Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

[24]

Me caí fuera del arbusto apenas las pisadas se escucharon a lo lejos, mis rodillas latiéndome del dolor al levantarme, pero haciendo caso omiso. Thomas y Claire salieron prácticamente como yo, sus ojos abiertos a más no poder, sin creer lo que estaba pasando. Los militares estaban yendo por nosotros, y sin duda, estaban por encontrarnos.

Claire se tapó el rostro con sus manos.

—No tendría que haber venido, no —murmuró, tirando de unos mechones de su pelo al pasar sus manos por él—. Nos escucharon por mí culpa...

—Me parece que no es momento de pensar eso —respondió Thomas, meneando la cabeza—. Tenemos que ir a advertirlos, a Sue Lee, a mi hermano, a todos...

Todavía con el estómago retorcido, asentí— Vamos.

Me tropecé en muchas raíces a mis pies al correr, mis manos habiéndose raspado en la tierra al impulsarme para ir más rápido. Las pisadas de mis amigos detrás de mí me hacían avanzar todavía más, segura de que no se habían quedado atrás y que estaban esquivando los árboles conmigo.

Sentía el corazón en la garganta, atorado con el aire que pesaba por entrar en mis pulmones, fuese o no por estar corriendo lo más rápido posible, o porque a pocos metros estaban los milicos yendo también a donde podríamos o no encontrarnos. Mientras que ellos tomaban el camino seguro, nosotros corríamos entre los árboles y ramas que nos rasgaban la piel al pasar.

Thomas tiraba de la muñeca de Claire, quien no estaba acostumbrada a correr tan rápido y tanto tiempo, obligándola a que nos siga el paso. Yo hice lo mismo con su otro brazo, y de ser que fuera una muñeca, probablemente le habríamos arrancado los brazos.

—Vamos, Claire —le rogué, tan agitada que pareció más un jadeo que una oración—. Tenemos que llegar primero...

Antes que los militares, antes que vaya a saber que podría pasar una vez que esa docena de personas armadas llegaran al campamento. Éramos muchísimos más que ellos, podríamos vencerlos, pero también podríamos perder de más. No estábamos listos para atacarlos, habíamos perdido parte de nuestro grupo de entrenamiento, no había muchos que sabían defenderse.

Apreté la mandíbula al correr, en ese tipo de situaciones era cuando no comprendía la división dentro del campamento y el privilegio que era entrar al grupo de entrenamiento.

Distraída, Thomas llegó a agarrarme por la espalda, la otra mano habiendo agarrado a Claire y nos puso detrás de un árbol en un instante. Apenas quise preguntar qué pasaba, fue verlo a Thomas congelarse frente a nosotras, mirando hacia la derecha y en pocos pasos, los cuales seguí con la mirada, pude ver como congelaba las piernas de un militar que se había separado del resto, y agarrando el arma que el tipo cargaba de la culata, un golpe en la sien y el tipo quedó inconsciente. En un ángulo raro, piernas congeladas y medio cuerpo inclinado.

No pude siquiera hacer un sonido de sorpresa antes de que sus manos frías volvieran a tirar de Claire y de mí, una vez más continuando con la corrida.

¡Están cerca! —murmuró Thomas, sus brazos volviendo a la normalidad—. ¿Qué vamos a hacer?

Sin planes y sin querer perdernos, seguimos apurándonos entre los troncos hasta poder reconocer las tiendas del campamento a lo lejos. Sabiendo que estábamos cerca del lado Norte, el reflejo del lago viéndose entre los árboles, me giré hacia Claire apenas entendí que podríamos hacer para apurarnos.

Prácticamente chocó contra mi pecho, sus ojos llorosos y buscando aire a bocanadas. La agarré de los antebrazos, mirando rápidamente a nuestro alrededor por la sensación de alerta en mi pecho.

—Ve con tus compañeras, diles de esto y que escondan las tiendas. Si pueden meter personas debajo, háganlo.

—Taylin-

—No es momento para que dudemos, ¿sí? —la interrumpí, mi agarre más fuerte en ella—. Tom y yo tenemos que ir a avisarle a Sue Lee y a Noah, estarán entrenando al resto...

—Espera-

Tiré de ella con cuidado hasta dejarla en dirección al lado Norte y la señalé.

¡Ahora!

No pudo decir nada más antes de que Tom y yo corriéramos hacia el lado Oeste, ella no teniendo otra opción que escucharme y hacer lo que le había pedido. Peleando por no caerme al paso que aprovechábamos para correr más rápido todavía, con los brazos tuve que empezar a empujar las ramas una vez que comenzamos a acercarnos al campo de entrenamiento.

Estaban en una ronda en el centro para cuando aparecimos, la cabeza de Sue Lee en el centro y fuera de la ronda estaba Noah, quien miraba en dirección a las tiendas, probablemente preguntándose donde estaba su gemelo. Llegó a escuchar nuestros pasos, sus ojos cayendo en nosotros y acercándose al instante.

—¿Se puede saber dónde estaban? —fue lo primero que soltó, claramente irritado—. ¿Por qué vienen-?

Probablemente me arrepentiría después, pero me tiré sobre él para taparle la boca e interrumpirlo.

—Militares —jadeé, dando un paso hacia atrás al mismo tiempo que Thomas se empujaba por la ronda para informar lo mismo—. Están en camino hacia acá.

Su ceño se frunció— ¿Qué?

—Que muevas las piernas a menos que quieras que te cacen.

El grupo a nuestro lado comenzó a dispersarse, Sue Lee siendo la primera en prácticamente volar del campo hasta empezar a adentrarse en el campamento. No tardé en seguirla, los gemelos pegados a mis talones y el resto del equipo también. El descontrol que se duplicó entre los integrantes fue inevitable.

Las tiendas se deshacían al paso que los agricultores pasaban cerca, personas metiéndose debajo de estas para poder esconderse. Divisé a Logan entre el montón, pero a diferencia de estar escondiéndose debajo de una tienda, con ayuda de Anna fueron subiendo algunos integrantes en árboles para que estos pudieran esconderse entre las ramas que crecían y crecían.

Al reconocer a Claire desarmando una de las tiendas, no dudé en acercarme y ayudar a una mujer y su hijo que entraban en el hueco que habían debajo de las raíces. Mi anomalía no iba a servir para aportar ayuda como la de Claire, prácticamente nadie del equipo podría tener una de ayuda. Todos solo sabíamos defendernos, no brindar aporte. Pero nos habían agarrado por sorpresa y no podíamos perder a nadie.

Pasando de tienda a tienda, de hueco en hueco, los integrantes se fueron escondiendo lo mejor posible. Entre arbustos, entre las ramas de los árboles, bajo lo que alguna vez había sido una tienda; en cuestión de minutos gran parte de los integrantes habían desaparecido en su escondite. Hasta Claire se había subido en uno de los árboles, ayudando a esconder más a la gente arriba de ella y las que la siguieron.

Encontré a Luna, Aiko y Jacob ayudando a los más jóvenes, todos escondiéndose debajo de la tienda de enfermería que fue la última en caer de todas. Era la más grande y en la que más gente pudo esconderse. Apenas metieron al último integrante, Noah los obligó a meterse también, agachados junto al resto y otro agricultor los tapó con una capa de ramas enlazándose y pasto hasta prácticamente no verse.

Sue Lee, parada en el descampado lugar, comenzó a chistear a los pocos que quedábamos abajo. El silencio que cayó en el tenso momento no hizo más que facilitarnos el escuchar las pisadas cerca. Ella se escondió en unos arbustos, lo más cerca posible para poder estar al tanto de que estaba pasando.

Noah había hecho subir a Thomas para cuando yo me acerqué a esconderme con ellos, siendo de las últimas en ocultarme. Lista para apoyar mi pie en las manos entrelazadas de Noah para impulsarme, fue una vocecita a lo lejos lo que me hizo voltearme con cuidado. El gemelo a mi lado pareció escucharlo también, los dos mirando en la dirección que la pequeña niña venía desde el lago y los dos nos volvimos a girar para la dirección contraria al escuchar las pisadas a menos de veinte metros.

Antes que siquiera pudiera pensar, Noah ya estaba tratando de empujarme para las ramas.

—Ni se te ocurra-

No lo dudé, o no lo pensé en sí, pero fue ver el color rubio en la cabeza de la niña y lo pequeña que era, y me di cuenta del parecido a mi hermana. Aparté a Noah a un lado, apurándome para correr hacia ella, una mano a mis espaldas tratando de detenerme, pero escapándome de ella en un tirón y llegando a agarrar a la niña en mis brazos. El calor repentino en mi espalda me sorprendió, una mano en mi cadera que agarré por la sorpresa y esperando que Noah atacara a los militares que estaban viniendo a nosotros, o que ellos atacaran; me sorprendí al verlos obviarnos, no reconocernos a unos metros de ellos.

Mis ojos cayeron en la niña y parpadeé unas cuantas veces. No estaba. Ni ella, ni Noah ni yo. Reconocí el cosquilleo en mi cuerpo al pensarlo, una pequeña sonrisa en mis mejillas agradecida de tener la anomalía extraña que cargaba. Al parecer si podía aportar algo en el desastre.

Instintivamente, empujé mi espalda contra el pecho de Noah para que retrocediera, su brazo alrededor de mí tensándose, pero haciéndome caso. De la manera más silenciosa posible, nuestras pisadas siguieron el trayecto hasta que el tronco detrás de Noah nos detuvo, la niña en mis brazos agitada al ver a los militares frente a nosotros. Armas arribas, buscando en sus alrededores por la mínima pista de que estábamos ahí. No sabía decir si mi corazón estaba como una metralleta por la situación o la respiración cálida contra mi nuca.

Decidí ir por el arma que se había girado hacia nosotros, ojos filosos todavía buscando y fue inevitable apretarme más contra el cuerpo a mis espaldas, alejándome del militar y poniendo más distancia entre la niña y el arma.

—Despejado, comandante —soltó un militar de la docena, sin dudar en mantenerse alerta—. No hay ningún anómalo por esta zona-

—Lo hubo.

Quien parecía ser el comandante y quien reconocí como quien había hablado con el Coronel, se había agachado donde estaría la fogata central y pasó sus dedos por la tierra. Hasta de lejos pude ver el hollín manchando su mano. Tragué en seco al verlo levantarse, el polvo negro confirmándole que estábamos cerca.

—No hace mucho —agregó, sus ojos viajando por el piso como si buscara huellas o algo—. Puedo sentir el calor de la ceniza...revisen todo.

Noah fue quien esta vez nos apretó todavía más contra él, uno de sus brazos habiéndose movido y agarrado a la niña como yo. Fue instinto llevar una de mis manos a mi boca cuando uno de los militares caminaba lentamente frente a nosotros, el mínimo ruido de nuestra respiración podría delatarnos. Hasta tanteé en la nada misma prácticamente, buscando la boca invisible de la pequeña y con cuidado la tapé.

Los demás militares se habían repartido por la zona, mirando a todos los lados posibles en busca de hasta un pelo de un anómalo. Mientras más cerca nos pasaban, más me aferraba a mi mente y a la anomalía que nos estaba manteniendo a salvo. Un mínimo error, y Noah, la niña y yo estábamos en manos de los militares. Se me apretó el corazón al pensar eso.

El quiebre de una rama me hizo mirar con cuidado hacia abajo, el cuerpito en mis brazos tensándose en un pequeño chillido e hizo que los militares volvieran a donde lo habían escuchado. Mínimo seis armas apuntadas a nosotros, el calor en mi espalda comenzó a ser intolerable, la temperatura de Noah elevándose al ponerse en defensa. Lo más lento posible, sin hacer un sonido, tanteé mi mano hasta donde la suya me seguía agarrando de la cadera para tenerme y le di un apretón. Mis dedos metiéndose entre los suyos, tratando de que se relajara antes de quemarme la espalda.

No solo el calor en mi espalda bajó y sus dedos apretaron los míos, sino que apenas uno había caminando en nuestra dirección, el caño del arma rozando mi pecho, unas pisadas lejanas los distrajeron. A lo lejos, tarareando una canción sin darse cuenta, un chico del campamento volvía del lago. Tuve que morderme el interior de la mejilla al verlo reconocer a los militares, el campamento vacío, y en un bobo intento por correr, fue cuestión de segundos antes que su cuerpo cayera de bruces en la tierra.

El militar que había usado el arma la volvió a guardar en su cinturón al paso que otros dos levantaban el cuerpo inconsciente del chico. La niña en mis brazos se giró y la sentí hundir el rostro en mi costado, totalmente asustada, y no iba a mentir y decir que no tenía ganas de hacer lo mismo. Me temblaban las rodillas y tenía un nudo enorme en la garganta. La culpa en mi pecho no hizo más que empeorar el nudo.

El mismo de la radio volvió a levantarla para hablar.

—Tenemos a uno, coronel —anunció, las comisuras de su boca claramente en alto a pesar de solo poder verlo de perfil—. Debe haberse quedado atrás cuando los demás huyeron, no deben estar lejos...cambio.

Del otro lado, sin sorprenderme, no tardaron en responder.

—Tráiganlo —le respondió el Coronel con un tono de voz insatisfecho—. Espero y encuentren más en el camino. ¿Alguna pérdida?

El militar miró a sus compañeros, por alguna razón desinteresado, hasta que sus cejas se fruncieron y pareció buscar con más ímpetu. Los compañeros parecieron entender, siendo que estaban haciendo lo mismo, hasta que de la radio se volvió a escuchar la voz:

—¿Alguna pérdida?

El militar no respondió, pero se acercó a otro sin soltar la radio ni dirigiéndose a ella.

—¿Dónde está Queen?

—No lo sé, señor.

—¡Debería estar aquí! —rugió, el color de su rostro volviéndose de un rojo vivo, tanto así que parecía que se estaba ahogando—. ¡¿Dónde está?!

En su bronca, terminó empujando a su compañero con su hombro, quien pareció ofendido por su golpe, pero no hizo nada más que mantener su posición firme. Logre oír cómo el tipo había continuado hablando en la radio, pero se había alejado y solo escuchaban bajos barullos irreconocibles.

Queriendo concentrarme en ellos, el pinchazo en mi cabeza me hizo jadear. No, no. No puede agarrarme ahora. Apreté mi mandíbula hasta que mis dientes crujieron levemente por la tensión, también respirando hondo para calmar el dolor punzante.

—¿Taylin? —murmuró Noah, muy por lo bajo y cerca de mi oído—. ¿Qué...?

—Son los pinchazos —respondí de vuelta, un susurro tan bajo que no esperé que escuchara del todo. No podíamos hablar, podrían oírnos—. No estoy acostumbrada a desaparecer y menos a más personas...me están partiendo la cabeza a la mitad.

La mano que seguía en mi cadera y la que seguía entrelazada con la mía pareció apretar más su agarre, en un pequeño intento de distraerme. Lo sentí removerse en mi espalda, tratando de empujarme contra el tronco junto a la niña y, sin soltarnos a ninguna, ponerse él delante de nosotras. No solo no quería soltarlo, tampoco podía; apenas mi piel dejara de hacer contacto con la suya, él podría ser visible para el resto y no podría.

—¿Qué estas haciendo? —se me escapó de la boca tan rápido que pareció más un quejido que una oración. Noah estaba más cerca de lo que había pensado, su voz sonando delante de mis ojos y su respiración chocando mis mejillas.

—Puedo contra ellos, en el caso que suceda —respondió, mi corazón acelerándose y apretándose ante esa idea—. Pero trata de ignorar el dolor, no es más que una irrealidad.

Fue en vano tratar de buscarle la mirada, solo un reflejo extraño parecía estar frente a mí si me enfocaba en encontrarlo, pero me confirmaba no solo su calor que estaba ahí y lo cerca que estaba. Con el corazón a mil, ya sin ser solo una razón por la cual galopaba como loco, fue inconsciente el ladeo de mi cabeza y el choque de mi frente con lo que pensé que era su pecho. Centrándome en eso, en el calor que daba, en el constante ritmo en mi pecho y la sensación de tenerlo tan cerca, y mi cabeza pareció hundirse en una suavidad donde el pinchazo no podía lastimarme.

Sonreí levemente, no iba a dejar que nos encontraran.

Unos pasos cerca nuestros me hicieron mirar hacia la misma dirección, donde todos los militares parecieron reunirse y observar algo que sus espaldas me tapaban. Apenas pude ver un trazo de escarcha en las botas del milico que llegaba, comprendí que quien Thomas había noqueado se había despertado de su siesta. Dos de sus compañeros lo estaba trayendo a rastras, sus brazos abrazando los cuellos de estos y tratando de moverse al mismo tiempo.

El líder se acercó a él, respondiendo en la radio que lo habían encontrado.

—¿Se puede saber qué pasó?

El atacado soltó un bufido, en su rostro pude ver el golpe marcado de la culata de su arma.

—Me atacaron por la espalda —gruñó, la voz avergonzada habiéndome hecho sentir orgullosa por el otro gemelo Parker—. Un anómalo de hielo. No pude verlo bien, pero estaban en la dirección por donde habíamos venido...

La respiración de Noah se entrecortó al reconocer quien lo había atacado.

—¡Están huyendo! —escupió uno, aferrando el arma en sus manos y queriendo dirigirse hacia donde antes habían estado—. ¡Deben haber sido los que escuchamos! ¡Llegaron a salvarles el culo a todos!

El líder apretó la radio en su mano, sus pasos fuertes volviendo por donde habían venido, y sintiendo el aire en mi pecho volver de a poco al verlos alejarse, la niña en mis brazos (casi en mi espalda) pareció soltar un largo suspiro entrecortado. Debía de haber estado guardándose el llanto.

—¡Vuelvan hacia la Zona Sur! —escuché al líder gritar por última vez, seguros que estaban yendo hacia donde los anómalos estaban—. ¡No deben haber ido lejos!

El silencio que se formó en lo que sería nuestro campamento fue tenso; esperando a poder salir de nuestro escondite, a asegurarnos que los militares no estaban cerca y causar más peligro. Todos se quedaron quietos en su lugar, esperando, hasta que la cabeza de Sue Lee apareció en el medio, sus ojos quietos en el piso y su cabeza ladeándose poco a poco.

Fruncí el ceño, ¿los podía escuchar de lejos? ¿Esa era su anomalía? ¿Super-oídos?

Apenas soltó un suspiro, miró en todas las direcciones.

—Pueden salir.

Poco a poco, los integrantes pudieron salir de sus escondites, muchos con la mano en el pecho o tan tensos que sus hombros se juntaban contra sus mandíbulas. En un bufido, pude volver a ver a la niña en mis brazos que corrió hacia un chico que se había arrodillado para recibirla. Supuse por la tonalidad de sus pelos que eran hermanos y después de una sonrisa agradecida de su parte, el llanto descontrolado de una mujer me hizo tensarse.

Lloraba tanto que solo pude reconocer pocas palabras:

Mi niño...mi pobre chico...

Sue Lee la estaba tratando de calmar entre muchos, llena de abrazos y mecidas en la espalda, cómo si eso pudiera devolverle a su hijo. Mi pecho ardió en miedo, furia y desilusión. Una pobre mamá había visto como se llevaban a su chico, como lo herían con un arma que vaya a saber qué hacía en nosotros. La injusticia me apretó todo el cuerpo.

Me dejé caer contra el tronco, sin dejar de mirar a la mujer y cómo su corazón agonizaba por su pérdida. El repentino calor en mi mano me hizo acordarme que todavía seguía entrelazada con otra, pero sin intención ni prioridad de sacarla, la dejé donde estaba.

—No tendríamos que escondernos así, temer así... —escapó de mi boca, los ojos de Noah fijos en mí. El sabor amargo del odio en mi boca me hizo sentir hasta una arcada y con fuerza la tragué para bajarla—...tendríamos que pelear. Defendernos.

No dijo nada, nadie pudo escucharme y aportar ideas. Todos fijos en la pérdida del campamento, las facciones serias y asustadas, o enojadas y cansadas; no había alguien que no tuviera algunas de ellas. Pero fue el calor en mi mano, agobiante, pero sin intención de quemarme, lo que me confirmó lo que ya sabía.

No era la única que pensaba lo mismo.



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro