3.
SeHun despertó con los ojos hinchados después de haber llorado hasta quedarse dormido, él deseaba morir y aquel desconocido lo había impedido, lo había dejado vivir en ese mundo de mierda en el que vivía, ya no tenía una sonrisa para dar a las personas, ni una sonrisa para afrontar el día, tan sólo estaba un cascaron vacío con un rostro de hastío. Se levantó con lasitud, los pensamientos de suicidio seguían allí, latentes, pidiéndole que intentara otro método, aunque comenzaba a pensar que incluso la muerte no lo quería. Desayunó una manzana y un vaso de agua, tal vez lograría matarse por inanición.
Con mucho trabajo, lágrimas y sangre, pudo hacerse de un local frente a su edificio de departamentos, allí abrió una floristería la cual nombró "Alone", en nombre a su casi perpetuo sentir. Tenía un número de ventas regular, por lo menos le daba para vivir sin mendigar, ya había pasado por aquello, en esos días donde tenía que elegir entre comer o pagar las cuentas. Ya no tenía ánimos para arreglare, por lo que sólo se puso ropa deportiva negra, lavó sus dientes y se calzó sus zapatillas para ir a trabajar. Aunque cuando abrió la puerta de su apartamento, casi se atraganta con su saliva, frente a él estaba el desconocido –sabía que le había dicho su nombre, pero no lo recordaba– tenía en sus manos una canasta con diversas frutas.
—Buenos días, SeHun— saludó con emoción.
—Buenos díaaaas— alargó en la espera de que le recordara su nombre.
—Chanyeol— sonó casi decepcionado.
—Claro, buenos días, Chanyeol.
—Traje algunos frutos del huerto de mi padre, uhm hay algunas que son exóticas, por si notas que algunas son extrañas, pero no es nada malo. — le tendió la canasta y SeHun casi juraba ver la cola de un león sacudirse con emoción, pero seguro era su imaginación, tomó el objeto de mimbre y lo dejó en su pequeña mesa del comedor.
—Uhm, debo ir a trabajar.
—Puedo acompañarte— se hizo a un lado para que SeHun pasara.
No tenía ánimos de discutir con quien seguro creía que lo había salvado, bajaron por las escaleras, ya que el elevador del edificio hace mucho ya no servía, luego cruzó la calle sin fijarse, a esas alturas de su vida quería morir de cualquier forma, pero para su desgracia ningún auto lo arrolló y Chanyeol seguía caminando tras él. Cuando sacó las llaves para abrir la puerta de madera de su floristería, escuchó un jadeo por parte del otro, sin mostrar interés entró a la tienda y comenzó a ordenar el lugar, cuando estaba por sacar el cartel de madera que anunciaba las promociones del día, se dio cuenta de que Chanyeol seguía fuera, observando petrificado la fachada del lugar.
—¿Por qué estás parado como estúpido allí afuera? — preguntó empujando el cartel contra el cuerpo ajeno para que le dejara pasar.
—Es sólo que hace mucho que no estaba en una floristería— lo dijo suave, como si siguiera cavilando.
—¿Y eso es malo o bueno? — se paró a su lado y miró el letrero de madera que tenía tallado el nombre de su local.
—No lo sé— suspiró y acarició el dije de su collar— Simplemente recordé a mi madre, ella tenía una floristería.
SeHun no preguntó, no lo creía necesario, la nostalgia en los brillantes ojos de Chanyeol le decían que la mujer estaba muerta, regresó al interior de su local, aunque ahora sí entró aquel hombre. Comenzó a trabajar en ramos y arreglos mientras el otro estaba sentado en un banco, mirándolo.
—Tu alma está tan inquieta y adolorida que entiendo que quieras dejar de existir en este plano— SeHun dejó se cortar tallos de rosas cuando escuchó aquello, le miró con el rostro neutro, estaba tratando de entender la razón de hablar de su alma— Llora por el abandono y el deseo de sentirte amado— sin darse cuenta cerró su puño alrededor del tallo espinoso, a pesar de tener guantes, las espinas traspasaron el material y lastimaron su piel. Soltó la flor con un siseo de dolor.
Chanyeol se levantó de golpe, tomó la mano herida, sacó el guante y revisó. Pero SeHun odiaba ser tocado por alguien desconocido, tiró de su mano, fue hasta el lavabo para limpiar la mano y ponerse banditas.
—Perdón, no debí hablarte de esa forma— hizo una reverencia— Es sólo que siento que necesitas saber que todo estará bien, mi padre me dice que aquellos que sufren mucho, son los que más gozan la vida cuando les toca ser felices, porque claro que todos podemos ser felices.
—No sé de qué clase de vida acomodada vengas, pero esas mierdas sólo vienen en cuentos fantásticos, de princesas y dragones. —se colocó el guante de nuevo y regresó a su lugar para cortar y quitar espinas.
—No tengo la vida acomodada— se sintió ofendido durante un momento, luego recordó que el chico no sabía de dónde viene. —No importa, pero quiero que sepas que estoy aquí para ti, ahora que sé lo mucho que sufres, voy a quedarme para ti.
—No me conoces— le señaló con las pinzas— No tiene sentido lo que dices, no te creo, en caso de que lo que quieras sea tener sexo conmigo, pues de una vez te digo que eso no va a pasar.
—¿Sexo? — las mejillas de Chanyeol se tiñeron de color rojo brillante— Yo no quiero tener sexo, yo ni siquiera sé tener sexo.
—¿Crees que voy a creer eso? — preguntó irónico.
—Te juro que jamás lo he hecho— negó con nerviosismo— Donde vivo, no hay muchas personas, sólo mis padres, algunos animales y yo— presionó sus mejillas rojas con las palmas de sus manos— Mi padre DongHae dice que tal vez nunca lo haga y mi padre HyukJae dice que tiene compasión de mí.
Al verlo actuar tan nervioso, se dio cuenta de que no le mentía, Chanyeol realmente nunca había tenido sexo.
—Bien, pero ya veremos cuanto te dura eso de querer estar para mí.
La sonrisa infantil de Chanyeol le hizo preguntarse, cómo alguien podía ser tan feliz.
(...)
Chanyeol regresó al bosque con sigilo, esperando no ser descubierto por sus padres. Pero no esperó ver a HyukJae a medio camino de regreso a casa.
—¿Chanyeol? — le miró confundido—¿Por qué te ves así? —preguntó mirándole de arriba hacia abajo. Y es que Chanyeol tenía piel pálida, cabelló negro como la noche y ojos rojos brillantes que podían absorberte por completo y dejarte a su merced. En ese momento su piel lucía con más color y sus ojos eran color café.
—Uhhm— talló sus manos con nerviosismo— Estaba probando mis habilidades— sonó seguro y convencido.
—Te ves como un humano— arrugó la nariz— No te ves mal, pero es raro.
Allí frente a su padre recuperó su apariencia original.
—La belleza de tu cruza de especies es lo que te hace tan original— le sonrió amable— corre a la cabaña, tu padre ya hizo la cena.
—¿Y tú? — preguntó al verlo ir al lado contrario.
—Bueno, tengo que ir al reino para hablar de algo con nuestro rey— Chanyeol asintió y se dispuso a ir a la cabaña— Chanyeol— le llamó —Frota algo en tu cuerpo antes de llegar a la cabaña, apestas a humano y si tu padre se da cuenta, va a perder la cabeza.
Sin más se marchó cruzando los brazos tras su espalda. Chanyeol se olió a sí mismo, arrugó la nariz y paseó su mirada por el bosque, allí cerca estaba un familiar en forma de conejo, tomó a la criatura y talló su cuerpo con el animalito.
—Lo siento, pero no quiero que mi padre me cuelgue del árbol más alto.
Cuando llegó a la cabaña, pudo oler la deliciosa comida que hace su padre, todo siempre era libre de ingredientes animales, como ninfa del bosque, procuraba la vida animal.
—Apestas a familiar— le dijo su padre sin mirarlo— Ve a ducharte.
Chanyeol suspiró al no verse descubierto.
(...)
BaekHyun se había vuelto loco rompiendo todo en su palacio, había ido a ver a Chanyeol como siempre, pero no lo había visto, maldita la barrera que los separaba.
—Mi señor— KyungSoo, -un demonio que podía tomar la forma de un gato- llego con un libro que había pedido— Lo encontré.
—Rápido, ábrelo sobre tu cabeza y póstrate ante mí— sin dudarlo se puso de rodillas y abrió el libre sobre la coronilla de su cabeza.
Comenzó a pasar las páginas hasta que encontró el capítulo sobre los escudos y hechizos de protección, pero la ira lo invadió de nuevo al ver que aquel hechizo de protección sólo podía ser retirado con la muerte del ser que lo conjuró, aunque se decía que seres de corazón puro podrían pasar aquel escudo. Chasqueó la lengua, era evidente que su corazón no era puro, mientras pensada en un plan, miró a KyungSoo quien tenía los ojos apretados y la frente perlada por el sudor.
—Necesito que hagas algo por mí.
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Me gusta ver cuando me comentan, me hace feliz.
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