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Chanyeol estaba por cumplir los dieciséis años, sus padres le habían dicho que tenía algo muy importante que decirle y darle, no mentiría, tenía algo de miedo pues su padre DongHae le había mirado de una manera extraña, pudo ver un toque sombrío en su mirada, como si lo que sea que le fuesen a decir o dar fuera malo.
Fue a caminar por el bosque, trataba de encontrar una respuesta a esa mirada y a esa sensación de pesadez que le invadió de pronto. Llegó hasta donde había un lago de agua color morado pastel, un pequeño ciervo albino estaba tomando agua tranquilamente, la criatura movió sus orejitas al captar el sonido de las pisadas ajenas, levantó su cabeza de golpe y le miró fijamente. Creyó que saldría corriendo, pero en cambio el ser le miró fijamente, podía ver una mezcla de miedo y curiosidad en sus ojos, olfateó el aire, golpeó el pasto con una de sus patas e hizo una reverencia. Chanyeol no sabía que estaba pasando, cuando el animal se reincorporó intentó tocarlo, pero este huyó corriendo.
—¿Qué? — estaba realmente confundido.
Sus padres eran un sátiro y una ninfa del bosque, tal vez esa era la razón, el ciervo pudo haber percibido su origen, por ello la mezcla de emociones en su mirada. Se sentó en la orilla del lago y atrajo sus piernas contra su pecho. Había un brillo peculiar en el fondo del lago, tenía curiosidad de saber qué era, pero su padre DongHae le dijo que el lago era mágico y era peligroso entrar en él, sólo por ello desistió de la idea de explorar el fondo. Se dejó caer en el pastó y cerró los ojos, tal vez así llegaría más rápido la media noche, así sabría lo que sus padres querían decirle.
Despertó cuando WonHo el Lamasu pasó sobrevolando el bosque en la noche, la bestia le miró desde su lugar, parecía escudriñarlo, luego dio vuelta y se marchó, su padre le dijo que el Lamasu era enviado por el rey JongIn, pues había un tesoro en el bosque que debía ser protegido. Se levantó con lasitud y caminó de regreso a la cabaña. En las escaleras del pórtico estaba su padre HyunkJae, sus piernas lucían como las suyas en ese momento, pero sin duda sus piernas de macho cabrío eran bastante lindas.
—Ya casi es media noche— le dijo— Tu padre está preparándote un pastel, no entres todavía, quédate aquí.
Chanyeol se sentó a su lado y se pegó contra su hombro.
—¿Están molestos conmigo? — preguntó encogiéndose un poco.
—No— le tomó la mano y acarició sus nudillos— No tenemos motivos para estar molestos contigo, o es que acaso, ¿hiciste algo?
—No—negó rápidamente restregando su cabeza en el hombro ajeno.
—Entonces no tienes nada de qué preocuparte—su tono fue dulce y aquello calmó su agitado corazón. HyukJae miró directo a la luna durante un rato, luego palmeó la rodilla de Chanyeol—Es hora de entrar, yo creo que DongHae terminó de hacer el pastel.
Al entrar a la cabaña un delicioso aroma a fresa les inundó los sentidos.
—Feliz cumpleaños, Chanyeol— DongHae le esperaba parado al lado de la mesa, donde acomodó el pastel, estiró los brazos y el adolescente corrió a sus brazos.
Mientras se abrazaban, HyukJae y DongHae compartieron una mirada— Vamos a comer tu pastel.
Trataron de no hacer un silencio incómodo para que Chanyeol pudiese comer a gusto, pero una vez terminado el pastel, ambos mayores fueron por una caja de madera tallada a mano, aquella caja había permanecido en un escondrijo dentro de la chimenea de la cabaña, de allí DongHae sacó un collar de apariencia antigua, el dije era una pequeña corona brillante.
—Ven aquí— Chanyeol se levantó de su silla y caminó hasta sus padres— Este collar te fue otorgado desde tu nacimiento, pero consideré que nunca iba a estar listo para responder tus preguntas sobre el, por ello lo oculté, pero esta edad es importante y necesitas saber ciertas cosas.
Antes que cualquier cosa, le colocó el collar y dio un paso atrás, como si alguien le hubiese golpeado, Chanyeol se desvaneció.
—Es un demonio, tener algo que lo relacione con su pasado, ocasiona que los recuerdos de su madre y los suyos se fundan en uno— explicó DongHae.
Lo cargaron y acostaron en su habitación.
Chanyeol despertó realmente confundido y mareado, había visto la vida de quien ahora sabía era su verdadera madre, repasó su vida y la de su madre, sabía que era real, todo en su mundo era posible, por ello lloró al saber que su progenitora estaba muerta, había sido asesinada por culpa de su padre, ese hombre ni siquiera metió las manos por ella. A pesar de que su madre le pidió crecer sin odio, él no podía hacer más que aborrecer a su padre y a BaekHyun el rey de los demonios. Bajó las escaleras con lentitud, aferrándose a la baranda de madera, sus padres –porque sí, para él ellos seguirían siendo sus padres– estaban sentados en las sillas del comedor, tenían sus manos entrelazadas y lucían preocupados.
—Si soy una quimera, ¿Cuál es mi animal dominante?— dijo de pronto, sus padres pegaron un brinco.
—Ah, bueno, supongo que el león, porque ese era el de tu madre— vio un par de lágrimas bajar por la mejilla de DongHae.
—Asombroso—soltó con una sonrisa que hizo que ambos mayores soltaran lágrimas de alegría.
(...)
BaekHyun estaba sentado en su trono de huesos, movía su pierna impaciente, sabía que aquel bebé cumplía dieciséis años, lo que significaba que ya podría transformarse en una quimera o lo que sea que se haya formado de la aberrante unión. Seguía pensando que aquel ser jamás debió haber visto la luz del sol. Por ello creyó conveniente hacerle una visita, tenía un informante que le dijo que el bebé que buscaba estaba en el bosque de la tierra de nadie.
Viajó hasta allí en su carruaje de caballos negro y patas de fuego, bajó unos metro alejado, para que nadie lo detectara, se transformó en una mamba negra y se deslizó hasta donde el bosque iniciaba, pero una fuerza invisible lo empujó lejos, en ese momento se dio cuenta de que había una barrera mágica que protegía todo el bosque, no podría entrar aunque quisiera, rodeó el lugar con la esperanza de verle cerca para comprobar si era cierto.
No esperó ver a un muchachito alegre, que corría riendo, parecía que trataban de transformarse pues tenía alas de dragón en la espalda, quería decir que ya podía convertirse en una quimera, a pesar de que las alas eran pequeñas, se veían bonitas, se acercó un poco más, realmente se veía precioso, deseaba estar cerca suyo, pero no estaba solo, tras él apareció la ninfa, con una corona de flores, ropa color blanca y mariposas del mismo color revoloteando a su alrededor, parecía que le estaba enseñando a Chanyeol a transformarse, siseo de puro gusto, aquel híbrido había encantado su corazón, se retiró a toda velocidad al darse cuenta de sus pensamientos.
Sin embargo, regresó todos los días durante seis años, para admirar a aquel muchacho.
(...)
Oh SeHun nunca pidió mucho en la vida, tal vez sólo una familia y alguien que lo amara, pero la vida parecía conspirar, era huérfano y el amor de su vida le había engañado. Nunca esperó que Johnny lo engañara, sintió que él sería el hombre que lo acompañaría toda su vida, que aunque no había sido adoptado, su corazón sí lo sería y por el hombre que solía tomarle la mano todos los días. Pero como siempre la vida le demostró que la suya siempre estaría en escala de grises.
Él no pidió ser abandonado en un orfanato –ni nacer para empezar– jamás quiso ser violado cuando niño por el cura acargo del lugar, ni ser echado a la calle a los dieciocho, se imaginaba comiendo buena comida y no pensar en que si comía no tendría para el autobús e ir a trabajar, ni para la renta o la luz. SeHun sólo pidió amar y ser amado, sin embargo parecía que nunca pasaría.
Johnny lo engañó, lo humilló y le recordó lo desgraciado que era.
Por ello ahora estaba caminando al lago que estaba un poco retirado de la ciudad, allí había un gran árbol de fuertes ramas, llevaba una cuerda en la mano y una nota en el bolsillo de su chaqueta. Cuando llegó, lo primero que hizo fue lanzar un extremo de la cuerda, porque iba a hacerse su propia horca, ya lo había intentado con pastillas y cortándose las venas, pero parecía que no podía ni matarse como se debe.
Una vez hecha su horca, se sentó frente al lago y suspiró con pesadez, cerró los ojos durante un momento, imaginando que habría sido de él, si hubiese tenido una familia.
(...)
Chanyeol estaba cerca de la laguna, sus padres fueron a la ciudad por su aniversario y ahora sí que pasaría mucho tiempo en el mundo humano.
¿Qué cómo lo sabía? Pues lo descubrió el año pasado, en su cumpleaños número veinte, saltó para poder deshacerse de la curiosidad del brillo al otro lado y lo que descubrió fue el mundo humano y aquello lo impresionó, le gustaba darse una escapada de vez en cuando y visitar aquel mundo desconocido y esa noche no sería la excepción.
Saltó aguantando la respiración y nadó hasta aquel punto de luz que marcaba la luna o el sol del otro mundo. Salió del lago con diversos planes en la cabeza, pero todo movimiento se detuvo cuando vio a un humano, aquel humano estaba atando una cuerda en la rama de un árbol, luego lo vio ponerse la cuerda alrededor del cuello, limpió sus lágrimas y estaba por saltar.
Comprendió que aquel humano iba a quitarse la vida, antes de que lo hiera, salió del agua y dejó que sus alas de dragón salieran para poder atrapar su cuerpo en caída libre y lo hizo, apenas había brincado cuando ya lo tenía en sus brazos y cortó la cuerda con sus garras
Lo dejó en pasto y ocultó sus alas, el humano tenía los ojos cerrados con fuerza, pero cuando sintió que la cuerda no se tensaba, abrió los ojos y miró el rostro pálido de Chanyeol.
—Debiste dejar que muriera— le dijo— Yo quería morir— comenzó a llorar con fuerza, berreando y teniendo espasmos por no poder respirar bien.
Sin saber muy bien la razón, Chanyeol lo atrajo a su cuerpo y le consoló hasta que el humano se calmó.
—Te llevaré a casa— le dijo— No te conozco, pero estoy seguro que necesitas que alguien esté para ti— limpió las mejillas húmedas—Mañana iré a verte, lo prometo.
SeHun no le creía, ya no podía ver el lado positivo de las cosas. Resignado a no poder morir, le dio indicaciones de donde vivía, Chanyeol insistió en llevarlo sobre su espalda, y aceptó a regañadientes.
—Mi nombre es Chanyeol— dijo cuando le dejó en el piso frente a la puerta de su departamento.
—SeHun— susurró— Gracias por traerme.
Entró al departamento sin permitir que Chanyeol le dijera otra cosa, estaba tan cansado de todo que no quería que un extraño insistiera.
Pero claramente Chan no iba a rendirse, regresaría hasta ver a ese hermoso chico, sonreír.
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