseguido. Fue asesinado en una compra fallida por miembros de la mafia italiana.

Robin quedó en shock. Pareció como si todas las preguntas que tenía por hacer se hubieran esfumado de repente. Pero, Morris no se quedaría atrás:

-Entiendo como los ingenieros acabaron aquí y por qué debieron salvarlos, pero, ¿qué tenemos que ver nosotros? -preguntó Morris haciendo referencia a los miembros de la Marina Real Británica.

-El ataque al buque donde se encontraban los ingenieros ha sido una pantalla para que pareciera que Reino Unido había sido el responsable. De esa forma podrían virar la atención hacia ellos y alejar la atención de nosotros, pero todo se dio vuelta cuando recibimos la información de que Robin partiría en su destructor unas semanas más tarde y que en ese mismo trayecto Estados Unidos y Rusia emitirían su venganza acabando con todas las almas de su tripulación. Solo nuestros informantes nos permitieron mandar un equipo y salvarles la vida.

-Así que si Robin no hubiera estado ahí, estaríamos todos muertos. El objetivo era salvar al hijo de la líder, ¿verdad? -replicó Morris. Por alguna razón, ninguno de los que estaba allí lograba comprender las intenciones de sus comentarios.

-Sí, exactamente.

-¿Y por qué nos han traído a esta isla desierta? ¿Acaso no había un lugar un poco más seguro? -Morris cambiaba el tema de conversación sin reparo alguno. Su comportamiento se estaba volviendo cada vez más errático, y ya no era Robin el único que lo notaba.

-De hecho, no. Este es el lugar más seguro que hemos podido encontrar, ya que fue la única locación que nos permitió permanecer completamente desapercibidos ante Rusia y Estados Unidos. Es por eso que les hemos imposibilitado cualquier vía de comunicación, pero uno de ustedes ha arruinado los planes al robar el comunicador con el botón de emergencia. Por esa misma razón nos han encontrado -intervino Gregory mirando a todos como si fueran sospechosos de ser el infiltrado restante.

-¿No deberíamos tener un poco más de cuidado con la información que divulgamos? -repuso Vicente quien ya estaba harto, muy harto de encontrarse en ese trajín demencial en el que se veían revueltos.

-Quien quiera que sea, cometerá un error muy pronto. De hecho, deberá apurarse si quiere mantenerse con vida -volvió a contestar Axe.

-¿Y eso por qué? -Jack contestó lo más desinteresado que pudo, pero tomó un riesgo grande. Para su suerte, nadie tanteó el temor en su voz.

-Jayce Lawrence, nuestro infiltrado metido en las narices de la Casa Blanca y héroe para todos ustedes, pues ha sacrificado hasta su propia vida para salvar la de ustedes, me ha ordenado llamar a Marcela cuanto antes. Se aproxima una extracción inmediata.

-¿Nos iremos de Salvo? -Morris palideció.

-Nos iremos de Salvo, compañeros.

Una luz al final del camino alumbró toda la oscuridad que Salvo había succionado de los supervivientes. Tal vez, y solo tal vez, ahora se encontraban un paso más cerca de escapar de la isla.

Aquel camino en realidad era mucho más largo de lo que cualquiera pudiera imaginar. Tedioso y doloroso, porque el sufrimiento no acabaría pronto.

La Última Resistencia sigue acumulando bajas. Sin Jayce Lawrence, una pieza fundamental se cae en su plan. Acaban de hacerle jaque a Lauren y su gente.

Si no logran que los supervivientes y los ingenieros del Plan Zeta salgan con vida de Salvo, todo habrá acabado.

Jaque mate.

Aquella extracción inmediata podría ser un movimiento único. El tiempo se agota, los adversarios comienzan a verse las caras y solo la mejor estrategia podrá prevalecer.

¿La resistencia o los últimos líderes mundiales? No cabe lugar a dudas: la batalla, aún desde las sombras del reconocimiento público y mundial, ya se trata de la más grande de todas.

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