Capítulo 6: De cacería
Un viejo edificio departamental, uno de los más antiguos en aquella ciudad del mañana, pero exquisitamente cuidado (contrastando su diseño clásico y moderno y en muchos casos futurista al del resto de la urbe) y alejado del ruidoso centro de la Metrópolis, justamente en el centro de uno de los barrios más bellos de toda la ciudad. Los departamentos en sus pisos inferiores son habitados por personas mayores que han vivido allí gran parte de su vida o familias los suficientemente pudientes como para permitirse los altos costos de renta. Más los dos pisos superiores, pertenecen todos a una única persona y en estos momentos, están todos vacíos; a excepción de uno.
El pasillo del último piso es custodiado por diez hombres de porte imponente, vestidos de negro, armados y perfectamente capaces de matar a una persona con sus propias manos. Cinco de aquellos matones trabajan para el dueño del piso mientras que los otros cinco, para su actual invitado.
Allí, al interior de la habitación 66, una reunión tenía lugar.
-Debo decir niño, que me parece un insulto por parte de tu padre, que seas tu quién está aquí y no él. Si he de negociar será con el halcón, no con su pichón- hablo Bruno "El feo" Mannheim, mayor y último de los jefes criminales de Metrópolis, consiguiendo las risas de sus hombres.
-Le aseguro que esto no es ni pretende ser un insulto. Mi padre está realmente interesado en reconstruir la alianza que alguna vez mi abuelo y su padre mantuvieron, pero temía que dejar Gotham atrajera atención no deseada- explico un hombre delgado, de rostro alargado, fino traje color negro y que llevaba unos lentes sobre los ojos. Este hombre era Alberto Falcone, hijo del capo criminal Carmine Falcone.
Aquel comentario final, provoco aún más risas por parte de la banda de El feo más la de este mismo.
-Por favor, tu padre teme al murciélago y ¿ahora quiere expandir su imperio bajo las narices de Superman?-
-Mi padre no teme a Batman, ya hemos aprendido a eludirlo e incluso sacar ventaja de sus actividades. Si no quería llamar la atención, fue para no volverlo a usted un blanco- Mannheim apretó los puños y endureció su ceño, aquello le había parecido un insulto. Pero supo controlarse, decidiendo esperar para ver a donde lo llevaba aquella conversación.
-Bueno, tal vez sepa cómo evitar a una rata con alas, pero aún queda el tema del Boy Scout-
-Tengo entendido que lleva algunas semanas desaparecido-
-Bah, no sería la primera vez, solo la más larga. Ese bastardo siempre regresa- dijo con aires de desprecio en la voz. Pero entonces una idea vino a su mente y con ella, una sonrisa a sus labios -Sabes chico, creo que considerare una alianza-
-Imagino que tiene alguna petición en mente-
-Solo quiero saber si son de fiar, si puedo confiar en ustedes. Para ello, necesito a algunos de tus hombres para llevar a cabo mis próximas operaciones. Si todo sale bien, entonces acordaremos los termi...- en ese momento, el ventanal sobre sus cabezas reventó, provocando una lluvia de cristal que vagamente cubrió el sonido de algo pesado aterrizando.
-El murciélago ¡No siguió hasta aquí!- grito uno de los guardaespaldas de Falcone, quien desenfundo su arma para cumplir su labor, sin saber que aquello sería su sentencia de muerte. Un rugido se escuchó y la cabeza del varón cayó al suelo. Los gritos y disparos no se hicieron esperar. Los hombres colocados afuera para la protección de sus jefes derribaron la puerta para intervenir, no haciendo más que aumentar la cantidad de sangre derramada.
Tres rayas rojas que asemejaban un triángulo (sin llegar a cerrarlo) se posaron brevemente en el pecho de uno de los matones, antes de que una esfera de plasma azul emergiera de la nada y le atravesara el pecho, explotando al entrar en contacto con el varón a sus espaldas, matando a este y aturdiendo a quienes se encontraban a su alrededor.
Uno de los guaridas del feo vacío su cargador, acertando a la espalda camuflada del depredador, quién se giró, mostrando a su próxima víctima sus ojos amarillos. Aquello fue lo último que vio antes de que dos afiladas cuchillas le rebanaran el abdomen y regaran sus intestinos sobre el suelo, cayendo poco después el propio sujeto, tratando de sostener sus entrañas mientras gritaba de agonía, hasta que fue silenciado cuando el cazador le piso con fuerza el cuello, pudiendo escuchar los presentes un "crack".
Uno de los matones fue atravesado por la espalda por aquella fuerza invisible, la cual lo arrojo con fuerza en contra de la pared y procedió a disparar desde su brazalete una red que atrapo a otro varón, el cual quedo de espaldas contra una columna, mientras la red poco a poco se cerraba sobre él. Sus atroces gritos no impidieron que aquel artefacto cortara lentamente a través de su piel, carne, músculos: para cuando llego al hueso, los gritos habían cesado.
El destino del resto de los hombres no fue diferente, todos fueron asesinados uno por uno por aquella fuerza imparable venida de las estrellas, hasta que finalmente, quizá por suerte o quizá porque así lo quiso la criatura, solo quedaron con vida Falcone y Mannheim. El Yautja tomo al mayor del cuello y lo levanto del suelo, analizándolo mientras extendía las garras de su brazo contrario.
-No... esperes que... ruegue... maldito monstruo- susurro con dificultad, escupiendo a la máscara del depredador. Lo que no sabía, era que estaba siendo analizado. Diferentes tipos de visión fueron utilizadas para escanearlo de arriba de abajo, hasta que una de ellas, mostro al cazador algo interesante. Un cáncer bastante avanzado que se extendía por su pulmón derecho. El extraterrestre gruño frustrado pero entonces escucho algo.
Alberto aprovechaba que estaba concentrado en Bruno y trataba de escapar. El depredador arrojo a "El feo" como si fuese nada y en tiempo récord alcanzo al más joven, sometiéndolo esta vez contra el suelo. Repitió el procedimiento y esta vez su objetivo estaba sano, en plenitud.
Lo sujeto del cuello del traje y lo levanto del suelo, haciéndose visible para poder verlo cara a cara. El hombre tan solo se retorcía intentando escapar, hasta que sintió aquel frio metal abrirse camino en su interior. Escupió sangre y bajo lentamente la mirada, observando las cuchillas del Yautja clavadas en su abdomen.
Cuando la policía llego minutos después alertada por los reportes de gritos, disparos y rugidos hechos por los vecinos, encontraron una verdadera masacre, sangre manchando el suelo y las paredes, cadáveres colgados del techo, desollados y carentes de sus cabezas. Tan solo un sobreviviente, un viejo enfermo, golpeado e inconsciente en un rincón.
No muy lejos de donde la masacre había tomado lugar, una patrulla de policía perseguía a un tipo encapuchado, sospechoso de haber robado una tienda y atacado al dueño de esta.
El vehículo lograría adelantar al fugitivo, cerrándole el paso al subirse toscamente a la acera.
-¡Alto ahí!- grito el oficial que estaba en el asiento de copiloto, con la mano sobre la funda de su arma. Más el varón no freno su paso, corriendo directamente hacía ellos. Mientras corría, la luz de la luna permitió al oficial verle el rostro, el cual se asemejaba más al de una bestia que al de un hombre -Maldición- grito del susto, tomando su arma y dando tres detonaciones, acertando una al abdomen, por debajo de las costillas. El ser gruño, saltando al techo de la patrulla (que hundió con su peso) y de allí a la acera, dejando un rastro de gotas de sangre hasta adentrarse en un callejón.
-Dios santo ¿Qué fue eso?- pregunto el conductor, que a simple vista era más joven que su compañero.
-Sígueme- le dijo el oficial que había disparado, corriendo hacía el callejón.
-Aquí Espinoza, seguimos con la persecución del sospechoso a pie- anuncio el menor por la radio, justo antes de seguir a su compañero.
En el callejón, el encapuchado avanzaba tambaleante mientras se sostenida la herida. Comenzaba a marearse, pero sabía que tenía que escapar. Al fondo del callejón había una gran reja que daba a un terreno de construcción vació al ser de noche. Era perfecto, podría esconderse entre los vehículos y materiales. Sujeto la reja y trato de romperla, al no lograrlo se decidió por escalarla, pero entonces.
-Alto ahí- grito el oficial de mayor edad, apuntándole a la espalda.
-Manos sobre la cabeza y dese la vuelta-
-Por favor, no quiero problemas- hablo el encapuchado.
-Debiste pensarlo antes de robar y agredir a un inocente, ahora manos arriba y da la vuelta- sin más opción, el sujeto se dio la vuelta, alzando los brazos y perdiendo la capucha en el movimiento, revelando su rostro peludo y los cuernos de cordero sobre su cabeza.
-¿Pero que...-
-Lo sabía, un maldito mutante- dijo con desprecio el mayor, acercándose.
-Por favor, no quería lastimar a nadie, solo quería algo de comer, no he...-
-Cállate bastardo- ordeno el oficial al momento de atinarle un golpe al hígado, haciendo al contrario agacharse del dolor -Esto es lo que los de tu tipo merecen- le susurro.
-Frank no creo que esto sea...- el oficial cayo al escuchar un ruido sordo a sus espaldas, pero al girar algo lo golpeo con fuerza, lanzándolo contra una pared y dejándolo atontado.
-No seas marica Espinoza, si no quieres ver esto ve al auto pero no me interrumpas- dijo sin mirar atrás, dando un golpe con la culata de su arma al rostro del mutante. Al recomponerse tras el golpe, el chico de apariencia animal logro ver algo acercándose más no pudo hablar al recibir otro golpe -¿No te defiendes maldito adefesio? ¡Anda! Dame una excusa, la más mínima para...- en ese momento, lo que muchos llamaría karma actuó y el oficial fue atravesado por la espalda y arrojado como basura a morir a un costado.
El mutante retrocedió de la impresión, chocando su espalda contra la reja que hacía poco intentara escalar. Frente a él, se materializo una dorada figura.
Aterrado tan solo miraba sin saber que hacer a la criatura que sin problema se deshizo de sus perseguidores. Lo miro hasta que el ser tomo una espada de su espalda y cerró los ojos, esperando su final, cuando este la alzo sobre su cabeza. Pero entonces escucho el sonido del metal chocando contra el suelo. Tras abrir lentamente los ojos, vio la espada tirada frente a él y a la figura retroceder tres pasos.
Dudoso tomo el arma y en ese momento las cuchillas del depredador se extendieron y este corrió al ataque. El mutante logro reaccionar y, aprovechando la velocidad que su mutación le concedía, se hizo a un lado. Pero al cazador no le tomo ni un minuto continuar, dando un salto para atacar nuevamente con sus garras, dejando poco margen para que el mutante lo evitara. Aquello continuo por algunos momentos, con el joven Yautja atacando y el joven mutante esforzándose por esquivar los letales golpes, recibiendo dos cortes en el brazo y la espalda al ser demasiado lento.
Fue tras evitar un nuevo corte que le rozo y corto su abrigo, que finalmente reacciono y ataco, dando una estocada poco profesional que fue bloqueada con las cuchillas, recibiendo un puñetazo por parte del depredador. Aquel golpe le hizo chocar de espaldas contra la pared, pero cuando el alíen corrió para atacarlo, salto y dio una patada con ambas piernas al pecho del cazador, tomándolo por sorpresa y lanzándolo, gracias a la fuerza ejercida, contra la reja, que acabo atravesando.
Por el golpe, los gastados zapatos del mutante se rompieron, revelando unas puntiagudas pesuñas como de cabra. Queriendo aprovechar su corta ventaja, corrió lanzando cortes a diestra y siniestra, siendo todos bloqueados por las garras del cazador. Fue entre tanto choque de metal, que se le ocurrió patear la rodilla del depredador, sacándole un alarido de dolor al clavarse su pesuña en la pierna contraria. Y continuando, le dio un cabezazo, que gracias a sus cuernos y grueso cráneo apenas le afecto pero que termino abollando el casco del depredador.
En ese momento, se sentía poderoso, invencible, por lo que confiado, retrocedió unos pasos para poder embestir a su rival con los cuernos por delante, corriendo casi veinte metros antes de arrojarlo en contra de un remolque, el cual fue abollado por el cuerpo del cazador.
El mutante dio un grito de emoción pura e intento una nueva embestida, notando tarde que el cazador tomaba un disco de su muslo. Pudo girar su cabeza para evitar un golpe mortal, pero termino por perder el cuerno derecho. Devuelto a la realidad y habiendo perdido el equilibrio, el chico cayó al suelo aterrado, parándose y corriendo en dirección contraria al cazador.
Esta vez, fue él el embestido, cayendo al suelo nuevamente, con el pie del cazador sobre su pecho para inmovilizarlo.
-No, no, por favor, piedad- rogaba el joven mutante, pero el depredador no entendía aquellas palabras y de entender, tampoco le importaría. Pero para suerte de uno y desgracia del otro, un disparo dio en la nuca de la criatura, liberando su sangre verde para que esta manchara el suelo, su cuerpo y el de su presa. El cazador, aún vivo pero herido y furioso, se giró para observar a su enemigo, recibiendo dos disparos, uno en la parte desprotegida de su pecho y otro en la máscara. Aquello le obligo a retroceder dos pasos, pero logro usar su brazalete para protegerse del tercer disparo y así correr, atinando un corte de sus cuchillas a su atacante; el cual pudo interponer si escopeta modificada, la cual logro resistir el golpe. El recién llegado empujo al cazador y usando su arma como garrote le golpeo el rostro, haciéndole perder la máscara y caer de espaldas al suelo.
Malherido, el cazador trato de activar la autodestrucción de su brazalete, pero su enemigo le piso el brazo para impedirlo. Sin posibilidades, observo a su pronto verdugo, quién portaba la máscara de uno de los suyos en el hombro, a modo de trofeo. Furioso le rugió al sujeto, el cual le apunto directamente al rostro.
-Cada uno es más feo que el anterior- expreso el individuo, acabando con la vida del extraterrestre al disparar.
Al varón, con su objetivo muerto, desplazo su atención al mutante, el cual seguía en el suelo, quejándose del dolor al haber pasado el efecto de la adrenalina. El chico se puso a la defensiva cuando el hombre se le acerco, pero para su sorpresa, este no le fue hostil.
-Oye chico, ¿Puedes ponerte en pie?- pregunto, recibiendo un dudoso asentimiento -Bien, porque voy a necesitar tu ayuda- menciono, observando el cadáver de su más reciente víctima.
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En la fortaleza de la soledad, Clark veía las noticias de Metrópolis, las cuales reportaban las constantes muertes y masacres que habían tenido lugar en la ciudad desde su partida, horrorizado, con un abrumador sentimiento de culpa consumiendo su interior.
Tras su partida, los Yautjas habían convertido la ciudad en su zona de caza, acabando con cualquiera que pudiera considerarse una presa, policías, criminales, mutantes, incluso personas inocentes que por protección mantenían armas en sus hogares.
La cacería había comenzado y no parecía que fuese a terminar pronto.
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