Capítulo 17: Los soldados
Con la llegada del equipo Spetsnaz a Salvo y Gregory ya capturado, las probabilidades de que los supervivientes pudieran hacer frente a un ataque coordinado de miembros de la élite rusa casi sin balas y con una banda de ingenieros nerds, eran prácticamente nulas. Robin lo sabía. Necesitarían una vuelta de tuerca realmente determinante.
Lo que el capitán no sabía era que la fuerza especial SEAL, comando élite de los Estados Unidos de América, estaban próximos a aterrizar sobre Salvo en el otro extremo de la isla. Esa debería ser, obviamente, la peor noticia que los supervivientes podrían recibir. Si no podían hacerle frente a una fuerza militar, ¿cómo podrían con dos?
Pero allí se gestaba el as bajo la manga de la resistencia. El equipo SEAL no jugaba ni para los rusos ni para los americanos. Adiós patriotismo. Adiós proteger a toda costa sus colores. Jayce Lawrence había logrado que su mejor amigo, el líder de escuadrón Ethan Wilson, fuera parte de la resistencia por la que él tanto había sacrificado. Era hora de que su escuadrón salvara la vida de dos piezas fundamentales de esta guerra: el hijo de Lauren y el grupo de ingenieros del plan Zeta.
-Señores, aterrizaremos en la isla en los próximos cinco minutos y nuestra vida cambiará para siempre. Si salimos vivos de esta, seremos los más buscados en nuestro país hasta el día de nuestra muerte. Ya no podrán volver a sus hogares ni comunicarse con sus familias. Lo que nos espera de aquí en adelante puedo decirles que será duro, tal vez lo más duro que hemos enfrentado en nuestra larga carrera, pero si la resistencia logra vencer en esta guerra habremos sido parte del movimiento que ha salvado a este mundo. Nunca lo olviden, soldados. Yo creeré en ustedes hasta el final, pero necesito saber si puedo esperar lo mismo de ustedes. ¿Qué dicen? ¿Vamos a patear unos culos rusos? -recitó Ethan a su equipo desde el helicóptero, próximos a su llegada. Al líder de escuadrón se le llenaron los ojos de lágrimas al pronunciar su tan solemne discurso.
-¡Señor, sí señor! -confirmaron al unísono y con el tan clásico saludo militar el resto de sus subordinados. Ethan no podría haber imaginado una respuesta mejor.
Ethan le destinó sus últimos minutos en el helicóptero a recordar a su familia. Recordó a su padre, quien fue el primero en apoyarlo e impulsarlo cuando decidió enlistarse en la Armada y se sintió orgulloso de que su hijo siguiera sus pasos. Recordó a su madre y como se negó rotundamente hasta el día anterior a su partida por el simple hecho de que "no quería perderlo". Recordó a sus hermanitos pequeños justo antes de despedirse aquel primer día y rememoró cada abrazo interminable cuando volvía de alguna misión en el exterior.
Y ellos siempre estuvieron ahí, con el corazón en la boca en cada despedida, pensando que tal vez sería el último beso que podrían darse. Él siempre había vuelto, pero a partir de ahora ya no sería posible. No había nada que pudiera romperle más el corazón.
-Esto es por ustedes. Los volveré a ver -se susurró a sí mismo Ethan estrujando una foto de su familia contra su pecho.
Por último, recordó a su padre aquel día en el campo de entrenamiento con su corta edad de doce años. Desde pequeño Ethan siempre había sido un gran fanático de las armas, pero tenía una habilidad extraordinaria para manejar unas pequeñas hachas de combate que eran, por decir poco, letales. Sus movimientos eran verdaderamente implacables.
-Tú vas a ser grande, Axe. Nadie podrá detenerte -le había dicho su padre.
Ese apodo lo marcó de por vida. Ni él ni su padre lo olvidarían nunca. Para sus colegas, Ethan era un desconocido. Su verdadero nombre era Axe Wilson. Líder del escuadrón SEAL Axe Wilson.
-Axe, aterrizamos en dos minutos -comentó uno de sus colegas. Ethan se reincorporó rápidamente y olvidó todos aquellos tiempos pasados. Era hora de enfocarse en el objetivo.
Axe vio Salvo por primera vez. Una isla realmente particular, a decir verdad. Desde la altura la vegetación no permitía visualizar lo que sea que pudiera estar sucediendo en el interior, por lo que para los satélites a menos que uno estuviera en la orilla era realmente difícil ver algo.
Aterrizaron en el extremo contrario que lo habían hecho el equipo Spetsnaz. Hasta ese momento estaban siguiendo al pie de la letra el plan que les había dado el gobierno ruso y americano para guardar apariencias. El paso a seguir era cortar con toda transmisión al adentrarse en la selva alegando que había algún bloqueador de señal que les imposibilitaba conectarse. De esa forma nadie sospecharía lo que se traían entre manos y podrían continuar sin que los estuvieran viendo y escuchando.
-Alfa a Base, aterrizamos sobre la isla. Procedemos a inspeccionar el sector sur según la ruta seleccionada -repasó Axe al centro de mando en Washington desde su comunicador. Posiblemente Olivia Davis estuviera viendo y escuchando todo.
-Copiado, Alfa. Delta arribó hace diez minutos. Han capturado a uno de los objetivos -respondió el Almirante haciendo referencia al equipo Spetsnaz. Axe tembló por aquel "objetivo capturado". Lo único que esperaba era que no fuera Robin. Lauren y Marcela se pondrían muy nerviosas.
Axe esperó a que sus soldados estuvieran listos para partir hacia la selva. Cualquier protocolo SEAL o Spetsnaz en una misión del estilo habría retirado los helicópteros y esperado que el equipo volviera a establecer comunicación para la extracción, pero Salvo era un terreno desconocido como para dejarlos a merced de su suerte. Las bases más cercanas estaban demasiado lejos como para rescatarlos si necesitaban retirarse de urgencia. Por esa misma razón, ambos helicópteros permanecieron en la orilla.
-¡Muévanse hacia la ruta! No disparen a menos que sea imposible evitarlo -vociferó Axe para guardar las apariencias. Hasta que no desconectaran la comunicación con Base, debían ser precavidos.
Los soldados avanzaron hacia la profundidad de la selva. Los ángeles de la guarda de los supervivientes estaban a punto de llegar. Solo debían mantenerse unos minutos más con vida.
Tan pronto entraron en la profundidad de la vegetación, uno de los subordinados de Axe se encargó de crear una falsa interferencia en las comunicaciones con Base modificando las frecuencias e intentando que el dispositivo perdiera señal.
-Alfa a Base, hay interferencias en la comunicación. Nos está arruinando los oídos. Debemos avanzar a ciegas o revelaremos nuestra posición.
Axe observó a sus soldados con prudencia. Este era el momento clave.
Por un par de segundos no se escuchó respuesta.
-Correcto, Alfa. Comunicaciones fuera. Cuide a sus hombres y traigan a los Fénix.
Lo habían logrado. Ni Estados Unidos ni Rusia sabrían ahora qué estaba sucediendo con su comando SEAL. Podrían rescatar a los supervivientes sin la presión de saber que los estaban observando.
Axe rió para sí mismo por el nombre en clave que le habían otorgado a los supervivientes. "Fénix", como el ave que resurge de las cenizas. Para la pobre Olivia Davis esto era poner el Plan Zeta de vuelta en funcionamiento, pero cuando se entere que todo le había salido patas para arriba... Bueno, Ethan hubiera pagado por ver esa reacción.
-¿Cuáles son las órdenes, señor? -preguntó uno de sus soldados.
-Debemos rastrillar la zona en busca de nuestros amigos con suma cautela. No queremos espantarlos ni que tampoco nos arranquen la cabeza porque pensaron que éramos enemigos. Si todo va bien, no deberíamos chocarnos con el equipo Spetsnaz por un largo rato. Avancen.
Axe y el resto del equipo SEAL dieron cada paso como si estuvieran al borde del abismo. En posición de combate, sus armas estaban preparadas ante cualquier eventualidad. No por nada eran la élite de la élite.
-¡Robin! Tenemos compañía desde el sur. No parecen ser los mismos tipos que nos indicó Gregory puesto que vienen justamente del lado contrario, pero tienen armas y se aproximan hacia aquí. No están muy lejos-le dijo Vicente al capitán un poco agitado. Le habían encomendado la tarea de hacer vigilia en los alrededores y se ve que la resistencia aeróbica no era su fuerte.
-¿Por el sur? Lo que faltaba -repuso Morris con uno de sus aportes pesimistas.
Robin lo miró con disgusto. ¿Acaso algún día su amigo cambiaría ese carácter tan desagradable?
-Cambio de planes. Jack y Alexander, vengan conmigo. Le haremos frente a este nuevo grupo de desconocidos e intentaremos contenerlos. El resto debe permanecer aquí hasta tener al equipo Spetsnaz vulnerable, son nuestro peligro más evidente.
Los supervivientes asintieron satisfechos. No tenían muchas más opciones, y el capitán supo tomar una decisión rápidamente. Con eso bastaba ante su situación tan crítica.
En tanto, Jack no estaba tan satisfecho. El teniente sabía perfectamente que unos pocos conocían su condición de infiltrado, y al no haber mantenido comunicación con su gente lo debían haber dado por muerto. Su vida pendía de un fino hilo, y lo peor era que debía seguir guardando las apariencias. Estaba al borde de enloquecer entre tanta presión.
-Los esperaremos debajo de este pozo. Podremos escuchar cuando se estén acercando y sorprenderlos tan pronto estén cerca. Así tendremos efecto sorpresa -explicó el capitán señalando la ubicación. Los tres miembros de la Marina Real Británica se pusieron a resguardo, esperando el momento para actuar.
Tras quince minutos de un silencio arrollador, los disimulados pasos de un grupo de personas que pretendían mantenerse en sigilo se sentían cada vez con más fuerza. Estaban casi sobre ellos.
-A mi orden -susurró Robin apretando con intensidad su navaja. Las armas que aún tenían balas las habían dejado en el otro frente para hacerle fuerza al equipo Spetsnaz-. ¡Ahora!
El capitán de la Marina Real Británica se abalanzó sobre uno de los desconocidos que venían desde el sur, donde intentó tomar su arma para poder someterlo. Pero el otro fue más hábil y rápido.
Robin supo que era su final. Había fallado.
Jack y Alexander intentaron la misma toma, pero al haber sido Robin el primero en abalanzarse sobre uno de los desconocidos, acabó por alertar al resto quienes voltearon rápidamente y apuntaron sobre sus cabezas.
-Encantado de conocerte, Robin.
-¿Quién eres? ¿Quiénes son ustedes? -preguntó el capitán desorbitado, que vio como se había formado un círculo de soldados sobre ellos.
-Ethan Wilson, líder de escuadrón de la fuerza de operaciones especiales de los Estados Unidos de América, el comando SEAL. Es un honor, capitán. Hemos venido a protegerlos.
Y con aquel saludohonorable que prosiguió a las palabras de Axe, el capitán exhaló. El aireparecía nunca acabarse. Por primera vez desde que llegaron a Salvo, Robinvolvió a respirar
Cuéntenme algo. ¿Qué piensan de estos pobres supervivientes? Quizás ahora no tan pobres, que la ayuda ha llegado...
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