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22. Día de Rutina

Se despertaron un poco antes de amanecer y cuando comenzó a salir el sol vinieron para avisarles.

- Welfin: chicos, levantaos y venid hacia los cultivos.

Se fue tan rápido como había llegado a la cabaña. Se levantaron con algo de sueño excepto John, el cual estaba lleno de energía. Y fueron hacia los cultivos donde volvieron a ver a Welfin.

- Welfin: hola chicos, este será vuestro primer trabajo del día, toca recogida de hortalizas.

Lo dijo mientras señalaba a un campo de grandes dimensiones de cultivo.

- Welfin: bueno, a trabajar. Todo lo que recojáis colocadlo en las carretas de allí.

- John: de acuerdo.

Muchos hombres de la aldea comenzaron a venir para trabajar el campo, John y los demás se pusieron a trabajar también recogiendo cultivos.
Estuvieron asi durante varias horas y dejándolo en la carreta más cercana, y no pararon hasta que se llevaron por completo. Y Welfin volvió a dirigirse a ellos.

- Welfin: hola, ¿cómo estáis?

- John: un poco cansado.

- Liz: me alegro de haber descansado.

- Welfin: siento desanimaros, pero queda más trabajo. Ahora debemos ir al río con las hortalizas y lavar cada una de ellas.

- John: ¿a cuánto está el río?

- Jolyne: hay cientos de ellas.

- Welfin: si, hay muchas de ellas. Y el río se encuentra a unos 10 kilómetros de distancia. Intentad seguidnos el ritmo.

- John: lo intentaremos.

Se volvió a marchar, esta vez hacia una de las carretas, pero les pareció extraño que no tuvieran caballos hasta que vio como cogía las barras de la carreta con las manos y la empezaba a caminar con ella.

- Welfin: ¡vamos chicos, no os quedéis atrás!

- Jolyne: este chico no es humano.

- Liz: no me imagino tener esa fuerza y energía.

- John: necesitamos tener parte de esa fuerza o no seremos capaces de avanzar.

- Liz: tienes razón, espero poder aguantar todo esto.

- Jolyne: chicos, se van sin nosotros.

- John: vamos.

Empezaron a correr tras él, al principio iban despacio pero en cuanto pasaba un tiempo empezaban a aligerar el paso, cuanto más tiempo pasaba más rápido empezaban a ir hasta que llegó el momento en el que corrían sin parar un solo momento hasta que llegaron al río.

- Liz: ¡Dios! No se le agotan las energías nunca. Y ahora a seguir trabajando.

- John: solo es el primer día, poco a poco irá a mejor.

- Jolyne: eso espero.

Fueron hacia el río y ayudaron a todos los demás a lavar cada una de las hortalizas de las carretas. Tardaron dos horas más de trabajo duro y volvieron de nuevo a la aldea. Antes de darse cuenta ya era el medio día y se encontraban hambrientos.

- Welfin: buena noticia, toca un merecido descanso.

- Liz: ¡bieeen! Menos mal. ¿Cuándo comemos?

- Welfin: en cuanto los cazadores traigan los animales empezarán a cocinar.

- Liz: perfecto, así que a descansar.

Se sentó en el suelo sin dudar, pero John y Jolyne hicieron lo mismo, ya que se encontraban muy cansados.
Trajeron animales muertos del bosque como osos y ciervos. Las presas fueron traídos, despellejados, cortados y cocinados en grandes ollas.
Al cabo de un tiempo terminaron de cocinar y Welfin le trajo un plato a cada uno de ellos, con carne a trozos cocida y algunas verduras a su lado.

- Welfin: si tenéis hambre decídmelo, hay comida de sobra. Y hay fruta para luego. Podéis volver a la cabaña luego antes de empezar el entrenamiento.

- John: muchas gracias.

Comenzaron a comer con algo de ansia al estar tan hambrientos, John y Liz repitieron pero Jolyne ni siquiera le quedaban fuerzas para comer más.
Cuando cogieron algo de fuerzas volvieron a la cabaña para descansar de esa intensa mañana.

- Liz: todos los días serán así, espero ir acostumbrándome poco a poco.

- Jolyne: yo también, no estoy hecha para tanto esfuerzo.

- John: estoy muy cansado, no me quiero imaginar como será el entrenamiento de verdad.

- Liz: no me hagas pensar en eso, empecemos a descansar de verdad.

Estuvieron tumbados durante un tiempo hasta que volvió Welfin otra vez dejándoles descansar algo de tiempo.

- Welfin: espero que hayais descansado, ahora toca entrenamiento de verdad. Coged vuestras armas.

- John: ahora vamos.

Se levantaron cansados aunque estaban un poco más emocionados al saber que tendrían un verdadero entrenamiento. Así que fueron poco a poco al campo de entrenamiento con sus armas, donde se encontraron con Welfin.

- Welfin: se que hoy ha sido duro para vosotros, no estáis acostumbrados a esta vida. Por eso el entrenamiento de hoy sólo será de técnicas de combate.
Así que os dividireis en tres grupos.

- Jolyne: ¿que significa que nos dividiremos?

- Welfin: Jolyne, al fondo tienes un campo de tiro, intenta entrenar con los de la tribu, aprenderás nuevos trucos.

- Jolyne: de acuerdo. Voy hacia allá.

- Welfin: John, tu entrenarás conmigo, y Liz, a ti te quiero presentar a alguien.

- Liz: ¿a quién?

- Welfin: te presento a nuestra maestra de la lanza y mujer más fuerte de la tribu, Alluka.

Se trataba de una mujer joven vestida con pieles de leopardo, y una cabeza de animal como capucha. Era de piel morena y con un cuerpo atlético, además llevaba una lanza con ella.

- Alluka: ¿eres mi nueva alumna?

- Liz: parece que si.

- Alluka: sígueme.

Liz se fue tras ella, sin saber que le esperaría junto a ella.

- Welfin: John, tu acompáñame a entrenar con los demás de la tribu, necesitas mayor velocidad y reflejos.

- John: ¿cómo será nuestro entrenamiento?

- Welfin: entrenarás conmigo durante esta semana, si apruebas seguirás haciéndolo, sino uno de mis alumnos será tu nuevo maestro.

- John: ¿cuál será esa prueba?

- Welfin: si eres capaz de darme un golpe limpio en el entrenamiento de combate, pasaras la prueba. Tienes esta semana para conseguirlo.

- John: creo que me subestimas.

- Welfin: coge tu espada y demuestra de lo que eres capaz.

John empezó a emocionarse mucho al saber que no sería fácil, y así fue. Durante todo el entrenamiento no consiguió darle ni una sola vez con su espada. Estaba asombrado por la increíble velocidad y reflejos de Welfin como si fuera intocable. Y siguió intentándolo incluso después de hacerse de noche.

- John: ya no se ve nada.

- Welfin: por eso no consigues darme, sino eres capaz de sentir mi presencia no serás capaz de darme. No uses tu vista, sino todos tus sentidos.

- John: pero no se como hacer eso.

- Welfin: por eso es la prueba, para que intentes conseguirlo en esta semana. Sino no podréis acompañarme a la otra tribu.

- John: de acuerdo, lo intentaré.

Siguieron entrenando durante más tiempo, hasta que volvió de entrenar Jolyne y Liz junto con Alluka.

- Liz: ¿comemos?

- Welfin: si, yo creo que es buen momento. Hemos terminado por hoy.

- John: mañana conseguiré darte.

- Welfin: inténtalo si puedes.

En el rostro de Welfin se dibujo una sonrisa y se fue hacia el centro del poblado para volver a comer. Todos fueron andando hacia allí, parecía que ellos no eran los únicos de la tribu ansiosos por comer.

- John: ¿cómo os ha ido el entrenamiento?

- Liz: ha sido increíble, Alluka es impresionante con la lanza. No había visto una técnica así jamás, ni siquiera en el dojo de Hagyadom.

- Jolyne: las personas de la tribu son grandes tiradores, pueden darle a objetos a gran velocidad.

- John: impresionante.

- Liz: ¿a ti como te ha ido?

- John: he estado durante horas intentando darle un golpe limpio, pero me ha esquivado y bloqueado todo durante todo el entrenamiento.

- Jolyne: seguro que mañana lo consigues.

- John: muchas gracias. Lo intentaré.

Siguieron comiendo hasta terminarse el plato y volvieron a la cabaña para dormir. Estaban totalmente agotados por todo ese día de esfuerzo, trabajo y entrenamiento. Por lo que no tardaron mucho tiempo en dormirse.

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