«Verdades reveladas».

El sol comenzaba a descender en el horizonte, arrojando tonos dorados y rosados sobre el paisaje desolado mientras el grupo avanzaba por un camino polvoriento. Feyre caminaba delante, con Cardan a su lado y el resto del grupo detrás, en silencio mientras reflexionaban sobre el día anterior y las alianzas inesperadas que habían formado.

A medida que avanzaban, Feyre sintió la necesidad creciente de respuestas sobre la plaga que había devastado el mundo. Habían encontrado algunos documentos en el complejo industrial, pero las piezas del rompecabezas seguían siendo confusas y fragmentarias.

—Cardan —comenzó ella, su voz tranquila pero firme—. Necesitamos entender más sobre esta plaga. No podemos seguir adelante sin saber lo que enfrentamos.

Él asintió, su expresión seria reflejando la misma determinación.

—Estoy de acuerdo. Tal vez deberíamos buscar respuestas en algún lugar más... oficial.

Ella frunció el ceño, pensativa.

—¿Te refieres a un laboratorio? Eso podría ser peligroso.

Cardan se encogió de hombros.

—Podría ser nuestra única opción. Necesitamos saber si hay una cura, o al menos cómo podemos protegernos mejor.

El grupo llegó a una pequeña ciudad abandonada, rodeada por altos edificios en ruinas y calles desiertas. Decidieron investigar uno de los edificios más grandes, que parecía haber sido un centro de investigación médica antes del colapso.

Mientras exploraban el edificio, encontraron laboratorios abandonados, equipos destrozados y documentos dispersos por el suelo. Feyre recogió un archivo polvoriento y comenzó a hojearlo con cuidado, buscando pistas sobre el origen y la naturaleza del virus.

Cardan se acercó a ella, observando por encima de su hombro mientras examinaba los documentos.

—¿Encuentras algo útil?

La pelirroja frunció el ceño, su concentración centrada en las páginas del archivo.

—Algo sobre experimentos genéticos... parece que estaban tratando de modificar el ADN humano.

Él asintió, su mente trabajando rápidamente.

—Quizás el virus fue liberado como un experimento fallido. O tal vez...

Antes de que pudiera terminar su pensamiento, un ruido distante rompió el silencio del laboratorio. El grupo se puso alerta, agarrando armas y preparándose para lo peor.

Infectados comenzaron a aparecer de las sombras, avanzando hacia ellos con ferocidad. El grupo luchó valientemente, trabajando juntos para mantener a raya a las criaturas mientras se abrían paso por el edificio.

Durante la batalla, Feyre y Cardan se encontraron luchando codo a codo, cubriéndose mutuamente mientras se movían con determinación y precisión. Después de derrotar a los últimos infectados, se encontraron respirando pesadamente pero aliviados.

—Esto se está volviendo cada vez más peligroso —comentó Feyre, limpiándose el sudor de la frente.

Cardan asintió, su mirada seria pero tranquila.

—Pero estamos más cerca de encontrar respuestas. No podemos rendirnos ahora.

Ella lo miró con gratitud, sintiendo una conexión más profunda entre ellos en medio del caos que los rodeaba.

—Gracias, Cardan. Por estar aquí.

Él sonrió ligeramente, suavizando su expresión habitualmente reservada.

—Somos un buen equipo, ¿verdad?

Feyre asintió, devolviéndole la sonrisa.

—Sí, lo somos.

El momento de calma fue interrumpido por el sonido de sirenas distantes, señalando la proximidad de más peligros. El grupo se preparó para partir, llevando consigo una sensación renovada de propósito y la determinación de seguir adelante en su búsqueda de respuestas.

Mientras caminaban hacia el horizonte incierto, Feyre y Cardan continuaron compartiendo miradas significativas y gestos de apoyo silencioso, sabiendo que el camino por delante sería difícil pero que juntos podrían enfrentar cualquier desafío que el apocalipsis les lanzara.