[27]
Las gotas de la lluvia se escucharon a través de las raíces que me cubrían, una molesta gotera entrando en el cuarto la cual Claire no había notado para mi mala suerte. Entre los suaves ronquidos de Luna, el constante movimiento de Aiko y la gotera, no había sonido que no apagara las preguntas en mi cabeza. Ni concentrándome en los sonidos más pequeños podía silenciar el agobio dentro de mí.
Mis ojos cayeron en la foto de Asher y Jamie, la pareja que solía siempre acompañar. La que me había dado el papel de "la tercera rueda", el bastón para un anciano, el caballo de una carreta. Era la acompañante de una dupla hermosa, llena de amor entre sí que podía empalagarme. Ellos pensaban que me daba asco su cariño, mis fingidas arqueadas haciéndolos hasta reír por muchas tardes, pero la realidad era que en el fondo yo quería ese amor. Esa incondicionalidad.
El problema había sido que nunca alguien me había interesado, que nadie había captado mi atención como Jamie había visto a Asher o viceversa. Tampoco había reconocido a alguien que sintiera atracción por mí, o no lo hubo o los espanté con mi ironía.
Pero Noah apareció en el panorama, y captando más que mi impaciencia y enojo, el apretón en mi estómago me hizo reconocer que había algo más que había agarrado. ¿Y había sido viceversa? ¿O había entendido mal?
Era ridículo. Él, sus palabras, lo que me dejaba despierta. Era hasta irónico, ¿me rebajaba una vez más con el resto porque le importaba? ¿No me veía capaz de defenderme sola y al mismo tiempo enviaba a su hermano gemelo? No lo terminaba de entender, la bronca y el corazón como locomotora tampoco ayudando.
Decir que me moví más que Aiko durante la noche fue decir poco, no podía ni cerrar los ojos que las preguntas me volvían a despertar y cuestionar tantas cosas más aparte de mi enojo. ¿Porqué yo? ¿Acaso solo era una excusa? No, no me habría mirado así. ¿Podría estar mintiendo? ¿Para herirme? Podía ser una persona amargada, pero no era alguien malo. Debajo del fuego en sus brazos y de la dureza que presentaba, sabía que no tenía el valor de lastimar a alguien porque sí.
Me habría roto el cuello la primera noche del campamento al enfrentarlo.
Por más que estaba acostada y cómoda, mi corazón parecía haber vuelto de dar miles y miles de vueltas corriendo una maratón. Ni la mano sobre él me ayudo a calmarlo, lo sentía prácticamente llegar hasta mis huesos. Tan alto como las preguntas, los latidos golpeaban contra mis tímpanos y me mantenían despierta. Con las preguntas, el latido y los demás sonidos, no me sorprendió escuchar el fin de la lluvia y los sonidos de los pájaros al llegar el amanecer.
Terminé sentada en mi lugar, la foto de mi mejor amiga y su novio en mis manos, pero mis ojos centrados en ella. Lo que soñaba por tener una conversación con ella, que me escuchara este dilema en mi cabeza que no podía callar ni entender del todo, que ella me aconsejara con sus palabras dulces y honestas. La lágrima rebelde que cayó en su foto me hizo sonreír levemente, limpiándola al instante y tratando de volver a poner la imagen como estaba.
Si había algo que sabía que ella diría, sería que ya vas a saber que sientes, y una mirada divertida. Esa era ella.
Escuché que Claire se removió en su lugar, un quejido de su boca al estirarse que me hizo sonreír levemente hasta que sus ojos se enfocaron en mi y frunció las cejas.
—¿Qué tan turbia puedes ser como para estar mirándome dormir en plena madrugada? —murmuró, ninguna de las dos queriendo despertar a las demás.
Le guiñé un ojo.
—Eres una tentación.
Sonrió un poco dormida, soltando un largo bufido al sentarse y se acomodó el pelo detrás de las orejas al volverse a girar hacia mí.
—¿Qué haces despierta tan temprano? —hizo la pregunta del millón, mis ojos cayendo en mis manos al instante—. ¿Tuviste una pesadilla?
Desde que había llegado, después de una rápida cena la cual no hablé ni miré a nadie, por más que Noah no había ido a cenar según Thomas, volví a la tienda y me escondí en mi cama. Quise huir de las preguntas y las sensaciones en mi pecho, pero no había pensado que el silencio apenas todos se durmieron iba a ser peor.
Me mordí el interior de la mejilla. La vergüenza en mi sangre se sintió al instante.
—No dormí en toda la noche...
Fue en el mismo instante que se acercó a mí, levantándose de su hamaca y metiéndose en la mía, teniendo que hacerme hacia atrás para que entrara conmigo. Mi murmullo tímido pareció alertarla.
—¿Qué pasó?
El sentimiento se sentía tonto en mi pecho, en plena crisis mundial mi corazón hacia decidido sentirse atraído por alguien cuando pocas veces lo había hecho. En medio de una guerra prácticamente, el sentimiento adolescente me agobió tanto que no pude no mirarla, mordiéndome el labio inferior, y abrazándome las rodillas al pecho.
—Noah pasó.
Sus cejas se fruncieron—. ¿Te hizo algo?
—Ser honesto conmigo —apoyé mi pera en mis rodillas, sin dejar de mirarla. No relajó sus cejas en ningún momento, toda atención en mí y sentí el calor en las mejillas al hablar—. Tuvimos una discusión sobre lo que se decidió, y entre que yo le fui al cuello con mi ira y preocupación...
El recuerdo me dio un vuelco al corazón tan grande que hasta Claire lo notó. Apoyó sus manos en mis pies, inclinándose hacia mí con su cabeza ladeada.
—¿Qué te dijo, Tay?
El nudo en mi garganta me hizo mirar hacia sus manos, el calor más fuerte en mi rostro.
—Que le importaba. Que, si algo me pasaba en la emboscada de ser que yo fuera, a él le importaría —apenas las palabras salieron de mi boca, mis manos volaron a mi rostro, como si eso me pudiera esconder del rubor que me estaba aniquilando la piel—. Es ridículo, ya sé, pero- no sé. No lo puedo dejar de pensar.
Esperando una risa, un sonido o algo, su silencio me hizo ponerme más nerviosa. ¿Parecía más ridícula de lo que me sentía y no me lo quería decir? Mis dedos se deslizaron por mi piel al enforcarme en ella y la sonrisa pequeña que cargaba me hizo confundirme. ¿Ridícula o daba pena?
Palmeó mis pies con cuidado, haciendo el menos ruido posible en la tienda.
—¿Y en qué no puedes dejar de pensar? —igual que mi cabeza, fue directo a la pregunta que abarcaba toda la guerra de cuestiones en mi mente. Mi mirada pareció darle todo tipo de respuesta, exhausta de no saber cómo responderla, y soltó un suspiro divertido—. Okey, ¿Qué piensas al respecto de lo que te dijo?
Contesté en un estallido.
—Que es idiota, tanto él como el sentimiento —escupí por lo bajo, de reojo notando como Aiko se movía, pero seguía sin despertarse—. Tenemos los militares a poca distancia de nosotros, medio campamento planea ir a una emboscada sobre este mismo, ¿y yo decido desvelarme por él? Dejé a mi hermana, a mi familia, a mi vida, ¿y me desvelo por él? ¿Puedo ser más ridícula?...
Claire me dejó ventilar todo pensamiento que se me cruzara, entre porqué me sentía ridícula, porqué me había enojado tanto con él y todo lo que le había dicho en la tienda del Doc. Hablé tan rápido que dudo que me haya entendido gran parte de lo que le había dicho, pero no me interrumpió y no sacó su vista de mí. Se quedó callada hasta que no tuve más que decir, mis dedos jugando con unos pétalos que ella me había dado para entretenerme al enredarme en mi propia lengua al hablar.
Para cuando terminé, la miré casi de costado, avergonzada por sentirme como una adolescente de las películas cuando al único tipo de película que me sentía era en una de ciencia ficción. Ella solo me sonrió de costado, acostada del otro lado de mi hamaca y levantando sus cejas.
—¿Entonces...?
Parpadeé unas cuantas veces. ¿Me estaba tomando el pelo?
—¿Cómo que entonces?
—No me respondiste la pregunta.
Porque no tenía respuesta.
Antes que pudiera siquiera plantear donde me encontraba parada, que en sí ni yo misma sabía bien, unas pisadas fuera de la tienda me llamaron la atención. Eran las primeras horas de la madrugada, cuando todos seguían durmiendo plácidamente con los primerísimos rayos de sol. Claire también se giró hacia la salida, habiendo escuchado lo mismo que yo, las dos alertas. No había pasado ni una semana desde que los militares habían pasado por el campamento. ¿Y ya habían vuelto?
Las dos salimos de mi hamaca con cuidado, la primera en llegar a la entrada habiendo sido yo y quien movió la tela que simulaba la puerta para poder ver afuera. Apenas reconocí a algunos integrantes del equipo de pelea cargando unas mochilas fruncí el ceño y miré a Claire que había podido espiar como yo. Si yo no sabía nada estando dentro del equipo, ella menos.
Antes de que pudiera preguntar que estaba pasando, le tomé la mano y, a mi sorpresa, en un simple pensar ella desapareció frente a mis ojos como yo y la obligue a caminar hacia fuera. Poco a poco iba dominando una de mis anomalías.
—No hagas ruido —fue lo único que le dije al salir y ella obedeció. Así, lo más cuidadas posibles, comenzamos a seguir a un grupo de integrantes que estaban dirigiéndose, como los demás que se sumaron, en la misma dirección. Nadie me había dicho nada, ¿o se me había olvidado algo?
Tuvimos muchísimo cuidado de no chocar con nadie y asustarlos, la única con esa anomalía siendo yo y el encontrarme me delataría al instante. Ninguno dijo nada, todos manteniendo el mismo silencio que nosotros y, a pasos lentos, dirigiéndose a donde parecía ser el campo de entrenamiento. ¿Para qué serían las mochilas si estaban yendo a entrenar?
En lo más lejos del campo pude reconocer a Sue Lee, a el Doc y la silueta quien supuse que era Noah. Estaba de espaldas a mi dirección, pero no me hizo no reconocerlo. Claire lo notó también al parecer y me dio un apretón en nuestras manos agarradas. A pesar del descontrol emocional en mi pecho, mi atención estaba en la juntada secreta de mi equipo.
Claire tironeó de mi brazo en un instante, haciéndome a un costado apenas Luna apareció detrás nuestro, mirando a nuestro alrededor y cargando de costado lo que parecía ser una riñonera. ¿Ella sabía de esta juntada y no me había dicho nada? ¿Ni a Claire o a mí? Si Aiko sabía, tampoco habría podido comunicármelo.
Otro tirón más de Claire y tuve que morderme la lengua antes de preguntarle qué estaba haciendo. No hizo falta que respondiera al encontrarlo a Thomas a lo lejos, parado junto a Jacob y Luna yendo hacia ellos. Nosotras prácticamente pegadas a sus talones.
Dos pasos atrás de ellos, logramos escuchar con claridad a Luna:
—Taylin y Claire no están en sus camas —dijo—. ¿Las vieron salir? ¿Se enteraron de esto?
Jacob frunció el ceño y Thomas empezó a buscar entre toda la ronda de gente que se estaba formando en el campo. La presión en el pecho no fue por la situación con Noah ni por no haber dormido; ellos no me habían dicho nada sabiendo que ya había sido rebajada del equipo una vez más. ¿Porqué?
Claire a mi lado no me soltó la mano a pesar que sabía que en cualquier momento íbamos a volvernos visibles. Thomas, cuando no nos encontró en el montón (a su sorpresa estando a un metro suyo) se giró a Luna.
—¿Les dijiste algo?
—Podría haberlo hecho, ¿no? —se me escapó en la amargura, los tres frente a nosotras pegando un salto del susto y girándose en nuestra dirección. En un parpadeo me encontraba frente a ellos, soltándole la mano a Claire para masajearme el leve pinchazo en la cabeza—. Hubiera sido honesto de su parte.
No hizo falta que dijera más, las facciones de los demás confirmándome que ninguno me lo había querido o podido contar. Thomas frunció la boca, dando un paso en mi dirección.
—Tay, no es así...
—Parece que sí, por lo que decían —lo interrumpí, mis ojos cayendo en su costado y reconociendo su mochila. La misma que había cargado el día que habíamos llegado al campamento. ¿Para qué...?
Luna se cruzó de brazos.
—No podíamos decírtelo, Taylin —soltó, un bufido pesado siguiéndole—. Órdenes de Sue Lee.
Rodé los ojos. ¿Acaso me sorprendía? No. Con la pregunta en la boca, sobre qué estaba pasando, apenas encontré más mochilas en los hombros de muchas personas, otras cargando ciertos objetos extraños para la supervivencia, fueron la sobrecarga de anillos en las manos de Jacob que me hizo abrir los ojos. Siempre su anomalía cerca y el instrumento que le sirviera.
Di un paso hacia atrás, mirándolos a todos al darme cuenta de qué estaba pasando.
—¿La emboscada...? —no podía no haber sido más tonta. Era obvio, se estaban preparando para dirigirse al campamento militar—. ¿Ahora? Ni pudieron planearlo bien, ¿Qué se les está pasando por la cabeza?
Jacob chasqueó la lengua y me señaló.
—Por eso mismo no querían decírtelo, sabían que reaccionarías así-
—¿Lógicamente? ¿Siendo racional? —le hablé por encima, él cerrando la boca apenas entendió mi punto. Claire a mi lado se estaba agarrando el tabique de la nariz, sin poder creer lo que estaba pasando y estando de mi lado—. Ya era idiota la idea de una emboscada, y esto ahora es...
—Tay —Thomas se acercó a agarrarme el brazo y moverme a un costado para hablar a solas.
—Suicida —saqué mi brazo de su agarre, al paso de pensar la decisión y cómo había sido ocultada de ella poniéndome más enojada—. Están yendo a la boca del león como si fuese fácil domarlo, sin haber tomado un tiempo para armar un plan coherente...
—Pensé que estabas de acuerdo con atacar al enemigo —murmuró Thomas, lo cual, a su mala suerte, no ayudó.
—¡No así, Tom! —estallé, mordiéndome el interior de la mejilla para no saltarle el cuello y agitarlo hasta que razonara—. ¡La idea es defenderse, no atacarlos en donde ellos tienen la delantera! ¡Ellos armados hasta los dientes! ¡Y ustedes...!
Fueron las imágenes que vinieron a mi mente lo que me hicieron agarrarme la frente y masajearle. Thomas, Luna, Jacob heridos o peor. Hasta el rostro y cuerpo de Noah se cruzó entre todos y se me hizo un nudo en el estómago. El viejo pero fresco recuerdo de la blusa de mi amiga tornándose roja y transformándose en la de ellos me hizo tomar una gran bocanada de aire. Ya había perdido mucha gente, mi corazón no soportaría más.
Las facciones de Thomas se relajaron apenas me vio tratando de recuperar la postura. Sin pensarlo, sin necesidad de que explicara mi punto y mi preocupación, tiró de mi para abrazarme y apretarme entre sus brazos. El nudo del estomago pareció mudarse a mi garganta y no pude hacer más que abrazarlo de vuelta.
—No quiero que los atrapen...—murmuré contra su remera, la voz tan pequeña e insegura. Fue ese momento en el cual me había arrepentido de mis palabras con Sue, de haberla inspirado a una idea tan estúpida. Había puesto a mis amigos en la línea de fuego—. No puedo perder más gente, Tom.
Me besó la parte superior de la cabeza todavía sin soltarme.
—No nos va a pasar nada, Tay, vamos a estar bien —respondió, seguro de sus palabras, pero eso no calmó mi miedo. Me agarró de los hombros al separarse e se inclinó para mirarme fijo a los ojos—. Somos muchísimos, tenemos buenas anomalías y estuvimos entrenando por meses. Vamos a estar bien y volveremos antes de lo que te des cuenta.
Me mordí el labio inferior, no teniendo otra más que confiar en sus palabras, y en un bufido le pellizqué un abdominal.
—Más te vale, imbécil —le reproché, el nudo atándose más y peleando con la catarata de emociones en el pecho—. Que no voy a poder estar para salvarte otra vez.
Al mismo tiempo que me daba una sonrisa de costado, el equipo entero había terminado de reunirse junto con Sue Lee y los otros dos. Thomas, Luna y Jacob tuvieron que acercarse, y yo les seguí el paso. No había porqué no estar presente donde tendría que haber estado informada desde un principio. Claire se escondió entre ellos, pero yo ni lo intenté.
Claramente, Sue fue la primera en verme y al instante miró a los otros dos que le siguieron la mirada. Evité la reacción del gemelo y apenas el Doc me señaló que me acercara, me sonrió una vez que me paré a su lado.
—Me alegra que te hayas unido a la despedida, pequeña.
Le sonreí en una mueca.
—De último momento, pero llegué.
No solo mis amigos no me lo habían dicho, sino que ellos tampoco. El Doc probablemente había sido informado de lo que sucedería en el momento que se había ido cuando Noah y yo nos habíamos quedado en su tienda solos. Era el gemelo quien no tenía excusa, que en su intención de "importarle", no me había dado ni la chance de despedirme de mis amigos y ser la única racional en el grupo.
Sentí sus ojos fijos en mí, pero no hice más que ignorarlo y girarme a Sue Lee que se habría cruzado de brazos.
—¿Quién te lo dijo? —fue lo primero que me dijo y me quise reír. No podía creer que verdaderamente iba a seguir tratándome como una inservible.
—Nadie, lo supe sola —traté de no escupirle, pero me lo estaba haciendo difícil—. Digamos que el equipo no es sutil a la hora de escabullirse. Espero que lo aprendan en el camino, ¿no?
Si las miradas mataran probablemente estaría cinco metros bajo tierra, pero la verdad era que no tenía con qué discutirme. Así que solo se dio la vuelta, el Doc tirando de mí para que me pare a su lado y, a mi pesar, al lado de Noah también. Un semi círculo se formó frente a Sue, los pocos rayos del sol iluminando los rostros dormidos de mis compañeros y permitiéndome reconocer a algunos. Logan y Anna murmuraban entre sí al apenas encontrarme en el frente con los demás líderes.
¿Qué hacía ahí? Ser la única ridícula que no podría ir con ellos. El único escudo del campamento que se quedaba atrás.
—Ya todos conocen el plan, manténganse cerca y atentos, esto no es una práctica... —quise rodar los ojos ante las palabras de Sue Lee hacia el equipo, pero no pude hacer nada más que mirar mis pies. La decisión estaba tomada, por más que yo armase un escándalo no cambiaría, tuviera razón o no. Lo único que podía hacer era esperar y rogar para que todos volvieran. Inclusive la incoherente de líder que teníamos.
Pude escuchar que Sue siguió con su pequeño discurso o lo que sea que le estuviera diciendo a su equipo, pero todo pareció apagarse cuando uno de mis brazos comenzó a arder en un calor hogareño. La respiración se me quedó en la garganta, la mano de Noah tan cerca de la mía que en un pequeño roce me envió una corriente eléctrica por todo el cuerpo. Un calor que me abrazó el corazón y que no pude hacer otra cosa que respirar hondo para tratar de calmar la revolución en mi pecho. Lo peor que pude haber hecho es mirarlo de costado, sus ojos almendrados habiendo hecho lo mismo y teniendo que bajar mi vista al piso una vez más.
Mis ojos se cerraron cuando el calor no pareció bajar y el nudo que tenía en mi garganta desde que había hablado con Thomas pareció intensificarse. No iba a poder hacer nada para detenerlos ni a ellos, ni a Noah. La impotencia en mi pecho no hizo más que agrandarse.
Apenas Sue se giró hacia lo que sería la entrada al bosque en dirección a donde buscarían el campamento, mis amigos se hicieron a un lado del montón para acercarse y no lo pensé dos veces antes de rodearles el cuello a Luna y Jacob y llevarlos contra mí.
—No sean imbéciles y cuídense, por favor —les pedí, los dos asintiendo y desapareciendo entre el montón. Al girarme hacia Thomas, quien se acercaba con Claire a su lado, nos abrazo a las dos de costado. Lo aferré contra mí como también lo hice con Claire—. Más te vale volver completo, Tom.
—Sin ningún rasguño —agregó Claire, lo cual hizo que Thomas se riera.
—En una pieza, lo prometo.
Nos sonrió de costado, y con el nudo enorme en la garganta, lo vi alejarse junto al resto que comenzaron a desparecer entre los troncos de los árboles y sus ramas. El Doc, en un costado, palmeó el hombro de Noah que sería el último en seguirlos, y apenas los brazos de Claire rodearon uno de los míos, el dolor en el corazón me hizo jadear.
Antes de girarse del todo, Noah me dio una mirada de costado, mi pecho contrayéndose más por ese silencio no tan callado de emociones que me hizo morderme el labio inferior. Y así, sin más, continuó sus pasos con el resto hasta que solo el Doc, Claire y yo quedamos en el campamento.
Con las palabras en la boca y sin soltar mi labio que con tanta fuerza retuve, fue el sabor metálico de la sangre lo que me hizo reaccionar. Ante las preguntas de la madrugada, siempre había tenido respuesta, pero ya era tarde para dar una.
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