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10. Hagyadom

Entraron en el nuevo pueblo, tenía el aspecto de las ciudades de Asia oriental en su antiguedad, con edificios de varios pisos y calles amplias, algunas con pequeños mercados. Al principio del pueblo había una plaza principal con una estatua en el centro que parecía algo familiar del mundo real, pero no caían en cual.

- John: parece una ciudad asiática en la antigüedad de la época de los samurais.

- Liz: Jolyne tenía razón al decir que era muy diferente a los anteriores dos pueblos que habíamos visto.

- Jolyne: al principio es complicado de explicar, es mejor verlo por vosotros mismos.

- John: ya veo.

- Liz: con todo el tema de los goblins se nos olvidó en el último pueblo, deberíamos preguntar si alguien le ha visto.

- John: tienes razón, seguramente alguien le recuerde. Preguntemosle al señor mayor junto a la estatua.

Se acercaron hacia el anciano de la plaza principal para ver si había visto a Zoro en algún momento.

- Anciano: ¡Bienvenidos viajeros a Hagyadom! ¿Desean algo?

- Liz: veníamos a preguntarle si conocía a un hombre. Es un hombre sobre un metro ochenta, fuerte, pelo verde, es un espadachín llamado Zoro.

- Anciano: creo que lo recuerdo, se volvió famoso en la semana que estuvo aquí. ¿Usaba tres espadas?

- Liz: así es. ¿Puede decirme todo lo que recuerde sobre él?

- Anciano: estuvo durante una semana en la ciudad, ha sido de los espadachines más habilidosos que han pasado por aquí. Fue capaz de derrotar al campeón de kendo y el gran maestro intentó reclutarle como parte de la guardia imperial.

- Liz: ¿y sabe hacia donde se dirigía?

- Anciano: no se nada sobre eso, desapareció de la ciudad y no se supo nada más sobre él.

- Liz: ¿sabe de alguien que le conociera o hablara con él?

- Anciano: a parte del gran maestro, recuerdo que fue a la herrería del pueblo a que le fabricaran tres nuevas katana y fue a por un traje de samurai al sastre.

- Liz: típico de él, le encanta esta época de la historia.

- John: entonces deberíamos ir a preguntar si le recuerdan.

- Liz: tienes razón, muchas gracias por la información.

- Anciano: si necesitan algo más vengan a verme, la herrería se encuentra al fondo de esa calle.

- Liz: muchas gracias.

Se fueron por la calle que le indicó el anciano hasta que llegaron a la herrería y entraron en ella. Se dirigieron hacia el herrero para preguntarle.

- Liz: disculpe señor, ¿podría ayudarnos un momento?

- Herrero: claro, un momento a que termine con esto.

El herrero cogió la hoja de una espada que se encontraba templandose en aceite y la metió en el horno para recalentarla y dejarla enfriarse a temperatura ambiente con el método de revenido.

- Herrero: he acabado por el momento, ¿en qué puedo ayudarles?

- Liz: veníamos a preguntarle sobre un hombre que nos han dicho que estuvo por aquí y necesitamos encontrarle. Se llama Zoro, es alto y de pelo verde, le encargó tres katanas.

- Herrero: le recuerdo bien, las katanas que le fabrique ha sido de los mejores trabajos que he hecho, pagó una gran cantidad de dinero por los mejores materiales.

- Liz: ¿recuerda si le dijo hacia dónde se dirigía o a dónde quería ir?

- Herrero: venía con la ropa rota como si hubiera peleado contra alguna criatura de camino hacia aquí y le recomendé el sastre de la calle de al lado.

- John: debió hacer la misión de los gremlins antes de llegar aquí.

- Liz: seguramente fuera así. Muchas gracias por la información, nos marchamos ya.

Salieron de la herrería y se dirigieron a la sastrería en busca de más información sobre Zoro. Llegaron en varios minutos y entraron a la tienda para hablar con la sastre.

- Liz: buenas tarde, ¿tiene un momento?

- Sastre: claro, ¿qué desea?

- Liz: vengo a preguntarle por un hombre alto, de pelo verde que estuvo aquí hace un tiempo.

- Sastre: lo siento, pero vienen muchas personas a nuestro local, no suelo recordar a las personas, solo a las habituales.

- Liz: muchas gracias por su tiempo.

Salieron de la sastrería sin saber que hacer tras eso.

- John: ¿qué hacemos ahora?

- Jolyne: queda por preguntarle al gran maestro.

- Liz: seguramente se trate del gobernante de la ciudad. Será difícil llegar hasta él.

- John: podemos intentarlo al menos.

- Jolyne: podríamos preguntarle al señor de la plaza.

- Liz: tienes razón, vamos a preguntarle.

Se dirigieron de nuevo hacia la plaza nuevamente para hablar con el anciano de antes.

- Anciano: ¿tuvieron suerte buscando?

- John: no la suficiente, pero gracias.

- Anciano: ¿que les trae de nuevo por aquí?

- Liz: venimos a preguntar si hay alguna forma de poder hablar con el gran maestro de la ciudad.

- Anciano: es algo complicado para los viajeros.

- Liz: eso significa que hay alguna forma, ¿cuál es?

- Anciano: se suele pasar la prueba de la ciudad, se deben conseguir tres medallas o intentar vencer a uno de sus guardias imperiales, y sólo se permiten pasar a los ganadores de las medallas.

- Liz: ¿como se consiguen las medallas?

- Anciano: hay muchos tipos de medallas, debes vencer a un estudiante de primer año de un dojo, hay gran cantidad de dojos para elegir, uno por cada arte de la ciudad.
Pero tengan cuidado todos trabajan mucho e incluso los de primer año son fuertes oponentes.

- John: eso nos podría llevar mucho tiempo y debe ganar cada uno de nosotros. ¿Cómo de fuertes son los guardias?

- Anciano: son los más fuertes de la región, se trata de un grupo de maestros de artes marciales.

- John: podríamos probar con alguno de los guardias. ¿Se permiten armas?

- Anciano: se permite todo tipo de armas excepto armas de fuego o explosivos y químicos. Además pueden ir todos a la vez.

- John: deberíamos intentarlo al menos, somos buenos usando armas y luchando, además los tres juntos hacemos buen equipo.

- Jolyne: lo veo peligroso, esos tipos de retos se hacen por ser casi imposibles de superar.

- Liz: tiene razón, pero por intentarlo no perdemos nada.

- Anciano: los guardias solo se defienden, no suelen dañar a nadie demasiado. Pero tengan cuidado, son verdaderos maestros.

- John: gracias por la advertencia, ¿dónde está el palacio?

- Anciano: cruzad la calle tras la estatua, seguid recto y girad a la derecha en la última calle, lo encontraréis allí.

- Liz: muchas gracias de nuevo, esperamos volver a verlo en otro momento.

- Anciano: igualmente jovencita.

Los tres tomaron el camino con las indicaciones que les había dado el anciano hasta llegar al palacio imperial.

Se encontraba al final del pueblo y estaba custodiado por un guardia de unos dos metros de altura y una musculatura desarrollada al que se acercaron.

- Guardia: ¿qué desean?

- John: queremos ver al gran maestro.

- Guardia: para ello, mostrad vuestras medallas y serán devueltas a los respectivos dojos donde las consiguieron.

- John: no tenemos medallas, venimos a retarle para entrar.

- Guardia: soy el maestro de kenpo chino, ¿estáis seguros de enfrentaros a mi?

- John: estamos seguro. ¿Podemos usar nuestras armas verdad?

- Guardia: claro, sino estaríais en desventaja, yo ya estoy armado.

- Liz: no lo entiendo, se le ve desarmado por completo.

- Guardia: en las artes marciales tu cuerpo son las verdaderas armas, lo demás son simples herramientas.

- John: ¿empezamos?

- Guardia: cuando quieran.

Se prepararon en posición de combate contra aquel gran hombre, estaban tensos mientras que el guardia se le notaba una gran aura de confianza, de pie frente a ellos.

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