Suspiré pesadamente mientras dejaba el remo a un lado y con mis manos sobaba mi cuello adolorido y me estiraba para relajar mi espalda. ¿Cuánto tiempo llevaba remando? No estaba segura, pero sentía que era una eternidad, casi inhumano hacerlo por tal cantidad de minutos. Pero debía seguir, Oscar lo había hecho mejor que yo, no podía permitir ser menos. Sequé el sudor de mi frente y continué con mi labor, un poco por la izquierda y luego me movía a la derecha, y viceversa.

Traté de distraerme pensando en algo diferente, entonces a mi mente llegó la "discusión" del día anterior. "No me importa, no está en mis planes quedarme de brazos cruzados esperando a que llegue alguien y nos salve" me había dicho, claramente refiriédose a mi poco entusiasmo con el remo. No pasó mucho rato cuando volví a sentirme cansada y debí hacer una pausa. El sol estaba fuerte, me quemaba la piel sin piedad y mi boca se secaba rápidamente.

—Dios mío, ayúdame —supliqué al cielo en silencio.

Miré a mi espalda. Acurrucado entre dos maderos estaba Oscar dormitando. Lucía bastante cansado cuando me sedió el puesto, quise pensar que es por eso que no nos dirigimos la palabra el resto de la tarde del día anterior y aquel que estábamos viviendo. Deseaba escucharlo decir algo, alguna tontería, incluso un reclamo me habría venido como anillo al dedo, lo que necesitaba era ruido, saber que estaba acompañada. Pero en vez de eso estaba ahí volviéndome loca con el sonido del agua meciéndose por el viento y los animales acuáticos chapoteando alrededor del bote.

Quise concentrarme en algo diferente, entonces se me ocurrió tratar de recordar el sueño que había tenido la noche anterior. Por más que intentaba traer una imagen a mi mente, solo llegaban pequeños destellos, nada coherente. No entendía por qué, pero de algún modo sabía que era algo importante, al menos esa sensación me había dejado al despertar en la madrugada. 

—Lía, despierta.

Estaba segurísima de haber escuchado aquella orden mientras dormía y estaba igual de segura de que fue en mi inconsciente y no fuera en la realidad, pues Oscar al sentirme despierta lo primero que me dijo fue un: "Es temprano aún, vuelve a dormir". ¿Por qué él no dormía a aquella hora?, no lo sabía con exactitud, pero suponía que seguía con la idea de remar pues lo sentía moverse.

Pero aquel sueño no fue el único que tuve, también me acompañaron mis familiares durante la noche. Fueron más bien recuerdos convertidos en sueño que me dejaron con tristeza y melancolía, pues no podía entrar en mi cabeza para estar así con ellos, reviviendo momentos felices. Realmente me hacían falta, me desesperaba estar tan lejos de casa sin saber si ellos mantenían la fe o me creían muerta, perdida en el fondo marino.

—No llores, no ahora —me ordené a mí misma.

Sequé las lágrimas que estaban cayendo por mis mejillas y continué con mi labor, primero por la izquierda, luego por la derecha y repetía de nuevo el procedimiento. "Oscar, despierta ya", le ordenaba mentalmente esperando que diera buenos resultados, pero no, él seguía tan dormido como antes. Entonces algo cambió... era un sonido fuera de lo común en aquel lugar, siendo más específica, era un motor.

—Estás loca —me dije a mí misma.

Continué remando, pero seguía escuchando el ruido, por lo que empecé a buscarlo, primero a mi alrededor en el mar, pero no se veía ninguna máquina. Agudicé mi oído... venía del cielo. Miré hacia arriba y a lo lejos vi un avión, volando en nuestra dirección. Sorprendida no supe qué hacer, si gritar de emoción o saltar por la alegría. Me tupí, por lo que hice lo primero que se me ocurrió en el momento.

—¡Oscar!, despierta, ¡Oscar!

Lo agité con fuerza para quitarle el sueño, lo cual le molestó bastante. Me dirigió una mirada que de haber podido, me habría matado, pero poco me importó aquel gesto, yo solo le hablé con rapidez y leves tartamudeos antes de que pudiese gritarme algún improperio:

—U-un avión, Oscar, ¡Mira!