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12. Gran Maestro

Se despertaron temprano para ir a hablar con el gran maestro. Salieron del hotel poco después de que todos estuvieron despiertos y llegaron lo más rápido que pudieron al castillo.

- Guardia: ¿desean intentarlo de nuevo y enfrentarse a mi?

- John: ya vimos la diferencia de fuerza entre tu y nosotros.

- Liz: traemos las medallas con nosotros.

Los tres se la entregaron al guardia, el cual acto seguido abrió la puerta ante ellos.

- Guardia: pueden pasar. En su interior uno de los ayudantes del gran maestro los acompañará a hablar con él.

- Liz: muchas gracias.

Pasaron por la puerta los tres y el guardia lo volvió a cerrar la puerta de nuevo para seguir de guardia.
Dentro había un hombre de aspecto adulto, con músculos definidos, pelo y ojos de color marrón y se le veía un rostro amable.

- Ayudante: buenos días, soy uno de los ayudantes del gran maestro y los acompañaré hasta él.

- Liz: espero no llegar en mal momento o que esté ocupado.

- Ayudante: no se preocupen por ello, el gran maestro se pasa el día orando y entrenando, estos momentos son los mejores descansos para distraerse. Siempre le ha gustado conocer a nuevos guerreros.

- Liz: me alegra oírlo, nosotros también nos gustaría conocerlo.

- Ayudante: en ese caso siganme, los llevaré de inmediato.

Entró por una puerta que daba hacia un gran salón con unas escaleras centrales, ellos le siguieron a través del salón y subieron las escaleras y fueron rectos hasta el fondo de un ancho pasillo hasta una gran puerta.

- Ayudante: aquí es, el gran maestro se encuentra dentro. Yo debo irme de nuevo a mi puesto.

- Liz: muchísimas gracias por traernos.

- Ayudante: es un placer.

El ayudante se marchó bajando las escaleras y ellos llamaron a la puerta, pero nadie contestaba. Y decidieron abrir la puerta con cuidado.

- Liz: disculpe, ¿hay alguien?

Se encontraba en el centro de la habitación luminosa por grandes ventanales. Se trataba de un señor mayor de un metro ochenta, musculoso y vestido con ropa cómoda. Tenía un rostro envejecido con pelo blanco, una coleta en el centro de su cabeza y sin pelo alrededor excepto unas cejas pobladas y una barba alrededor de la boca. Se encontraba en una posición de gran concentración.

- John: perdone, esperamos no molestarle.

El anciano maestro se puso de pie en una posición mucho más relajada y con una sonrisa en su rostro.

- Gran maestro: no se preocupen, solo estaba orando, me gusta hacerlo cada día junto a entrenar.

- John: nos gustaría preguntarle sobre alguien que conoce.

- Gran maestro: ¿es alguien amigo o enemigo vuestro?

- John: es un gran amigo, lo buscamos para volver a encontrarnos con él.

- Gran maestro: en ese caso, responderé cualquier cosa que digáis.

- Liz: no se si recuerda a un espadachín de pelo verde, según nos dijo el anciano de la plaza, tuvo gran fama durante el tiempo aquí.

- Gran maestro: le recuerdo bien, aunque llevo dos años sin saber de él.

- John: ¡¿dos años?!

- Gran maestro: se refieren a Roronoa Zoro,¿verdad?.

- Liz: así es, ¿pero como es posible que haya pasado tanto tiempo? Solo entre dos días después de él.

- Jolyne: el tiempo fluye a distinto ritmo, un día fuera es un año dentro.

- John: a ese ritmo, podría estar en cualquier sitio del mundo.

- Liz: eso no importa, debemos encontrarlo. ¿Podría decirnos que sabe de él o hacia dónde se dirigía?

- Gran maestro: es un espadachín de un gran nivel y potencial, y aun así le queda mucho por desarrollarse. Le intenté reclutar como guardia imperial pero no aceptó, dijo que tenía que salir de aquí para reunirse con alguien, supongo que sería con alguno de vosotros.

- Liz: es conmigo. ¿sabe hacia donde se dirigía?

- Gran maestro: se dirigía hacia el reino de Vitrovia, necesitaba dinero y le recomendé trabajar para el rey de allí, siempre necesitan nuevos guardias para la protección de la princesa y se había quedado sin apenas dinero después de comprar sus nuevas espadas, le mandé con una carta de recomendación.

- Liz: ¿hacia dónde está el reino?

- Gran maestro: si os dirigís hacia el norte por el camino de piedra cruzando el bosque y bordeando el territorio oscuro.

- John: ¿qué es el territorio oscuro?

- Jolyne: es un territorio desértico con arena rojo sangre y cientos de restos de los que entran allí. Es el lugar donde salen todas las criaturas como goblins, orcos, trasgos, demonios, etc.
Solo entran en él, aventureros expertos.

- John: parece un lugar muy peligroso.

- Gran maestro: es un lugar donde incluso profesionales mueren, no deben ir allí al menos que sea su último recurso. Aún recuerdo en mi juventud, mis días de entrenamiento en el territorio oscuro.

- Jolyne: ¿usted entrenaba allí?

- Gran maestro: es un buen lugar para hacerse fuerte, no se llega a gran maestro sin ser el más fuerte. Luchando contra todas aquellas increíbles y peligrosas criaturas.

- Liz: eso es increíble.

- John: ¿cómo podemos hablar con el rey de Vitrovia?

- Gran maestro: sólo se fía de sus guardias más leales, si queréis tener alguna posibilidad de acercaros necesitáis convertiros en guardias de su hija.

- John: ¿cómo podríamos hacerlo?

- Gran maestro: con décadas de experiencia o con contactos.

- Liz: ¿se refiere con contacto a una carta de recomendación como la de Zoro?

- Gran maestro: si, pero si queréis una necesitáis demostradme que podéis hacer el trabajo.

- John: ¿cómo se lo demostramos?

- Gran maestro: tenéis potencial y parecéis ser habilidosos pero se necesita saber si tenéis lo que se necesita. Si sois capaces de resistir uno de mis golpes les daré una carta de recomendación.

- John: ¿cómo dice?

- Gran maestro: si estáis dispuestos a conseguir vuestro objetivo, seréis capaz de pasar la prueba.

- Liz: estoy dispuesta.

- John y Jolyne: nosotros también.

- Gran maestro: confío en ustedes.

El maestro anciano se puso en posición de oración uniendo sus manos y empezó a desprender un calor y una presión que les recorrió cada célula de sus cuerpos, tras eso se puso en posición de combate.

- Gran maestro: tranquilos, intentaré controlarme para no mataros.

Sus cuerpos se tensaron y sus corazones se aceleraron por el miedo y la adrenalina por aquello. Y en un instante el gran maestro se movió a tal velocidad que pareció desaparecer y apareció frente a ellos sin darle tiempo a ninguna reacción.
Dirigió su puño hacia ellos en milésimas de segundo pero sin llegar a golpearlos, la presión del puño pulverizó por completo el cristal las ventanas de la habitación.

- Gran maestro: habéis pasado la prueba.

- John: pero... No ha llegado a golpearnos.

- Gran maestro: hay algo mucho más importante que la fuerza, el valor de afrontar las cosas incluso cuando os superan. He visto a personas mucho más fuertes que vosotras huir ante peligros por no ser capaz de enfrentarse a algo superior a ellos. Vosotros habéis pasado la prueba por manteneros firmes incluso con el terror de no saber qué pasaría si les hubiera golpeado mi puño.

- Liz: no podíamos rendirnos, debemos encontrarle cueste lo que cueste.

- Gran maestro: y esa es la gran fuerza de voluntad que quería que me mostraran. Así que se la han ganado.

El maestro se acercó a un escritorio que se encontraba en la habitación y sacó de uno de sus cajones, tres sobres sellados.

- Gran maestro: aquí tienen, se lo han ganado.

- John: muchísimas gracias.

- Gran maestro: ¿tienen alguna duda más o algo que preguntar?

- Liz: ¿sabe si hay alguna forma de llegar antes?

- Gran maestro: creo que en eso os podría ayudar, tengo un amigo que podría llevaros en unas horas. Pero deberéis deshaceros de todo lo que no sea importante.

- John: ¡¿de verdad?! Sería de gran ayuda. El problema entonces sería la carreta y muchas de las provisiones.

- Jolyne: John no te preocupes por eso, compraremos más provisiones allí y ya veremos que hacemos con la carreta.

- Gran maestro: entonces, venid mañana por la mañana a la puerta y él os ayudará a llegar. Por cierto, mandadle recuerdos a Zoro de mi parte cuando le encontréis.

- John: lo haremos.

Los tres salieron de la habitación y se dirigieron de nuevo a la entrada bajando por las escaleras, se despidieron de ayudante también y al salir por la puerta, se despidieron del guardia de la puerta.

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