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36. Pueblo Animal

Llegaron al lomo del elefante gracias al gigante, se encontraban a las afueras del bosque que rodeaba la ciudad. Intentaron avanzar adentrandose en el bosque para atravesarlo lo más sigilosamente posible sin levantar sospechas de los habitantes.
Cuando llegaron a la ciudad en el centro del lomo se trataba de una estructura muy antigua, parecida a los pueblos aztecas y mayas de la antigüedad, excepto porque había pequeños mercados parecidos a los de los demás pueblos.
No quisieron entrar en la ciudad antes de observar un poco más desde los alrededores y empezaban a ver a los seres que dijo Gerión, una especie de animales pero sus cuerpos tenían forma humana y al oírlos, hablaban el mismo idioma que ellos.

- Jolyne: chicos, ¿cómo vamos a hacerlo? ¿Hay algún plan?

- Liz: creo que lo mejor sería salir a buscar de noche cuando no haya nadie fuera.

- John: si nos quedamos aquí en el bosque acabarán encontrándonos, aunque tengan aspecto humano siguen teniendo instintos animales por lo que podrían olernos si estamos muy alejados de ellos.

- Jolyne: pero tampoco podemos arriesgarnos, no quiero ver de qué son capaces.

- John: no me gusta la idea, pero podría ser el mejor plan.

- Liz: ¿y cuál es?

- John: esperar a que alguno esté volviendo solo hacia su casa, nos escondemos y hacemos que nos deje entrar en ella. Somos tres contra uno, por fuertes que llegarán a ser podría ser un problema bastante grave para él o ella.

- Liz: a mi tampoco me gusta la idea, pero creo que es de las pocas que podrían hacernos tener información sin que nadie salga herido necesariamente.

- Jolyne: entonces hagámoslo, pero no sin hacer daño a nadie si no es necesario.

- John: tranquila, si podemos salir y entrar lo más sigilosamente posible mejor.

- Liz: entonces toca esperar.

Se quedaron en el bosque agachados tras unos arbustos esperando ver a alguien que les pudiera servir. Tardaron un tiempo hasta que por fin había lo que parecía ser una mujer, volviendo del mercado hacia su casa. Se empezaron a mover lo más rápido posible pero intentando que nadie les viera, y cuando la mujer llegó a la puerta de su casa y vieron que no había nadie en la calle, Liz se colocó tras ella tapandole la boca y Jolyne sacó su arco para apuntarle con él.

- John: tranquila, no queremos hacerte daño, pero necesitamos donde quedarnos durante el día y saber sobre algunas cosas.

- Jolyne: ahora bajaré mi arco, y ella te soltará la boca, si haces lo que decimos y no intentas alertar a nadie.
¿Lo has entendido bien?

La mujer sorprendida por la situación movió un poco la cabeza hacia arriba y hacia abajo en señal de aprobación a su plan. Entonces Jolyne dejó de apuntarle con el arco y Liz le destapó la boca.

- John: está bien, entremos dentro.

Abrió la puerta de su casa y entraron todos en su interior. Era una bonita casa con pocos muebles pero una decoración muy colorida e iluminada por grandes ventanas.

- John: ¿podemos ir a algún sitio donde no nos puedan ver desde fuera?

- Mujer: en la cocina.

Pasaron a otra sala en la que había menor espacio pero ninguna ventana alrededor, había algunos armarios seguramente con utensilios de cocina. Tras dejar la tensión de tener que entrar rápido a la casa se pudieron fijar mejor en la mujer.
Se trataba de una mujer parecida a algún felino de blanco pelaje, ojos azules y rostro amable, estaba vestida con ropas sencillas de color azul oscuro.

- Mujer: por favor no me hagan daño.

- Liz: tranquila, no lo haremos. ¿Cómo te llamas?

- Mujer: soy Mireya, vosotros... ¿Sois humanos verdad?

- John: lo somos, ¿nunca habías visto a los humanos?

- Mireya: hace mucho tiempo que dejaron de haber humanos en la ciudad. Mutamos y todos somos medio animales.

- Jolyne: ¿mutasteis? ¿Cómo pasó eso?

- Mireya: por las armas del pueblo, había mucho tiempo un mago que encerró aquí a un dios y le obligó a fabricar armas para los humanos. Eran armas especiales que daban más poder a quienes las portaban.

- Jolyne: ¿y las armas os hicieron mutar y ser medio-animales?

- Mireya: los humanos que utilizaban las armas empezaron a mejorar físicamente, cuanto más las usaban más lo hacían. Pero sus cuerpos llegaron a un límite donde comenzaron a mutar en algunos animales. Los que mutaron intentaron obligar a los demás a hacerlo junto a ellos, pero no quisieron dejar de ser humanos.

- John: ¿que pasó con esos humanos?

- Mireya: los mutados y los humanos comenzaron una guerra y mataron a todos los humanos de la ciudad. Tras eso han pasado más de dos siglos y ahora todos somos así.

- Liz: ¿y os parece bien haber salido de una historia así? ¿Por qué no sueltan al herrero que hizo las armas?

- Mireya: sigue habiendo algunos igual de despiadados y necesitan las armas para gobernarnos. Son tiranos pero no podemos hacer nada mientras sigan teniendo al herrero de su lado.

- John: eso tiene una fácil solución. Hemos venido para devolverlo al pueblo de los gigantes. Él no debería estar aquí.

- Jolyne: pero no me cuadra algo, si ganaron una guerra deberían tener armas de sobra para un ejército completo. ¿Para que siguen necesitando a Hefesto?

- Mireya: las armas le van dando poder a los que las tienen, pero desde que mutaron empezaron a consumir y a agotar ese poder. Así que necesitan al herrero para fundirlas y volver a crearlas de nuevo.

- John: esta situación es aún peor de lo que me imaginaba.

Comenzaron a abrir la puerta de la casa y alguien entró, entonces ellos se escondieron y le hicieron una señal para que no dijera nada sobre ellos.

- Mireya: no se preocupen os puede ayudar.

Ella fue a la entrada de la casa para saludar al extraño que había entrado, se trataba de un hombre.

- Mireya: ¡hermano! Hoy has vuelto pronto.

- Hombre: habiamos hablado ya con mis compañeros todo lo de hoy.

- Mireya: pues verás, tengo que contarte algo.

Los tres aventureros salieron y sacaron sus armas apuntando hacia ellos y el hombre se puso en postura de combate.

- Hombre: ¡hermana cuidado! Los mataré antes de que te hagan daño.

- Mireya: ¡parad todos! Estamos todos en el mismo bando.

- John: ¿qué quieres decir?

- Mireya: este es Morel, mi hermano mayor y es el líder de un grupo de revolucionarios.

- Morel: no le cuentes eso a unos extraños podrían ser espías.

- Mireya: no son espías, han venido para llevarse al herrero de aquí y devolverlo a su pueblo. Ellos se lo quieren llevar y nosotros lo queremos fuera de aquí, tenemos que trabajar juntos.

- Morel: ¿eso es cierto?

- Liz: un gigante nos trajo hasta aquí para llevar de vuelta a Hefesto y liberarlo de aquí.

- Morel: entonces podemos aliarnos.

El se puso en una posición más normal y abierta al diálogo y ellos guardaron las armas.

Morel era parecido a Mireya en el color de ojos y de pelaje, era musculoso e iba vestido con unas calzonas azules además de unos guantes y una tobillera del mismo color.

- Jolyne: entonces seremos aliados.

- Morel: ¿tenéis algún plan? ¿Sabéis cómo romper sus cadenas mágicas?

- John: es algo que aún debemos pensar, primero debemos saber donde se encuentra Hefesto. Y tenemos una forma de romper las cadenas.

- Morel: en eso sí os puedo ayudar. En el centro de la ciudad hay un templo de piedra y en la parte subterránea se encuentra la forja del herrero.

- John: bien, ya sabemos dónde está. ¿Qué más información nos puedes dar?

- Morel: hay guardias vigilando la entrada al templo con armas especiales y algunos en su interior. Seguramente haya alguno en la puerta de la forja.

- Mireya: ¿pero en eso podemos ayudar verdad?

- Morel: nosotros y mis amigos podemos formar una buena distracción fuera con los guardias para que podáis entrar.

- Liz: eso sería perfecto, ¿cuántos sois? ¿Son parecidos a vosotros?

- Morel: contandonos a nosotros dos hay diez para ayudaros a entrar, se jugarán la vida por liberarlo del rey. ¿A qué te refieres con parecidos a nosotros?

- Liz: en el aspecto, vosotros sois parecidos a un tigre de bengala. ¿Todos son de animales parecidos?

- Morel: solo quedan en la isla los mutados con tigres, leones y otros felinos. Los que mutaron en pájaros se fueron volando antes de que terminará su mutación y montaron una ciudad flotante, otros como los simios o los reptiles consiguieron escapar.

- John: ¿y como es el rey?

- Morel: es despiadado, agresivo y un gran luchador. Si te refieres a su aspecto es de los más mutados ya que no se separa de sus armas y las consume a mayor velocidad.

- Jolyne: ¿qué tipo de animal es?

- Morel: se llama Uvogin, y es un león de unos dos metros y musculoso. Tiene una fuerza y reflejos muy desarrollada por la mutación, pero él es mío. Me llevo preparando durante años para poder derrotarle.

- Mireya: ¿cuándo lo haremos?

- Jolyne: debemos hacerlo cuanto antes, para que no sean capaz de descubrirnos.

- John: Morel, ¿cuánto tardarías en reunir tu grupo?

- Morel: podría contactarlos hoy y atacar mañana al amanecer, así no cogeríamos ningún civil en la calle.

- John: me parece un gran plan. Vosotros os encargaréis de los guardias que haya en la entrada y tú te encargarás del rey mientras nosotros bajamos para liberarlo y derrotar a cualquier guardia que proteja la forja.

- Mireya: entonces decidido, mañana será el gran día. Quedaros aquí a dormir y nos reuniremos con los demás en las puertas del templo.

- Morel: yo iré a avisar a mis compañeros para reunirnos mañana.

- Mireya: aquí te esperamos.

- Liz: muchas gracias por ayudarnos.

- Mireya: eso deberíamos decirlo nosotros, nos vais a liberar de un grupo de tiranos con exceso de poder. Esto no debe seguir así y con vosotros tendremos más posibilidades.

- Liz: en ese caso me alegro de ser de ayuda.

Morel salió de la casa para avisar a los demás sobre lo de mañana, mientras los demás se quedaron en la casa planeando los detalles de como entrarían y descansando antes de la batalla. Morel volvió a la noche y les dijo que les había explicado la situación y el plan a sus compañeros y todos estaban de acuerdo. Le prepararon una habitación a ellos tres para dormir y el día siguiente se dispusieron a ir al templo antes del amanecer para que no le viera nadie. Esperaron allí hasta que llegaron los demás, era un grupo de ocho, eran musculosos y parecían fuertes para ayudarles a vencer. Esto les hizo estar más confiados de su victoria.

Así que cuando el sol empezó a salir se dispusieron a entrar en aquel templo de piedra parecido al de las ruinas mayas o aztecas.

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