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- Capítulo 4: Obstrucción en la lente -

Cabría decir que estar en la calle exponía a la reportera a una oleada de vistas prefijas en él y su acompañante. Puesto que estaba ante un auténtico hombre histórico en la tierra. El hecho tenía que ser resguardado en otro lugar. Y así, entonces, pusieron rumbo hacia una oficina de su editorial. Ahí, donde los ojos fascinados y curiosos de otros no estorbasen, se hizo una entrevista especial por parte de Lois Lane, la nueva promesa editorial y de las noticias frescas. Aunque ya había sido resonada por su cubrimiento a las consecuencias de la guerra de Afganistán y su entrevista con Anthony Stark, ganándose una buena fama, esta mujer tenía una proeza que la alzaría más arriba que otra conocida en poco tiempo.

-...y así concluyen las preguntas de hoy, que pase buen día señor.

-Igualmente señorita Lane.

El sonido del botón de la grabadora chasqueó claro en la habitación cerrada donde estaban. Lo único visible era el cielo a través del vidrio y la resonancia de los rascacielos erguidos hacia dirección contraria al suelo. El cuarto había sido solo llenado con sus voces, ahora almacenados en una confiable y pequeña guardadora de voces, para posteriormente ser transcritas por la periodista.

-Muchas gracias por su tiempo.

-De nada, espero con esto darme a conocer mejor para que entiendan mis motivaciones.

-Jeje, sé a qué se refiere, las personas temen a lo nuevo, y usted ha dado una nueva vuelta a toda concepción nuestra. Por algo soy periodista señor....eh, disculpe, aún no sé como dirigirme a usted.

-No se culpe, no necesita llamarme por ningún nombre, solo soy un ciudadano ayudando.

-Sí...- dijo la mujer con un "sí" algo alargado, notándose la intención de añadir algo- Pero no puede no tener un nombre, ¿tiene uno realmente, no?

-Claro, pero no es necesario que lo diga, y prefiero quedarme así. Las personas que menos sepan quién soy estarán seguros.

-¿Seguros?

-Sí, bueno, no sé, eso pienso yo.

-Ya veo, pero en sí eso no quita que no sepamos cómo dirigirnos a usted. Las personas necesitan un nombre para...identificarse, ¿sabe?, algo sin nombre resulta...vacío.

-Pues...no sé que decirle- ciertamente, Clark no tenía que atinar a decir. Su intención era socorrer y prestar fuerzas, ¿pero acaso la ausencia de un nombre ayudaba a generar más desconfianza a su figura?. Fue un borrón en las lupas de las cámaras mucho tiempo, así que ahora su rostro revela su semejanza humana...pero parecía que debía dar un paso más. Un pensamiento más en su día debía resolverse.

-No pasa nada, si es necesario, el pueblo le dará aquello que le falta- agregó Lois Lane.

-Es muy amable conmigo, le agradezco su ayuda.

-Es lo menos que puedo hacer hacia usted, al fin y al cabo, me salvó la vida.

-Eso solo fue mi deber, yo...

-No, no me refiero a lo del coche.

-¿? ¿a qué se refiere?- cayó en la curiosidad de la mujer, cautivando sus oídos.

-Hace un año y pico, recuerdo estar en el centro de la ciudad por navidad, cuando un helicóptero chocó contra un lateral del edifico por su piloto mal bebido. Vi como el helicóptero, con el piloto en pánico, descendía apresuradamente, a lo cual pensé en mi fin inevitablemente con aquella cosa en mi cabeza. ¿Sabe qué pasó? esa cosa se estrelló hacia un lado de mí en un gran estanque del parque, milagrosamente su curso cambió y su tripulante aterrizó salvo a salvo. Muchos medios lo vieron como un milagro, otros como suerte, la radio lo asoció a los extraterrestres...y veo que yo tuve vinculación con la última, porque solo un ser vivo podría haber tenido tanta precisión como para moverlo directamente a un estanque mediano de tal modo que no se hiriese su conductor, justo a unos metros encima nuestro. Ya se conocía el rumor de un supuesto arrebato neblinoso en fotos, a los cuales vi con escepticismo hasta aquel día. Solo puedo decirle gracias por ello.

Clark sonrió de lado con una mueca, llegando entonces a alzarse de su silla dirigirse entonces al exterior de la habitación. Pero no salía por la puerta, sino por la ventana. Lois se puso algo nerviosa de ello, pero era por no acostumbrarse todavía a la capacidad de vuelo de aquel hombre.

-Tenga buen día- y se encargó al cielo como mensajero, arribando a las alturas con vigor.

-¿Ya terminó la entrevista?- preguntó entonces Perry, el director del periódico del Daily Planet, acompañado de su sub director.

-Lo tengo todo señor- le contestó Lane, con la grabadora a mano.

-Estupendo, Lois, ahora seguro alcanzaremos una gran atención mediática.

-Como cabe esperar señor, como cabe esperar- le dijo sonriendo, manteniendo una expresión algo landina- "Ahora impulsaré más mi reputación"- reveló en sus adentros, teniendo consigo un deseo de subir con aquella exclusiva. Algunos individuos no solo guardan buenas intenciones.

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.........

Clark se sentó nuevamente en su escritorio, estando en las paredes desgastadas de su cubículo maltrecho y suelo mal pagado. Había dado grandes pasos como un ayudante de la comunidad, pero la hoja frente suya seguía siendo un examen complejo. La acción y las palabras se dividían y discernian en ámbitos distintos, teniendo así un espejismo mal compuesto para actuar. Movió su lápiz, tanteo el terreno con su mano para encontrar qué decir exactamente, pero no salía ningún tema.

Pasó horas así, botando papeles llenos de escritos vagos que caminaban entre el léxico y los sintagmas del español sin apuntar a nada concreto. Bajó la basura de su hogar una vez llenó el cubo de basura de papeles que usaba para practicar qué añadir en una hoja de ordenador, subiendo otra vez tras eso, con los escalones maullando. Otra vez su mente divago entre tantos temas actuales, ¿debía hablar de el crecimiento de la inflación y como este afectaba a la ciudadanía?¿al desempleo generalizado?¿el aumento del crimen en Metropolis?¿la falta de ayuda a la población necesitada? Todos, al ser situaciones presentes, eran potenciales para su escritura, pero no podía escribir nada en concreto.

De hecho, ahora se daba cuenta que no tenía mucha información respecto a ello. Había pensado en esos temas para escribir de forma generalizada, pero hasta ahora no había tratado e investigado como debiese el asunto. Cuando volaba, normalmente esos detalles se le escapaban, por más buena vista que tenga desarrollada.
Más bien, no ahora que pudiese acaparar volando, sino a los ojos clavados en tierra.

Al ser consciente de tal cosa, decidió dar una vuelta por toda la ciudad hasta el alba. Caminó por la Gran Vía de Action, viendo los locales y tiendas más acaudaladas, para entrar en las zonas más alejadas del centro. Una particularidad de toda ciudad, es que el centro de las ciudades siempre han sido los lugares donde se circula gran parte de la actividad comercial, lo circundante recibía sus residuos. Al entrar en estas vías poco vistas, pudo por fin entrever hechos decisivos. Algunos departamentos estrechos, tabaco en cada ventana, algunos vagabundos ocultos de la luz en algunas callejuelas escuetas, como también niños que fumaban a escondidas.

Se fue alejando más y más del centro y todo cambiaba. La opulencia de Metropolis iba mostrando su exterior nauseabundo. A la vista del cielo, desde un avión, todo parecía perfecto, pero las paredes humanas ocultan mucho más de lo que aparentaban. En algunas calles y parques de más lejos solo había basura regada, teniendo perros alimentándose de esta. Algunos hombres y mujeres ocupando departamentos de edificios desahuciados, así como también verse barrios de lo más problemáticos.

Nunca antes caminó tanto como aquel día, como tampoco vio tanto como ese día.

De una vez por siempre, el recuerdo se quedó en su cabeza y le haría recordar, remitiendo como una mosca, su presencia en cada ciudad del mundo, incluido esta. Tanto tiempo habitando aquella localidad y aún no discernia ni una pizca de lo solapado del sarcófago de oro. Había estado tan ocupado trabajando, pagando y estudiando en la universidad durante estos años, que dejó tan tardado esta actividad.

Y no solo esa actividad, sino también una denuncia hacia la sociedad. Ahora sabía de qué iba a escribir.

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Con su baba escapando de su hocico y cayendo hacia fuera de la mesa, el hombre de acero ensuciaba sin querer sus hojas. Toda la noche escribiendo, tanto tiempo pensando. Normalmente no dormía, porque realmente su cuerpo no lo necesitaba. Le bastaba con absorber de la luz del sol para reintegrarse a cualquier actividad. Sin embargo, estuvo aquellos días más horas en un cuarto oscuro o pasando por terrenos poco iluminados, que recibiendo los rayos del sol. Así su cuerpo se agotó y durmió como no había hecho desde niño, dejando igualmente la televisión prendida. Estaba sintonizado en el canal de noticias, prestando atención a cualquier emergencia.

Pasó el segmento de noticias del clima para luego dar un boletín especial, donde el logotipo de LexCorp hacía su presencia.

-Buenas tardes caballeros, ustedes me conocen y yo los conozco. Soy Lex Luthor, ¡su amigable genio!- bromeaba con su risa aparentando una edad inferior a la que tenía realmente. Su actitud resonaba más con una faceta infantil, más que con una posición tan comercial ni prestigiosa igual a la suya- Esta semana ha ocurrido un evento catastrófico en una de mis oficinas y edificios: un asalto en una instalación de mi compañía. En ella guardaba no solo acciones de la zona central para su inversión, sino la vida de mis preciados empleados. Temí que hubieran sufrido un mal mayor e irremediable, pero solo resultó en un susto cuando el súper hombre de capa roja y azul se hizo cargo de todo. Este hombre ha causado un incendio de voces que suben y bajan en discordancia ante sus posturas hacia tal hombre, pero mi opinión es que es un buen hombre. Y tal hombre no merece más que un agradecimiento. Así que, si está viendo esto, Superman, le estaré esperando en la sede de Lex Corp para agradecerle en persona estos días.

-¿Superman?- pronunció confuso Clark al escuchar tal connotación de un rico conocido en todas partes, incluso más que su petición del todo inesperada.

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-¿¡Cómo qué "Superman"!?- gritó el General Lane desde una llamada posterior a dicha grabación, contestada por Lex Luthor desde su oficina en lo más alto de lo alto, tanto que rascaba los cielos. Su edificio se llamaba "Babel", rasgando los astros, que tanto el hombre ha querido conquistar, y que los dioses y el mundo se lo negaron durante milenios.

-Me pareció el término más correcto, señor Lane, aunque no lo confundamos con Nietzsche, claro. Solo se me ocurrió el otro día leyendo. Un nombre simple para un alienígena, algo que se puede catalogar...

-¿Eso es todo?¿no pudo esperar a que alguien más lo hiciese?

-Pues no, mire usted, vi la oportunidad de apodarlo primero y la use, ¿no cree que le queda bien, de todas formas?.

-Ni es un hombre para ponerle dicho nombre.

-No, es algo más. Aunque tampoco nos pasemos. Es un ser inteligente, y, aunque muchos idiotas piensan que los humanos son los únicos malos, lo cierto es que todo ser vivo con inteligencia haría lo mismo que nosotros en este mundo. Dale a un simio nuestra inteligencia y veremos un imperio en poco tiempo. Teniendo en cuenta esto, solo regateemos con él, negociemos, porque seguramente haga todo lo que hace por fama y dinero. Sino, lo hace porque ambiciona otro tipo de cosa. Sea cual sea la respuesta, tendremos una respuesta ante cualquier intención suya, acorde a las circunstancias. Déjeme todo en mis manos, General, como acordamos.

-Muy bien, Lex. Espero resultados satisfactorios.

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