[42]
Los ojos fijos de mi viejo amigo en mí no hicieron nada más que recordarme la última vez que nos habíamos visto y escuchar mentalmente todas las palabras que habían brotado de su boca en gritos adoloridos por la pérdida de su novia. Debería recordarlo con bronca, con enojo y la injusticia de haber cargado sus palabras por meses, sin embargo, entendía de donde habían surgido. Los dos habíamos perdido a una persona importante que teníamos en común, la única diferencia era que yo me había tenido que centrar en sobrevivir mientras que él había perdido su todo.
Dando pasos hacia atrás, los demás haciendo exactamente lo mismo, Asher los aprovechó para también darlos solo que para adelante. Sin bajar el arma, lo que reconocía como una AK-47 que había visto en miles de sus juegos de consola, y el dedo tan cerca del gatillo que tironeé todavía más a mi hermana detrás de mí.
Pensar que habíamos pasado tantas risas juntos, con Jamie, llenas de bromas entre nosotros. De no ser por mí, él y su novia no hubieran interactuado nunca y no se habrían conocido. Tantas partes de nuestra vida habíamos pasado juntos y bromeando, demasiado tiempo para nuestra corta vida, ¿cómo era que habíamos terminado así? ¿Él odiándome y decidido a lastimarme?
Siquiera le temblaron las manos al reconocerme y con la oportunidad de herirme en las manos.
Thomas estiró una de sus manos, dispuesto a desarmar a Asher de una ráfaga. Ante el mínimo movimiento, el arma fue dirigida a Thomas y salté delante en el mismo momento.
—No, por favor, a ellos no les hagas nada —le rogué, empujando a Thomas detrás de mí y él haciendo lo mismo con mi hermana. Mentalmente se lo agradecí—. Tu enojo no es con ellos, es conmigo. A ellos no los lastimes.
Si sus ojos fueran filosos, yo tendría acuchillado todo el rostro.
—¿Piensas que estoy acá por un simple enojo? —escupió, más veneno en su voz que cualquier víbora—. Estoy haciendo lo correcto, lo que sé que cualquiera haría.
Se me deslizó de la boca.
—Ella no.
Levantó tan rápido el caño de su arma a mi cabeza que fue instinto tirarla hacia atrás.
—No la metas en esto —siseó, su rostro comenzando a enrojecerse por la ira en él—. No mereces decir ni su nombre o pensar en ella, no mereces nada.
Claire quiso también moverse, por suerte fui más rápida y la tomé de la muñeca para que no lo hiciera. Que atacara significaba que podíamos salir heridos, y la realidad también era que no quería que Asher saliera herido. Una pequeña parte de mí cuidaba de los buenos recuerdos con él, no tenía por qué arruinarlos.
La voz la tenía en la punta de la tráquea, traerla de vuelta fue como arrastrar un ancla con un dedo.
—Decir su nombre me recuerda que estoy acá por ella —me tembló la boca al hablar, la mano de mi hermana volviendo a aferrarse a la mía—. Que de no ser por ella...
—Jamie sería quien estaría acá —me interrumpió, frunciendo su nariz con enojo y ladeando la cabeza—. De no ser por ti ella estaría viva, conmigo. Pero la mataste.
Meneé la cabeza.
—No.
—¡La mataste! —estalló, su voz bien alta que hasta llegó a opacar la alarma que seguía sonando. Solo era cuestión de segundos antes de que muchos más soldados entraran y nos llevaran a los cuatro. Tenía el corazón en la garganta—. ¡Eso fue lo que hiciste!
—Ella dio la vida por mí —volví a responder, peleando con el miedo en el pecho y la necesidad que la persona frente a mí entendiera—. Me empujó fuera del camino porque no quería que saliera herida.
—Mentirosa...
—Lo viste, estabas ahí —lo reté, una valentía surgiendo de mí al acercarme a él y estar a pocos centímetros del arma. Era un suspiro mal y me volaba la cabeza, pero yo centré mis ojos en los suyos y nunca los saqué—. Mírame a la cara y dime que me ves capaz de haber herido a Jamie.
Por primera vez desde que estaba ahí, sus ojos bajaron un poco de mi rostro, la ira que había entintado sus mejillas yéndose y retomando su tono de piel. Tenía que apurarme, teníamos que salir de ahí, y Asher era solo un obstáculo que no solo quería sacar. Quería solucionar.
Un paso más cerca y el caño había bajado hasta apoyarse en mi pecho. Sentí hasta la mano de Thomas tomarme de la tela de mi atuendo tratando de tirar de mí hacia atrás.
—En el fondo sabes que sería incapaz de haberla herido —las palabras salieron como un susurro, solo queriendo que él me escuchara—. Yo también la perdí ese día. No solo no pude controlar lo que soy, sino que no pude detenerla. Créeme, la hubiera detenido y sería mi lápida con mi nombre la que está en el cementerio.
Sus facciones se relajaron.
—¿La fuiste a ver? —susurró de vuelta, algo en él habiéndose calmado y devuelto al Asher que yo conocía. Asentí con suavidad.
—Ella me encontró.
Se tomó unos pocos segundos más, los suficientes para hacerme dudar de lo que había dicho y prepararme para la oscuridad absoluta, pero bajó el arma. El mismo atuendo que tenía yo estaba en él, su apellido bordado en el lado izquierdo y sobresaliendo del bolsillo del pecho un pequeño broche que reconocí por sus decorados lilas. Siempre del lado del corazón iba a ir su chica.
Los pasos que empezaron a sonar me pusieron los pelos de punta, Morgan saltando de su lugar y abrazarme la cintura prácticamente temblando. Los miré a Thomas y Claire, que también empezaban a tensarse, y sin pensarlo me giré hacia Asher.
—Te prometo que esta será la última vez que nos veamos, enserio, pero necesito un último favor tuyo —hablé tan rápido que me enredé la lengua para el final. Asher no me miró al escucharme y yo me empecé a estresar más—. Sácanos de acá. Por favor, te lo ruego.
Aferré a mi hermana contra mí cuando los pasos se escucharon más de cerca, preparándome para afrontar lo que apareciera, y pensando que ya no habría escapatoria, Asher se apuro hacia la puerta para cerrarla de un portazo y ponerse contra ella. Lo señaló a Thomas con el arma, el cual lo tensó, a pesar de que fue sin intención.
—Trae un escritorio, rápido —Thomas lo miró como si no lo pudiese entender y con un además para que Asher se alejara, en una ráfaga había hecho una pared de hielo creciendo por la puerta.
Asher lo miró de costado y se encogió de hombros antes de acercarse a la ventana rota y señalando con la cabeza hacia ella.
—Síganme.
Ayudé a Morgan a salir primero, teniendo cuidado de los vidrios astillados que habían quedado, Claire y yo siguiéndola con Thomas y Asher saliendo últimos. La ventana justamente daba hacia el patio trasero, el cual unía a la entrada exterior del comedor y el basural, las puertas traseras de la escuela a unos cuántos metros. A nuestra mala suerte estaba cerrada con un enorme candado que se podía ver hasta de lejos. Sin saber por donde comenzar a correr, sentí que no podía respirar
Asher comenzó a correr en dirección a la entrada principal y nosotros nos quedamos helados antes de que él nos señalara de vuelta.
—Por acá, vengan —por alguna extraña razón decidí confiar en que no nos llevaría por la entrada principal, y arrastrando a mi hermana y los otros dos pisándonos los talones, empezamos a copiar sus pasos.
Nos escondimos detrás de una pared cuando Asher nos indicó, los dedos de mi hermana prácticamente enterrando sus uñas en mi piel. Por nuestra posición, podíamos ver hacia la entrada principal, donde decenas de soldados estaban ingresando. Claramente sin ganas de arriesgarse a que un anómalo escape, estaban enviando la mayor cantidad de respaldo posible. Claire a mis espaldas se inclinó hacia mi oreja.
—¿No puedes escondernos a todos? —preguntó en un susurro, refiriéndose a mi anomalía. Morgan ladeó la cabeza sin entender.
Meneé la cabeza. Éramos demasiados como para poner en prueba mi anomalía. Asher se giró a mirarme y señaló hacia adelante, incitándome a acercarme y ver lo que estaba señalando.
—¿Ves esa apertura de árboles que hay al lado del estacionamiento? —preguntó, el caño de su arma señalando una apertura de árboles detrás de la cerca electrificada. Asentí, dudosa de a donde estaba yendo, y él suspiró—. Es un recorrido directo que solemos usar para hacer guardia alrededor de la escuela. Estoy seguro que no vas a cruzarte a nadie, todos los soldados fueron llamados para que vengan hacia acá.
Thomas apareció inclinado hacia adelante con una mueca obvia.
—¿Acaso nos estamos olvidando de la cerca electrificada?
—Claire podría levantarnos de vuelta-
—Pero nos expondría a todos...
—¿Y entonces qué-?
Fue un balazo el que hizo a Morgan chillar al interrumpirnos, el caño directo hacia lo que parecía ser un generador el cual empezó a soltar ruidos de cortes hasta estallar. Las cercas parecieron vibrar por el estallido, la alarma dejando de sonar y todo tipo de luz apagándose también. No tuvimos muchos más segundos antes de sentir como Asher comenzaba a empujarnos hacia la apertura.
—¡Vamos! —exclamó, alejándose de nosotros y volviéndose a esconder detrás de la pared—. ¡Huyan!
Thomas tuvo que tirar de mí para que avanzara, también tirando de Claire para que nos apuráramos. Apenas llegamos a la cerca, ya no estando electrificada, raíces comenzaron a salir de la tierra para meterse en el alambrado y empezar a arrancarlo de su lugar. Penosamente no habíamos sido lo suficientemente rápido, pisadas rápidas acercándose a nosotros.
Tuve el reflejo de girarme y encontrarme con tres soldados, sus armas levantadas y la radio contra su boca. Sentí la tensión en mi pecho empezarse a expandir, preparada para usar mi anomalía sin dudarlo. Lista para levantar los brazos, fueron unos balazos que me descolocaron, ninguno llegándome a mí o a los demás que estaban logrando pasar por la cerca arrancada. Y los soldados frente a mí cayendo de bruces en un peso muerto.
No dije nada al encontrarme con Asher apuntando en la dirección de los tres cuerpos. Solo le pude sonreír, y sintiendo la mano de mi hermana tirar de mi brazo, me di la vuelta para seguir corriendo con los demás. Lo último que vi de él fue una leve sonrisa de despedida.
Thomas estaba agarrando la mano de mi hermana y obligándola a correr todavía más rápido, Claire mirando cada tanto hacia atrás como para confirmar que yo les estaba siguiendo el paso. Estiró su mano para también agarrarme, el golpe constante de la cajita en mi bolsillo haciéndome rogar que no se rompiera nada. El pensamiento fue reemplazado cuando el ruido de motores encendiéndose y voces comenzaba a hacer más cercano. Una mirada por sobre mi hombro me dio la respuesta a mi pregunta cuando de lejos reconocí la silueta de motocicletas.
Enterré mis uñas en el brazo de Claire.
—¡Tapa el camino! —señalé y en un ademán de sus manos, las ramas de los árboles comenzaron a enlazarse entre sí formando paredes detrás de nosotras.
Terminando de cruzar el bosque, el ruido seco de choques contra las raíces haciéndome sonreír, la sonrisa se desvaneció apenas quisimos cruzar la calle que estaba en el medio y haya unos cuantos vehículos militares viniendo en nuestra dirección. Por inercia comenzando a correr hacia el otro lado, el primero, que parecía ser una camioneta de carga, comenzó a acercarse, y pensando que prácticamente nos atropellarían, me confundió que siguiera de largo hasta pasar por delante.
Sin dejar de mirarlo para no perderlos de vista, fue en el mismo instante que las balas de los que estaban atrás comenzaron a rozarnos, que las puertas traseras de la camioneta se abrieron y pensé que había recibido un balazo al reconocerlo a Noah dentro de él.
Hasta Thomas se tropezó al verlo a su gemelo lanzar una ola de fuego que se dirigió hacia el vehículo que los seguía y desviarlo hasta chocar hacia el otro lado. Los agarré como pude a los tres y empecé a empujarlos en dirección de la camioneta, Noah sin sacarnos los ojos de encima y señalando que nos apuráramos.
—¡Corran! ¡Ya!
Las balas volvieron a chocarme, una de ellas rozando mi brazo y cortándome la piel. Solté un jadeo por el dolor, levantando mi brazo sano para cubrirnos con el halo y seguir corriendo a pesar de mi brazo herido para poder alcanzar la camioneta que no podía detenerse. Thomas fue el primero en llegar, con mi hermana prácticamente tropezándose en sus pies por seguirlo a él y quien fue alzada primero para que subiera. Thomas le siguió, ayudando a Claire con cuidado, y mientras que yo peleaba por seguir el paso con el dolor latente en mi brazo, las balas rebotando contra el haz, tuve que pisar más fuerte para poder llegar.
Otra ráfaga de fuego que tuve que evitar al agacharme, una explosión a mis espaldas que me empujó hacia adelante y pude dejar el haz de luz para llegar a la camioneta. Tuve que estirar mi brazo hacia Noah, él tomándolo al instante y haciendo fuerza para tirarme contra él, por el tirón chocando contra su pecho y empujándolo dentro. A pesar del latido de mi herida, verlo a él lo sentí por todo el pecho y no pude no sonreírle cuando cerré las puertas.
Sentí sus manos agarrarme la cara con cuidado, y pensando que me diría las miles de groserías que se le pudiera ocurrir, el beso que me dio me dejó sin aire y sin ningún pensamiento coherente. Me tembló el cuerpo entero, con la adrenalina, el alivio de tener a mi hermana y amigos a salvo y la felicidad de verlo a Noah ahí.
Apenas se separó, sus pulgares acariciaron mis mejillas.
—Verdaderamente, esto es para matarte —fue lo primero que dijo—. Lo sabes, ¿no?
Me reí como tonta, el pecho llenísimo de emociones.
—Súmate a la fila, muchos ya me dijeron eso.
Con una pequeña sonrisa, apoyó su frente contra la mía. Fue un acto bastante básico, inocente en sí, sin embargo, mi corazón lo vio como quiso y duplicó su ya apurado latido.
—Solo para que lo sepas... —suspiró—... yo también lo siento.
Así que no estaba dormido cuando nos fuimos del campamento. La sonrisa en mis mejillas fue sola, y con un carraspeo de fondo se cayó en el instante que me giré y miré hacia dentro de la camioneta. Más allá de Thomas y Claire, los dos mirándome con una sonrisa cómplice, y Morgan asqueada por ver a su hermana besando a alguien más; no estábamos solos. Reconocí a Jacob y Luna sentados en los asientos mientras que desde el espejo retrovisor me encontré los ojos furiosos de Sue Lee. Decir que los demás no entendían lo que acababan de ver era decir poco.
Me senté al lado de mi hermana tratando de ignorar las acuchilladas del resto y ella me agarró la mano. Fue como si kilos y kilos de preocupación hubieran estado en mis hombros por tanto tiempo hasta ese momento que la vi al lado mío, sana y salva. Interrumpiendo mi calma, Sue gritó desde el asiento de conductor.
—¡Jacob! —lo llamó, todos mirando lo que había hecho que Sue Lee se alterara y tragué en seco al ver la entrada al pueblo llena de soldados y jeeps—. ¡Lo que planeamos! ¡Ahora!
Jacob rápidamente se inclinó sobre la ventana, y poco viendo los movimientos que hacía, se me escapó una risa sorprendida al ver como todo tipo de metal que estuviera frente a él comenzaba a hacerse a un lado. Como los jeeps, la cerca y hasta algunos militares que lo llevaban en su uniforme parecieron volar en el aire hasta desparecer de mi campo de vista.
Una vez habiendo cruzado la entrada, Sue Lee pisando a fondo la camioneta, Jacob se sentó de vuelta en su lugar con el último reflejo de plateado en sus ojos. Los fijó en mí con usa ceja alzada.
—Estás loquísima mujer —me señaló, una rápida mirada a mi hermana y rodó los ojos—. Pero te respeto. Tienes coraje.
—Y estupidez —agregó Luna, sonriendo de costado por más que parecía querer decir mucho más.
Mirándolos a los demás, meneé la cabeza sin poder creerlo todavía.
—¿Cómo es que pudieron entrar? —señalé la camioneta—. ¿Y cómo obtuvieron esto?
Jacob y Luna se miraron entre sí y después volvieron a mí.
—Uno, como pudiste ver y recordar, manipulo el metal. Y los imbéciles están rodeados de él —respondió, jugando una vez más con mi viejo anillo en su mano. Morgan lo miró hipnotizada al movimiento del material—. Segundo, Noah estuvo en la correccional y sabe el movimiento de los militares y dónde pueden estar sus cosas. Tercero, necesitábamos sacarte de acá lo antes posible.
Ladeé la cabeza.
—¿Tan poca fe me tienen?
—De hecho, justamente lo contrario —señaló Luna—. No teníamos ganas de una tormenta de arena viniendo en nuestra dirección.
No hice nada más que reírme por lo bajo, un siseo pasando entre los dientes al recordar mi herida que seguía latiendo y me llevé la mano contra él.
Thomas miró el gesto al instante.
—Taylin está herida —avisó, claramente notando que trataba de que no lo notaran más. Mientras que Claire se acercaba para tratar de mover la manga del uniforme con cuidado, tuve que quedarme en la musculosa al ver que la bala había herido más de la cuenta y en realidad había sacado parte de mi piel.
Morgan se puso pálida al ver la sangre deslizarse por mi brazo y Noah llegó a taparla justo a tiempo con una venda que había sacado de un paquete médico de la camioneta. Sus ojos almendrados pasaron por el camuflado de los pantalones que tenía puesto y frunció el ceño.
—¿Cómo conseguiste el uniforme?
Fue inconsciente el suspiro lleno de agradecimiento.
—Tu mamá.
Tanto sus ojos como los de Thomas se abrieron por el asombro, pero yo me fije en el gemelo que estaba frente a mí, una expresión en él que me hizo recordar al Nono que Lisa tanto había extrañado y pensado que nunca volvería a ver. Vi hasta miles de preguntas pasar por su mirada, la forma en la que balbuceó dejándome en claro que no sabía por cual ir primero.
Terminó de taparme la herida primero antes de que le explicara.
—Tu papá volvió al ejército —suspiré, sus hombros tensándose y fue impulso agarrarle la mano que se entrelazó con la mía rápidamente—. Y Lisa pensaba que estabas muerto. Nadie le había dicho lo contrario por más que sabían que estabas vivo.
—¿Estuviste con nuestra mamá? —interrumpió Thomas—. No me lo dijiste.
—No tuvimos mucho tiempo para ponernos al tanto tampoco —me reí, ladeando la cabeza al verlo sonreír brevemente. A diferencia de su gemelo, él era más expresivo mientras que Noah seguía peleando con sus emociones en silencio—. Pero les dije que están bien y sanos. Que no tiene que preocuparse.
Un silencio largo se formó en la camioneta, Sue Lee todavía sin dirigirme la palabra, probablemente me golpearía apenas estuviéramos de vuelta en el campamento. Con mi mano todavía entrelazada con la de Noah, yo sentada entre medio de mi hermana y él, con un largo suspiro dejé caer mi cabeza contra su brazo. El mío seguía latiendo, probablemente tomando su tiempo para dejar de sangrar, y Jacob inclinó la cabeza al ver mis muecas incómodas.
—¿Te sigue doliendo mucho? —se levantó para acercarse e inclinarse a ver la herida—. De seguro las sanadoras te van a dejar como nueva-
Con su mano queriendo levantar un poco la venda para ver la herida, se quedó en pleno camino con sus cejas frunciéndose. Le copié el gesto, confundida.
—¿Qué pasa?
Meneó la cabeza.
—Percibo...metal —dijo, la forma en la que su mano se giró en dirección de mi hermana poniéndome los pelos de punta. Olvidándome de mi herida y soltando la mano de Noah, me lancé contra ella.
—¿Estás herida? ¿Dónde? ¿Cuándo fue...? —me parecí a mi mamá cuando nos caíamos de las bicicletas cuando éramos más pequeñas, y en cierto lado, entendí la preocupación en su momento por más que fuera una tonta comparación.
Morgan me tuvo que empujar las manos lejos de ella.
—¡No! —dijo—. ¡Estoy bien! ¡No me hirieron!
Más confundida todavía, me giré hacia Jacob que seguía parado frente a nosotras. Se volvió a inclinar sobre mi hermana, sus manos pasando cerca de ella para poder percibir algo más aparte del pobre atuendo que tenía, y fue al pasar por la parte interna de su brazo derecho que vi todas sus facciones tensarse.
—¿Jacob?
Cerró los ojos al hablar y dejó caer su cabeza, un suave murmullo que me hizo darme cuenta que las cosas no iban a ser más fáciles.
—Tiene un rastreador, Tay —murmuró—. Lo tiene metido en el brazo.
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