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21. Residencia Temporal

Cuando se encontraban alucinando por la increíble fuerza y habilidad, Borg aprovecho para volver a inyectar la droga de la última vez. Esta vez empezó a hacer menos efecto, seguramente por la comida que acababan de ingerir dándole más energías, aunque si se notaban más cansados.

- Borg: os toca dormir de nuevo, esta vez os he dado media dosis para no sobrecargar el cuerpo de toxinas.

Momentos después llamaron a la puerta de la cabaña.

- Borg: es demasiado pronto como para que hayan llegado ya. Slum abre tu.

El gigantesco hombre fue a abrir la puerta, pero cuando lo hizo no había nadie esperando tras ella.

- Slum: ¡nadie estar!

- Borg: mira por los alrededores mientras espero a que termine de hacer efecto la inyección.

El gran hombre salió agachadose por la puerta para caber, y empezó a mirar por los alrededores de la cabaña pero poco después se escuchó un gran golpe seco y un ruido como si acabará de caer al suelo algo de gran tamaño.

- Borg: ¿que habrá sido ese ruido?

Los tres rehenes seguían más o menos conscientes aunque ya veían muy borrosa la situación, lo único que podían hacer aún con claridad, era escuchar todo lo que pasaba a su alrededor.
Borg salió fuera para ver qué estaba pasando pero al salir a la puerta vio algo que le sorprendió muchísimo.

- Borg: ¡SLUM! Es imposible, es un monstruo en combate, ¿quién lo ha podido derrotar tan rápido?

Cerró la puerta con gran rapidez para evitar el peligro inminente, empezaron a golpear la puerta con gran fuerza y Borg se hecho hacia atrás. La persona desconocida consiguió derribar la puerta, pero ninguno de los tres conseguía verle, solo podían ver su figura y era algo musculoso pero no tenía mucho tamaño. Los tres cayeron hacia la mesa poco a poco a punto de quedar inconscientes.

- Borg: es imposible que hayas derrotado a Slum tu solo. No podrás con esto.

El secuestrador sacó un aparato que rocío un gas muy denso en la cara de su oponente, pero parecía no surtir efecto.

- Borg: ¡no es posible! Incluso sin respirar el gas debería entrar en el cuerpo, es capaz de tumbar un oso pardo en segundos.

- ???: no me compares con ese débil animal.

Entonces la persona que entró le dio un golpe derribando al secuestrador y dejándolo inconsciente, o eso parecía ya que ninguno de los tres pudo verlo.
Solo se oyó un golpe y acto seguido un cuerpo cayendo al suelo y rompiéndose algo de cristal, posiblemente la jeringuilla con la que inyectaba la droga.

- ???: vamos.

Tenían la sensación de que habían cortado las cuerdas que les ataban pero aún así no tenían fuerzas para mover ni un músculo, hasta que no resistieron más y se durmieron del todo.

Cuando despertaron el primero fue John, seguramente debido a que su cuerpo es más grande y le costaría menos eliminar la droga. Así que le siguió Liz y más tarde Jolyne. Cuando se despertaron un poco más estaban doloridos como la primera vez, pero algo había cambiado. Ya no se encontraban en la cabaña donde estuvieron secuestrados sino en una especie de choza más rudimentaria, que por lo que parecía las paredes estaban hechas de barro y el techo de paja, era mucho más pequeña que la cabaña y solo había una pequeña mesa y pieles en el suelo a forma de cama.

- Liz: me recuerda mucho a las casas que vi en Himba al norte de Namibia, por lo que debemos estar en una especie de tribu en el bosque.

- John: espero que la tribu sea pacífica con nosotros.

- Jolyne: normalmente las tribus suelen ser guerreras, aunque algunas son más de defensa y otras invasoras.

- John: la persona que nos ha traído fue capaz de derrotar a ellos dos en un instante, incluso al hombre que con tamaño de oso pardo.

- Jolyne: lo importante es seguir sus costumbres y ser amables con ellos.

- Liz: de acuerdo. ¿Tenéis fuerzas para levantaros.

- John: creo que si.

Los tres se levantaron del suelo, aunque aún tenían un leve mareo pero tenían fuerzas para moverse y salir hacia fuera.
Se encontraban en un pequeño poblado con cabañas de barro y paja como de la que habían salido en una pradera dentro del bosque.

- John: ya es otra vez de día, tened cuidado de que no os vea nadie.

- Liz: aún no sabemos si son pacíficos o no, pero no veo nadie a la vista.

- John: cuidado viene alguien.

Se acercaba alguien hacia la cabaña pero para estar más seguros se escondieron antes de poder verla.

- ???: ¡se han ido de aquí! ¡Buscad cerca de su carreta!

El desconocido se marchó corriendo de la cabaña hacia el lado contrario donde se encontraban ellos. Echaron un vistazo hacia el lugar y al fondo se veía su carreta.

- John: nuestra carreta esta ahí, seguramente Borg se la llevaría junto con nosotros.

- Liz: ¿pero como llegamos hasta ella?

- John: rodeemos las cabañas o escondámonos entre los árboles hasta que dejen de buscarnos.

Entonces rodearon la cabaña mirando de un lado hacia otro intentando no encontrarse a nadie y que pudiera verles.

- Jolyne: ¡cuidado!

Desde el cielo una persona aterrizó ante ellos, y la sorpresa les hizo perder el equilibrio cayendo de culo.
Se trataba de un chaval delgado y de altura media, de piel blanca con algunos tatuajes rojos y pelo moreno. Estaba vestido con una especie de falda roja sujeto con un cinturón metálico y lleva como arma un enorme garrote.

-???: hola, me alegro de que estéis bien. Me llamo Welfin.

- John: ¿tu eres quién nos salvó?

- Welfin: así es. Llevaban los últimos días secuestrando a personas y fui a detenerles. Como les encontré en la cabaña decidí traerlo junto con sus cosas. Por cierto, ¿cómo os llamais?

- Jolyne: me llamo Jolyne.

- John: soy John.

- Liz: y yo Liz.

- Welfin: bueno, sentios como en vuestra propia casa, al fondo del pueblo tenéis la carreta con vuestras cosas.

- John: muchas gracias. ¿Te puedo preguntar algo?

- Welfin: claro, lo que quieras.

- John: ¿cómo fuiste capaz de derrotar a ellos dos? Uno de ellos era gigante.

- Welfin: no me parecieron fuertes, será porque estoy acostumbrado a luchar y entrenar cada día como nos enseño nuestro maestro.

- John: ¿que tipo de entrenamiento hacéis? ¿Puedo conocer a tu maestro?

- Welfin: lo siento, pero nuestro maestro murió hace tiempo. Pero si queréis podéis entrenar con nosotros durante un tiempo.

- Liz: John deberíamos irnos, no tenemos tiempo que perder.

- John: lo siento, pero no podemos seguir así.

- Liz: ¿a qué te refieres con eso?

- John: primero los mercenarios se llevan a Kei, luego asesinos a sueldo nos secuestran. ¿Qué será lo próximo? ¿Quién estará en peligro por no ser lo suficientemente fuertes?

- Jolyne: John tiene razón, casi morimos dos veces y está última vez estuvimos perdidos si no hubiera venido Welfin, gracias por eso.

- Welfin: no hace falta agradecerlo.

- Liz: pero chicos...

- John: se que quieres encontrar a Zoro cuanto antes, pero no podemos seguir así o en algún momento moriremos nosotros.

- Liz: tienes razón, acepto. Será lo mejor.

- John: Welfin. ¿Podemos entrenar con vosotros un tiempo?

- Welfin: aunque para hacerlo tendréis que entrenar y vivir como nosotros.

- John: ¿a qué te refieres con eso?

- Welfin: tener nuestra rutina, trabajar, comer, entrenar, comer y dormir. Desde el amanecer hasta la medianoche sin parar.

- John: lo haremos. ¿Verdad?

- Jolyne: claro.

- Liz: seguiremos el ritmo.

- Welfin: entonces perfecto. Comenzaréis mañana. Ahora os enseñaré el poblado y donde entrenamos todos.

- John: de acuerdo, vamos.

Welfin les enseñó el poblado, primero la zona de las casas donde fueron a conocer a algunas personas, luego les enseño los cultivos y le explicó que de ahí sacaban la comida y donde trabajarían cada mañana, ya que no sólo había verduras y hortalizas, sino árboles frutales de todo tipo.
Por último fueron al lugar más alejado del poblado, donde había un gran circuito con rocas gigantes, barras, distintos terrenos para entrenar y diversas herramientas y armas de combate.

- Welfin: aquí es donde entrenamos, mañana os explicaré y os organizaré. Ahora soy yo el maestro del pueblo.

- John: ¿tú? Te ves muy joven.

- Welfin: tengo 17 años, pero soy el más fuerte y experimentado de la aldea. Así que no se preocupen.

- John: estoy ansioso por empezar.

- Welfin: descansad por hoy. Debéis tener aún algo de la sustancia que os inyectaron, sería peligroso no estar preparados del todo.

- Liz: tiene razón, deberíamos descansar bien.

- Welfin: la cabaña de allí esta libre, se han ido a hacer un viaje durante un año para conocer mundo, aún les quedan varios meses.

- Jolyne: muchas gracias por la hospitalidad.

- Welfin: no tenéis que darla. Pero la semana que viene necesito que me acompañeis a un lugar.

- John: ¿hacia dónde?

- Welfin: la tribu vecina, os vendrá bien en vuestro entrenamiento.

- John: de acuerdo.

- Liz: deberíamos ir a por nuestras cosas, luego nos vemos Welfin.

- Welfin: hasta luego.

Se dirigieron hacia su carreta para ver si estaba todo y así era. Recogieron sus armas para llevarse a la cabaña y se acercaron a las personas del pueblo para darles la comida de la carreta en señal de agradecimiento por quedarse alli. Lo restante del día se centro en comer y descansar en las camas que habia, las cuales eran muy cómodas para no tener un colchón al menos. Y asi paso el día, descansando para lo que les esperaba al día siguiente.

A la noche, mientras descansaban ocurría algo en la cabaña donde se encontraban los secuestradores. Apareció un hombre trajeado y una máscara extraña, el cual entró a la casa.

- Borg: jefe, ha tardado poco en llegar.

- Jefe: ¿dónde están los objetivos?

- Borg: alguien nos atacó y se los llevaron. Pero no se preocupe, iremos tras ellos y los encontraremos.

- Jefe: no hará falta, han decidido dejarles y recoger datos sobre el juego mediante su desarrollo.

- Borg: entonces, ¿volvemos a casa?

- Jefe: lo siento, pero no necesitamos a débiles como vosotros.

El jefe del grupo fue hacia Borg y le cogió del cuello con la mano izquierda levantándole del suelo para ahogarle, intentaba apartarle las manos pero no conseguía soltarse.

- Slum: ¡tu soltar compañero!

El gigantesco hombre fue hacia él, con intención de abrirle el cráneo de un golpe, pero antes de llegar a su cabeza el jefe con un veloz golpe le atravesó el pecho sacando su corazón por la espalda, y sacándolo de vuelta por el pecho.

- Jefe: ya no servís para nada. Adiós.

Aplastó la garganta de Borg con la mano izquierda y el corazón de Slum con la derecha. Ambos se evaporaron al tratarse de jugadores y no residentes del juego. Luego el trajeado hombre salió de la cabaña y un rayo de luz cayó sobre el tras pulsar un dispositivo. Que le transportó de nuevo al mundo real.

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