Capítulo 10: Cazador
Los parpados le pesaban, el frío le recorría la columna y el cuerpo le dolía como pocas veces antes. Con esfuerzo pudo abrir los ojos, tardando en acostumbrarse a la nueva -aunque escasa- luz que los inundaba. No pudiendo emitir un gruñido por el dolor, el poderoso Superman logro sentarse, pudiendo finalmente vislumbrar el lugar en el que se encontraba.
Una bodega abandonada ya hace tiempo, recubierta de polvo y suciedad se viera por donde se viera. El se encontraba sobre una camilla de hospital maltrecha, la cual se sacudía al más mínimo movimiento, amenazando con caer. No tardo mucho en notar que se encontraba sin camisa, con el pecho recubierto en vendas y varias gasas médicas, algunas manchadas de sangre seca.
Al ponerse de pie la debilidad se apodero de el y un tambaleo amenazo con enviarlo al suelo, pero pudo mantener el equilibrio y erguirse. Y mientras su cuerpo luchaba contra el dolor y el malestar, su mente luchaba contra la sombras en busca de recordar aquello que lo había conducido a aquel desdichado rincón. Un brillo a lo lejos le ayuda a recordar, cobrando por el favor provocando una fuerte nausea.
Aquel mineral verde que lo debilita, el fragmento más grande que alguna vez haya visto, reposando sobre una pequeña mesa a unos metros de el, irradiando con la fuerza para mantenerlo débil a pesar de la distancia.
Un rechinar llama su atención, volteando para ver a aquel que lo derribo entra por una puerta, con una mirada severa y un rifle colgado de su espalda.
—Superman— hablo este resentido guerrero —Tu y yo tenemos mucho de que hablar—
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La noche se había apoderado de Metrópolis, y con el arribo de la luna, una nueva cacería había iniciado.
Los cazadores recorrían las calles, saltando entre los tejados y hurgando en las alcantarillas. Estaban emocionados por la oportunidad, su viaje, su iniciación, la peregrinación en la que marchaban recorría varios sistemas estelares poblados de vida, y tanto las razas como las bestias que habitaban esos mundos eran feroces, trofeos dignos sin duda alguna. Pero, salvo la tierra, eran exclusivamente eso, territorios de entrenamiento, destinados a otorgarles sus primeros trofeos significativos a jóvenes sin sangrar, distantes a los campos de batalla Kree-Skrull, contrarias a los territorios tamaraneanos y totalmente ajenas a las colmenas xenomorphicas donde sus Elders se probaron dignos de sus títulos.
El sistema solar era un caso especial, pues su sistema alguna vez se corono como uno de los principales cotos de caza Yautja, donde sus mejores cazadores podían conseguir trofeos sin igual hasta la extinción de los marcianos y el retiro de los viejos dioses, cuando se degrado hasta un sitio de caza menor, destinado al entrenamiento de los jóvenes. Pero eso ha cambiado recientemente, pues la humanidad ha evolucionado y ha desarrollado sus métodos para matar, sumado al hecho de que cada vez más y más individuos excepcionales han surgido, han captado nuevamente la atención de los escalones superiores de la comunidad Yautja, propiciando que no solo cazadores experimentados lancen campañas en la tierra sino que los jóvenes la escojan para su iniciación, esto debido a la posibilidad de encontrar una presa digna que los haga escalar entre los suyos.
Y es esa misma oportunidad de gloria y honor la que ahora "injustamente" se le ha negado a este joven de cara marcada. El lo tenía, fue el primero en rastrearlo, fue el primero en derramar su sangre y conservaba las cicatrices del encuentro. El Kryptoniano era su presa, era su derecho el reclamarlo como trofeo para su muro pero esos malditos ancianos se lo habían negado y lo habían sacado del campo, enviando a los buitres a acabar con una presa ya marcada.
No, no estaba dispuesto a dejar que ocurriera. Superman era suyo y no iba a dejarlo ir.
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—¿Porque me mantienes con vida?— pregunto desafiante el hombre de acero.
—Porque muerto no puedes responder mi preguntas— un trueno resonó tras la afirmación del mercenario, y en el acto la lluvia comenzó a golpear el gastado techo del edificio —¿Porque te pusiste en el camino de las balas?—
—No lo hice, lo aparte a usted de él—
—¿Que tontería tratas de probar? ¿Qué clase de héroe serías dando tu vida por el "villano" de la historia?—
—No por un villano, por otra vida—
—¿Qué valor puede tener mi vida para ti?—
—Se lo dije antes mayor, para mi toda vida es importante— de forma casi instintiva, Kal inflo el pecho tras decir esas últimas palabras, consiguiendo que el contrario se quedara callado —Ahora deje que yo le pregunte algo ¿Que clase de ventaja cree que yo podría conseguir haciendo algo así?—
—Sencillo, evitar el conflicto. Recibiendo las balas buscas confundirme y así atacar, de otra forma habrías tenido que seguir luchando en desventaja— dijo con atisbos de ira, naciente de la incertidumbre que buscaba apagar en su interior.
—¿Como es que estoy mejor preparado para hacerle frente estando herido de bala? En especial con sus, precauciones— dijo, observando aquella roca verde a la distancia. Ante esto, el mercenario quedo nuevamente sin palabras y tras unos instantes soltó un suspiro de resignación. Camino hasta la mesa y tomo la roca para así guardarla dentro de una caja que estaba cerca. En cuanto el recipiente se cerro, Clark sintió que sus energías se renovaban.
—Bien niño, te daré el beneficio de la duda. Pero no te confundas...— dijo mientras llevaba la mano a uno de los bolsillos de su chaqueta militar —No somos amigos— finalmente encontró lo buscado y lo alzo con confianza —Y no confío en ti—
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Para toco cazador es evidente que la mejor forma de encontrar a tu presa es esperar en los lugares que frecuenta, llámese el abrevadero local, la zona del bosque donde crecen los mejores brotes o su madriguera. Y todos sabemos que si quieres encontrar a Superman, debes ir a donde hay problemas.
Acechando cual gárgolas sobre los edificios, un escuadrón Yautja sigue de cerca una persecución policial. Dos tipos abordo de un auto rojo huyen a toda velocidad de la policía, provocando más de un accidente en su camino. De poco interés para los cazadores es si aquel acto resulta en perdidas humanas, ellos tan solo siguen desde las sombras, a la espera de que el gran Boy Scout baje del cielo para poner orden.
Para sorpresa de todos, nativos y ajenos por igual, es otra la figura que aparece para imponer el orden. A lomos de un caballo luminoso y vistiendo una combinación de opaco negro y brillante blanco, una mujer deja atrás a la patrullas policiales para saltar sobre el auto de los sospechosos.
—¿Que carajos?— pregunto consternado por la escena uno de los oficiales.
—¡Es Superman! ¡¡Nos atrapo!!— grito el conductor del auto a la fuga, comenzando a manejar más erráticamente por el miedo.
—No, es una loca con complejo de vaquero. Tu sigue manejando, yo me encargo— confiado en poder encargarse de la situación, tomo el arma que llevaba consigo y saco medio cuerpo por la ventana con la intención de disparar, sin esperar que la pistola le fuese arrebatada de las manos por una especie de látigo luminoso.
Luego de eso, un arma de igual forma blanca y luminosa se materializo en la manos de la mujer, quién apunto al conductor y dijo:
—Alto—
Ante la amenaza el conductor paro en seco, resultando increíble que la justiciera se mantuviera en su lugar en vez de salir disparada. Una vez el auto se detuvo por completo, disparo un par de veces en contra del motor para impedir un nuevo intento de fuga, saltando entonces de vuelta a su montura.
—¿Por qué haces esto?— pregunto uno de los policías, mientras sus compañeros se encargaban de poner bajo custodia a los sospechosos.
—Alguien debe cuidar este pueblo mientras el gran azul no esta— respondió con una voz que sonaba extraña pero a la vez reconfortante. Con su misión cumplida simplemente se fue del lugar a lomos de su caballo.
Desde lo alto, varios cazadores observaron aquello con gran interés. Quizá, aquella mujer podría representar un reto a la altura de Superman. La mayoría desistieron de esa idea y siguieron con su misión de cazar al hijo de Krypton, pero dos en particular se quedaron atrás, con armaduras anaranjada y plateada correspondientemente, estos gemelos cazadores cambiaron su objetivo.
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—Parece que conoces a estos seres que me atacaron— dijo Superman, aprovechando su primera oportunidad de conseguir información sobre sus nuevos enemigos.
—1987, las junglas de Val Verde. Mi equipo y yo fuimos contratados para diezmar a una guerrilla local pero en el camino descubrimos que no fuimos los primeros, al encontrar al escuadrón anterior colgado de los árboles, todos desollados. Los días siguientes fuimos cazados por una criatura, una monstruo que se camuflaba en la jungla, un depredador. Fui el único superviviente— narro el soldado mientras avanzaba en compañía del héroe por los pasillos de aquel abandonado lugar —1990, otra de esas cosas ataco los Ángeles, asesinando criminales, pandilleros y policías por igual. No llegue a tiempo, pero aprendí mucho de ellos gracias a los testimonios de los supervivientes. Han estado viniendo a la tierra desde antes de que existieran registros, cazando animales y personas por diversión. Buscan climas cálidos y zonas violentas, guerras y conflictos donde sus asesinatos puedan verse encubiertos como un crimen de guerra más—
—Pero Metrópolis no es una zona de guerra— implico Superman.
—A ellos no les importan los motivos de nuestras guerras, si el objetivo es la paz o el poder da igual, solo saben que la batalla forja los mejores guerreros y ellos están aquí para cazarlos. Tu los invitaste cuando le declaraste la guerra a la "injusticia"— finalizo con ironía, riendo por lo bajo antes de continuar —Prácticamente te pintaste una diana en la frente— el exmilitar avanzo sin importar que Superman se quedara atrás, reflexionando aquellas palabras.
—Lamento lo de sus hombres, mayor— expreso el hombre de acero, captando la atención del contrario —Con todo lo que dijo, supongo que no se irán hasta que logren asesinarme— se aventuro a asumir el héroe.
—También esta la segunda opción. Si logras vencer a uno mano a mano, reconocerán esta ciudad como tu territorio y se largaran para jamás volver—
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A expensas del mercenario y el super héroe, un cazador merodeaba el almacén que ambos usaban como refugio. Dutch era bueno ocultando su rastro, había perfeccionado sus habilidades elusivas tras años de cazar a los temibles depredadores, pero un solo error, un descuido mínimo había bastado para delatarse. Gotas de sangre kryptoniana habían quedado atrás al transportar al héroe y el sin sangrar las había seguido.
Ahora, mientras estaba al asecho, evaluaba sus opciones, podría atacar por su cuenta y reclamar el trofeo para si, pero el kryptoniano estaba acompañado por un reconocido exterminador Yautja, un individuo que había sido capaz de asesinar a notables sangrados y elites. Su orgullo joven le dictaba que podía con el desafío, pero la lógica le decía que aquello era una misión suicida con una muerte carente de honor. La mejor opción era llamar a los suyos y compartir el premio, pero ese mismo orgullo antes referido le impedía hacerlo.
En medio de su debate interno, un golpe seco tuvo lugar a sus espaldas. Eso lo resolvía, otro de la jauría había seguido el rastro, ahora no quedaba opción más que atacar en conjunto. Más confiado al saber que quién estaba tras suyo era un congénere, nunca espero ser traicionado.
Sangre verde salpico el suelo mientras un trueno enmascaraba un alarido de dolor. Por instinto el joven cazador extendió las cuchillas de su guantelete y dio un tajo hacía atrás, haciendo retroceder a su atacante. No podía creerlo, uno de los suyos, se había atrevido a atacarlo por la espalda. Una profunda herida sangre a la altura de las costillas indicaba su desventaja ante el rival sin honor, pero no caería sin luchar.
Un disco afilado fue desplegado de su cinturón y lanzado con fuerza, rozando el hombro de un elusivo Scarface, quién avanzo veloz, cubriéndose de un tajo enemigo con sus propias cuchillas para con el impulso adquirido embestir a su igual, derribándolo y cayendo sobre el. En su nueva posición trato de acabar aquello, alzando las garras con toda la intención de atravesar la cabeza de su rival, pero este se adelanto, sacrificando su mano al alzarla para interceptar el ataque -acabando las garras por atravesarle la palma- para así poder alzar las piernas para patear el abdomen de su atacante y quitárselo de encima.
Intento levantarse, pero sus heridas lo volvieron lento y vulnerable. Una lanza arrebato toda posibilidad de que aquella lucha se extendiera al encajarse en su abdomen hasta emerger por su espalda, atravesando órganos vitales y la propia espina dorsal. Escupiendo sangre el Yautja cayo de costado, buscando usar sus ultimas fuerzas para activar la autodestrucción de su brazalete y llevarse consigo a su asesino, pero aquello no sería posible, pues Scarface se agacho para sujetarlo de la cabeza y blandiendo el ya profanado filo de sus cuchillas, cometió el peor de los pecados.
"Jamás un Yautja debe enorgullecerse de acabar con uno de los suyos, pues sea honorable o un sucio criminal, por sus venas corre la misma sangre. Portar como trofeo a un hermano asesinado, despoja al cazador de todo honor y lo convierte en un Mala Sangre"
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