Cap 26: No me dejes
Lógicamente como cualquier persona, nunca has estado en el espacio, al menos no en la ultima capa de el. Esa gran capa de la atmósfera llamada exosfera, cuando atraviesas esa linea trasparente entre el ozono y la termosfera, cuando las piedras impactan en tus frágiles puños, o cuando tu voz se desgarra en un lugar sin sonido. Tu cuerpo esta hecho para esto y los sabes, pero de alguna manera... duele tanto.
No sabes si son las venas sobresalientes en tu piel, o que las nauseas atacan tu estomago como vas entrando a destruir lo que puede destruir todo lo que amas, por que si de algo puedes estar segura es que nadie sentirá como tú.
Y si hay algo más parecido a morir es... estar en el espacio. En un lugar donde no hay aire, el sonido no es capaz de viajar, así que tus gritos de agonía quedan en silencio, cuando dejas de volar... cuando ya no tienes la fuerza, comienzas a flotar rodeada de miles de pequeñas rocas que es solo el resto de lo que hace poco fue una amenaza para ti.
El espacio es un lugar muy curioso, un sitio donde ni siquiera tus pensamientos tienen sonido, donde la morena sentia sus parpados pesar, como sus puños se apretaban ante el potente dolor en su cabeza, su traje destrozado de diferentes partes mostraba parte de su pierna y abdomen en donde sobresalían manchas moradas con tonalidades de verde que no mostraban mejorar.
Pero como la esperanza es lo ultimo que se pierde, podrían imaginar que si tienen el conocimiento o la habilidad de leer los labios, podrían asegurar que la única palabra que saldría por esa ahora blanquecina boca, seria:
-Calle...
Dicen que cuando vas a morir ves la luz, pero todo lo que ella veía era negro, vació, obscuro y... sumamente doloroso. Ni siquiera podría describir cuantos niveles de sufrimiento había atravesado totalmente, porque el dolor es relativo... ¿que pasa si tu dolor físico se combina con el dolor de tu alma?
Es tan dificil, el ultimo sentido que pierdes al morir es la audición, ella... ella puede escucharlo todo, el sonido de las piedras al esparcirse, el ruido en la tierra, los festejos, los aullidos de felicidad pero, poco a poco... dejo de escuchar. Cualquier cosa a su alrededor, era inútil en ese momento.
...
-¡EL METEORO HA SIDO ALEJADO DE LA TERMOSFERA DIVIDIÉNDOSE EN VARIOS PEDAZOS QUE YA NO SIGNIFICAN UN PELIGRO PARA NOSOTROS!
Nunca has escuchado algo que aunque aparentemente a todos traiga felicidad, estés tú... en un sentimiento totalmente opuesto. Porque cuando la gente se puso a brindar, a bailar y a gozar, la mansión Calle un cementerio de palabras, nadie hablaba, nadie hacia mas que ver sus zapatos en espera.
Daniela no se había despegado del monitor que su hermano le entrego minutos antes, eran las ocho de la mañana, tenían solo cuarenta minutos de la noticia... y nada. Sabían que tenían que ser pacientes, sabían que había periodo de recuperación, sabían que aun la persona más resistente del planeta ocuparía un breve periodo para volver, lo sabían perfectamente pero...
-¿Donde esta SuperMan?
-¿No ha bajado?
-¡Búsquenle en el cielo!
La televisión la apago Juan Carlos sintiendo la presión que se acumulaba sobre los hombros de todos, viendo que la castaña salia del lugar con el aparato en brazos, salieron siguiéndole viendo como esta metía todo en su vehículo negro, Johann fue el primero en tomarla de un hombro.
-¿Que haces, Calle?
-Voy a por Garzon.
El menor Calle tomo sus dos hombros dandole una sacudida
-Las coordenadas dicen que esta en el espacio, no puedes ir ahí.
-¡¿Quien lo dice?!- le replico ella con voz ronca -puedo comprar la jodida estación de astronautas si se me pega la gana, los mandare a todos, uno por... uno a buscarla.
-No,- su hermano la aprisiono por la espalda con sus brazos -no puedes hacerlo Calle... ella esta en la exosfera, las naves solo llegan a la termosfera, seria un suicidio.
-Suéltame,- demando la guionista sacudiéndose -te digo que me sueltes, joder. ¡Tengo que ir a buscarla, Johann!
-¡Ella prometió volver!
-Pero... pero no vuelve, tengo... ¡tengo que ir!- cuando menos lo pensaron en menor Calle había sido empujado al suelo con lo que German llego a reprender a su hija con sus brazos
-Hija solo... solo podemos esperar...
La castaña era muy fuerte, se sacudía brusca en busca de zafarse
-¡Suéltame!
-Poche... lo prometió, no hagas nada apresurado...
Juan Carlos se acerco buscando ayudar a retenerla, ambos hombres la sostenían por los hombros pero esta hacia mucha fuerza, tenia... furia, ira, enojo pero más que nada dolor... el dolor en sus ojos.
-Suéltenme... suéltenme ya,- comenzaba a aflojarse tirándose a los brazos de su padre intentando encontrar algo de tranquilidad en ese abrazo -ella... ella va volver... ¿verdad papá?... ella lo prometió... ella me lo dijo... ella volverá... Poche siempre cumple sus promesas... ¿verdad?
-Si mi niña, ella siempre las cumple... pero ella no querría que tú te preocuparas de esta manera... puedes hacerte daño, a ella no le gustaría eso... porque te ama, y solo quiere protegerte.
El silencio... de nuevo domino el ambiente, sinceramente no había nada que decir, nada que pudieran hacer, nadie a quien acudir, y fue en parte eso... lo que le frustro más. Sacando a todos de sus pensamientos la computadora con coordenadas comenzó a chillar de manera extraña, resaltando un foco rojo en la esquina derecha que parpadeaba constantemente.
Juan Pablo fue el que corrió hacia la maquina viendo que los números en las coordenadas cambiaban de forma rápida, los números enloquecían sin parar en uno determinado.
-¿Que esta pasando?- exclamo el chico castaño sin tener una idea de la informática -Los dígitos están... están cambiando ¡¿porque?!
-Hazte a un lado,- le ordeno Johann poniendo el aparato ahora en sus piernas -los... los dígitos están cambiando de manera indescifrable, esto solo significa una cosa...
-¿Poche viene volando hacia acá?
-No...
-¡¿Entonces que?!
-Poche... Poche esta cayendo.
Calle se aparto de su padre para hacerse espacio al lado de su hermano, quien parecía concentrado en la maquina conectando y desconectando varias partes de la misma.
-¿Sabes donde va caer?- pregunto ella intentando entender lo que hacia
-Estoy intentando descifrarlo, con seguridad no lo sé... pero puedo calcular un área cercana... ¡lo tengo!
-¿D..Donde es?
-Tenemos suerte, es en los bosques de la frontera hacia la otra ciudad... llegaremos en treinta minutos, es mejor irnos ya.
No hubo muchas palabras pero eso era todo lo que la castaña necesitaba, que en cuestión de segundos salto al asiento conductor de su vehículo, su hermano al lado que jalo a su novia sentándola en su regazo, mientras Juan Pablo, Valentina, Paula, Laura y Valeria se colaban por atrás donde iban un tanto apretados, pero no les importaba en lo absoluto.
-Nosotros tomaremos la camioneta- les informo German refiriéndose a los adultos -¡Adelántense!
No le dijeron dos veces cuando Calle arranco de manera brusca, olvidándose del mes de lecciones para conducir que había tomado a los diecisiete, omitía cada semáforo, cada banqueta, y claro... cualquier pobre peón que le pasaba por enfrente, no había reglas, estaba en ese punto en el que le hubiese dado igual que la policía le persiguiese, le hubiese dado igual el chocar ligeramente con el costado de un auto, porque en ese momento... estaba en la delgada linea entre caer devastada en llanto o destrozar todo con su propia ira.
Esta más que claro por cual opción se inclino.
-¡CALLE NOS VAS A MATAR!
-Pero...- logro articular la castaña con el poco aliento que le dejaba su corazón alterado -ella, nos necesita... va caer... va caer sola, tenemos que buscarla... tengo que besarle, tengo que tenerla en mis brazos... tengo que tenerla.
-Entiendo hermana,- intento tranquilizarla Johann que veía asustado la velocidad con la que pasaban calle por calle -pero... necesitamos estar vivos para encontrarla.
-Y... lo estaremos.
...
Caer es diferente para todos, unos sienten mariposas como en los juegos mecánicos, otros sienten nauseas que es debido a su temor o a su propia salud, otros lo encuentran refrescante, cautivador, o liberador, porque siempre tienen en mente que caen en un lugar seguro o igual volverán a subir... pero, ¿que siente un persona cuando sabe que no volverá a subir? ¿Que sienten los suicidas que se avientan del tejado de los edificios? ¿Que sienten realmente ellos.
Caer... sin ninguna esperanza de volver a vivir, ellos quisieron terminar, no hubo nadie que los detuviera y simplemente sucedía, caían con sus propios pensamientos atormentándolos, con su propia conciencia gritando que tal vez era lo mejor, al menos hasta que... llego ella. Un héroe, ese que te da una segunda oportunidad de pensar las cosas, que te da una forma diferente de ver la vida, como cuando tu celular cae pero lo salvan tus audífonos o como cuando tu computadora se apaga y despues te dice "restaurar donde lo dejaste"... esas pequeñas segundas oportunidades, son las que hacen al mundo no estallar en histeria.
Porque todo mundo merece una segunda oportunidad.
En un caso totalmente diferente, esa persona, la que alentó tu vida a una segunda oportunidad, una nueva vida, un nuevo mundo, alguien tan inalcanzable sin embargo viendo por lo más devastado, esa persona que crees jamas caería... cae, cae de manera veloz, cae con fuerza, cae y con ello... caen esperanzas, caen sueños, caen triunfos.
Los niños preguntaban, los adultos comentaban, los noticieros informaban, los investigadores intuían... pero nadie lo sabia con certeza, dejando a todo el pueblo, toda la ciudad, todo el país, todo... el mundo en un amago silencio.
Ella inconsciente de cualquier cosa que ocurría a su alrededor, caía en picada con la capa cubriendo su cuerpo, y su traje casi en su totalidad destruido, atravesando la estratosfera su cuerpo ardía, literalmente quemando por la velocidad en la que descendía, pasando los kilómetros en cuestión de segundos.
Los arboles ya se divisaban por debajo, y deduciendo por su posición su espalda seria lo primero en hacer contacto con la tierra, no sabría si decir que tuvo suerte de caer en un lugar tan desolado, tal vez es lo contrario.
El impacto contra el suelo llego... dejando bastantes arboles derribados en su recorrido, un camino negro y hundido seguía su cuerpo, como despues de unos kilómetros paro, lleno de humo y un olor indescifrable, la castaña tirada con una pequeña parte de su traje que todavía le cubría, y con su capa en la espalda que se había desgastado pero aun la mitad seguía ahí.
No había señal alguna de reacción al choque. Ni un quejido, ni una mueca, ni un sonido... nada.
...
Calle no era de esas personas que observaban el detalle de todo, pero en ese momento, en ese escenario en su vida, su vista no miraba nada más que el cielo. Su corazón dio un vuelco agitándose rápidamente cuando diviso un rastro verde cayendo del cielo, el sonido de impacto que dio en el suelo oprimió su pecho... deseo haberle alcanzado.
Tal vez solo era un meteorito, despues de todo ese día habían caído varios pero... ella no se equivocaba, tenia que seguir el rastro verde que dejo por las nubes.
-Suban al auto, sé donde esta.
Nadie le replico a eso, y de nuevo sin importarle si la zona verde era un lugar para coches entro en el sitio, esquivando arboles, felicitándose mentalmente por comprar un vehículo tan resistente, sus padres la seguían con la camioneta por detrás y parecía que tampoco tenían problemas.
Se apresuro aun más, si eso era posible. Su visión era buena, tal vez era la situación pero detectaba bien entre las hojas de los arboles el sendero que debía seguir. Fue aun más fácil cuando un hoyo negro apareció por su lado, siguiéndolo hasta la parte más profunda encontró la parte final, bajando con la velocidad de una bala, como si toda su vida dependiera de ello.
No podría describirlo, no podría describir la cara de Calle al ver el cuerpo de su amada. No podría describir como sus pupilas se llenaron de agua en un segundo, no podría describir el quejido que salio de sus labios al saltar al hoyo que no debía medir más de un metro y medio, no podría describir la forma en que le tomo en brazos apretándola contra su cuerpo, no podría describir su mueca al sentirla totalmente inconsciente, ni podría describir el grito de dolor que quebraría en tus oídos si le escuchases.
No podría describir nada, nada más que la angustia y el desconsuelo en esos ojos verdes.
Juan Pablo y Johann fueron los primeros en bajar a ayudar pero la castaña no permitió que quitaran de sus brazos a su novia, con ayuda de ellos, Laura y Valeria que se unieron segundos despues le subieron arriba. Hicieron espacio en la parte trasera de la camioneta, donde les acomodaron a ambas.
Aun no lo creían... en verdad... Poche no despertaba. No respondía, no decía, no hacia, nada de nada.
-¡¿QUE RAYOS ESPERAN?!- grito desgarrada la castaña -¡Vamos al hospital, rápido!
Dudándolo un poco el señor Juan Carlos arranco de nuevo el auto, Johann condujo el otro siguiéndolos, Martha quien volteaba de vez en cuando hacia atrás estallo en llanto, y le siguio Mafe, no era bueno... no era nada bueno, ella jamas había enfermado, jamas se había quejado, jamas había dormido de esa manera.
Si se puede decir... dormir.
-Mi amor...- susurraba Calle lo suficientemente alto para que todos en la camioneta escucharan -mi vida... tienes que despertar, tienes que estar bien, tienes que abrir esos hermosos ojos... tienes que estar a mi lado, ¿me escuchas?- acariciaba el cabello negro besando su rostro constantemente -¿me escuchas, amor?... tendremos un bebé... tendremos tú y yo... tienes que verlo, tienes que casarte conmigo...
Se aferraba más al cuerpo de su prometida como queriendo fundir sus cuerpos, tomo su mano viendo lo dañada que estaba, tambien lo sucia, beso la quemadura en sus nudillos... intentando, como en los cuentos de hadas que eso sanara de alguna forma.
Pero esto no es un cuento de hadas.
-Mi amor, no te vayas... no te vayas, por favor... te necesito, te necesito mucho... mi vida... no me dejes...
El vehículo freno bruscamente, pero al fin habían llegado al hospital, uno solitario pero el más cercano. Calle no lo medito un segundo salto con su novia en brazos dandole una patada a la puerta que abrio automáticamente, los demás le seguían por detrás y varias enfermeras les miraron con asombro por ser demasiados.
-¡¿Que miran estúpidas?!- el humor de la castaña no era el mejor -¡BUSQUEN A UN DOCTOR, SUPERMAN ESTA HERIDA!
No era de todo su agrado decir eso pero sabia que le atenderían con más importancia si lo hacia, tenia que ser egoísta, para que se enfocaran en salvar la vida de su amante. Las chicas vieron directamente a la persona en sus brazos, viendo la capa, parte del traje corrieron cada una por zonas diferentes y en menos de un minuto tenían una camilla y varios doctores tomando a la latina, la pelinegra la soltó con un gruñido de recelo. Sabia que era lo mejor, los médicos debían saber... saber que hacer, ¿cierto?
Unos guardias de la salida entraron a ayudar, despejando los pasillos para que la camilla pasara, despejando de pacientes, familiares, otros enfermeros, y unos ocho doctores ya rodeaban la camilla. Curiosos, impacientes, nerviosos... sin tener alguna idea de que hacer con un... ser de otro mundo.
Pasaron a un gran cuarto, se notaba era de los mejores, pero los guardias le impidieron el paso, y ahora tampoco podría describir la cara de Calle ante esto.
-Lo sentimos pero en este proceso deberían esperar en la sala de espera... hay café y otros aperitivos, estamos muy agradecidos de que le hayan recogido pero los doctores ocupan hacer su trabajo.
-Yo tengo que entrar,- aclaro la castaña -ustedes vayan a la sala de espera les aviso cualquier cosa,- hablo con los chicos que caminaron lento perdiéndose por el pasillo -ahora si me disculpan.
-No puede entrar señorita, a menos que tenga una relación cercana con el héroe pero eso es...
El "imposible" quedo atorado en su garganta cuando la castaña indico.
-Soy su esposa imbécil, y muévanse a un lado, me estorban.
Los policías quedaron tiesos como ella los empujo metiéndose a la habitación cerrando la puerta detrás de ella, nadie le iba decir que hacer, y se paro viendo claramente cada cosa que hacían los médicos, como le ponían la mascarilla de oxigeno o como quitaban su prenda superior de un tirón... le dolía, le dolía ver, pero no soportaría estar esperando.
-Herida profunda en la parte baja de la espalda, no hay hemorragia.
Observo como sacaban un pequeño cristal verde de la herida, y colocaban en su muñeca el marcador de pulso... pero la maquina no mostró señal alguna. Intentaron inyectarle pero todas las agujas se doblaban al contacto con su piel, quedando inservibles.
El doctor principal, algo desesperado y con sudor en la frente tomo el desfibrilador y empezó a frotar los aparatos como había visto en algunas películas... su cabeza comenzó a dar vueltas... en las películas, esa siempre era la ultima opción.
-¡Carga a docientos!
-¡Es suficiente no es un humano!
-¡AUMENTEN A TRECIENTOS VEINTISÉIS!
Todo se veía lento, empezaban a murmurar entre ellos, el doctor comenzó de nuevo el proceso ahora con gotas de sudor pasando libremente por su cara.
-¡DESPEJEN!
La transmisión de corriente eléctrica contra ella no resulto bien, chispas brotaron y los focos se apagaron durante prolongados segundos, el aparato sacaba humo que poco despues se convirtió en fuego que se apago cuando la luz regreso.
Quisiera decir que sus ojos se abrieron, o que sus labios se curvaron en una sonrisa, o que al menos movió ligeramente la mano que estaba conectada a la maquina... quisiera decirlo, pero no lo hizo...
Los médicos voltearon a la pantalla que indicaba el pulso, viendo... una linea recta.
Y con el característico sonido " Piiiii... "
Todos en esa sala bajaron la cabeza, algunos salieron rápido sin poder soportarlo otros miraron le miraron con dolor... como si entendieran su sufrimiento, pero no lo hacían, ninguno de ellos podría hacerlo.
-¡¿Que esperan?!- chillo con la poca voz que le quedaba la cual salia rasposa de su garganta -Salgan de aquí, ¡no quiero verlos, no quiero ver a nadie! ¡LARGO!
Ellos salieron sin poder decir nada, un doctor más destrozado que el otro, enfermeras curiosas querían escuchar por atrás de la puerta pero fuera de eso decidieron darle privacidad, tiempo, espacio... para lo que seria un adiós.
Siempre es dificil decir adiós.
En realidad lo complicado no esta en el "adiós", si no en aprender que alguien no va volver nunca.
-Poche... bebé...- no sabia en que momento se había lanzado encima del cuerpo de su amada, ni cuando se había aferrado a su pecho con esa fuerza, levantando su silueta floja en un abrazo que le rompía el alma -mi amor... no me hagas esto, no me hagas esto por... por favor... ¿que haré sin ti?... ¿puedes escucharme?...- deposito un casto beso en sus labios que estaban secos y de alguna manera fríos -si me escuchas... te amo... te amo tanto... te amo más que a todo... y estoy segura de que amare a nuestro bebé de la misma manera...- sus palabras se perdían en el cuello en el que se escondía -pero tienes que estar aquí... conmigo... no puedo hacerlo sola...
En ese segundo de tiempo, es cuando el destino toma la decisión, y aunque la muerte es dolorosa, con los años es superada, poco a poco y con mucha ayuda... pero simplemente no era su turno, al menos no por hoy.
Su destino no era morir.
No ahí, no ese día, no en esa situación, no entre los tibios brazos de su amante.
-Calle...
Fue apenas un murmuro, apenas una palabra, apenas el bajo sonido de su voz... pero para ella significo todo. La fue soltando no queriendo sofocarla, viendo como las heridas comenzaban a sanar, sus nudillos, su abdomen, su espalda, volvia a la piel saludable morena como el sonido en la maquina de pulso se hizo presente.
No se dio cuenta en que momento los chicos entraban por su espalda, y con lo que era tristeza notoria en sus rostros cambiaron notablemente al ver la recuperación del héroe.
Sus ojos se abrieron lentamente, como el intenso verde aceituna veía curioso todo el lugar, no entendiendo muy bien donde estaba, que hacia, o que pasaba. Su miedo se disipo cuando dos manos tomaron sus mejillas, y su mirada conecto con un marron que amaba con locura.
-Tranquila mi amor... todo esta bien, estoy contigo.
La pelinegra no conforme con eso jalo a su pareja en un abrazo que la ojiverde no resistió para nada, fue fuerte, tal vez demasiado, pero... lo necesitaban, ambas lo hacían. Poche jamas había tenido tanto miedo como estando en el espacio, pensó que iba morir, pensó que quedaría ahi... flotando, pensó que estaría sola, pensó... pensó muchas cosas horribles, como no volver a ver al amor de su vida.
-¿Que... fue... lo que paso?- pregunto sin ninguna intensión de soltar a su prometida
-Veras,- quiso explicar Johann que se acerco un paso a la camilla -supongo que viniste de la exosfera como si tu cuerpo fuera un meteorito, el aparato en tu muñeca me dio coordenadas aproximadas de tu paradero, no caíste muy lejos pero derrumbaste varios arboles, lo que nos dejo un camino muy útil para seguir.
-¿Donde... estamos?
-Estamos en un hospital, hija- inquirió Juan Carloa que tenia los ojos rojizos -a las afueras de la ciudad.
-¿M..Me vieron... nos... a ustedes... los vieron?
-Ey, tranquila Poche- su novia intento calmarla quitándose la chaqueta para cubrirla recordado que estaba sin camisa -Encontraremos la manera de que ellos no digan nada, estaremos bien... solo no te agites, acabas de recuperarte.
-P..pero... ellos.. si me vinculan con ustedes... po-podrían hacerles daño...
-No te alteres... inhala y exhala lento amor... vamos relájate... relájate cariño...
El marcador cardíaco se alteraba, como la mirada de la morena se encontraba con cada persona ahí, sabiendo perfectamente lo importantes que eran para ella.
-Poche... no, no... tranquila, todo... todo va estar bien- la castaña tomo la mano de su amante acariciando con su pulgar los nudillos recuperados que temblaban -tienes que tranquilizarte... respira amor... shh... estamos bien...
-Y lo seguirán estando.
Fue la voz masculina que reino en el cuarto, cuando la puerta fue abierta dejando ver a cierto empresario famoso que se hacia lugar al lado derecho de la camilla, llevaba un maletín y un elegante traje azul marino.
-S-Sebastian...
-El mismo,- indico el hombre con una sonrisa ladeada -pero no me miren así, estoy seguro de que no me veía tan mal en el espejo de mi hotel.
-¿Que haces aquí, Villalobos?- resoplo la castaña aferrándose más a la mano de su prometida -¿como te enteraste? ¿quien te lo dijo?
Él con una mueca de satisfacción por la pregunta arrastro una silla no sin antes decir un "me permiten" que no fue respondido, sentándose lo más cerca posible a la camilla y viendo directo los ojos de la morena comenzó a hablar.
-Con el paso de los años la vida te enseña muchas cosas... unas buenas, otras no tanto, pero estoy seguro de que de las casualidades más conmovedoras que he tenido, ha sido conocerte a ti, Poche- se permitió sonreír al mencionarla -sin embargo no es algo que aproveche muy bien que digamos, el día que me salvaste la vida... yo no me concentre en mi segunda oportunidad, si no en como habías hecho para salvarme, con los días, meses y años fui descubriendo... cosas, cosas que debí ignorar pero mi cerebro me obligaba a indagar, sin saber exactamente que día, uno cercano, simplemente lo supe. Lo supe y... solo eso, entregarte no es una opción para mi, no podría hacerlo porque el mismo día que lo supe, tambien descubrí que me habías dado otra oportunidad... y yo no desaprovecho mis segundas oportunidades.
-¿A... que te refieres?
-Me dedique a protegerte, cuidando en que punto estabas siempre, por lo mismo cuando me entere de la noticia llegue lo más rápido que pude hasta aquí,- puso el maletín en la camilla viendo de nuevo directo los ojos aceituna -una vez te dije, dinero y poder... si tienes eso puedes asegurar todo lo demás... estaba muy equivocado, lo siento. Pero si hay algo que pude hacer es hablar con cada integrante de este hospital, cada persona que vio algo mínimo de ti, quedara borrado de sus memorias, ya sea por dinero o por la propia seguridad de su familia... nadie hablara, estas a salvo.
Todos quedaron asombrados cuando la latina salto a abrazar al hombre, y ampliaron aun más los ojos cuando este sonreía sinceramente ante el gesto cariñoso.
-Dime Poche... ¿puedo ser parte de la familia?
La morena asintió frenéticamente en el cuello de su amigo.
-Si.. tú... puedes... puedes... quédate en mi familia...
-Creo que entenderás que no puedes hacer cosas como estas en publico... soy el más temido empresario del país... pero sonrió como niño cuando tú me abrazas... tampoco puedo mostrar el pánico que me da la mirada que me dirige tu prometida...
Creyendo los dejo suficiente tiempo de afecto, la castaña jalo de la chaqueta a su pareja devolviéndola a sus brazos, Sebastian soltó una carcajada por la pequeña escena de celos. Le gustaba Poche, pero para nada en el sentido romántico... era más bien esa hermana pequeña que te ablanda el alma.
-Creo que ahora que todo esta arreglado, puedo decir que- pronunciaba alegre Mafe abrazando a su esposo -¡seré abuela!
No fue la única, Martha tambien estallo en emoción junto a su marido, poco despues Valentina soltó un "seré tía" y Johann un "seré tío", compartiendo la noticia con toda la habitación... donde la única para nada enterada, era Poche.
-¿Que... abuela?
-Tendremos un bebé,- soltó la castaña mirando con ternura la expresión de sorpresa que ponía su prometida -apenas lo supe en la madrugada cuando te fuiste.
-Tú... yo... nosotras... un bebé...- el marcador cardíaco se volvia a alterar pero esta vez nadie se asusto -tendremos un bebé... ¡tendremos un bebé, amor!
-Si mi amor... lo tendremos...
Se besaron, se besaron inocentemente, como si fuese la primera vez, con ternura, con vergüenza, con emoción... y con el corazón de ambas latiendo con furia, ese beso que significaba que millones más le seguirían. Y con ese unico pensamiento ambas sonrieron, se besaban y se separaban ligeramente para sonreír, se reían de vez en cuando, pero continuaban con el sello de amor.
-Aunque el beso se ve bastante bien,- opino Juan Pablo ganándose una mirada asesina de la castaña -creo que deberíamos irnos lo más pronto posible.
-Cierto,- indico Sebas viendo el reloj en su muñeca -tres camionetas negras estarán en treinta segundos por la puerta de salida, nos meteremos rápido... los carros de ustedes están siendo llevados a la mansión por dos chóferes. Apresuren el paso.
Todos salieron corriendo, mientras Poche iba un poco más lento... se sentia recuperada pero ocupaba descansar, sus piernas dolían así que no se pudo quejar cuando su prometida la tomo en brazos, las camionetas eran discretas, subieron de cinco en cinco y en la ultima quedaron ellas, junto a Sebas y Juan Pablo.
-Acabo de ordenar que cualquier cámara en el hospital sea destruida, claro... ya las pague para que sean remplazadas,- informo el empresario que comenzaba a relajarse sentado en el sillon de piel mientras se servia un trago en la inesperada lujosa parte trasera de la camioneta -los vídeos de la ciudad son de lo más sencillo, tengo acceso a cada uno, los borrare llegando a la mansión... así que relájense.
-Muchas gracias... Sebas...
Susurro Poche que se quedaba dormida y exhausta en los brazos de su amante, quien le acariciaba el cabello, dejando le constantes besos en el rostro, que solo hacían que la morena se arrullara con sus ojos cansados cerrándose, antes de caer rendida ante Morfeo susurro;
-Te amo, Calle...
-Y yo a ti, Poche...
Esto se ve como un final, uno feliz, uno que te deja un buen sabor de boca. Uno donde tu podrías imaginar cualquier cosa para un futuro, cosas buenas o cosas malas, podrías imaginar lo que quisieses pero...
Este no es el fin.
Continuara...
Superramadre
Puto el que no vote
Quedan 2 capitulos xd
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