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53. Castillo de Infernales

Se encontraban en el territorio oscuro, aquel lugar lleno de roca negra y calor en el ambiente. Tras tiempo buscando encontraron un castillo hecho con ladrillos de piedra parecido a la del suelo. Era de gran tamaño y emanaba un calor que provenía del fuego que lo rodeaba. Entraron en el y tras hacerlo se encontraron con sus primeros oponentes. Se trataban de demonios de bajo nivel, había varias decenas de ellos y se trataba de seres de tamaño medio, cuernos en la cabeza y un cuerpo parecido al humano excepto por músculos y piel translúcida que emanaba fuego de ella y en su interior un esqueleto negro, además llevaban espadas con la hoja en llamas. Parecían no tener la habilidad del habla, al ver a los aventureros solo gritaban mientras se dirigían a ellos con intención de enfrentarse.

- Liz: parece que hoy empezamos temprano.

- John: puede haber cerca de cuarenta de ellos y no sabemos cómo serán de fuertes.

- Jolyne: entonces vamos a comprobarlo, atentos. Yo dispararé flechas a los del fondo y los más cercanos los derrotais vosotros.

- Liz: venga, vamos a ello e intentad esquivar las llamas.

Entonces comenzó el enfrentamiento entre los aventureros y los infernales del castillo. Eran realmente complicados de acabar con ellos, eran rápido y de buenos reflejos además de numerosos. Jolyne disparaba flechas intentando dar en corazón y pecho pero lograban desviar sus flechas con la espada o moverse para que acabarán en puntos que no fueran vitales. Además las llamas y calor que emanaban suponía un gran inconveniente contra Liz y John debido al enfrentamiento cercano y el problema de la temperatura dificultaba su aguante y velocidad en combate, convirtiéndolo en una pelea no sólo física sino también mental. Poco a poco consiguieron ir venciendolos al atravesar su pecho o su cabeza, ya que no había otra forma para que dejarán de combatir. Fue algo duro al ser tantos ya que su aguante iba disminuyendo con el tiempo y lo único que les mantuvo fue el haber entrenado cada tarde en la tribu peleando sin parar hasta desfallecer, algo muy duro pero que provocó que fueran capaces de aguantar tal infierno. En esta batalla Jolyne sobretodo sirvió de apoyo ya que los reflejos de los infernales dificultaba matarlos pero la falta de inteligencia en combate los volvía predecible y le permitía dispararles en articulaciones o a sus armas para que les fuera más complicado atacar a John y Liz, y así fue todo hasta acabar con cada uno de ellos.

- John: por fin hemos acabado, ha sido incluso más duro que cuando luchamos contra los mutantes del laboratorio.

- Liz: y que calor, estoy sudando completamente. En cuanto volvamos me voy a duchar en la posada o vamos a morir por la peste.

- John: entonces cuando aparezca el jefe de los demonios ve hacia él, a ver si lo noqueas por el olor.

- Liz: jaja que gracioso eres, a lo mejor tendré que noquearte a ti.

- Jolyne: lo mejor de vosotros dos, ponerse a bromear después de que un ejército de infernales intentara matarnos.

- John: es mucho mejor que estar serios, reírse nos mantiene activos y con este calor es bueno.

- Liz: lo llego a saber y me traigo un poco de agua.

- Jolyne: yo tengo zumo.

- John: ¿espera que?

- Jolyne: por lo que nos habían descrito pensé que haría muchísima calor, así que he traído algo de beber conmigo, y el agua se podría evaporar o calentarse demasiado.

- Liz: como se nota que es la inteligente del grupo, nosotros pensando en pelear pero no se nos ocurre algo tan simple como traer bebida.

- Jolyne: no es para tanto, solo me gusta estar preparada antes de ir a los sitios. Tampoco llevo mucho.

- John: ¿cuánto tienes?

- Jolyne: llevo en la mochila litro y medio más o menos.

- John: podríamos tomar un poco ahora y guardar para luego, algo de vitaminas ni vendría mal.

- Jolyne: me parece lo mejor.

Jolyne se giro para alcanzar abrir la bolsa que solía llevar a su espalda durante el viaje para ir preparada y sacó una botella de cristal con un líquido anaranjado dentro y se lo dio a ellos tras beber ella un poco. Bebieron todos y luego la guardó de nuevo, había sobrado prácticamente media botella.

- Liz: muchas gracias, sienta muy bien beber algo.

- John: ahora que todos estamos algo mejor, continuemos buscando la espada o al jefe, estarán cerca uno del otro.

Empezaron a revisar el castillo pero era laberíntico con decenas de habitaciones, de pisos y sin ningún orden fijo. Estuvieron dando vueltas y vueltas durante horas, su agotamiento empezaba a ser mental y desesperante, mucho más que cualquier batalla a las que ya estaban acostumbrados a excepción de estar en un lugar sin rumbo fijo ni saber cuando encontrarían la sala principal para acabar con todo esto. Tras horas y horas de búsqueda encontraron una sala con un ser muy diferente a los otros.
Se trataba de un infernal parecido a una mujer, aunque para ser exactos, dos mujeres en una. Ya que se trataba dos mujeres unidas por la cadera, que compartían las dos piernas y cada una tenía un brazo correspondiente a su lado externo. Llevaban los ojos cubiertos con tela, en la mano derecha llevaba un cetro con una calavera en la parte superior, y en la izquierda un libro. Ellos reaccionaron al ser apuntandole con sus armas y una de ellas empezó a hablar.

- Infernal: bienvenidos, tranquilos solo soy la guardiana de la puerta del rey del territorio.

- Jolyne: bieen, lo conseguimos.

- John: ¿nos dejarás entrar así sin más?

- Infernal: a mi espalda hay dos puertas, en una está mi señor y en otra una bestia del infierno, la cuál os chamuscará y devorará antes de que podáis escapar.

- Liz: ¿que pasa? ¿No le dais de comer a esas cosas?

- John: ¿y si te matamos entre los tres? ¿No prefieres decirnos cuál es la puerta que lleva hasta tu jefe?

- Infernal: si me matan tendrán la mitad de posibilidades de llegar hasta él que de morir devorados.

- Jolyne: ¿quieres decir que si no te matamos tenemos más posibilidades de ganar?

- Infernal: a ambas nos gusta jugar en vez de batallar. Por lo que le permitiré una pista en este juego mortal de azar.

- Jolyne: ¿que juego?

- Infernal: se les permitirá hacer una sola pregunta sobre las puertas a una de las dos. Tras haber contestado podrán elegir una, o si prefieren arriesgarse podrán hacerlo ya. Pero he de advertirles que una de nosotras le dirá la verdad de la pregunta y otra le dirá lo opuesto a lo que diría su compañera, pero no sabrán cuál es cuál.

- Liz: parece realmente enrevesado, más que un juego es una ruleta rusa con comodín del público.

- John: debemos pensar bien la pregunta o podriamos morir aquí.

- Liz: por lo que dijo Horadrim las bestias infernales son los seres más peligrosos del territorio oscuro.

- Infernal: así es, sería imposible para vosotros escapar de uno de ellos.

- Liz: debemos pensar muy bien, con sensatez y sin equivocarnos.

- Jolyne: creo que tengo la pregunta perfecta.

- John: ¿cómo es posible? ¿Cuál es?

- Jolyne: mi padre me leía muchos cuentos de pequeña y en uno salía la adivinanza de un ladrón con dos puertas y dos carceleros, en la misma situación que nosotros. Logró salir con vida debido a la pregunta adecuada.

- Liz: hazlo, confiamos en ti. Si fallamos ha sido un placer estar con vosotros.

- John: que buena eres dando ánimos eh.

Jolyne se acercó a la infernal de cuerpo para formular su pregunta dirigiéndose a la cabeza de la derecha.

- Jolyne: ¿cuál es la puerta que diría tu compañera que nos llevará ante tu jefe?

- Infernal: ¿esa es tu pregunta definitiva?

- Jolyne: lo es.

- Infernal: mi compañera diría que la puerta correcta es la de la izquierda.

- Jolyne: vamos chicos, a la puerta de la derecha.

- John: pero si ha dicho la izquierda.

- Jolyne: se cual sea la puerta que dijeran siempre de trataría de la falsa, ya que si dice la verdad su compañera diría la falsa, y si miente diría lo opuesto a la verdadera.

- John: madre mía, que enrevesado todo.

- Liz: espero que no te equivoques con todo esto.

- Jolyne: yo también lo espero.

Se dirigieron hacia la puerta derecha sin saber si habrían logrado acertar con ella y que vendría tras eso, si una muerte rápida o una batalla por la victoria contra el rey del castillo.

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