54. Rey Infernal
Se encontraban tras la puerta, por suerte habían salido a una sala vacía. Pero se encontraron con una sorpresa que les molesto bastante.
- Jolyne: ¡¿las dos puertas conducían al mismo lugar?! ¡Hemos perdido tiempo solo por una estúpida broma!
Ella volvió a salir por la puerta por donde habían entrado a la nueva sala.
- Infernales: parece que habéis descubierto el truco.
- Jolyne: jaja que gracia.
Cogió una de sus flechas y le atravesó ambas cabezas solo con un disparo. Volvió a la sala junto con Liz y John para seguir con su camino, la miraron pero no dijeron nada ya que a ellos le había dado ganas de hacer lo mismo. Atravesaron la sala tras eso llegando a una mucho más grande, parecía habitación principal del castillo. Y allí se encontraba el rey de todo este territorio repleto de infernales.
Se levantó de su trono y cogió sus armas para dirigirse a ellos. Se trataba de un infernal de piel de color rojo intenso, con cuernos en su cabeza y una fuerte musculatura, llevaba una armadura además de un escudo y una pesada espada de metal candente.
- Rey: marchaos de aquí o no saldréis vivos.
- John: no podemos hacer eso, necesitamos la matadora de demonios.
- Rey: no puedo permitir que la tenga ninguna raza que no sea un infernal. No sólo mata a los demonios que somos de clase alta, sino que cuanto más sangre absorbe más poderosa se vuelve.
- Liz: no nos podemos ir sin ella, si no nos la das, tendremos que cogerla por nuestra cuenta.
- Rey: ¿ven ese objeto cubierto por una tela negra? Ahí tienen la espada, si os dais la vuelta podréis salir de aquí sin derramamiento de sangre, pero si dais un paso más en dirección a ella os daré de comer a las bestias infernales al anochecer.
- John: iremos a ella y tu morirás si intentas detenernos. Entonces haz lo que creas, pero no podrás ganarnos.
- Rey: vosotros decidís.
Entre el rey y los aventureros se miraron fijamente sin mover un solo músculo hasta que ellos intentaron correr hacia la espada mientras el infernal intentaba detenerlos. Al primero que se enfrentó fue a John, el enemigo uso su espada a gran velocidad y John la bloqueo con su katana, pero acabó siendo empujado hasta caer al suelo.
El infernal fue hacia John cuando estaba en el suelo para acabar con él pero Jolyne pudo impedirlo lanzandole varias flechas que le dieron en el costado, y Liz fue a atacarle con su lanza pero fue bloqueada por la gran espada que portaba su enemigo, mientras John usaba ese momento para levantarse y retroceder.
- Liz: parece que no será un oponente sencillo, tendremos que luchar los tres juntos si queremos vencerle.
- Rey: ja ja ja, unos simples humanos no serán capaz de vencerme.
- Jolyne: no se como lo hacemos, pero la mitad de nuestros enemigos nos dicen la misma frase. Parecen que se ponen de acuerdo entre ellos.
- Rey: seguid hablando y os mataré sin que podáis esperarlo.
La más cercana a él era Liz por lo que el infernal alzó su espada para cargarla contra ella, y Liz pudo bloquearla pero costaba mantenerse debido a la gran fuerza de su oponente, además al igual que los demás infernales emanaba un gran calor de su cuerpo dificultando el aguante de los aventureros.
- Rey: seguid así y divertidme un poco antes de que os mate.
- John: ¡eso ya lo veremos!
John fue directo a él para atravesarle con su espada pero el infernal la agarró con su mano y con la otra intentó cortar a John por lo que tuvo que retroceder dejando su arma atrás.
- Rey: me parece un insulto que intentes matarme con un simple trozo de metal con forma.
La mano con la que sujetaba la katana empezó a arder y a convertirla en un simple charco de metal fundido.
- John: chicas, vais a tener que ocuparos vosotras de momento.
- Liz: no te preocupes, nosotras podemos con él, le mantendremos ocupado un buen rato.
Jolyne le lanzaba flechas a partes vitales del cuerpo y articulaciones como los hombros y las rodillas para quitarle movilidad pero apenas era capaz de hacerle algunas heridas leves, su músculo era realmente difícil de atravesar y cada ataque terminaba en daños superficiales. El rey infernal también lanzaba varios golpes hacia Liz mientras intentaba esquivar flechas de Jolyne. Mientras tanto, John corría hacia la matadora de demonios que se encontraba en la pared tras el trono y el infernal lanzó un mandoble para apartar a Liz y poder correr hacia John para detenerlo y matarlo.
- Rey: ¡¡no cogerás la espada!!
John se colocó tras el trono y el infernal lanzó un ataque contra él pero en vez de conseguir darle, John se agachó y la espada del infernal acabó quedándose clavada en el trono, el cual atravesó casi un metro de él y dejando el arma incrustada.
Aprovechó la oportunidad para alcanzar la espada que tanto protegía y tras eso se giró rápidamente para contraatacar provocándole un profundo corte en el pecho al infernal pero la sangre no caía al suelo sino que comenzaba a ser absorbida por aquella extraña arma.
- Rey: ¡maldito humano! ¡Devuelve lo que es mío!
Tras decir eso intentó matar a John con sus propias manos pero en cambio ocurrió algo muy diferente, John le introdujo la matadora de demonios en el pecho y eso le empezó a absorber toda la sangre debilitando su cuerpo hasta fallecer.
- Jolyne: madre mía con la espada, que poder tiene.
- John: eso no es todo, puedo notar como se vuelve más ligera y resistente tras absorber la sangre.
- Liz: con razón quería Horadrim que vinieramos a por ella.
Se trataba de una espada de empuñadura plateada, y su hoja era de un color rojo intenso aunque era complicado saber que tipo de material la componía, se veía realmente afilada.
- John: ya la tenemos, salgamos de aquí cuanto antes.
- Jolyne: puede que no quede mucho para la noche, por lo que podríamos tener problemas con las bestias infernales.
- Liz: salgamos ya.
Salieron de la sala y comenzaron a correr hacia el exterior, en su camino se encontraron a numerosos infernales que mataron a todos aquellos que se pusiera por delante. Y se veía claramente la facilidad de John para matar a cada uno que se pusiera en su camino gracias a su nueva arma. Comenzaba a anochecer debido al tiempo que perdieron buscando la sala del castillo y cuando se dirigían al punto donde habían llegado al principio del día vieron el portal a lo lejos. Corrían lo más rápido posible hacía el mientras todos los infernales del territorio les perseguía por haber matado a su rey y entraron en el llegando a la taberna junto a Horadrim.
- John: ¡cierra el portal! ¡Rápido!
El mago cerró el portal que conectaba la taberna con el territorio oscuro dejando atrás el peligro.
- Horadrim: parece que lo habéis conseguido a tiempo, ¿os ha costado?
- Liz: tranquilo, solo hemos vuelto corriendo hacia el portal siendo perseguidos por un ejército de infernales por matar a su rey.
- Horadrim: ¿habéis matado al rey de ese territorio oscuro? Vaya, me habéis impresionado, parece que seréis buenos alumnos.
- Liz: ¿eso significa que nos cogerás como alumnos y nos enseñaras magia?
- Horadrim: ¿habéis pasado la prueba verdad? Entonces estáis viendo a vuestro nuevo maestro de magia.
- Jolyne: ¡bien! ¡Lo conseguimos!
- John: ¿cuándo empezaremos?
- Horadrim: ya es tarde, mañana al amanecer iremos a un nuevo lugar para entrenar. Dormiremos en una cabaña del bosque, y espero que estéis preparados porque será de los entrenamientos más duros que podáis sufrir.
- John: haremos lo que sea, mientras podamos volvernos más fuertes.
- Horadrim: entrenareis hasta que llegue el momento del gran torneo.
Os quedan diez meses y medio para hacerlo, necesitaréis concentrar un duro entrenamiento que se tarda muchos años en dominar.
- Jolyne: ¿cree que será posible conseguirlo?
- Horadrim: eso dependerá de vosotros y el esfuerzo que pongais en ello. Será muy duro, pero si podéis soportarlo estaréis preparados para vencer en el torneo.
- John: lo haremos, se que lo conseguiremos.
- Horadrim: contactaré con algunos de mis amigos magos para poder hacer un entrenamiento específico que saque a relucir todo vuestro potencial en combate. Os enseñaré a dominar las bases de la magia pero sois vosotros los que debéis entrenar para mejorar y potenciar esa magia.
- Liz: ¿qué quiere decir con eso?
- Horadrim: quiero decir que el esfuerzo es la fuerza que forja el alma durante vuestra vida y la magia no se puede usar para lo que requiere esfuerzo. Os puedo enseñar lo básico pero eso no hará que mejore vuestras posibilidades sino os esforzais con todo vuestro ser.
- Liz: tranquilo, nos esforzaremos hasta no poder más.
- Horadrim: esa es la actitud. Id a descansar, que os queda unos meses muy largos por delante.
- John: nos vemos al amanecer.
- Horadrim: coged todas vuestras cosas y metedlas en el coche antes de que salga el sol, así no perderemos tiempo.
- Jolyne: de acuerdo, mañana lo haremos.
Cada uno volvió a su habitación para descansar, normalmente les costaría por los nervios de aprender algo tan asombroso como la magia, pero estaban tan agotados por la intensa lucha contra los infernales. A la mañana siguiente se despertaron antes de que amaneciera, recogieron todas sus cosas y las llevaron hasta su coche, el cual posicionaron en la puerta de la taberna hasta que su nuevo maestro bajó y se montó en él para marcharse todos.
- Horadrim: pon rumbo a las afueras de la ciudad, necesitaremos una larga carretera para transportarnos a la cabaña del bosque, y ya ahí nos desharemos del coche.
- John: ¿deshacernos de él?
- Horadrim: no quiero algo que contamine dentro del bosque, solo lo usaremos para ir hasta allí por la distancia que hay. Pero tras eso, lo transportare a una ciudad donde debe estar.
- Liz: ¿y cómo viajaremos sin él?
- Horadrim: ahora me tendréis a mi. Dejaréis vuestras cosas en la cabaña e iremos al lugar de entrenamiento a pie. Si necesitamos ir a algún lugar lejano abriré un portal hasta allí.
- Jolyne: sería mucho más fácil así.
- Horadrim: sin más demora, marchemonos de aquí.
Salieron hasta una carretera en la que comenzaron a acelerar usando el mismo proceso con el que habían llegado hasta allí y se transportaron hasta el bosque, donde se podía ver una cabaña de madera en él. Lugar donde pasarían una gran cantidad de meses entrenando. Era una hermosa cabaña de madera con grandes ventanales, caminos de piedras, además de vallas y escaleras de madera.
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