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35. Campo de Gigantes

Tras salir del pueblo y solucionar el tema de la mujer fantasma. Fueron por un camino de tierra por una pradera irregular con numerosos montículos.

- Liz: menuda aventura hemos tenido, ni siquiera en los pueblos más pequeños y despoblados tenemos algo de tranquilidad.

- John: lo increíble que incluso después de lo que nos encontramos en la mazmorra, me ha impresionado mucho más encontrar un fantasma.

- Jolyne: yo no sabría decirte, después de la criatura del laberinto tras las trampas.

- John: ya pero eran magias antiguas, pero ¿un fantasma en una aldea en medio de la pradera?

- Liz: parece que si, pero bueno. Otra experiencia más para la lista. ¿Sabemos cuanto tardaremos en llegar a la próxima ciudad?

- Jolyne: la próxima ciudad es Arcadia.

- John: ¿de verdad?¿Cuánto se tarda en llegar a Arcadia?

- Jolyne: debemos cruzar esta pradera, la llaman, campo de gigantes. Debe ser por su gran extensión. Así que con carreta deberemos tardar una semana al menos.

- Liz: ¡¿una semana?! Debe ser muy grande la pradera.

- John: ¿no se llama así porque haya gigantes verdad?

- Liz: ¿por qué dices eso?

- John: porque creo que estoy viendo uno viniendo hacia nosotros.

Una figura de gran tamaño se acercaba hacia ellos a gran velocidad.

- Liz: ¡corre!¡Acelera!

- John: ¡los caballos no pueden correr más! ¡Nos va a alcanzar!

No eran capaz de ir a gran velocidad debido a la irregularidad del terreno. Pero la gran criatura les alcanzaba a zancadas por la pradera, hasta que dio un gran salto y se puso frente a ellos, causando que frenaran lo más brusco posible.
Y allí estaba frente a ellos, un ser parecido a un humano excepto por los treinta metros de altura y una musculatura altamente desarrollada. Era de piel blanca, con pelo y barba larga de color gris, además de llevar una enorme armadura y un hacha como arma que debía medir al menos veinte metros.

Al verlo, salieron de la carreta y comenzaron a correr a través de la pradera pero no eran rivales ante una criatura de tal tamaño. Cuando volvió a alcanzarles apuntaron sus armas hacia él.

- Gigante: ¡vais a morir!

El gigante cargó con fuerza su hacha contra los aventureros, dejando un gran surco en el suelo y ellos saltaron para evitarlos.

- John: ¡¿por qué nos atacas?! ¡No te hemos hecho nada!

- Gigante: ¡sois humanos!¡Odio a los humanos!

- Liz: ¡que te han hecho los humanos para que les odies!

- Gigante: ¡¿a mi?! ¡A todos los gigantes! Son criaturas malignas y egoístas, cogen lo que quieren sin pensar en nada.

- Jolyne: ¡no todos son así! ¡Hay humanos buenos y amables!

- Gigante: ¡mentira! ¡Todos los humanos mienten!

Volvió a cargar de nuevo su hacha contra ellos, volviendo a dejar de nuevo otro hueco en la verde pradera.

- Jolyne: ¡debes escucharnos! ¡Somos buenos, ayudamos a otras personas!

- Gigante: ¡humanos solo ayudan humanos! ¡Solo les interesa su propia especie! ¡No respetan nada!

- Liz: ¡¿que le hicieron los humanos a los gigantes?!

El gigante soltó su hacha en el suelo haciendo retumbar el terreno, tras eso estiró sus largos brazos para agarrar a los aventureros con sus manos.

- Jolyne: ¡no nos hagas daño!

El gigante los atrapó y los elevó hasta la altura de su cabeza. Pero parecía haber desaparecido su odio del rostro por uno algo más pensativo.

- Gigante: no os mataré aún. Os explicaré la razón del odio de los gigantes hacia los humanos.

- John: te escucharemos.

- Gigante: si prometeis no escapar de mi, os lo contaré sin haceros daño.

- Jolyne: lo prometemos.

Entonces el bajó a los aventureros hasta dejarlos con los pies en el suelo y el gigante se sentó frente a ellos.

- Gigante: los gigantes vivimos muchos más años que los humanos, pero esta historia es de antes de mi existencia. Todo ocurrió hace trescientos cincuenta años en el poblado de los gigantes. Un antiguo mago secuestró a nuestro miembro más antiguo el dios Hefesto.

- John: ¡espera un momento! ¿Cuántos años tienes? Y trescientos cincuenta años son demasiados años, y ¿cómo es posible que exista un dios?

- Gigante: yo tengo ciento veintinueve años de edad. Ocurrió en esa época y Hefesto es un dios menor y existe.

- Jolyne: ¡tengo una pregunta! ¿Hefesto es inmortal o tiene algún poder especial?

- Gigante: Hefesto como dios menor que es, no envejece y nació tal y como es ahora. Pero no es inmortal, puede ser asesinado o encadenado por otros.

- John: ¿un dios fue encadenado por humanos?

- Gigante: en esa época un gran mago humano consiguió usar magia oscura anterior a la gran guerra para llegar a subyugar a nuestro dios. Era un gran jefe y era capaz de forjar todas las armas de los gigantes. Hefesto fue obligado a forjar armas para los humanos y le dieron un nuevo hogar en un lugar dónde los gigantes no pueden alcanzarle.

- John: ¿dónde es ese sitio?

- Gigante: la isla de Zou, se trata de un elefante gigante de cien metros de altura que contiene una ciudad en su lomo.

- John: ¿Por qué no van los gigantes y los rescatan?

- Gigante: los gigantes no seríamos capaces de liberarlo de sus cadenas. Fueron creadas por magia muy antigua por los humanos, sólo pueden ser rotas por un poder similar.

- John: Hefesto es el dios del fuego y la forja, ¿no podría crear un arma lo suficientemente poderosa?

- Gigante: para romper unas cadenas tan poderosas deben de ser forjadas con el alma o con devoción hacia el portador del arma.

- Liz: ¿forjadas con el alma? ¿Te refieres a las armas legendarias? Su poder fue dado por el alma de un rey de la antigua guerra.

- Gigante: un arma así debería ser lo suficientemente poderosa para romper sus cadenas, pero los gigantes no poseemos ninguna.

- Liz: ¡podríamos ayudarte a lograrlo!

- Gigante: ¿tienen un arma así con vosotros?

- Liz: yo si, la tengo. Y quiero liberar a Hefesto para que vuelva con los gigantes.

- Gigante: ¿por qué un humano haría eso por los gigantes?

- Jolyne: te lo hemos dicho, hay humanos buenos también. Y ayudaremos a traerle de vuelta.

- Gigante: en nombre de todos los gigantes, os lo agradecemos mucho. Y por cierto yo me llamo Gerión.

- Liz: encantada Gerión, yo me llamo Liz y él es John y ella Jolyne.

- Gigante: os llevaré hasta allí, pero debo advertiros algo. En el lomo del elefante dejaron de vivir humanos hace muchos años y lo habitaron otro tipo de criaturas.

- John: ¿que criaturas?

- Gigante: son animales con cuerpos parecidos a los humanos, pero son mucho más fuertes y rápidos que ellos. Deben tener cuidado.

- Liz: no te preocupes, nos las arreglaremos de alguna forma. Vamos hasta allí cuanto antes.

- Gigante: esta bien. Os llevaré hasta allí y cuando lo consigáis os sacaré.

- John: de acuerdo, vamos cuanto antes.

El gigante cogió la carreta de los aventureros y les metió dentro de ella. Entonces comenzó a correr con ella en la mano por la pradera hasta llegar hasta el mar. Y allí se encontraba un gran elefante con una ciudad en su lomo y con vegetación a su alrededor. Al estar en el mar bajo mucho su altura siendo capaz el gigante de dejar la carreta sobre su lomo en la zona exterior del bosque dejando a los aventureros ante una nueva aventura.

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