[18]
El agua se sintió fría en mis manos, pero fue relajante sentirla en mi rostro al mojarme y aliviar la molestia en mi piel. Después de otra sesión con Olivia, mi cuerpo pareció mejorar, y mi rostro de a poco comenzó a volver a la normalidad. El reflejo en el agua me permitió ver mi labio partido y mi pómulo oscuro, los únicos recuerdos físicos del fracaso de hacía menos de dos días. Mi orgullo pisado seguía siendo el diario recordatorio.
Claire me había tratado de animar toda la primera noche, diciéndome que había hecho todo lo que podía y era más que suficiente, que con errores iba a aprender más que con triunfos. Me hubiera gustado pensar que esas mismas palabras podría decírselas a Sue Lee, quien sin haberme permitido ni dos meses dentro del grupo, ya estaba pensando en sacarme. ¿Pensaría que el fracaso podría ayudarme a crecer? Me reí con amargura de solo pensarlo.
Peor fueron los dos días de reposo que me habían obligado a tener, donde mi cabeza parecía darme con un martillo por lo que había pasado y no podía hacer nada más que escuchar. Ni las tareas ordinarias de antes me permitieron hacer, "que estaba muy débil". Las veces que me mordí el interior de la mejilla para no explotarles en la cara fueron incontables.
Con el sol de la tarde escondido por unas nubes, arrodillada frente al lago me miré las manos. Yo no era débil. No lo había sido ni de pequeña ni ahora, y menos me sentía así con mi anomalía. La impotencia en el pecho me ardía, porque yo sabía que tenía razón, pero no podía demostrarlo. Y en mi única chance, dejé en claro que era un bicho al que podían pisar. La decepción me pesaba en el pecho.
Sentí una mano en mi hombro, por la fría temperatura ya sabiendo quien era, y le regalé una pequeña sonrisa por sobre mi hombro antes de que se sentara al lado mío.
— ¿Una sesión dura hoy? —le pregunté, al verlo un poco agitado y con el pelo todo desordenado. Thomas se encogió de hombros.
—Digamos que ni Noah no está feliz con lo que pasó hace unos días...
—Ajá, claro, si perdió su contrincante —rodé los ojos, abrazando mis rodillas al pecho—. Que dulce de su parte desquitarse con ustedes.
Más allá de que no nos dirigíamos más de dos palabras en general, ambos sabiendo que no teníamos la paciencia para el otro, tampoco se dignó a siquiera preguntarme si estaba bien. No le había preguntado a nadie si él había hecho algo cuando todo pasó, no me esperaba nada de él, pero me había molestado que no se haya ni tomado un segundo de su tiempo a mirarme siquiera. Tan orgulloso que quería darle el cachetazo que tanto soñaba.
—No creo que sea por eso... —suspiró—. Estoy seguro que es porque no está de acuerdo con la decisión de Sue.
— ¿Está en desacuerdo? —mi tono de sorprendida fue evidente en mi voz—. ¿Quiere que me quede?
—Noah detesta las injusticias, más que nada cuando se trata de un error que consideran suficiente para actuar sobre él —soltó, sus dedos jugando con el pasto a su lado—. Él no me comentó nada, pero lo escuché discutir un poco con Sue Lee.
El cachetazo no se vio tan tentador una vez más, y la sonrisa pequeña se coló en mis mejillas.
—Espero que lo escuche entonces.
—Créeme —se rio, meneando la cabeza—. Es un cabeza dura, Sue Lee va a tener que lidiar con sus palabras.
Por primera vez desde que llegué, esperé que Noah cumpliera con esa expectativa. Abrí mi boca lista para soltar el comentario, pero unos pasos apurados nos llamaron la atención, y al mismo tiempo que nos giramos para ver de quien eran, Jacob tironeó de nuestros brazos para levantarnos.
—Tienen que venir —fue lo único que dijo, arrastrándonos hasta seguirle los pasos—. Hay un aviso en la radio.
A tropezones llegamos a la tienda del comedor, donde gran parte del campamento también se encontraba y tuvimos que apretarnos entre la gente para poder llegar hacia el frente. Haber sido petisa tuvo sus ventajas al pasar tan rápido entre la gente, mis ojos cayendo sobre Noah y Sue Lee que fruncían el ceño. No enojados, preocupados.
—...las nuevas armas son aún más efectivas, los resultados más instantáneos y seguros de no causar más daño, por más que no es algo que nos preocupe hoy en día —una voz gruesa y clara se escuchó por el pequeño aparato, el silencio tenso en la tienda permitiéndome escuchar claramente. Sonaba formal y seco, algo que significaba que quien hablaba debía de tener un rango en el poder o en el ejército—. El General Gedeón y su equipo estuvieron trabajando en ciertos objetivos para comprobar su funcionalidad y con su Coronel fueron capaces de distribuirlos a todos los cargos...
Fue inconsciente mirarlo a Thomas, que se había cruzado de brazos y no dejaba de ver la radio que decía tal mensaje bárbaro. El recuerdo de esos dos guardias en la escuela, que lo perseguían y lo habían atacado aquel día que todo estalló; el arma extraña estaba en sus manos. Parecía ser, por lo que habían dicho, que había habido errores con ciertos prototipos. ¿Habrá eso ayudado a gente escapar?
En una esquina, Claire se había abrazado a sí misma y parecía más pálida de lo normal.
—...nuevos grupos son enviados por los bosques para buscar a los que están escondidos. Una pequeña secta de anómalos fue encontrada hace unos días en las afueras del pueblo y todo se encuentra bajo control... —tragué la amargura que sentí en mi garganta. ¿"Todo se encuentra bajo control"? —. Se cree que más anómalos se esconden en la naturaleza salvaje, donde creen pertenecer...
Se me tensó la mandíbula, Thomas a mi lado también poniéndose rígido.
— ¿Es que ahora nos creen salvajes? —escupí por lo bajo, los ojos de él cerrándose sin poder creerlo—. Tan ignorantes...
El hombre siguió hablando, mi enojo haciendo oído sordos a lo que decía y al mismo tiempo comenzando a enfurecerme. Nos trataban como si fuésemos unos salvajes, algo que nosotros "elegimos" ser. Verdaderamente la humanidad no tenía la cabeza para pensar que la supernova no fue una elección, ni tampoco lo fue la anomalía ni la muerte. Quería ir personalmente, una persona a la vez, y darles unos cuantos cachetazos para que reacción.
—Ya volveremos a la normalidad, oyentes, —concurrió, tan fuera de sintonía con lo que verdaderamente tendría que ser un aviso y solo queriendo causar miedo. Debía de saber que escuchábamos—...es solo cuestión de tiempo.
Con un pitido molesto, el mensaje terminó y Sue Lee apagó la radio al mismo instante. Nadie dijo nada los primeros segundos, solo se podía escuchar el ruido de las hojas de los árboles y el de los pájaros que nos rodeaban. Vi que Noah se cruzaba de brazos, sus facciones tensas al pensar, y solo fue cuando Sue Lee carraspeó la garganta que pareció prestarle atención a ella.
—Como ya escucharon las atrocidades dichas...—comenzó, un suspiro saliendo de su pecho que parecía pesarle en los hombros—. No podemos arriesgarnos. No salgan en la noche, no se alejen del campamento, no cometan estupideces. Esta gente dice llamarnos salvajes cuando no se dan cuenta que es lo que ellos son. Quieren cazarnos porque nos volvimos diferentes, porque evolucionamos. Porque los superamos.
Sus palabras se sintieron arrogantes y egocéntricas, pero no podía no hallar la razón en ellas. Mientras que ellos tenían una escasa tecnología que iba progresando y modernizándose con el tiempo, nosotros teníamos un poder en nosotros. O, en mi caso dos, a pesar del poco conocimiento y uso que tenía del segundo. Podía entender el miedo de ellos, podía hasta ponerme en su lugar y comprender cuál era el terror; pero ningún anómalo había cometido una atrocidad, y de haber sucedido, no todos éramos así. Solo queríamos nuestras vidas.
Sue Lee comenzó a avisar sobre las nuevas guardias, nombres nuevos en la lista y no me sorprendió escuchar el de Thomas, Jacob y Luna, que se acercaron para hablar sobre los horarios. No esperé escuchar el mío y no dije nada cuando terminó de enlistar a todos menos a mí. Solo me mordí la lengua, nada de lo que pudiera decir podría comprobar lo contrario, y salí de la tienda sin que nadie me viera. Después de todo, tenía una anomalía que se trataba de eso, desaparecer.
Caminando entre las personas que volvían a sus deberes, escuché los diferentes comentarios que soltaban por lo bajo. Tendríamos que rendirnos, por ahí no nos hacen nada, había dicho una pobre mujer que cargaba con un infante en sus brazos. Podemos dar vuelta el tablero, mostrarles quien manda, otro había vociferado a su amigo que lo miró atónito. No somos ellos, solo tenemos que escondernos y ver que las cosas calmen. Quise rodar los ojos al escuchar lo último; si había algo que la sociedad nunca iba a hacer, era calmarse frente a un descontrol de poder.
Una vez más sola, con Claire habiendo vuelto a su tarea de agricultura y el resto hablando sus nuevos horarios de guardia, me encontré sola en pleno campo de entrenamiento. No había vuelto ahí desde la pelea, mi mente trayendo los recuerdos al instante y solté un largo suspiro. Por un error me habían tachado de débil, por un desliz en mi primera pelea ya me consideraban insuficiente. Pensándolo en ese lado comprendí el enojo de Noah, si le hubiese pasado a otra persona yo tampoco me encontraría muy contenta con la decisión de Sue Lee.
Pero después de escuchar esa radio, entendimiento me llenó el corazón. Estaba desesperada, estaba a cargo de toda la gente en el campo, no podía desperdiciar el tiempo en nadie que no aportara defensa y así arriesgar la seguridad. Por más que lo comprendí, que sabía que no podía decir nada para cambiarlo, mi cabeza parió dispuesta a algo más.
Mis ojos cayeron en mi cuerpo, mis piernas que antes parecían ser más rellenas habiendo perdido su forma por la caída de peso que había sufrido y mis brazos se habían tonificado por las sesiones de entrenamiento. Me sentía más pequeña que antes, me sentía con menos tamaño y eso podía una de las primeras razones por las cuales parecía aparentar débil. No lo era, me repetí y con una tonta idea en la cabeza que podía acabar con la poca dignidad que me quedaba, me até mi campera a la cadera y después de atarme el pelo, comencé a correr. Comencé a entrenar por mi cuenta.
Yo no era débil y lo iba a dejar en claro sin necesidad de decirlo. Lo iba a demostrar.
Siendo que el atardecer estaba por llegar y gran parte de las tareas que todos tenían debían de estar terminadas, ni gasté mi tiempo en ver si alguien me estaba viendo. El campo de entrenamiento estaba un poco alejado del resto, el único cercano siendo la tienda del Doc que había faltado a la reunión del aviso. De seguro estaba ocupado con sus estudios. Mientras tanto, yo seguí corriendo las vueltas, mi costado empezando a molestarme pero sin permitirme parar. Iba a esforzarme el doble e iba a demostrar que Sue Lee estaba equivocada.
Respiré hondo unas cuantas veces al terminar, los moretones en mi vientre latiendo un poco pero también lo ignoré. Los abdominales se sintieron fatales, pero hice todas las sesiones solo descansando unos segundos. Mis músculos ardían por el cansancio, como siempre pasaba, y las sentadillas no fueron tan difíciles pero no pude evitar el morderme el interior de la mejilla al hacerlas. Después de unos saltos, la sangre corriendo rápido por mis venas, me puse en posición de ataque y al aire mismo empecé a lanzar puñetazos. Izquierda, derecha, izquierda, bloqueo y paso atrás. Lo imaginé a Thomas frente a mí, quien siempre practicaba conmigo, y me acordé de sus usuales movimientos.
Aparte de que yo misma me estaba empujando mentalmente para lograr y terminar todo, fue el recuerdo de lo avisado por la radio lo que me empujó a mis límites. Nos estaban cazando, como animales y algo de lo que sonaban orgullosos de hacer; ¿Cómo iba a quedarme quieta haciendo nada cuando tenía en mí algo que los superaba? La supernova me había elegido por algo, las dulces palabras de mi papá acariciándome el alma y haciéndome sentir especial. Era especial y tenía que entenderlo al fin.
El sol ya había caído para cuando yo había continuado con los golpes, mi vientre tenso y manteniéndome derecha para no perder la postura. Las piernas separadas, los talones bien apoyados en el piso y aprovechando el equilibrio para bloquear y atacar. Entrené con lo que me acordaba de las sesiones de Sue Lee y Noah, cada corrección que habían hecho fija en mi cabeza y tratando de aplicarla.
No había notado la oscuridad cayendo a mí alrededor, mis ojos fijos en un punto y mis brazos cansados estirándose en un puñetazo que hacía que mi músculo del brazo ardiera.
—Tu cuerpo tiene que seguir el puñetazo, Taylin.
Mis ojos cayeron en Noah, mis piernas tropezándose entre sí hasta hacerme caer en una sentada. Lo vi sonreír de costado, claramente divirtiéndose con mi caída y se cruzó de brazos.
— ¿Qué?
—Tu cuerpo tiene que seguir el movimiento de tu brazo, así tienes más fuerza en el golpe —corrigió, señalando mi postura. No quise hacerle caso pero fue instantáneo el ponerme derecha en el piso.
—Gracias —prácticamente peleé por no escupir, pero Noah no era una de las personas que quería ver—. Puedes irte.
Decir que se rio con amargura fue poco.
— ¿Enserio piensas que puedes entrenar sola? —Preguntó, como si fuese obvio que la respuesta era no—. ¿Después de lo que pasó?
Fue amable de su parte estirar su mano para ayudar a levantarme, pero con sus preguntas no tuve más tentación que empujarla y levantarme por mi cuenta.
—Estaría agradecida que no lo trajeras de vuelta a la mesa, aparte de que fue tu culpa meterme a pelear con alguien que maneja una agilidad increíble —solté entre dientes apretados, acomodando mi remera para que no notara lo sudada que estaba.
Una de sus cejas se alzó.
—Podría haberlo hecho para que abras los ojos y veas la realidad de las cosas.
— ¿Qué soy un fracaso? —mis uñas se enterraron en las palmas de mis manos—. ¿Querías que fracasara?
—Que lo intentaras —me corrigió—. Y lo hiciste, y fracasaste. ¿Eso es todo? ¿Ya así te denominas?
—Creo que Sue Lee se tomó ese trabajo, ¿no?
El calor en mis mejillas me confundió, ya sin saber si venía de toda la sesión que había hecho o por la furia. De igual forma miré el piso, parte mía todavía avergonzada de haber perdido tan fácilmente en mi primera pelea. Tenía que ser mejor que eso, era mejor que eso, solo quería que el resto también lo supiera.
Su suspiro me llamó la atención, y después de mirar a su alrededor, el campamento al costado brillando tenuemente por el fuego de la fogata central, después terminó acercándose más a mí. Me tomó los antebrazos y los levantó frente a él.
—Hazlo.
Fruncí el ceño.
— ¿Qué cosa?
—Haz la barrera que siempre haces, el campo —ordenó, separando sus piernas para tener equilibrio—. Quiero ver si puedo romperlo y si puedes mantenerlo y resistir.
Lo miré por unos cuantos segundos, sin saber a donde quería llegar, pero viendo que su paciencia estaba por esfumarse en el aire, respiré hondo antes de levantar mis brazos. Busqué la adrenalina en el pecho, el sentimiento de control, y con el empujón de mis hombros el haz de luz se formó frente a mí brillando en la oscuridad. Sus ojos parecieron abrirse de la sorpresa al verlo tan plenamente, pero lo escondió rápido en un pequeño asentimiento y sus manos se apoyaron contra el haz y empezó a empujar.
A diferencia de lo que había sido con Thomas, ese extraño rayo de luz que solo había podido hacer esa vez y había evaluado la fuerza de mi anomalía, con Noah estaba probando mi resistencia. El pinchazo en mi cabeza volvió al mismo tiempo que comenzaba a hacer más fuerza para mantener el cuerpo de Noah fuera del haz y se intensificó el doble cuando yo empecé a hacer fuerza para empujarlo a él. Mis manos parecían estar contra las suyas de no ser por la barrera en el medio, y con los ojos fijos en él decidida a resistir su fuerza, enterré mis talones con fuerza en la tierra.
Sus ojos almendrados parecieron brillar contra la luz de mi anomalía, y por primera vez desde que lo vi hacerlo, al ver el rojo aparecer en ellos solo lo sentí como un desafío. Sus brazos comenzaron a prenderse fuego, más fuerza contra mí que intensificó el dolor en mi cabeza, pero hice caso omiso. Las llamas le rozaron la mandíbula, el ruido del fuego claro en el aire y hasta llegué a sentir el calor a través de la barrera. Pero se sintió como una calidez suave, placentera y que no me quemó las palmas de la mano.
Sentí mis pies comenzar a deslizarse en la tierra, sus brazos empujando mi anomalía y haciéndome hacia atrás. Con la sesión de entrenamiento habiendo terminado hacía menos de cinco minutos, mis músculos se tensaron en cansancio y no tenían la fuerza que podían haber tenido hacía unos minutos. Tensé la mandíbula, tratando de mantenerme fuerte lo más posible, mi cabeza y cuerpo pidiéndome que me detuviera y estaba por hacerlo, de no ser el suave silbido en mi cabeza que había aparecido esa noche con Thomas. Suéltate.
Como un interruptor en mi pecho, de mis dedos solté el control que restringía sin darme cuenta, y la barrera frente a mí comenzó a brillar con más intensidad, llegando hasta crecer e intensifica el dolor en mi cabeza. Pero fue más placentero ver los ojos de Noah abrirse por la sorpresa una vez más, una pequeña sonrisa en sus mejillas a pesar que volví a hacer fuerza contra él y siendo él quien estaba dando pasos hacia atrás.
Jadeé por el dolor en la cabeza, y viendo que su fuego comenzó a crecer, dejándome en claro que él estaba haciendo más fuerza, no pude mantenerme más de dos segundos antes de volver a juntar los brazos, y en un rayo de luz logré desbalancearlo hasta que se alejara de mí. Caí en mis rodillas, mis manos directamente en mi cabeza para masajear y relajar el pinchazo.
Nos quedamos en silencio al principio, solo nuestras respiraciones agitadas escuchándose hasta que su mano apareció frente a mí para levantarme. Esa vez la acepté y de un tirón estaba frente a él.
—Eso no fue un fracaso —fue lo primero que dijo, su mirada fija en mí—. De hecho, fue bastante decente.
Peleé el rodar los ojos, decente había dicho y yo habiendo dejado mi alma ahí.
—Si tan solo pudiese mostrárselo a Sue Lee, ¿eh? —sonreí de costado con amargura, acomodando mi pelo que parecía haberse despeinado más de lo que ya estaba—. Podría ser un escudo mínimamente.
—Ese rayo de luz a lo último no se sintió como un escudo —señaló, sus manos cayendo a cada lado de su cadera—. Te vi probarlo con Tom una vez.
— ¿Nos estabas espiando?
—Estabas atacando a mi hermano y al lado del campo de entrenamiento —rodó los ojos—. Era obvio que iba a acercarme y ver de qué trataba.
Asentí levemente, sin saber que más decir.
—Fue algo del momento, eso que viste —solté, balanceándome en mis pies—. Nunca lo había hecho antes hasta recién...es como un instinto en la cabeza, no sé cómo explicarlo.
Su boca se frunció para el costado, otro gesto que lo delataba al pensar. Al verlo distraído, noté que la noche ya había caído y en nuestro momento con toda la iluminación tanto de mi anomalía como de su fuego, no me había dado cuenta que hasta la temperatura había caído. Me puse mi campera rápidamente, envidiándolo un poco a Noah que no sentía la baja temperatura.
—Podríamos entenderlo.
Me detuve al escucharlo. ¿Podríamos? ¿En plural?
— ¿Qué quieres decir?
—Puedo entrenarte, si te interesa —ofreció, su voz seria pero una ofrenda amable de su parte—. Aparte del entrenamiento diario.
Me crucé de brazos frente a él, esperando que se corrigiera o algo pero solo se quedó callado esperando mi respuesta.
—Por lo que sé están por sacarme del grupo, ¿recuerdas? —traté de razonar pero él negó con la cabeza—. Por eso mismo estaba acá entrenando sola...
—Yo puedo hablar con Sue, iba a hacerlo ya antes, pero después de lo de recién... —suspiró—. Podrías ser bastante valiosa para el equipo.
— ¿Lo tomo como un cumplido?
—Todo o nada —lo vi sonreír un poco antes de volver a alzar sus cejas—. ¿Qué dices? ¿Te interesa?
Me quedé mirándolo por un rato, mi primer pensamiento siendo que él iba a ganar algo de eso. ¿Más control? ¿Más reconocimiento? Ya era uno de los líderes del grupo, me respondí sola, ¿Qué más buscaría en mí? Fue tonto pensar que lo haría solo por amabilidad, me había dejado en claro que él no era de hacer esas cosas.
Pero, cuando estrechó su mano, no dude en tomarla en un apretón. Era una buena oportunidad, algo de lo que podría arrepentirme, pero una buena chance en la mesa que demostraría que no era lo que Sue Lee me había hecho sentir que era; una debilucha.
Noah sonrió antes de girarse para dirigirse al campamento y yo me quedé quieta por un momento, dándome cuenta de lo que había aceptado. Mientras que me ayudase a poder desarrollar más mi anomalía, no había algo más que Noah obtuviera que me pudiese molestar.
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