[17]
Los primeros días del entrenamiento me hicieron replantar la idea de si había sido la decisión correcta el haberme metido en el grupo. Mis piernas temblando después de largas corridas, mi cuerpo no acostumbrado a la resistencia que exigían y despertándome todas las mañanas con mis músculos pidiéndome por favor que no me levantara; verdaderamente extrañé mis deberes ordinarios.
Sue Lee no daba un descanso a nadie, fuese nuevo integrante o uno de los primeros. Eran las mismas rondas, los mismos ejercicios, las mismas prácticas. Mientras que los que tenían más reconocimiento, Logan y Anna siendo dos de ellos, podían terminar un poco agitados, mi pulmón parecía estar colgándome de la boca cada vez que colapsaba en el piso en busca de aire. No me había ido bien en gimnasia en toda mi vida y había subestimado lo que sería el entrenamiento.
Noah tampoco daba su brazo a torcer. Entre los abdominales, las prácticas de golpes y bloqueos, hasta a veces las sentadillas para fortalecer las piernas; el tipo parecía de hierro. Había veces que se sumaba a las corridas, su respiración no apurándose ni un poco y los abdominales los hacía como si fuese lo más fácil del mundo. Su gemelo no se quedaba muy atrás tampoco, Thomas parecía respirar ejercicio y yo era el saco de peso que usaba para entrenar. Vivía levantándome del piso para que vuelva a sobrevivir.
Claire se había comenzado a preocupar por mi estado, los quejidos a la noche al moverme y cómo rápidamente mi peso había empezado a caer, tuvo que hablar con el cocinero del campamento para que mi ración de comida comenzara a ser un poco más grande. Entre eso y manzanas escondidas, mi peso volvió a regularse pero de igual forma los dolores y cansancios no se habían ido.
Fueron las primeras dos semanas las que fueron las más difíciles, pero una vez que comencé a seguirle el ritmo a pesar de todo lo que pesaba en mis hombros, cumplí con mis palabras y me obligué a no rendirme fácil. Era difícil, dolía y había noches que prácticamente me desmayaba en la cama. Pero me sentía más fuerte, me sentía más en control de mi cuerpo y de mi anomalía. Tenía que seguir aprendiendo y creciendo así.
Tuve que inclinarme sobre mis rodillas cuando terminé de hacer mi corrida, mis piernas temblando y molestas gotas de sudor cayéndome por la sien. Podía sentir la llegada de verano por el fuerte sol que nos golpeaba, las calzas negras que me había conseguido del montón de ropa que habían traído no ayudando en nada y me tuve que acomodar el pelo en una coleta.
Thomas llegó a mi lado, agitado como yo pero sequito de transpiración. Los gemelos Parker tenían la bendición de no sentir temperaturas y eso, aparentemente, incluía el calor del ejercicio.
—Suertudo asqueroso —lo señalé, él rodando los ojos a mi lado y uno de sus brazos se congeló hasta apoyarlo en mi nuca. El salto que di me hizo doler las rodillas, pero me apuré en agarrar su mano y moverla a mi frente sin dudarlo.
—Está todo sudado-
—Congélalo entonces.
La confianza entre nosotros había aumentado al paso que habíamos comenzado a entrenar juntos. Con él siendo mi compañero de todo el día, no fue difícil volvernos más unidos. No hablábamos mucho del pasado en sí, sabíamos lo mínimo de cada uno y lo necesario. Era de las pocas personas qué, de mi nuevo grupo de amigos, sabía que era indispensable, con Claire habiendo tomado el mismo lugar.
Nos acercamos a la ronda que siempre se formaba, cerca de Luna que estaba agitando sus manos para poder airear su rostro y me sonrió con sus mejillas enrojecidas. Encontré a Noah en el medio de la ronda, sus brazos como siempre cruzados y esperando a que los pocos que faltaban llegaran. Jacob se apoyó en mí apenas me vio a su lado, también tratando de recuperar el aire perdido.
Apenas escuchamos el carraspeo de garganta de Noah, nos paramos derechos.
—Hoy quiero un entrenamiento tranquilo pero suficiente; van a hacer unas cinco sesiones de veinticinco abdominales, sentadillas y saltos. Después quiero que hagan parejas y practiquen golpes y defensa —aclaró, casi como todos los días, la misma rutina. Nos miró a todos antes de volver a hablar—: Voy a elegir a dos personas para que le peleen hoy.
Fue involuntario cerrar los ojos unos segundos, el aviso de la pelea siempre me ponía los pelos de punta. Lamentablemente no hablaba de pelea física en sí, sino que se refería a una pelea anómala. Así era que nos entrenaban con ello; nos hacían pelear entre nosotros hasta que uno dijera basta. Thomas y Jacob habían sido los elegidos hacía unos días, los dos siendo cuidadosos entre sí por no querer lastimarse pero lo suficiente agresivos para que Noah y Sue Lee no comentaran nada. Mientras que Thomas había terminado con una marca en su cuello por un colgante que Jacob había aprovechado por apretar con su anomalía, Jacob había quedado congelado por unas pocas horas al pasto sin poder moverse. No hubo ningún vencedor como tampoco ningún rencor.
En cambio, cuando Anna y Luna fueron llamadas antes que ellos, no sabía si preocuparme o alentarla a Luna cuando sus brazos se habían desfigurado hasta afilarse. Anna no pareció sorprendida, pero fueron sus movimientos rápidos los que me hicieron abrir la boca de la sorpresa. Se había deslizado por sobre el ataque de su prima, y con dos golpes en su columna y en la parte trasera de su rodilla, Luna había caído al piso y tuvo que recomponerse al instante antes de que su cabeza fuera pateada. Thomas y yo nos habíamos mirado entre sí, ¿enserio eran familia estas chicas? Una había obtenido la anomalía extraña de poder cambiar la forma de su cuerpo a un arma, mientras que la otra mantenía la agilidad de un agente secreto de película.
Que las dos terminaran en la tienda de enfermería por lastimaduras no me sorprendió. Anna había sido lo suficientemente ágil para esquivar muchos ataques, pero Luna no tanto.
—Apenas terminen las sesiones, nombraremos a los contrincantes —agregó Noah y con dos aplausos se dio vuelta—. Comiencen.
Como siempre, Thomas se puso a mi lado y nos acercamos a Jacob y Luna, que se habían emparejado para practicar, y comenzamos con la rutina. Mi abdomen empezó a arderme al instante que comencé con las primeras sesiones, y tenía que darme unos segundos (casi cinco minutos) en el pasto para poder respirar y seguir. Los otros tres parecían ya acostumbrados, Thomas habiendo sido deportista toda su vida terminó de hacer los ejercicios en menos de media hora y yo no terminaba ni de hacer la tercera sesión de la primera parte.
Terminó arrodillándose frente a mis piernas flexionadas, levantando sus palmas para incitarme a que las chocara cada vez que hacía el abdominal. Peleando con la última sesión, mis ojos enojados cayeron sobre Noah que caminaba tranquilamente entre todos y mirando como cada uno ejercitaba. Mi cansancio y estrés parecieron soltar mi lengua.
— ¿Me puedes explicar por qué nosotros nos hervimos en sudor y tu hermano parece estar tomando sol? —Me costó más de lo que pensé poder soltar esa oración, mi espalda contra el pasto apenas terminé la sesión—. Uno acá rompiéndose el alma ejercitando y él modelando entre nosotros, ¿quién le dio ese privilegio?
Thomas me levantó del pasto de un tirón.
—Años en la correccional; lo tenían ejercitando así todos los días —suspiró y no me perdí la forma en la cual su boca se frunció levemente. Como si fuese algo que le molestaba—. Tiene más entrenamiento que todos nosotros juntos, aparte de que suele tomar la guardia de todas las noches. Hace su parte desde otro lado.
—Eso explica por qué es un gruñón todo el día.
Después de sentir que mis piernas se estaban por romper con las sentadillas y los saltos, me temblaron las rodillas cuando me posicioné para comenzar con la práctica de pelea. A comparación de mis brazos, los antebrazos de Thomas le protegían mucho más el rostro que a mí. Con lo cual, lanzando unos pocos puños hacia ellos parecía ser estúpido. Con mis piernas separadas para no perder el balance, traté de hacer unos amagues hacia su vientre para que bajara la defensa, pero parecía en vano. Tenía mucho que practicar, y si seguía perdiendo más peso, iba a ser más difícil todavía mantener una fuerte imagen.
Entre idas y vueltas, cambios de pareja con Jacob y Luna, sentí que mis brazos se cansaban. De reojo miré como Logan y Anna practicaban, sus piernas moviéndose al ritmo que sus cuerpos amagaban el ataque del otro y contratacando como si lo supieran de memoria. Me pregunté cómo era que los dos habían mantenido el peso y parecían estar tonificados, podría ser porqué pedían comer más en el comedor o porque habían entrenado tanto que se fue dando solo.
Habiéndome distraído en medio de un ataque de Luna, el golpe contra la mandíbula me sentó en el pasto y no me sorprendió recibir todas las miradas. Luna se tapó la boca con las manos, lamentada, y me ayudó a pararme.
—Dios, Taylin, como lo siento —se rio, moviendo mi cara hacia el costado para ver que no me haya herido. No pude no reírme con ella a pesar del dolor en la zona golpeada—. ¿Por qué bajaste la defensa? No tienes que hacer nunca eso.
—Tengo los brazos cansados, debe ser eso —me excusé, no queriendo admitir que estaba admirando como su prima y el rubio peleaban como expertos. Moví mi mandíbula con cuidado para aflojar el dolor—. Tienes un derechazo mortal.
—Soy zurda.
—Ambidiestra diría yo.
Unos aplausos nos llamaron la atención, todos al instante acercándonos y rodeando a Sue Lee y Noah. Nos dieron una ojeada rápida a todos, viendo que tan agitados estábamos y se dieron una rápida mirada entre sí.
—Como escuché a Noah decir antes, vamos a elegir a un par de personas para que peleen entre sí y practiquen; necesitamos que progresen —comenzó Sue Lee, sus manos cruzadas en sus espaldas—. Yo voy a elegir a uno de ustedes y Noah a otro, ¿entendido?
Como un coro respondimos "entendido" y Sue Lee no tardó en ojear a todo el grupo antes de sonreír de costado. Parecía ya haber elegido por más que había hecho como si buscara a alguien.
—Me gustaría ver a Anna pelear de vuelta, vienes teniendo unos buenos vencimientos —la alagó, Anna levantando su cabeza con orgullo. Luna a mi lado rodó los ojos. Sue Lee se giró para mirarlo a Noah antes de agregar—: ¿Quién es tu contrincante?
Sus ojos almendrados pasaron por todos, yo estando en el fondo tuve que ponerme en puntitas de pie para ver a quien podría elegir. Encontró a su hermano entre el montón, y pensando que Thomas tendría que volver a pelear, me tomó por sorpresa cuando en cuestión de segundos sus ojos volaron a mí y sonrió de costado.
—Taylin nunca peleó todavía —notó, ladeando un poco su cabeza—. Podría estrenarse, ¿no?
Decir que tragué en seco fue poco, peor cuando unas pocas risas se escondieron apenas mi nombre fue dicho. Anna se inclinó para buscarme, una sonrisa tentada en sus mejillas que me hizo arder el pecho. Sue Lee me miró, dando un asentimiento de cabeza, y me señaló con el dedo para que me acercara.
Una vez estando frente a todos, Thomas se había acercado a la parte delantera de la ronda para poder estar cerca y me dio una sonrisa de apoyo. Todos dieron unos pasos hacia atrás, lo suficiente para dejarnos una ronda espaciosa y mientras que Sue Lee caminaba con Anna para alejarla unos pasos de mí, Noah me tomó del brazo para alejarme los mismos pasos pero para el otro lado.
Me tensé en su agarre pero él no pareció notarlo.
—Es tu primera pelea, no seas tonta —fue lo primero que dijo y tuve que pelear el bufido ante sus palabras—. Anna es ágil y sabe lo que hace, intenta defenderte lo más posible hasta que ella se canse de atacar y ahí ver su puedes hacer un ataque en el medio.
—En resumen, me quedo parada haciendo nada —el sarcasmo me ganó, mirando al costado para pelear el rodeo de ojos—. Creo que puedo hacer eso.
Noah me tironeó del brazo para que lo mirara, su altura bastante notable a mi lado cuando se tuvo que inclinar para hablarme.
—Puedes hacer más que eso, pero no lo sabes bien todavía.
Fruncí el ceño al mirarlo, la pregunta de a qué se refería lista en la boca, pero cuando otros aplausos de Sue Lee se escucharon, ella estaba parada en medio de la distancia que habían armado entre Anna y yo, sus ojos dándonos una rápida mirada a ambas.
—No crucen la línea, quiero una pelea limpia y aplicando lo aprendido en el entrenamiento —repitió, como siempre, antes de comenzar la pelea. Cuando se trataba de Anna o Logan, no eran de cumplir mucho con eso—. Eviten herirse gravemente, no necesitamos que terminen en la enfermería. Quien se rinde, solo grite y la pelea será detenida. ¿Claro?
Sentí que Noah me daba un apretón en el brazo, un gesto amable de su parte que agradecí y se paró junto a Thomas, que una vez más, se había parado cerca de mí. Le di una sonrisa de costado, con los nervios en el pecho y el corazón martillando contra mis costillas, y centré mis ojos en Anna.
Las palabras de Noah volvieron a pasar por mi cabeza, mis pies haciendo fuerza contra el pasto lista para impulsarme. Defender, no atacar. Cansarla y ahí aprovechar. Fue ver la mano de Sue Lee bajar en un silbido, Anna corriendo al instante hacia mí y yo haciendo lo mismo. No sabía si los demás estaban gritando o si estaba escuchando el ruido de mi sangre por mis venas.
Clavé mis talones contra la tierra, mi cuerpo deteniéndose y estirando mis brazos en el mismo momentos, la luz expandiéndose frente a mí y golpeando a Anna que había tratado de deslizarse en sus rodillas. La vi apoyarse contra el haz, sus ojos fijos en mí y, sin esperarlo, completamente negros. Una sonrisa se formó en sus mejillas, maliciosa y sin duda orgullosa, desapareciendo cuando se apuró a cruzar por mi costado, yo lenta al girarme y atinó un golpe a mis costillas. Me quedé sin aire al caer de rodillas. Vino un segundo que me dejó caer contra el piso, pero sabiendo que un tercero venía, me giré sobre mi espalda hasta que el haz se puso sobre mí con mis brazos cruzados y en un empujón ella cayó a unos pocos metros.
Mis costillas latían por los golpes recibidos, masajeando la zona levemente al levantarme del piso y volver a encararla a Anna que también se había vuelto a parar. Escuché que muchos gritaban su nombre, el mío saliendo de las bocas de Thomas, Luna y Jacob. Me distraje esos dos segundos y ella aprovechó para amagarme y atinar otro golpe pero en mi espalda que me hizo tambalear, y lista para girarme y defenderme, llegó un puñetazo contra mi boca y terminé sentándome en el piso.
La sentí ponerse sobre mi cadera, otro puñetazo lanzado que pude esquivar al mover la cabeza a pesar del latido en mi boca. Me esperé el sabor metálico que sentí contra mi lengua, era obvio que iba a comenzar a sangrar con tal golpe que me había dado. Con el corazón a mil, no me sorprendió sentir la adrenalina en el pecho que surgió de mi pecho y logró sacarme sus brazos de encima en un sacudón, por fin estirando uno de los míos y con suerte atinándole a la nariz en un perfecto derechazo.
Escuché un silbido a mi lado.
— ¡Vamos Taylin! —Luna aplaudió cerca de mí, y a pesar de los abucheos a mí alrededor, escucharla animarme me incitó a pararme. Entre los golpes en mi costilla, espalda y boca, no sabía que me dolía más.
Anna seguía en el piso, sus manos agarrándose la nariz, y pensando que iba a quedarse así, una de sus piernas se deslizó hasta las mías, tirándome al piso una vez más y no pude hacer nada antes de que ella volviera a ponerse sobre mí, sus rodillas apretándome las costillas y su puño encontrando mi rostro unas cuantas veces. Le arañé los brazos, traté de esquivar algunos de sus golpes pero otros llegaron a lastimarme. Lo sentí en la ceja, en la mandíbula y en el ojo, mis dedos encontrando su pelo y tirando de él para que me soltara. Escuché el grito de Thomas apenas las manos de Anna encontraron mi cuello y empezaron a apretar, el aire dejando de pasar a mis pulmones. Estaba cruzando la línea.
Alguien la sacó de encima de mí cuando se dieron cuenta que mis golpes eran en vano, y me arrastré lejos de ella cuando la vi pelear en los brazos de la persona decidida a terminar lo que había empezado. No pude pararme, sentía que no podía ni ver bien. Reconocí los ojos de Thomas sobre mi cabeza, su boca moviéndose pero no lograba escuchar más que mi corazón latiendo como loco. También vi a Luna y Jacob inclinarse sobre mí, los tres con facciones preocupadas y lo último que vi fue una cuarta silueta inclinarse sobre mí pero la oscuridad pareció hundirme y callar todo sonido posible.
[...]
Fruncí las cejas cuando mis músculos se quejaron al querer moverme, el pinchazo en mi costado haciéndome abrir los ojos y mirar a mí alrededor. Reconocí unas pocas telas colgando de las ramas que formaban la tienda, yo estando acostada en una de ellas y queriendo acomodarme, unas manos se pusieron en mis hombros.
Miré a la chica de pelo rojizo y pecas por toda su piel pálida, quien me sonrió con dulzura y me hizo volver a acostarme.
—No te muevas muy rápido, te dieron una paliza —fue lo primero que dijo, y apenas los recuerdos volvieron, mis mejillas se sintieron calurosas. Prácticamente me habían tirado como una bolsa de basura—. Tienes que relajarte, ¿sí? Por lo menos déjame curarte un poco más, después directo a cenar.
— ¿A cenar? —confundida, miré las antorchas pequeñas que estaban en el centro de la tienda y la oscuridad de la noche que llegaba a ver desde donde estaba—. ¿Estuve inconsciente por horas?
—Cómo dije, fue una paliza —dijo, sus manos levantando mi remera y me tensé apenas miré los hematomas enormes que se habían formado en mi vientre y costado. Ella frunció la boca al notar lo que había visto—. No te mires a un espejo si eso te sorprende.
Por más que la forma en la que sus dedos se iluminaron debería haberme impresionado y más cuando al pasarlo por sobre mi piel por unos segundos sentí que mis músculos se relajaban una vez más. Pero mi cabeza estaba en lo que había sido la pelea y en cómo había perdido. Ni Thomas, Jacob, Claire o Luna estaban ahí conmigo y no quise preguntar. No solté ni una palabra más a la chica, que se llamaba Olivia según otra curadora que estaba por ahí la había llamado, hasta que me permitió levantarme con cuidado e ir a cenar.
—Los hematomas se irán en unos días, pero vuelve mañana para que vuelva a curarte un poco más, ¿sí? —asentí ante sus palabras, y con la cabeza a agacha, salí de la tienda en dirección al comedor.
El cocinero me sirvió una buena ración al ver mi estado, una sonrisa compasiva en sus mejillas y caminé entre todos los integrantes del campamento sin mirar a nadie. No me animé a ver a nadie a los ojos, no tenía el coraje para hacerlo. Me dolía no solo el cuerpo, sino que el orgullo parecía bastante herido.
— ¡Taylin!
Escuché la voz de Thomas, pero Claire fue quien se levantó del pasto al verme y se acercó para tomarme de los hombros.
—Dios, Tay, no sabes lo preocupada que estaba- que estábamos... —fue lo primero que dijo, sus ojos mirando mi rostro que yo todavía no había visto. Me ayudó a sentarme en la ronda de siempre, todos inclinándose para verme y hacerme el espacio—. ¿Cómo te sientes? ¿Necesitas algo?
Al no responder, Thomas a mi lado apoyó una de sus manos en mi rodilla para que lo mirara.
—No pudimos quedarnos en la enfermería, no echaron apenas tratamos de entrar —habló tan rápido y sin saber a dónde mirar primero que entendí que debería de verme fatal—. ¿Necesitas hielo? Es lo único que te puedo ofrecer que sé que te puede calmar.
—Puedo arrancarle el pelo a mi prima-
—Yo te ayudo, le arranco los aretes de las orejas...
Mirando la comida en mis manos, no tenía mucho apetito pero no podía no comer. Necesitaba lo que estaba en mis manos, tanto en el plato como lo que verdaderamente controlaba en mis dedos. Pero había fracasado ese día, me habían aplastado como un insecto y había terminado en la enfermería sola. Ni Anna había estado ahí como para por lo menos pensar que había atinado algo bueno. Había practicado tanto en los últimos días, me había esforzado tanto para ser tan débil como una larva.
Todos se miraron entre sí ante mi silencio.
— ¿Tay? —Thomas se inclinó más para mirarme, pero solo miré la comida en mis manos.
— ¿Qué pasó después de que me desmayé? —Fue lo único que solté, mi voz ronca por un nuevo nudo en mi garganta—. ¿Sue Lee o Noah dijeron algo?
Que se quedaran callados solo me hizo ponerme más nerviosa y que el nudo se intensificara. Los vi fruncir sus labios, mirar sus manos o compartir miradas entre ellos, hasta que Jacob carraspeó la garganta y suspiró.
—Estás en la cuerda floja —murmuró, mi corazón comenzando a pesar y mordí el interior de mi mejilla—. Sue Lee no sabe si vale la pena que te quedes en el grupo o no.
Decir que quería llorar era poco, pero me tragué el nudo y comencé a comer, la comida sabiéndome a nada, de la misma manera que me sentía. Tanto esfuerzo para nada, tanta práctica para que comenzaran a dudar de mí al instante. Sentí la mano de Thomas en mi espalda baja, pero no dijo nada más y los demás tampoco. No había nada que me dijeran que me iba a sentir menos inservible que en ese momento.
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