4. Cazador Furtivo
Mientras John se encontraba en el suelo sin saber que hacer y lo que parecía sus últimos momentos, antes del horrible final propinado por aquel oso. Liz reaccionó agarrando un pedrusco del suelo y arrojándolo con fuerza y consiguiendo alcanzar la cabeza de la criatura salvaje, parándola en seco. Eso dio un momento de reacción para que John se levantara y huyera, de una bestia aún más furiosa tras el golpe y un rugido atronador.
- John: ¡muchas gracias!
- Liz: ¡estamos en paz, ahora corre!
Ambos corrieron con todas sus fuerzas sin ver apenas en la oscuridad, hasta encontrar un atisbo de esperanza al ver la hoguera que dejaron en el claro del bosque.
- John: ¡ahí está el claro!
- Liz: ¡a la de tres nos separamos, y vamos hacia un lado del claro cada uno, en tu primera oportunidad, coge un trozo de rama de la hoguera y allí atacamos juntos!
- John: ¡vamos a ello!
- Liz: ¡uno! ...
- John: ¡dos! ...
- Ambos: ¡TRES!
Se separaron al llegar al claro del bosque, Liz por la derecha y John por la izquierda, ambos dando un rodeo para llegar al objetivo, la hoguera.
El oso decidió seguir a Liz, sería debido al anterior ataque con la piedra, esto dificultó la trayectoria de Liz, haciéndole más difícil volver a reunirse.
En pocos minutos John consiguió llegar a la hoguera como le dijo Liz, y agarró una rama incandescente con cada mano, como si de dos espadas se tratara.
- John: ¡corre Liz, yo te cubro!
- Liz: ¡tengo una idea, cuando diga ya, lanza una de las ramas a su cabeza!
Liz fue corriendo hacia John y la hoguera perseguida por el oso, y justo allí se deslizó cercana al suelo, cogió un puñado de hojas secas recogidas para avivar el fuego, las cuales fueron lanzadas al rostro del oso.
- Liz: ¡Ya!
John arrojó una de las ramas ardiendo al rostro, prendiendo todas aquellas hojas y provocandole una llama cegadora y dolorosa al animal. El oso empezó a rugir por la combinación de rabia y dolor.
John aprovechó esa abertura para contraatacar y finalizar el encuentro, usó la otra rama ardiente para introducirla es sus fauces, causando un daño fatal, que tumbaría al oso.
- Liz: Bien hecho John, hay que terminar con esto.
- John: si fuera tu me apartaría un poco.
John se quitó la mochila y la camiseta dejándolas en el suelo, sacó el hacha de la mochila, mientras el aún airado oso se levantó con fuerza, incluso cegado intentó atacarles de nuevo.
John se dirigió hacia el oso con decisión, esquivó los zarpazos lanzados al azar, y se colocó tras él para asestarle un hachazo en la parte posterior del cuello atravesando la gruesa piel provocando su muerte.
- John: ¡lo conseguimos!
- Liz: menos mal, no hubiéramos tenido muchas más oportunidades.
- John: estoy agotado y esta empezando a amanecer, esperaba dormir un poco más.
- Liz: ya somos dos, esto de ir salvando desconocidos por las noches es agotador. ¿Cómo lo harán los superhéroes?
- John: muy fácil, no existiendo.
Ambos agotados se sentaron en el suelo mientras admiraban el tamaño de la criatura que le habían causado tantos problemas, mientras el claro era bañado por los primeros rayos de luz del día.
Seguido desapareció el oso y apareció una bolsa con carne de oso fresca junto un manto de piel de oso.
- John: parece que ya tenemos desayuno.
- Liz: esta carne apesta, prefiero comer la fruta que queda.
- John: tu te lo pierdes.
Inesperadamente apareció alguien tras ellos sin previo aviso. Lo que produjo un salto por parte de ambos para prevenir otro ataque.
Era aquella mujer atacada por los lobos, a la luz del alba se podía ver mucho mejor su aspecto, se trataba de una chica de piel blanca, cabello y ojos azules y un vestido del mismo color, con apariencia de clase media-alta.
- Desconocida: muchas gracias por salvarme de los animales salvajes.
- John: no se preocupe, no ha sido molestia.
- Liz: tiene razón, no podríamos haber dejado a nadie a merced del peligro sin intentar salvarle.
- Desconocida: tengo una forma de agradeceros, supongo que os dirigís hacia pueblo Curioca.
- Liz: así es.
- Desconocida: en la entrada, decid que vais de parte de Jolyne Hearthfilia y eso os evitará los impuestos. Y si necesitáis alojamiento, venid a verme.
- John: solo estaremos de paso, pero lo agradecemos enormemente.
Tras eso, la chica llamada Jolyne se marchó a través del bosque, y Liz y John descansaron un poco más sentados, Liz con su fruta y él cocinando la carne adquirida, para más tarde empezar a comer.
- Liz: pareces estar disfrutando de la carne. ¿Está buena?
- John: no, está asquerosa.
- Liz: ¿y por qué te la comes?
- John: no se, tiene un puntillo fuerte, ya sea por cansancio o por hambre, pero bueno, es comestible.
- Liz: eres demasiado raro, menos mal que hay confianza.
- John: si, pero aún nos falta uno de nosotros. Además no me gusta haber dejado a Irina sola, sabe cuidarse sola, pero me gusta estar con ella.
- Liz: te entiendo bien, por eso deberíamos salir ya hacia el pueblo aprovechando que es de día.
- John: recoge las cosas mientras voy a limpiar el hacha al riachuelo, y no me tires la carne de oso, apesta pero le he cogido el gusto.
- Liz: si si, lo que tu digas.
John se acercó al riachuelo al limpiar el hacha dejando un tono rojizo llevado por la corriente, mientras Liz guardaba todo el la mochila.
- Liz: ¿has terminado?
- John: si, vamos.
Se volvieron a adentrar en el bosque siguiendo el camino del musgo. Anduvieron durante dos horas aproximadamente, hasta toparse con un puente seguido de un alto muro y una puerta de madera con guardias al fondo, a uno de los cuales se fueron a acercar.
- John: Buenos días, nos gustaría entrar en el pueblo.
- Guardia: enseñadme vuestras identificaciones.
- Liz: ¿identificaciones? ¿Qué identificaciones?
- Guardia: ¿sois nuevos verdad?
- John: si señor, llegamos ayer.
- Guardia: entonces os haré un breve resumen. LoS aparatos electrónicos que lleváis con vosotros son vuestros identificadores, y reflejan vuestros nombres, logros y nivel. Además cada cierto número de niveles podréis aprender nuevas habilidades o trucos, además cada nivel os sube las estadísticas de personaje.
- Liz: ahora creo haberlo entendido.
- John: muchas gracias por la explicación, aquí tiene nuestras identificaciones.
Ambos sacaron sus propios aparatos al guardia, mientras otro de ellos se acercaba a nosotros.
- Guardia: os pondré en el registro del pueblo.
- Sargento: ¡guardia! ¿Por qué tarda usted tanto en un par de novatos?
- Guardia: Lo siento sargento, solo estaba expli...
- Sargento: ¡no me repliques! Que paguen o se vayan, pero están entorpeciendo la concentración de un guardia.
- John: disculpe señor, pero no es para ponerse así, solo nos estaba explicando las identificaciones.
- Sargento: ¿acaso osas cuestionar mis decisiones? Solo eres un forastero, no tienes derecho a opinar sobre nada, si no lo entiendes tendré que explicártelo de otras maneras.
- John: me encantaría ver como lo intentas.
- Guardia: sargento, no haga ninguna locura.
- Sargento: locura es dejar que un forastero me trate como si estuviera a la misma altura, y voy a enseñarle quien manda aquí.
John se puso en posición de combate mientras el sargento sacaba de la parte trasera lo que parecía un bate metálico con un mango negro.
El otro guardia no quiso detenerlos debido a que se trataba de la decisión de un superior, y unos instantes antes de una confrontación que acabaría de forma negativa para ambos, Liz se vio obligada a intervenir rápidamente.
- Liz: ¡HEARTFILIA!
- Sargento: perdone señorita creo haberle oído mal, ¿podría repetir lo que ha dicho?
- Liz: he dicho Heartfilia, venimos de parte de Jolyne Heartfilia.
Entonces el sargento volvió a guardar su arma, desapareciendo toda esa tensión en el ambiente.
- Sargento: lo siento mucho caballero, si hubiera sabido de su relación con los Heartfilia, jamás se me hubiera ocurrido faltarle el respeto.
- John: no se preocupe, pero tenemos prisa.
- Sargento: claro no se preocupe por ello. ¡Guardia! Dejemosles pasar.
- Guardia: pero señor, no han pagado.
- Sargento: son conocidos de los Heartfilia, así que siga mis órdenes y dejeles pasar.
- Guardia: señor, si, señor. Les acompañaré dentro.
Entonces el guardia abrió la puerta y los acompaño dentro, se disculpó por las molestias ocasionadas por su superior, excusándolo como pudo. Entonces el guardia volvió a su puesto.
- John: por fin llegamos, pueblo Curioca.
- Liz: espero poder encontrar algo de información aquí.
Comenzaron a ver aquel pueblo, esperando encontrar alguna pista de como llegar a encontrar a su amigo perdido.
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