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- Capítulo 3: Camara enfocada -


Un gato blanco se posaba en la rama de un árbol, acomodado con sus garras guardadas al no querer sujetarse. En ese sitio, podía mantenerse en paz mientras su dueña, desesperada en las partes bajas de aquel tronco, no lograba alzarse para alcanzarlo. El minino podía estar tranquilo, tampoco había bombero a la vista que le pertubarse la paz. En la cima de la rama conocía bien lo que podía hacer, bien lo que podía aguantar y bien lo que podía conseguir. Era una cima donde solo alguien diestro podía tocar, y cuyas cuotas de subida eran exigentes para pocos.

Pero él sería pronto un arquetipo; el comienzo de un signo de reconocimiento tan mundano como sincero que le fuese imposible de pensar en su felina cabeza.

Alguien le agarró del torso, como un bebé recién nacido, y antes de poder maullar, este ser ya lo bajaba hasta abajo a brazos de una dueña anodada y incrédula.

-Aquí tiene Madam


El personaje de Metrópolis dejó el gato en sus brazos, sin entender bien esta lo que veía.

-Y tenga cuidado con dejar la ventana abierta otra vez


-"El descubrimiento del milenio; una esplendorosa muestra de la creación. ¿¡quién es este hombre que desafía la gravedad!?¿¡Cómo tiene una fuerza superior a la de una grúa y como se mueve más rápido cual puma!?"- exclamaban los noticieros, que portaban con ellos las noticias más fundamentales-"¿¡Será acaso un super soldado como el viejo Capitán América fue!?¿¡quién es y por qué es tan amable!?"- Señalaban con cuidado, recelo e inquietud, toda una alegría mezclada con desconfianza.

-Una amenaza, eso es lo que es. Una cucaracha con forma humana que vino a invadirnos- aseguró el General Lane, estando junto a un Lex Luthor que comía dulces-¿¡Puede dejar de tragar azúcar y hacerme caso!?

-Perdone, pero esto es de celebrarlo- respondió- Este sujeto es la muestra más clara de vida alienígena parecida a la humana que he visto.

-¿¡Celebrar!?¿¡Acaso usted es de los que se excitan con una bomba en su casa!?

-No tan así, pero sí. Lo que quiero dar a entender, es que esto nos puede ahorrar muchas cosas- señaló, guiando al enardecido General por un pasillo hasta una vasta sala. Aquel lugar cúbico de paredes blancas tenía una gran mesa con vidrio y sistemas holográficos.

-¿qué clase de cosas?- agregó el General sin mucha paciencia.

-Primero que nada, no se puede ocultar de las noticias algo que ya se reveló- se rió, haciéndolo enojar más- segundo, señor, tenemos unas declaraciones suyas de benevolencia y paz. Dice ser algo que gente cree.

-¿Y qué ocurre con ello?

-Que si eso es cierto o no, poco importa. Algunas personas se lo están creyendo. Y si esas son sus declaraciones, no podrá negar al gobierno su apoyo y compromiso.

El General Lane comprendió entonces el embrollo de Lex. Moviendo sus manos unos segundos, se sintió poseedor de alguna vida que, si mintiese o no, era irrelevante. Aquel hombre tenía sus propias palabras como pinzas en el cuello.

-Esto es lo que haremos....

................

.......

...

Clark parecía tan incrédulo como todos sus espectadores, igual de absorto, perturbado y, en gran manera, feliz. Más feliz que cualquiera en aquella ciudad tan absorbente de multitudes. Entre sus ojos ya no se ocultaba una cuasi-divina fuerza de la naturaleza que arreglaba desastres de la ciudad, sino una auténtica mano para cada individuo. Tenía ocho días, y era en aquel plazo en la cual se extendió la sorpresa inicial, con un paso de reservas a cada vez más margen de apertura.

-"No estoy obligado a esconderme. Personas me suplican por ayuda cuando lo necesitan. Los ladrones, asaltantes y atracos han disminuido por mi acción. Lo estoy logrando, enserio lo estoy logrando"- pensó Clark Kent, sobrevolando aquellas mega estructuras humanas que rozaban las nubes, paseando entre ellas como si no fuesen más que molestias en su vuelo.

-Es...un monstruo- escuchó entonces.

Claro, no todo eran buenas noticias. Si bien había gente que lo tomaron con cierto agrado en un inicio, no significa que la mayoría se sienta así. La gran parte tenía sus reservas, algunos envidia; otros una ira a desembocar en él. Todo tenía sus matices, tal cual como una pintura en colores, con tan solo recordar las dos miradas de aquel día lo tenía claro. Podía, al menos, quitarse una preocupación sobre sus hombros. ¡Ya podía actuar sin preocupaciones en su misión! Y todo debe de agradecérselo a aquella reportera tan intrépida y audaz. En el transcurso de la conversación con ella que mantuvo aquel día, había notado que, entre su ropa, tenía una bombona de aire comprimido para respirar unos segundos hasta salir. Había planeado todo cuidadosamente para tenerle delante. Y había logrado captar su atención, tanto como una cámara retiene una eternidad en una hoja o guardado digital. La enternecida costumbre de una grabación.

-Es grandioso Clark- le dijo su padre, escuchando toda la felicidad de su hijo por el teléfono con su buen oído- Y te han conocido de buena manera. ¡Ya verás que pronto la ciudad te amará!

-Gracias Pa

-Sin embargo, te recomendamos que cuides más los materiales de la gente- le dijo su madre, con un periódico en mano del anterior día- aquí dice que ayudaste a una familia de ser arrollada. Pero que detuviste el coche del conductor al agarrarle fuerte de atrás y hacerle una gran abolladura en el capó.

-Me dejé llevar al detenerlo. Pensé que había sido buena idea el atraparle por aquel lado, pero no fue así. Debo ver otras formas de detener un coche en movimiento- contestó Clark, anotando unas palabras en una libreta que traía en su chaqueta, llamaba desde una cabina telefónica- Muchas gracias ma, por ustedes es que me percató de estas cosas.

-De nada hijo, siempre necesitarás recordar de qué te estás perdiendo al volar tan alto. No dudes en hablar con alguien para darte cuenta de tus fallos. Para eso estaremos siempre.

-Muy bien, tengo que colgar, gracias por todo- colocó el teléfono en el sitio correspondiente, para luego salir de la cabina. Ahora no era "el hombre volador", sino solo Clark Kent, un individuo con una libreta que buscaba recoger ideas para escribir un artículo. Le habían pedido uno para poder entrar en el Daily Planet, y ciertamente no entraba en su mente nada claro. En las cercanías del parque donde realizó la llamada, puso rumbo para adentrarse en este mismo lugar del arte de la naturaleza. 

El crugir de las extremidades de los sobresalientes troncos con aves posando, el traqueteo de una ardilla forzando sus dientes en una nuez, junto a los pasos de las personas en aquella localidad, hundía el alma de aquel hombre de acero hacia un alivio tremendo. Sabía qué escuchaba, enterneciendose y buscando inspiración. Pero eso no fue lo que obtuvo. Solo...obtuvo paz. Una paz que desvió sus preocupaciones un momento. Ahí, experimentaba por fin un desuso de problemas totales.

A menos hasta el resonar de una explosión, seguida de unas balas en el aire atravesando. Clark supo que era una emergencia; y una emergencia grave de verdad. Tenía su ropa de "vigilante" debajo de la común, pero debía encontrar algún sitio donde cambiarse.

Bajo las miradas esparcidas por el parque no se podía. En las calles de más abajo tampoco, y quien sabe qué tan lejos y cuanto tardaría en correr de forma normal hasta encontrar un callejón recóndito en las próximas manzanas.

En su lugar, solo tuvo una única opción a su vista.

Una cabina telefónica. Sí, un escondite burdo a simple objeción. Pero entre tantas vistas, podría cambiarse la ropa a la velocidad necesaria para no estropearla. Y con su sombrero escondiendo su rostro, nadie sospecharía de ver un humano entrar y otro ser salir. Por lo que lo hizo, se colocó el disfraz a la velocidad requerida y salió volando como un ave rapaz.

Pronto llegó al lugar de los hechos. En unos edificios de Lex Corp había un ataque terrorista. Una compañía de hombres embravecida que exigía mucho dinero al propietario de la corporación, con distintos rehenes atrás de sus espaldas.

La policía fuera, con ciertos periodistas a su lado, entre los que no faltaban la famosa Lois Lane.

-Esto será lo más fuerte que hará, si es que viene. Es literalmente un ataque terrorista, ¡servida con bandeja de plata!- espetó, con cierta alegría. Por alguna razón, ella no estaba preocupada. Entre toda la enorme ola de personas en aquella ciudad, fue la primera en darse cuenta de qué podía ser aquel superhombre. La confianza que podría depositar en él. Tal vez porque fue capaz de salvar, o una razón más que pocos conocen.

Idea cualquiera pudiera ser, pero ninguna resolución en estas letras habría hoy. El sujeto volador llegó como siempre, haciendo desaparecer aquellos criminales uno por uno a extrema velocidad, golpeandolos con la fuerza necesaria para dejarlos fuera de juego. Cada uno cayó inconsciente, dejando el sitio en silencio, y ahora con los cuerpos dormidos de los maliantes, Clark se encargó de arrastrarlos hacia fuera. Todos vieron al sujeto con una "S" en el pecho salvar el día; de acabar con un acto tan mortal fácilmente. Los más ancianos recordaron un antiguo héroe de guerra. Los jóvenes vieron a un nuevo ídolo. ¿Los adultos?¡sentimientos dispersos, pero mayormente gratitud!.

Lois Lane fue la primera entre todos en mirarle a los ojos entre tanto público. Parecía llamarle con la mirada para ver si hablaban como hace una semana. Clark estaba de acuerdo.

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