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20. Secuestro

No se despertaron hasta la mañana siguiente, se encontraban en una antigua cabaña de madera y solo recordaban fragmentos de lo ocurrido. Todos estaban atados de pies y manos en lugares separados de una sala, y se encontraban con un gran dolor de cabeza seguramente debido a los efectos del gas.

- John: ¡¿chicas estáis bien?!

- Liz: ¡yo estoy bien!

- Jolyne: ¡yo también!

- John: tranquilas, saldremos de aquí de algún modo, ya encontraremos la manera juntos.

Se comenzaron a escuchar pasos fuera y se escuchaba el sonido de la puerta abriéndose más cercana a John. Los tres tuvieron la misma reacción como si su mente estuviera conectada, al escuchar el sonido de la puerta fingieron seguir inconscientes para así intentar averiguar algo cuando se fuera. Pero el plan les salió mal cuando se escuchaban los pasos cada vez más cercanos a John.

- Desconocido: abre los ojos, se que estas despierto.

John no hizo caso, intentando que su plan siguiera funcionando.

- Desconocido: tienes tres segundos para abrir los ojos o traeré a tus compañeras ante ti para que veas cómo las descuartizo vivas, después de arrancarte los párpados para que no puedes cerrar los ojos. 3...2...1...

El desconocido se levantó y John reaccionó.

- John: ¡espera!

El desconocido de arrodilló ante el para tenerle más cerca cara a cara. Se trataba de una persona vestido con armadura medieval y espada, pero con una extraña máscara con filtro de gas, era de piel blanca según se fijo John en sus dedos, ya que la cara era difícil saber si se trataba de una máscara o de maquillaje extraño.

- Desconocido: ¿cómo te llamas? ¿de dónde eres?

- John: ... (silencio)

- Desconocido: no me gusta repetirme, así que la próxima vez que no obtenga la respuesta que pida, me empezaré a divertirme con tus amigas y luego os mataré lentamente por simple diversión.

El desconocido le propinó a John un puñetazo, con el cual escupió un poco de sangre pero sin obtener respuesta, entonces se levantó y se dirigió hacia Liz.

- John: ¡no te acerques a ella!

- Desconocido: vaya, ahora sí hablas.

Fue hasta ella, le colocó la rodilla sobre el hombro de Liz, cogió su brazo y tiró hacia la rodilla.

- Liz: ¡AAAAAAAA!

- John: ¡te voy a matar!

- Desconocido: tranquilo, solo le he dislocado el hombro. Comencemos de nuevo, y responde a las preguntas. O seguiré con la otra también.

- John: ¡no te atrevas!

Se levantó para ir esta vez hacia Jolyne.

- John: ¡espera hablaré!

- Desconocido: así me gusta chaval.

Volvió a ponerse frente a John para hablar con él.

- John: me llamó John Orwell y soy del mundo exterior.

- Desconocido: ¡BINGO! eres justo a quien estaba buscando, y quien la otra persona que se colocó contigo. ¿Cuál de ellas es? ¿La lisiada o la jovencita?

- John: a la que le acabas de dislocar hombro, sucio demente.

- Desconocido: por favor, guárdate esos halagos, me vas a hacer sonrojar.

- John: ¿Quiénes sois vosotros?

- Desconocido: vaya, también le recuerdas a él, creía que tendrías más confusión sobre anoche. Me llamo Borg, alias "El químico", nos envían de fuera para sacaros del juego y entramos justo después que vosotros pero aquí el tiempo pasa muy rápido, os quieren vivos pero no hace falta que estéis intactos.

- John: ¡¿Sabéis salir del juego?!

- Borg: nos envían los creadores, solo tenemos que contactarles y ellos vendrán a sacarnos. Pero no te preocupes, antes de salir me divertiré mucho con tu amiguita de ahí, a la de este mundo.

- John: ¡no le toques ni un pelo!

- Borg: no estás en condiciones de pedir nada.

El secuestrador se levantó y sacó un aparato extraño que parecía ser un comunicador, el cual pulsó para hablar después de que se encendiera una luz.

- Borg: aquí Borg, tenemos a los intrusos. Solicito un agente de extracción para el punto 2B8, esperaremos pacientemente.

Se apagó la luz del comunicador y se lo volvió a guardar en el bolsillo.

- Borg: vendrán cuanto antes, debido a la diferencia de tiempo tardarán al menos dos días, así que necesitamos una buena convivencia hasta que lleguen.

- John: mejor ve a hacer una buena convivencia con tu madre.

John le miraba con cara de odio y con gran intensidad al secuestrador.

- Borg: wow, que cara de odio. Me caes bien, que pena que vayas a morir dentro de poco, eso con suerte. Si te va mal serviras como conejillo de indias para sus experimentos. Bueno, me marcho, volveré para daros de comer. Pero antes de eso...

Sacó tres jeringuillas con un líquido transparente, que incluso tras un intento de John de resistirse, consiguió inyectarselo en el cuello. Justo después hizo lo mismo con ellas dos.

- Borg: dulces sueños.

Se les empezó a cerrar los párpados, notando su cuerpo mucho más pesado y quedándose sin fuerzas hasta volver a desmayarse.
Al cabo del tiempo se volvieron a despertar prácticamente casi a la misma vez. Esta vez estaban todos juntos sentados a una mesa, con las piernas atada a una silla la cual se encontraba anclada al suelo y las manos atadas con una cuerda algo más larga atadas a la mesa.

- Borg: Buenos días, aunque mejor dicho, buenas noches. Habéis estado durmiendo todo el día.

- John: ¿qué es esto? ¿Liz estás bien?

- Liz: me cuesta mucho mover el hombro.

- Borg: ooh, disculpa. Se me olvidó.

El secuestrador colocó una mano sobre el hombro dislocado y la otra en el brazo, y con fuerza consiguió recolocarlo.

- Borg: así podrás comer sin problemas.

Cuando se le terminaban de pasar los efectos de la sustancia que le inyectaron se fijaron en la mesa y había cubiertos de madera y una bandeja para cada uno con carne y verduras para comer.

- Borg: no tendréis muchas más comidas antes de vuestra posible muerte, así que aprovechad. Tranquilos, no tiene nada extraño, si os quisiera envenenar lo haría mucho más lento y doloroso.

Entonces se formó en su cara una perturbadora sonrisa, miraron el plato desconfiados. Aunque por poco tiempo, llevaban un día sin comer por lo que estaban hambrientos.

- Borg: así me gusta, comed o la droga os podría dejar en coma o muertos.

Ninguno de ellos hizo caso, estaban demasiado centrados en comer como para fijarse en algo diferente. Excepto de cuando Borg salió de la casa sin saber porque pero se escuchaba como sus pasos se alejaban.

- John: tenemos que buscar la forma de salir de aquí si no queremos morir.

- Liz: pero, ¿cómo lo hacemos?

- John: los cubiertos, son de madera maciza pero podríamos conseguir deshacer un poco la cuerda o sacarle filo contra la mesa para usarlo de arma.

- Jolyne: eso tardaría demasiado, pero no tenemos otra opción.

- John: si oís que vienen guardaoslo bien, y seguís cuando se vuelvan a ir.

- Liz: ¿cómo sabes que saldrá más veces después de volver ahora?

- John: porque esta demasiado seguro de su éxito y tiene la guardia baja. Lo usaremos en su contra.

- Liz: entonces intentemos hacerlo.

Comenzaron a coger uno de los cubiertos de madera y a rozarlo contra sus respectivas cuerdas y al principio no conseguían nada pero poco a poco la cuerda se empezaba a deshacer levemente. Siguieron hasta que empezaron a escuchar ruido fuera, pero esta vez no estaba solo sino que sonaban pisadas mucho más pesadas además de las de Borg.

- John: cuidado, ya vienen.

Entonces el secuestrador entró de nuevo en la casa y se dirigió hacia ellos.

- Borg: os voy a enseñar la otra parte del grupo, yo soy el cerebro y el es el músculo. ¡Ya puedes entrar!

Entró por la puerta un hombre que les dejó realmente sorprendidos. Era de una grandiosa altura cercana a los 2,30 metros, un ancho de un metro. Grandes y tonificados músculos, tatuado en el tren superior, y una vestimenta de aparentemente un luchador por sus calzonas y los guantes negros de pelea.


- Borg: os presento a la bestia de la empresa, el campeón de torneos clandestinos, alias "Slum Demon".

- John: ¿el tiró los árboles?

- Borg: alguien tenía que crear una buena distracción, además os detuvo con facilidad.

- John: drogados parecía más imponente.

- Borg: ¿ahora no te impone?

- John: no es al primer hombre grande que me enfrento. Son mucha fuerza bruta pero nada de técnica.

- Borg: nada de técnica eh, Slum demuéstrale que no eres simple fuerza.

Una sonrisa se dibujó en el rostro del descomunal hombre, elevó su mano derecha extendida para luego golpear rápidamente la mesa en la que estaban comiendo. Los tres se asustaron momentos antes hasta que la golpeó sin siquiera moverla un centímetro, en cambio, de creó un hueco con forma de circunferencia perfecta con el tamaño de su gran mano. En ese momento comprendieron que no serían capaz de escaparse de allí ni siquiera sin estar atados, esto les lleno de un sentimiento de pura impotencia por su propia debilidad y ser incapaces de hacer nada para salir de la situación.

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