17. Rescate Furtivo
Se encontraban entrando sigilosamente en el templo abandonado, al principio estaba oscuro pero luego empezó a estar iluminado con lo que parecían ser algunas hogueras.
- John: tened cuidado, parece haber algunos de ellos.
- Liz: el vistazo que he mirado he visto dos a la izquierda y uno en el centro.
- John: puede que haya más en nuestro punto ciego, estad atentos.
- Jolyne: espera, hagamos esto.
Cogió una piedra que se encontraba en el suelo y la arrojó contra una de las paredes del templo.
- Secuestrador 1: creo haber escuchado algo.
- Secuestrador 2: yo no he escuchado nada.
- Secuestrador 1: bueno, iré a ver.
Uno de los secuestradores se dispuso a investigar de donde procedió el ruido, mientras ellos se escondían mejor.
Cuando estuvo cerca de ellos, John se puso tras él y le rodeó el cuello con sus brazos dejándolo sin respiración hasta dejarlo inconsciente y lo dejaron descansando en el suelo en un lugar más escondido.
- Secuestrador 2: esta tardando mucho, voy a ver donde se ha metido.
- Secuestrador 3: vuelve en cuanto le encuentres.
El segundo secuestrador fue por el mismo camino que el primero pero en vez de repetir el proceso para atraparlo pero esta vez John le agarro tapandole la boca mientras Liz le apuntaba con una flecha a la cabeza y se la destapó para que pudiera hablar.
- John: dinos cuántos de vosotros hay.
- Secuestrador 2: no os diré nada.
Liz le clavó su lanza en la rodilla, pero el secuestrador no mostró ningún signo de dolor mientras su piernas sangraba.
- Secuestrador 2: será mejor que me mateis, estamos acostumbrados a soportar el dolor, esto sólo son cosquillas para nosotros.
- Liz: esto no nos servirá de nada.
- John: tienes razón.
Entonces John volvió a repetir dejándole inconsciente al nuevo secuestrador. Pero empezaron a escuchar nuevos pasos, se trataba del otro secuestrador acercándose a ellos el cual les vio.
- Secuestrador 3: ¡tenemos intrusos!
Vinieron otros dos secuestradores que se encontraban en el punto ciego. Y se convirtió en un combate de tres contra tres. Jolyne le disparó a la pierna a uno de ellos mientras Liz le dio una lanzada en el hombro a otro de ellos y el último intento decapitar a John con su espada, pero el lo bloqueó con su espada y con el escudo le dejo inconsciente de un golpe en la cabeza.
Liz golpeó a su contrincante con la parte opuesta de la de la lanza dejándolo noqueado. Sólo faltaba un enemigo que Jolyne dejó con vida pero dejándolo sin poder andar por la herida de la pierna y se dirigió a él mientras le apuntaba con el arco.
- Jolyne: ya habéis perdido, dime donde esta Kei.
- Secuestrador 4: ¿que hemos perdido? No podréis contra el jefe.
- John: somos tres y el solo uno.
- Jolyne: ¿él tiene a Kei?
- Secuestrador 4: ¿te refieres a la princesa? Si esta con él, pero nunca podréis con Kuro.
- John: perfecto, ya sabemos su nombre.
- Secuestrador 4: mierda, siempre se me escapa, aunque no importa porque pronto moriréis.
- Liz: se ve que no nos servirá mucho de ayuda.
- John: parece que no.
John le noqueó con el escudo dejándole en el suelo. A cada uno de ellos intentaron taparle la herida para que no se desangrara ninguno y se dirigieron hacia delante para adentrarse en el templo abandonado.
- Liz: mirad esa bolsa.
Se dirigieron hacia una bolsa de tela negra y cuando la abrieron se encontraban explosivos y algunas extrañas armas. Y John cogió algunas extrañas esferas parecidas a granadas, como último recurso.
- Liz: vamos, no te quedes atrás.
- John: voy.
Pasaron por un pasillo tras la sala donde se encontraban los secuestradores hasta llegar a una nueva sala con un trono de piedra donde se encontraba Kei inconsciente y entre ellos se encontraba Kuro, el cual les vio.
- Kuro: parece que habéis venido, ya decía que había jaleo fuera.
- Jolyne: ¡¡qué le has hecho a Kei!!
- Kuro: tranquila fiera, solo está dormida. Se quedó inconsciente del susto nada más salir.
- Jolyne: como le hayas hecho algo acabaré contigo.
- Kuro: me encantaría ver eso. Pero me preocuparía más por lo que le haré. ¿Dónde está el dinero?
El mercenario sacó su espada y la colocó en dirección hacia Kei.
- John: ¡Kuro! No le harás nada.
- Kuro: os felicito sabéis mi nombre. Pero no os servirá porque moriréis ahora mismo al menos que me deis el dinero.
- John: ¡no te daremos nada!
- Kuro: error, me llevaré vuestras vidas. Ya me encargaré de la niña luego.
- Jolyne: ¡he dicho que no la tocarás!
Jolyne le comenzó a disparar flechas mientras él las desviaba con su espada y caminaba hacia ellos.
- Kuro: con esto no seréis capaces de hacer nada. Os falta fuerza, habilidad y mucha experiencia.
Mientras hablaba Jolyne seguía lanzando flechas pero ninguna conseguía dar en el blanco. John y Liz se dirigió hacia el para atacarle en conjunto. El mercenario lograba parar cada uno de sus ataques con facilidad, cada lanzada y mandoble, Jolyne tuvo que dejar de disparar flechas por miedo a darle a los compañeros.
- Jolyne: chico no puedo ayudaros, estáis demasiado cerca.
- Liz: no te preocupes, nosotros nos encargamos.
John y Liz intentaban combatirlo y cada vez se coordinaban mejor entre ellos hasta que empezaron a dificultarle las cosas cada vez más.
- Kuro: no lo hacéis nada mal, pero no estáis a mi altura, veréis de lo que soy capaz.
El mercenario retrocedió con un veloz salto y todos empezaron a sentir una extraña presión sobre sus cuerpos y calor proveniente de él. Comenzó a mover su espada a gran lentitud o eso parecía, por un momento el tiempo se había dilatado seguramente causado a la impresión que les causó que agudizaran todos sus sentidos. Tras eso pudieron verlo con claridad la gran velocidad a la que conseguía mover su cuerpo y espada.
- Kuro: intentad tocarme ahora.
John fue a por él, pero cuando intentó darle la primera estocada con su espada la esquivó y golpeó a John con su codo en el pecho con gran fuerza mandándolo a volar. Liz también intentó atacarle pero tras una patada de Kuro el resultado fue el mismo que el de John. Ambos se levantaron y atacaron al unísono, pero ni con todo su esfuerzo eran capaces de hacerle ningún daño e intento tras intento acababan en el suelo mientras Kuro lo veía como un simple entretenimiento.
- Kuro: dejad de intentarlo, cuando me pongo serio no seréis capaz de hacerme ningún daño. Os daré una muerte rápida.
- Jolyne: ¡nunca nos rendiremos!
Jolyne intentó dispararle flechas a toda velocidad incluso en algunos disparos colocaba dos pero el no dejaba de desviarla hacia los lados, alguna casi le da a John o a Liz.
- John: tengo una idea, Jolyne sigue así y no pares.
- Jolyne: se me acabarán las flechas.
- John: toma estas, y Liz haz lo mismo que yo haga.
John recogió las flechas que habían quedado a su alrededor y se las lanzó a Jolyne de vuelta y Liz hizo lo mismo. Mientras Jolyne le disparaba flechas sin descansar John empezó a recoger piedras de varios tamaños que se encontraban por allí y Liz sin saber porque lo hacía pero le imitó, y cuando tuvieron las manos llenas comenzaron a lanzarselas.
- Kuro: ¿intentáis apedrearme? No importa cuántas lances, las destrozare todas sin esfuerzo.
Se paró y comenzó a desviar cada flecha moviendo la espada a mayor velocidad siendo capaz de pulverizar cada piedra que le lanzaban creando una nube de polvo a su alrededor cada vez más concentrada. Pero sin que se diera cuenta John lanzó algo que no se trataba de una piedra, y no se dio cuenta hasta que cortó una de las granadas que John había recogido antes de entrar.
Creando una gran llamarada de fuego debido a la explosión sumada a la concentración de polvo en el aire volviéndolo una zona inflamable. El secuestrador quedó reducido a una figura en llamas retorciendose de dolor.
- John: ¡ahora es el momento, coge a Kei y vámonos!
Jolyne fue corriendo hacia Kei, la cogió en brazos y empezaron a huir hacia fuera del templo. Parece que en el camino uno de los secuestradores habia despertado el cual intentaba detenerlos pero en vez de parar de nuevo John le dio un puñetazo en la mandíbula dejándolo en el suelo. Siguieron corriendo hasta salir del templo y avanzar hasta donde estaban antes de entrar.
- Liz: ya estamos a salvo.
- Jolyne: debemos llevarla al castillo cuanto antes.
- John: tienes razón, y con suerte no sabrá nada de lo que ha pasado. Dejamela a mí.
John cogió a Kei de los brazos de Jolyne y la puso sentada entre sus brazos sujetada contra su pecho como al coger a un niño pequeño.
- John: hay que darse prisa, no sabemos cuando despertará.
Comenzaron a ir lo más rápido posible tras tener que sujetar a Kei y el cansancio después de la pelea.
No tardaron demasiado en llegar de nuevo a la ciudad y la princesa seguía dormida, el problema lo tuvieron al llegar cerca del castillo y no saber como entrar de nuevo en él.
- John: esto no lo habíamos planeado, ¿cómo entramos de nuevo? No podemos escalar con Kei en brazos.
- Liz: esto es un gran problema.
- Jolyne: creo que puede haber una manera de hacerlo. En los castillos suele haber más de una entrada.
- John: ¿te refieres a una para los trabajadores y el servicio?
- Jolyne: en realidad algo más como una ruta subterránea. Pero tu idea es mejor.
- Liz: entonces rodeemos el castillo por el jardín para encontrarla.
Y se dispusieron a poner en marcha el plan que acababan de improvisar, rodeando aquel gran castillo intentando que ningún guardia les viera ni Kei se despertará antes de tiempo. Hasta que encontraron una puerta de madera algo escondida.
- John: debe ser esta.
- Jolyne: pero esta cerrada.
- Liz: yo me encargo.
Se escuchaba acercándose hacia ellos dos guardias hablando, mientras Liz intentaba forzar la cerradura con unos alambres que siempre lleva, por los cuales John y Jolyne se sorprendiendo al desconocerlos.
Los guardias cada vez estaban más cerca y consiguieron ver a uno de ellos.
- Guardia: ¡ALTO! ¡Quién anda ahí!
Jolyne valientemente salió para distraerlos pero los dos guardias apuntaron sus armas contra ella dejándola en blanco sin saber que decir o como actuar ante esa situación.
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