Capítulo 11: Problemas en el paraíso
La búsqueda había dado sus frutos. Tal vez antes de lo que pensaban, tal vez no en óptimas condiciones, pero allí tenían al desaparecido Louie en frente de sus narices. Bueno, a Louie a punto de ser asesinado. Pequeñas diferencias.
-Antes no éramos así, ¿saben? Solíamos ser personas como ustedes -dijo el grandulón rechinando los dientes con tanta fuerza que incluso los supervivientes, que estaban a más de cinco metros, pudieron escuchar el detalle.
-Solían ser personas. Con eso te basta -respondió Jack con la mirada en el objetivo, pero sin un buen ángulo de tiro como para disparar sin correr riesgos de darle a Louie.
-¡Maten a esta escoria! ¡Está loco! -Louie intentaba zafarse de las garras del hombre, pero no tuvo más que dejar de resistirse cuando amenazó con apretarlo más fuerte. Los supervivientes apuntaron con un recelo indescriptible.
-¿Están seguros de que les quedan balas? -preguntó con una sonrisita malvada al mismo tiempo que apretaba con más fuerza el cuchillo sobre Louie. A Robin le repugnó tanto la actitud que, sin titubear, apretó el gatillo. Jack y Morris hicieron lo mismo, igualando al capitán.
-Ay, no... -Los tres se miraron instantáneamente. Sus armas habían gatillado, pero no tenían más balas. Gregory, en tanto, fijaba su campo de visión en el líder caníbal.
-Veo que a fin de cuentas tendré que dejar que su amigo se desan...
Un estruendo resonó en las inmensidades de aquel bosque de Salvo. Con pulso de acero, Gregory se atrevió a disparar al grandulón, que tras un impacto limpio y certero en la parte derecha de su cráneo cayó despedido. Louie parecía a punto de tener un infarto.
-Pero él... Y tú... ¿Cómo hiciste eso? -preguntó Louie agarrándose de la cabeza y dando vueltas sobre sí mismo como un desquiciado. Su corazón palpitaba a mil por hora.
-Ya estás a salvo, hermano. Respira -dijo Robin acercándose a él y dándole un abrazo sincero al ver que los nervios del chico acabarían por darle un ataque. Y mejor no jugar con su corazón.
Gregory no respondió y tanto Louie como el resto de los supervivientes se quedaron con ganas de escuchar la verdad del ruso. Su increíble capacidad para manejar la situación lo hacían una persona que, mínimamente, había recibido un entrenamiento militar de respetar. Robin acabaría por confrontarlo, a su tiempo. Tenían cuestiones más complicadas que resolver.
-Será mejor que volvamos. El resto debe estar impaciente por ver a su compañero en una pieza -dijo Jack cortando el abrazo del capitán.
En sus adentros, el teniente se sentía como un idiota. Gregory los había hecho quedar como simples inexpertos, tanto en la lucha con los caníbales como en el salvataje de Louie. El tipo había previsto los pasos del enemigo, calculado cada minúsculo movimiento y como si fuera peor, ¡no había fallado en lo más mínimo! Jack se odió por no haber podido ser el héroe. A fin de cuentas, eso fue lo que hizo toda su vida. Así se había ganado el puesto, y, sobre todo, a su gente.
-¿Cómo sabías que aún tenías una bala? -preguntó Morris intrigado, pero no con mala intención. Realmente estaba sorprendido.
Gregory le dirigió una mirada afectiva seguida de una palmadita en la espalda:
-Hay cosas que las sabes y ya.
El camino de vuelta se caracterizó por un silencio sepulcral que se estaba haciendo raramente usual. Cada uno metido en sus mambos, con la cabeza a miles de kilómetros de distancia. ¿Cómo culparlos, al fin y al cabo? La isla era un desafío mental constante. Dejarse llevar por unos minutos no era prohibición para nadie.
Louie solo podía pensar en volver a ver a su hermano. Tras haber sido tomado y noqueado, lo siguiente que recordaba era a todos esos dementes rodearlo haciendo alguna especie de macumba. Afortunadamente los supervivientes llegaron a su rescate y no tuvieron más remedio que preparar el ataque que acabó por ser el final de todos esos caníbales. Pero aquel grandulón le había dado el peor susto de todos.
-Lo que daría por una buena cerveza... -Louie se regocijó internamente, y juró haber sentido el sabor de su favorita en sus papilas gustativas al decir esas palabras.
-Y yo por un buen atado de cigarrillos. -Gregory se sumó a la temática de la conversación.
-Que sean dos -dijo Eduard entre risas, quien se había sentido identificado con el gusto del ruso.
-A mí me basta con volver a casa -agregó el capitán. Al ver que Jack continuaba su rumbo con la cabeza gacha y sin pronunciar palabra, acabó por incluirlo-: ¿Qué pasa, Jack?
-¿Ah? Pues nada, lo siento. Solo estaba distraído. -Jack venía manejando su temperamento internamente lo mejor que podía. Al notar que el teniente se mordió el labio inferior cuando pronunció su respuesta, Robin supo que estaba mintiendo. ¿Por qué? Eso sería una incógnita más a la larga lista.
La caminata se había vuelto más corta de lo que todos pensaron. En un santiamén habían tomado el camino de vuelta y llegado al refugio de los supervivientes.
El único problema era que no los estaban esperando ni una ronda de aplausos ni comentarios compasivos. Tan pronto el grupo que acompañaba a Robin con aires victoriosos notó que algo más sucedía entre los que se habían quedado en el refugio, las ondas positivas se disiparon.
-¡Te digo que ha intentado abusarme! ¿Cuántas veces tengo que decírtelo? ¡Imbécil! -le gritaba como loca Loreley a Andy, que intentaba calmarla sin éxito alguno.
-Yo no te hice nada, mujer. Ni siquiera me acerqué a ti. Deja de desprestigiarme de esta manera, por favor. -La intención de aquellas palabras de Doris eran difíciles de reconocer.
-¿Para qué mentiría? ¿Para qué hacer este escándalo? Eres repugnante -contestó la rubia fuera de sus cabales, quien se acercó con furia y le lanzó un escupitajo a la cara al soldado.
-¡¿Alguien puede explicarme qué está pasando aquí?! -esbozó Robin quien al notar todo el revuelo apresuró el paso hacia el conflicto. Detrás lo siguieron sus compañeros.
-¿Louie? ¡Estás vivo hermanito! -exclamó Andy con una sonrisa tan completa y placentera que llenó el corazón de todos los supervivientes. El pecoso corrió hacia su gemelo.
-Ya les contaré toda la historia, pero por favor, no es momento... -Louie se apartó rápidamente de su hermano al notar que la situación estaba lo suficientemente tensa como para que ninguno se atreviera a mover de sus lugares.
-Estábamos cumpliendo con las órdenes que habías dejado y salimos a chequear los alrededores en busca de Louie. Nos separamos en grupos y entonces oímos a Loreley gritar muy fuerte. Creímos que algo le había sucedido, y de repente nos encontramos con esta situación... Doris no ha hecho más que negarlo, y al parecer nadie más ha visto el hecho -le susurró Eduard al capitán al oído para que nadie más escuchara de qué forma le daba el parte de toda la cuestión.
-Sáquenme a esta perra de encima-agregó Doris limpiándose el escupitajo de la cara y observando con odio a la rubia. El capitán nunca había escuchado a su subordinado hablar con tan poca educación.
-Repítelo, por favor. -Gregory se interpuso entre medio de los dos al escuchar la falta de respeto que el soldado de la Marina Real Británica había cometido hacia Loreley.
-¿En serio vamos a hacer esto, rusito? -Doris apretó los puños, y tanto los soldados como los ingenieros predijeron en donde iba a terminar esa conversación.
-¡Atrévete! -esbozó Gregory empujándolo hacia atrás. Los soldados los separaron de la forma más pacífica que pudieron tan pronto Doris quiso ir a la carga para empezar con una pelea que podía terminar muy mal. Loreley quedó en el medio, sin saber muy bien que hacer.
-¡Voy a matarte! ¡A ti y a todos tus ingenieros de mierda! -Doris intentaba escaparse de Eduard y Alexander que lo tenían retenido. Acabó por lograrlo tras varias patadas y puñetazos a sus propios compañeros.
Doris giró rápidamente su campo de visión hacia Andy que había quedado estupefacto y le apuntó con su arma a la cabeza. Robin, perplejo, vio como todo estaba a punto de irse al carajo. Loreley sintió un sentimiento de culpa tan grande que quiso largarse a llorar en ese preciso instante, pero logró contenerse utilizando todas sus fuerzas.
Gregory tomó su navaja como si estuviera listo para lanzársela a Doris en el medio del pecho. Habían quedado todos desparramados, en una especie de círculo mal formado y mezclados entre sí.
Eduard y Alexander, en acto reflejo, apuntaron con sus armas a Gregory. A ellos sí les quedaban balas.
En un trajín de diez segundos, todos se estaban apuntando entre sí sin mediar palabra. La situación podía acabar con una auténtica masacre muy rápidamente.
-¡Baja el arma, D! ¿Qué te sucede? -Eduard odiaba tener que estar apuntando a aquel ruso que lejos estaba de ser una amenaza. Pero no podía ir en contra de su compañero. No en una situación tan extrema.
-Doris, baja el arma ... -Robin intentó poner un paño frío en una situación que ya era imposible de remontar. Si a uno se le ocurría disparar o atacar, ya nada tendría remedio. Toda la relación que el capitán había forjado dejaría de existir.
-Estúpida hipocresía -dijo Doris a medida que una gota de sudor caía por su frente y sus manos denotaban en su arma un temblequeo leve. Ni los supervivientes ni los ingenieros comprendieron qué quiso decir con esa frase.
-Espera, espera... Es que... -Toda la atención se había centrado en Loreley, quien parecía estar queriendo recordar algo.
-¡No te muevas, Loreley! ¡Quédate donde estás! -exclamó Gregory sin mirarla. Su enfoque seguía en el pecho de Doris, aunque su cabeza maquinaba a mil por hora intentando descifrar como podía proteger a todos los suyos.
-¡Doris es un infiltrado! -vociferó Loreley comosi acabara de escupir el secreto más grande
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro