[20]
Todo se fue acomodando al paso de los días, al paso de que aprendía bien como era el manejo de las guardias, como manejar mis horas de entrenamiento con el grupo y aparte con Noah. Entre el cansancio, el orgullo por poder lograrlo, el vivir llegando tarde a todos lados por la sobrecarga en mi rutina diaria; de igual forma no me arrepentí de nada. Sue Lee parecía bastante delicada conmigo, pero sabía que ya no podía hacer nada para que me retractara.
No muchos en el equipo estaban de mi lado y lo dejaban en claro. Sacando a Anna y Logan, que ya desde un principio habían dejado en claro su desagrado, otros que parecían apoyarlos a ellos decidieron darme la contra a mí. Con empujones en los entrenamientos, ciertos comentarios por lo bajo o miradas de irritación. Todos parecían querer poner su pie frente a mí para que me tropezara y explotara, pero si había tenido la paciencia para volver a llegar donde estaba, ninguno de esos ridículos iba a lograr sacarme tan fácil.
Thomas no pareció llevarlo tan bien como yo, Luna y Jacob tampoco, pero a él parecía que lograban meterse debajo de su piel a pesar de que se tratara de mí. Uno de los comentarios que él había escuchado, y que no me había querido repetir después, logró que se diera vuelta e hiciera que esa persona volara unos cuantos metros, el frío habiéndole entrado hasta los huesos. Se cobró dos guardias completas seguidas por eso. Si había pensado que Noah no tenía la paciencia, me quedó en claro que Thomas con ciertas cosas tampoco.
Mientras que el gemelo menor se metía en problemas, el mayor no había hecho nada para detenerlo. Sue Lee era quien lo regañaba la gran parte de las veces, Thomas no pudiendo decir la razón por la cual lo hacía. No hizo falta que lo mencionara, sabía que lo que él hacía estaba mal, pero no dejaba de hacerlo. Agregando a eso la vez que Luna quiso arrancarle la piel a su prima una vez que ella me empujó al piso, la tensión entre el equipo pareció formarse más y más.
El único lugar donde sabía que ningún comentario iba a llegarme, que no iba a tener que estar pendiente de los empujones o las miradas, era cuando lograba meterme en mi tienda y estar relajada. Claire vivía acompañándome en esos momentos, haciendo comentarios tontos o contándome anécdotas de su trabajo de agricultura. A diferencia del resto, ella no tenía ni la intención de mencionar o tomar a pecho lo que ella escuchaba de mí.
Decidía peinar mi pelo, que había crecido tanto desde que había llegado, hasta poder trenzarlo. A veces le dejaba que le pusiera flores que ella tenía colgando por ahí, le daban cierto toque que me gustaba. Y, que en cierto lado, me hacían acordar a la rubia que estaba en una de mis fotos con su novio.
Ese día no había sido la excepción, sentadas en mi cama, ella peinándome como siempre.
—Podría cortarte un poco las puntas en estos días —había dicho, sus dedos empujando los pétalos en su lugar—. Lo tienes muy largo pero un poco dañado, mi mamá me enseño un truco para poder cortarlo bien.
Asintiendo levemente, el tono de su voz dulce llamándome la atención. Había sido demasiado dulce, como melancólico, y sus palabras habiendo llamado mi atención. Me giré con cuidado hacia ella.
—Nunca habías nombrado a antes a tu mamá —noté, sonriéndole un poco. Ella se removió en su lugar, cruzada de piernas en mi cama y se encogió de hombros—. De hecho, nunca mencionaste a tu familia hasta recién.
Habían pasado dos o tres meses desde que había llegado al campamento con Thomas, y en todo ese tiempo que yo me había vuelto su amiga, no había mencionado a ningún familiar. Ni hermanos, ni padres ni nada. El tono pálido que tomó, en contraste a su rubor siempre que estábamos con Thomas, me hizo preguntarme que había pasado con ellos.
La vi jugar con sus dedos al tratar de responderme.
—Soy hija única, no tengo mucha familia tampoco —decidió por decir, tomando las flores que no había usado y llevándolas a su lado de la tienda—. Trato de no pensar en ellos, en realidad, por eso no los nombro.
—Pero, ¿están bien?
Sus ojos se cerraron por unos segundos.
—Eso espero.
Presionar el tema no parecía ser el indicado, toda su vibra energética habiéndose ido en el momento que el tema había surgido. Simplemente le sonreí de la forma más dulce, tomando la trenza entre mis dedos y mirando las puntas de mi pelo que pedían a gritos que por favor las cortara.
—Voy a tener en cuenta ese corte de pelo —me reí, sus ojos oscuros volviendo a su brillo de siempre—. Lo único que pido es no quedar pelada, lo último que me falta.
Se comenzó a reír y al mismo tiempo comentar sobre qué podría hacerme si tenía el pelo más corto. Fue inconsciente mirar hacia las fotos enlazadas al lado de mi cama, una sonrisa nostálgica en mis mejillas pero sin el dolor que había pesado en mis hombros el día que había llegado. Jamie y Claire se habían conocido solo como compañeras, estaba segura que habrían sido buenas amigas de haberse dado la chance por más que Claire iba un año debajo de nosotras.
Para cuando salimos de la tienda, directo al comedor para ir a cenar, Claire saludó a todo integrante que pasara cerca con una sonrisa. Mientras tanto, yo decidí evitar cualquier contacto visual. No quería ni comentarios ni miradas ni nada. Solo le sonreí al cocinero, que dulcemente agregó un poco más de comida en mi plato y me giré en busca de Thomas, Jacob o Luna.
Apenas reconocí al gemelo en una ronda, Claire a mi lado soltó un suspiro. La miré de reojo, sus mejillas coloradas como siempre y no pude evitar la sonrisa sarcástica.
—Un poco más y seguro te pueden usar como tomate en una salsa —se me escapó el comentario, ella dándome una mirada rápida de costado y volviéndose más colorada. La codee suavemente—. Tranquila, no voy a decir nada, no lo hice en todo este tiempo.
— ¿Siempre lo supiste? —su voz sonó tan baja, tan tímida, lo que me hizo girarme a ella y sonreírle más ampliamente. Me daba ternura y era obvio que no iba a delatarla con Thomas, a pesar que él era mi amigo más cercano.
—Desde el primer día, y puede o no ser que te noté una vez en la escuela mirándolo —le guiñé un ojo y ella parecía querer que la tierra la tragara. O unas ramas, en su caso—. Podrías acercarte más a él, no va a morder.
Ladeó levemente su cabeza, sus mejillas recuperando su color normal.
—No iba a quejarme de eso, la verdad.
Ahogué la risa que se me atascó en la garganta, ella apurando su paso para dirigirse a la ronda y no tuve otra más que seguirla. Si ya la conocía lo suficiente como una dulce y tímida chica, lo que restaba en conocer parecería ser una sorpresa.
Thomas nos sonrió a las dos apenas nos sumamos a la ronda, Jacob arrastrándose hacia un costado para dejarme un lugar.
— ¡Pensé que estabas de guardia! —fue lo primero que me dijo Thomas, su plato vacío frente a él. Claire, sorprendentemente a su lado, escondió su rostro entre su pelo voluminoso—. Después Noah me dijo que te tocaba a la noche.
—Sip, me toca hoy. De seguro otro día me toque temprano y no cuando quiero dormir —respondí después de comer unos bocados de mi plato. A nuestro favor, ya no teníamos porqué pinchar la comida con un escarbadientes o lo que fuera parecido. Jacob había podido reciclar ciertos pedazos de metal que el Doc había descartado de su laboratorio y armó unos juegos de cubiertos básicos—. Si no me desmayo en el entrenamiento de la mañana, seguro que no llego a la cena.
Claire pareció bufar frente a mí.
—Mientras no empieces a roncar, no voy a ver el problema.
Entre risas y comentarios sobre como fue el día, no dije nada al sentir como algo me golpeaba la parte de atrás de la cabeza. Me giré lo más disimuladamente que pude, las risas de otro grupo haciéndome hervir la sangre pero no hice nada más que mirar el trozo de carne que habían sacado de alguna comida. La risa tan conocida de Logan y Anna me dejó en claro quienes habían sido, ya no solo actuando como imbéciles, sino que desagradecidos. ¿Es que no se daban cuenta donde estábamos, porqué estábamos ahí y en la pobre circunstancia que vivíamos con la comida?
Me mordí la lengua, sin intención de no decir nada, y apenas quise girarme de vuelta, me encontré con la mirada almendrada de Noah que había visto lo que había pasado. Me miró a mí y después lo que me había golpeado la cabeza, volviendo hacia mí como si esperara una reacción. Parecía estar más serio de lo normal, irritado, más viendo como malgastaban una parte de la comida. Sus cejas parecieron relajarse cuando vio que no tenía ninguna intención de defenderme.
Solo me encogí de hombros levemente, meneando la cabeza y volviendo hacia mi grupo. Fue instinto llevarme una mano al pecho cuando sentí el atropello de mi corazón constante con mis costillas. ¿Por qué latía así de rápido?
Luna chasqueó sus dedos frente a mí.
— ¿Estás bien, Tay? —Se preocupó por más que terminé asintiendo al instante—. Te quedaste callada por un largo rato.
Ignoré la metralleta en mi pecho y le sonreí.
—Solo me quedé pensando, eso es todo.
Jacob me pinchó el brazo con uno de sus dedos, una sonrisa cómplice en su rostro que me hizo ponerme un poco nerviosa. ¿Había visto lo que había pasado?
—Solo se está haciendo la desconcertada porque no quiere ir a lavar nuestros cubiertos, eh —me burló, al instante relajando mis hombros. No había visto el pedazo de carne que seguía a mis espaldas—. Te toca hoy, Taylin.
La única desventaja de haber conseguido unos cubiertos decentes, era que nos turnábamos para ir a lavarlos. Siendo que solo nosotros lo teníamos, Jacob no queriendo crear para tarados como Logan y Anna, no podíamos arriesgar a perderlos. Y habiendo olvidado que esa noche me tocaba, terminé soltando un bufido y tomando los cubiertos de todos antes de irme.
Thomas me pinchó con su tenedor antes de dármelo.
—No los pierdas.
—Ahora voy a tirar los tuyos al fondo del lado.
Me alejé de ellos al comenzar a caminar hacia el lago, las voces comenzando a desaparecer al paso que me acercaba al agua y me agachaba para comenzar a enjuagar los cubiertos. Escuché al resto de los integrantes del campo empezar a entrar a sus tiendas a descansar, cómo algunos fuegos pequeños eran apagados para no llamar tanto la atención y la gente se chisteaba entre sí para que se callaran. Yo seguía peleando con los cubiertos, secándolos con la punta de mi remera que iba a tener que enjuagar al día siguiente.
Apenas terminé de lavar todo, los cubiertos secos en mis manos, al levantarme uno de ellos se resbaló de mis manos y se deslizó hasta adentrarse al agua. Tratando de no hacer tanto ruido al dejar los demás en el pasto, no lo pensé mucho al meterme al agua hasta las rodillas y tratar de buscarlo sin hacer mucho movimiento para que no se deslizara más lejos. Mis dedos rozaron el metal, y pudiendo agarrarlo con cuidado, no me había dado cuenta de que no había escuchado el choque del agua cuando una mano me tapó la boca y otra me sacó el cubierto de la mano antes de atrapar mi cuerpo.
Las risas los delataron en el momento, mi corazón cayéndose de mi pecho y el miedo entrando en mis venas. Estaba sola y ellos aprovecharon. ¿Cómo no lo pensé?
Mi primer instinto fue gritar y comenzar a patalear, pero alguien más parecía haber agarrado mis pies y levantado en el aire. Después, apreté la mandíbula al morder con toda la fuerza que pude y atrapé la piel de quien tenía su mano en mi boca, un gruñido a mis espaldas y me liberó. Con el corazón latiéndome como loco y el grito listo, el puñetazo contra el pómulo me desequilibró, mi cabeza pareciendo haberse desconectado, y tratando de recuperar la compostura, mi vista se tornó oscura. No, no me había desmayado ni tampoco había perdido la vista. Entendí que parecía tener una bolsa en mi cabeza apenas la apretaron contra mi cuello, el material metiéndose en mi boca y cortando mi respiración.
Peleando contra los brazos que seguían tirando de mí en una dirección, mis uñas peleaban por meterse en el material de la bolsa. ¿Es que nadie escuchaba el movimiento del agua? ¿El forcejeo? ¿O las risas que soltaban por lo bajo para no delatarse?
Y fue en un instante, con mi pecho comenzando a doler por la falta de oxígeno, que sentí como me soltaban de todos lados al mismo tiempo, mi cuerpo sumergiéndose en el agua con mis manos todavía tratando de sacar la bolsa en mi cabeza que parecía estar atada. ¿Qué estaban haciendo? ¿Querían ahogarme? Mi cuerpo comenzó a retorcerse desesperado, el agua queriendo hundir mi cuerpo y la bolsa manteniéndome a flote como podía. Parecía no escuchar, ni oler ni sentir. Lo único que quería era respirar y sentía que no iba a durar más.
Sola en el agua del lago, mis dedos peleando con el nudo en mi nuca con la poca fuerza que comenzaba a quedarme, el nudo en la garganta surgió igual. Quería gritar, quería llorar; estaba por morir ahí, por una broma o porque verdaderamente me querían muerta. Y nadie iba a poder hacer nada.
Fue apenas sentí un brazo en mi cintura, tirando de mí para donde mis pies pudieron volver a apoyarse en la tierra bajo el agua, que a los segundos la bolsa fue sacada de mi cabeza y yo salí como loca en busca de aire. Comencé a toser como instinto, arrastrándome por el agua hasta alejarme lo más posible de la profundidad y terminé gateando por la orilla.
—Taylin, respira por favor...
Lo escuché tan lejano, todos mis sentidos centrados en recuperar el aire perdido y tratar de calmar el ritmo de mi corazón que parecía querer traspasar todo mi cuerpo y volar fuera. Una mano en mi espalda me hizo sobresaltar, pero venía de quien me había sacado, y apenas mi cabeza pudo comprender que ya estaba respirando y que no estaba en el agua con la bolsa en la cabeza, mi frente chocó las piedras al comenzar a llorar. Estuve por ahogarme.
Sentí las manos en mis hombros, tirándome hacia atrás para que me sentara y apenas me animé a mirar hacia la persona, no sentí vergüenza al sentir mis hombros temblar al llorar.
—Noah... —Me había salvado, de no ser por él-no quería ni pensarlo. Me agarró la cara con cuidado, sus ojos fijos en algo en mi rostro y al mismo tiempo queriendo asegurarse de que estaba respirando. Estaba todo mojado él también, su ropa pegándose a su cuerpo pero no pareció importarle.
— ¿Estás mejor? ¿Te golpearon? —fue lo primero que soltó y mi instinto sarcástico fue escupirle agua en la cara. ¿Eso era lo importante? Me había encontrado en el agua ahogándome en una bolsa, y lo primero que preguntaba era por un golpe—. Tienes el pómulo hinchado, debieron aprovecharse así para ponerte la bolsa-
—Me quisieron ahogar...—mi voz sonó ronca tanto por el llanto como por la situación. Habiendo estado inclinado sobre mí, terminó por agacharse y acercarse más. No dije nada, no pensaba hacerlo tampoco. Mi corazón y mente agradecidos con él por haberme escuchado, por haberme salvado y por estar preocupado. Mi cabeza cayó contra su hombro, mi cuerpo temblando ya sin saber por los nervios, el miedo o la adrenalina haciéndose paso por mi cuerpo. ¿Por qué no usé mi anomalía? ¿Cómo no me defendí?
Noah se había tensado a mi lado al sentir mi cabeza en su hombro, pero no hizo nada más que permitirme caer contra él, una de sus manos en mi rostro todavía y, de cierta manera, apoyándome contra su cuerpo. Escondí mis sollozos al morder mi labio inferior, mi pecho sacudiéndose y soltando todo el temor que había acumulado. Los imbéciles me habían querido ahogar, deshacerse de mí. Se habían aprovechado que estaba sola, que el susto no me había permitido usar mi anomalía ni tampoco pensarlo. Podía haber muerto.
— ¿Pudiste ver quién era? ¿O quiénes? —murmuró por lo bajo, cuidando sus palabras y dándome el tiempo necesario para responder—. De todos los tarados, sé que hay muchos, ¿pero alguno?
Había reconocido algunas risas, todas masculinas pero no había podido saber con exactitud si alguien más había estado ahí. Fue indiscutible la del rubio que tanto despreciaba, el gruñido que había soltado cuando mordí su mano confirmando quien era. Mi cuerpo comenzó a arder con furia, con vergüenza de haberme dejado pisar de vuelta así. Pero no me culpé, no era culpa de nadie más que de Logan.
—Logan... —susurré, recuperando la compostura un poco y sacando el pelo mojado de mi rostro. No tuve miedo al decir su nombre, era la verdad. Noah a mi lado volvió a tensarse, y sintiendo su temperatura elevarse rápidamente, fue impulsivo el inclinarme hacia atrás para mirarlo a los ojos—. No hagas nada.
Me miró como si estuviese loca.
—Estuvo por ahogarte-
—Y va a ver que fracasó, como en todo lo que tenga que ver conmigo —me mordí el labio inferior, tratando de dejar de llorar lo mejor posible—. Es lo que quiere. Quiere romperme, molestarme y lastimarme. No sé su propósito y no me importa, pero no voy a permitir que me vea como un objetivo fácil para sacar de su camino. Me voy a encargar de devolvérsela, de eso no te preocupes.
No me había dado cuenta de que tan agitada estaba su respiración hasta que se sentó frente a mí, los dos en silencio y yo por fin calmándome del todo. El silencio en el campamento me hizo preguntarme cómo no me habían escuchado y porqué Noah sí, cómo me había encontrado si hacía unos minutos estaba en el comedor con el resto. Pero no pronuncié ninguna, ni cuando me dejó calmarme ni cuando me ayudó a levantarme de las piedras y apoyó su mano en mi espalda baja para dirigirme de vuelta a mi tienda. Quedó en claro que no estaba en condiciones de cumplir con la guardia que me habían asignado.
Me acompañó hasta la entrada de mi tienda, mi cuerpo todavía temblando tanto por el temor y el frío de la ropa mojada pegada contra mi piel. Me dio una mirada de costado, esperando a que entrara para ir directo a la cama, pero me quedé parada a su lado mirándolo. Sin saber qué emociones había en mi pecho, qué pensamientos coherentes cruzaban mi mente entre toda esa revolución, no hice más que acercarme y rodear su cintura con mis brazos en un abrazo. No había palabras ni agradecimiento posible que pudiera abarcar lo que había hecho por mí. Una vez más, su cuerpo se tensó al sentirme contra él, pero fue lo suficientemente amable para rodearme con los suyos en un pequeño abrazo.
No sé si fue la locura del momento, la sensibilidad de mi corazón y mente, o si en sí había perdido tanto oxígeno a la cabeza que lo primero que pensé fue lo bien que se sintió estar en sus brazos. Olía al bosque, a leña y a algo dulce, a algo que me agitó el corazón y sentir un nudo en el vientre. Su ropa mojada no me molestó, por la temperatura de su cuerpo parecía estar más seco que yo, y a mi sorpresa eso me hizo sonreír levemente.
—Gracias...
La palabra se sintió tan pequeña en mi boca, pero fue volverlo a mirar al dar un paso hacia atrás, una pequeña sonrisa a pesar de sus facciones alertadas todavía, y peleé con el nudo que seguía tensándose en mi vientre. Me dio un apretón en uno de mis hombros, su dedo pulgar acariciando solo unos segundos mi clavícula y no dijo nada más antes de darse la vuelta y empezar a caminar hacia donde se dirigía.
Claire estaba despierta para cuando entré, saltando sobre mí al ver mi estado y preguntándome que había pasado. Me ayudó a cambiarme y ponerme un conjunto de ropa seca, todavía tratando de saber que pasó, pero yo me había aferrado al sentimiento en mi pecho que parecía haber adormecido todo lo que había pasado. Tonta y callada, me aferré a la calma.
El fuego en mi corazón se sintió como el calor de un hogar.
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