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Cincuenta y Uno










—¡Mamá, mamá, mira lo que he hecho! —exclamó un genuino niño lleno de felicidad llegando a su hogar después de la escuela. Con sus cortos ocho años, correteo inteligentemente por las calles hasta su casa. Con su bolso rojo que presume por su figurita de Spiderman y sus ropas sucias por el barro y sudor. Es un niño feliz o eso se cree que es.

Abriendo la puerta de un portazo no ve a su madre. Con un puchero en los labios abre todas las puertas de su casa, revisando cada rincón hasta del jardín trasero. Pero no había nadie.

Con un ánimo caído se deja caer en el sillón de la sala mirando el dibujo que hizo de ella y de él. Se esforzó tanto en pintarlo, duro una hora. En vez de salir a jugar con sus compañeros, quiso hacer esto por el, porque es su cumpleaños.

—Me prometiste que vendrías temprano a casa —murmuró en un hilo de voz. —M-Me abandonaras como papá —sin evitarlo lágrimas caen de sus ojos mientras abulta sus labios. Sus ojitos tristes siendo incomodados por las hebras de su cabellos que caen en su frente, las hecha a un lado con el puño.

Abrazando la el dibujo se quedó dormido hasta el día siguiente.



••••••



—Solo quería apoyar la revolución de los Super Humanos, ¡Me prometiste eso!

—Esta es la revolución, cuñada.

—¡Claro que no lo es! ¿¡Qué estás haciendo con mi hijo!?

—Lo que tú debiste de hacer hace mucho, ¡No tiene cualquier bestia en su interior, yo lo ví, lo ví con mis propios ojos gobernando el mundo! Tenemos que tener cuidado, Super Humanos como él, no es fácil tratarlos, hay que controlarlos para que las cosas salgan...

Una bofetada resuena lo cual hace que el hombre no pueda terminar su oración.

—Yunho no hubiera querido este futuro para nuestro hijo y tú más que nadie lo sabes —la voz de aquella mujer no puede evitar entrecortarse entre el pequeño sollozo que escapa de sus labios. —Jungwoo no es un monstruo al que hay que domesticar, es una persona, un niño que necesita de amor y si se va a convertir en algún "líder" a futuro que sea con la creencia que su tonta madre le trato de inculcar.

El niño que escuchaba aquello mientras bebía de su malteada, no entendía mucho esas palabras o quería hacerse el que no sabía cuándo en lo más profundo de su corazón una parte se rompió al escuchar las palabras de su madre.






••••••








No está seguro en qué momento sucedió. Solo volvía tranquilamente de la escuela como de costumbre, sin la emoción de que su madre volviera ya que sabe que cuando ella lo haga será tan de noche que estará dormido y no le alcanzara verla.

Disfrutando del dulce que le había regalado su tío hace días no piensa en nada específico. Al llegar a la entrada principal se da cuenta de que la puerta está abierta, frunciendo el ceño se adentra, tomando la sombrilla como arma por si lo llegara a necesitar.

Escucha pasos apresurados, murmullos y unos tacones resonando, suenan igual a su madre. Más aliviado entra a la habitación buscándola.

—¡Mamá...! —exclamó emocionado con un brillo en sus ojos. Quiere acercarse y abrazarla pero no alcanza ya que ésta se mueve de un lado a otro, sacando ropa del armario y metiendola rápido a la maleta.

Tenemos que irnos de aquí, hijo.

—¿Irnos? —se expresión decayó. —¡Pero he hecho un amiguito y...!

—¡Que nos vamos! —exclamó de pronto siendo consumida por los nervios, a los segundos se da cuenta de su error y detiene sus pasos para agacharse a la altura del menor tomándolo del rostro con suavidad viéndose claramente arrepentida. —Lo lamento, amor. Pasaron cosas y... hay que mudarnos rápido.

—Está bien —como niño bueno asintió.

Y así fue como dejo su hogar, su madre conduciendo a toda velocidad para salir de la gran capital, creciendo mayormente en alguna casa perdida entre el campo. Cambiando de un lugar a otro sin poder salir.

Creció viendo a su madre presa del miedo, trabajando de cualquier cosa que no necesitara algún certificado no importando si es ilegal. Estudio en casa, aprendió todo en su casa, siempre encerrado tomando unas extrañas medicinas.

—¿Para qué son? ¿Por qué siempre tengo que tomarlas?

—Para olvidar el dolor, hijo —esboza una sonrisa triste acariciando los cabellos rubios del menor.

—¿Y cuándo volveremos a casa?

—Pronto, Woo, en menos de lo que crees volveremos a la vida de antes —con una promesa falsa un nudo se forma en la garganta de la mujer con las lágrimas retenidas en su rostro. Mirando con adoración a su hijo, sabe que cuidarlo y protegerlo de todo mal es lo mejor, es lo que hubiera querido Yunho.

—¿Entonces esa señorita también quiere olvidar su dolor? —cuestionó curioso, dejando un poco confundida a su progenitora.

—¿Quién?

—¡La que es muy, muy bonita! —dice con emoción. —¡Parece una princesa y...! y... Se veía muy triste en la Clínica donde usted trabajaba.

—Oh... ¿Yoonah? —recordó ya sabiendo a quien se refería, el niño asiente eufórico. —¿Cómo te acuerdas de ella? Eso fue hace años, ¿Tenías memoria?

—Lo recuerdo todo, mamá, creo... Siento que he olvidado algunas cosas, pero a esa señorita bonita sé quien es, también tiene unos niñitos de mi edad —se ruboriza un poco moviendo las manos imperactivamente al recordarlo.

Sooyoung toma el vol que tiene las pastillas y saca dos más para extenderselo al menor. —Toma, necesitas más para poder curarte.

El niño ingenuo las agarro y se las trago mientras su triste madre se sentía mal al hacerlo pero sabía que es lo mejor.

Desde que lo está haciendo olvidar, Jungwoo fue más feliz. No necesita recordar lo malo, no necesita ni siquiera recordar lo que pasó el día anterior. Solo tiene que vivir feliz y sin preguntas hasta que ella logré una solución.

—¿Ella vive como nosotros?

—Si.

—¿Y dónde está?

—En alguna parte del mundo con su hijo.

—¿Está enfermito como yo?

El corazón de Sooyoung se encoge y difícilmente asiente. —Si, está enfermito como tú.








••••••









—¡Madre, la comida está lista! —resono una voz entre los pasillos viniendo de la cocina.

El pelirubio ya crecido, con sus un metro ochenta se había convertido físicamente en todo un hombre, pero su mentalidad y emociones son en un vaiven extraño. No sabe nada del mundo, de las amistades, del noviazgo o de si existe algo más que su amada progenitora.

Tarareando una música que acostumbra escuchar en la radio, toma la olla con un paño en cada extremo y lo deja en la mesa. Preparando los platos, vasos y utensilios, escucha los pasos de su madre.

Todo iba bien hasta que un estruendo resuena por toda la pequeña casita. La puerta principal es tumbada y el grito agudo de una mujer erizo la piel del muchacho.

—¿Madre? ¿Qué está pasando? —salio de la cocina aún con el delantal de estrellas y ve a unos extraños hombres de negro tomando a su madre a la fuerza, quien llora y pide misericordia por él.

No tuvo tiempo para reaccionar ya cuando un arma le es apuntada en la cabeza y una ciniestra voz le dice: —Si te mueves un solo centímetro, morirás.

¿Morir?

En ese tiempo no estaba seguro de como se sentiría o que era exactamente. Esa palabras nunca le fue enseñada por su madre, lo único que le vino a la mente fue "dejar de respirar". ¿Eso era malo o bueno?

No estaba seguro, pero viendo a su madre haciendo una expresión fuera de su comprensión, algo extraño se presionó en su pecho, hasta el punto de dolerle. Un nuevo sentimiento lo tomo, algo del que no recordaba su nombre, pero fácilmente podría comprarse con el dolor a una herida superficial pero en vez de estar en la piel, está en el pecho sin poder ser tratada.

A Jungwoo le dolia el corazón y con su mente fundiéndose en un extraño abismo de oscuridad, fue llevado a la fuerza.

Quería gritar, quería decir que dejarán a su madre, quería sacar un extraño líquido en sus ojos para desahogarse y mostrar su frustración. Quería que todo fuera producto de su imaginación y que en realidad seguía batiendo el líquido de la olla en la cocina. Quería cosas en ese momento pero el mundo no le concedió ningún deseo.

Fue llevado a la oscuridad.

Sufrió de hambre y frío, conociendo por fin el significado de la maldad, el sufrimiento y la tristeza. Aprendió lo que son las "lágrimas". Pero sobre todo, conoció el oscuro lado de los deseos mundanos. Su cuerpo fue lastimado de múltiples maneras, ojalá hubieran sido solo cortes y heridas superficiales. Pero el mundo quería verlo caer en ese tiempo.

Un hombre fue el que le quitó las ganas de vivir, el que se encargo de enseñarle lo más asqueroso y desquiciado deja mundo. Llenando su corazón de miedo, angustia y dolor.

Entre sus recuerdos yacen aquel momento, reproduciéndose una y otra vez, mientras fue embestido sin piedad. No sabía lo que estaba pasando, su comprensión no llegaba a nada más, pero aún así sabía que le estaban arrebatando su vida, su cuerpo.

Llantos de desesperación, pedidos de ayuda. Buscando alguna sola mirada de piedad sobre su débil cuerpo.


«Solo quería estar con mi madre»


Él en verdad solo quería estar con ella hasta el fin de su vida, no le importaba conocer a nadie más, no le importaba salir de su hogar. Solo le importaba pasar sus días esperándola y mientras lo hacía se distraía con alguna tarea doméstica.

Ahora que no está, ahora que no la volverá a ver más, su mundo se desmoronó por completo y un pedacito de su corazón fue arrebatado.

Jungwoo está sufriendo.
































El cuerpo de Jungwoo sube de espasmos repentinos, algo parecido a un ataque epiléptico. Su piel pálida y sus pulmones tratando de tomar aire. En unos momentos abre los ojos con sus iris castaños y otros con éstos dorados. No sé sabía cómo iba a despertar, o si él mismo o como aquel oscuro Neo.

—Woo, despierta. Estoy aqui, bebé. Estoy aquí, por favor, despierta —la voz preocupada de Lucas hace eco en la habitación junto al chirrido de la máquina. Tiene miedo, mucho miedo por su amor.

Verlo en aquel estado le rompe el corazón a pedazos.

Intenta tomar de su rostro, acariciar las mejillas sin color o sus cabellos amarillos. Abrumado sin saber qué más hacer.

Hasta que de pronto todo acabo por si solo, con Jungwoo tomando una gran bocanada de aire mientras abre los ojos repentino. Tomando respiraciones profundas mira a su alrededor perdido de órbita. Se toca el rostro y siente el líquido transparente caer de sus ojos, ahí fue cuando cayó en cuenta qué pasó y qué escucho.

«Mi madre murió»

—Woo, ¿Estás bien?

Gira sobre su hombro y ve a Lucas, a la única que persona que más ama en el mundo que queda con vida.

No lo pensó mucho cuando salto a sus brazos y lo aprieta con fuerza temiendo perderlo.

—¿Jungwoo? —la confusión es clara pero cuando escucha los sollozos de cachorro indefenso, su corazón se rompe a pedazos. Rodea el cuerpo del menor y acaricia sus cabellos mientras su interior se llena de desesperación y preocupación. —Bebé, ¿Qué pasó? ¿Por qué lloras, Woo? ¿Qué sucede? ¿Bebé?

Pero no oyó ninguna respuesta, en cambio escucha como claramente los augurios de su mayor se hacen más fuertes.

"Jungwoo está sufriendo" Eso dijo el Neo la noche anterior y vaya que tenía razón.

Sin saber que hacer lo trató de consolar dándole cariño al más delgado, buscando calmar ese abatido corazón, que encuentre la paz que tanto buscaba con su calor. Si Lucas pudiera pedir un deseo en ese instante, pediría que cualquier cosa que incomode y haga llorar a su Hyung desaparezca para que pueda sonreír hoy, mañana y para siempre.

Sus risas le dan vida, en cambio estas lágrimas le queman más fuerte que su propio fuego.

Después de unos minutos, en donde la tormenta seso, Woo se va separando de a poco del moreno. Avergonzado, con las mejillas rojas y sus ojitos brillantes, arruga su nariz cabizbajo, sin atreverse a levantar la vista.

—¿Te sientes mejor? ¿Quieres volver a llorar? —cuestionó con suavidad el moreno, bajando la vista para buscar la mirada del mayor, el cual solo la evade.

Jungwoo al escuchar esa pregunta, siente que vuelve a romperse, con el nudo aún latente y vivo. Solo quiere tirarse y llorar hasta el resto de la eternidad, gritar a los cuatro vientos su sufrimiento. Es todo tan raro para el. Nunca pensó que algo le dolería de una sobremanera hasta el punto de no saber que es exactamente ese dolor. Es un extraño vacío, algo que estaba en su corazón ya no está, simplemente se fue.

Con un puño pone sus manos en su pecho encorvándose, buscando la tan esperada calma, que ese espacio deje de estar tan vacío. Suelta débiles jadeos y tensa su mandíbula.

—M-Me duele... M-me duele mucho... —sollozó cual crío.

—¿Qué te duele, Woo? Dime ¿Qué te duele? Por favor —lo toma de los hombros y trata de alzarlo pero el mayor solo se cohibe a si mismo.

—M-Mi m-mamá... E-Ella se f-fue... —reveló con dificultad, saboreando el salado de sus labios. —M-Mamá m-murió...

Yuhkei al notar como su tan amado Hyung vuelve a romperse, no lo piensa mucho y lo vuelve a abrazar con mucho cariño, colocando su mentón encima de los cabellos del contrario.

—M-Mi m-mamá murió, Lu... E-Ese hombre l-la m-mató, m-mi mamá y-ya no está... E-Ella se fue, Yuhkei, ella ya no está —sus palabras como dolorosas espinas atraviesan el corazón del chino, el cual cree llorar por las palabras que está diciendo su mayor.

—Tranquilo.

—N-No puedo... ¡No puedo! ¡Mi mamá, ella... —empuja al menor y desordena sus cabellos con frustración, no hayando las palabras correctas que estén al nivel de su dolor. Solo sabe que está mal y triste, que su figura materna desapareció de la faz de la tierra.

—Calmate, por el amor de Dios —toma las muñecas del pálido no queriendo que se lastime a si mismo, ejerciendo algo de presión en su agarre. —Por favor, no te lastimes de esta forma, Woo.

—E-Es que... T-tú no lo entiendes... —muerde su labio inferior con impotencia. —Y-Yo, solo...

Su rostro tiembla de forma extraña, deteniéndose y por unos segundos con una respiración errática. Aprieta sus ojos sintiéndolos picosos de forma anormal.

—No te dejes llevar por la frustración y el odio, no lo hagas. No dejes que ese ser se adueñe por completo de ti, estás en el punto más vulnerable de tu vida y él va a querer aprovecharse de eso. No quiero pedirte que seas fuerte, porque se que debe ser difícil pero... Soportalo, dame una carga a mi para sobrellevarlo contigo, por favor, Woo —hablando con calidez suelta las muñecas delgadas y posa ambas manos en cada mejilla del mayor, sus largos dedos acarician la suave piel y acercándose deja un casto beso en la frente entre los cabellos. —Dejame cargar el peso tu vida contigo —murmuró.

Jungwoo levanta la vista por primera vez y sus ojos chocan contra los de Lucas, con sus cejas hacia abajo y un puchero en sus labios soporta el llanto.

—Yo soy fuerte... —soltó aquello como un niño, logrando sacar una pequeña y genuina risa del moreno.

—Si, tu eres fuerte, mi pequeño bebé —sin evitarlo apapacha las mejillas del contrario.

—No me digas bebé —frunce los labios con indignación.

—¿Qué puedo hacer? Eres tan tierno como uno —lo mira dulce. Lucas tiene tantas ganas de probar los rojos labios de su mayor, de volver a sentir esa gloria chocar contra su piel pero se abstiene. Sabe que ese no es el momento indicado, claro que no lo es.

—Dejame —intenta zafarse de su agarre un poco molesto.

—No te soltaré, nunca lo haré, no importa si estás bien o mal, siempre seré tu pegoste.

Woo se ruboriza ante esas palabras y con timidez va limpiando las lágrimas de sus mejillas. Lloró hasta el punto de sentirse seco, ya no tiene lágrimas que sacar pero el dolor y vacío en su pecho no seso ni un poco. Aunque pensando en positivo, con la compañía de ese chino que es bueno con las palabras, puede intentar mejorar. No hoy, no mañana ni tampoco dentro de una semana lo hará, pero espera que en algún momento de su vida al menos pueda aprender a liderar la falta.

Soltando un suspiro, levanta sus brazos y rodea el cuello del menor, dejando caer su mentón en el hombro ajeno.

—¿Quieres contarme? —preguntó Lucas dejando sus manos caer en la delgada cintura.

—Es raro...

—¿Qué es raro?

—¿A partir de ahora mi vida será tan incompleta y vacía? —preguntó pero el silencio se lleva el momento mientras esperaba la respuesta de su menor. —¿Será?

—No te quiero mentir... —murmuró sin saber exactamente qué responder. No es de esos que son buenos consolando, puede dar un abrazo pero las palabras le son difíciles. Dar esperanza no es lo suyo.

—Ya veo...

—Yo... —parpadea y mira el techo con cierta impotencia. Quiere abrir ese lado que no lo ha hecho con nadie más, quiere estar con Jungwoo y que compartan algo de y para ellos. —Sabes que nunca me crié con mis padres, siempre he vivido sabiendo que no están y el vacío de quién soy, de dónde soy siempre han estado presente en mi —con un triste suspiro continúa —tengo veinte años sin ellos y aún no puedo decir mirándote a los ojos con completa seguridad "Estoy bien, no hay un vacío en mi corazón". Claro, nuestra situación es diferente, para mí fue más fácil, siempre lo tuve presente, su partida no me dolió, lo que me dolió fue la falta de su cariño con el tiempo.

—Pero tienes suerte —aseguró Woo en voz baja —Volveras a estar con tu padre por el resto de tu vida.

—¿Después de qué? Ya crecí, hice mi vida. ¿No sería extraño encariñarme a esta edad con un hombre que nunca estuvo? Ya sé, ya sé. No fue su intención y las cosas salieron de esta manera pero un niño es el que necesita del amor y la crianza de su padre, y siendo un adulto ¿Qué me dará ese hombre que me sea útil?  No vale la pena.

—Si estuviera en tu situación sería feliz y agradecido.

—Tu madre te crío, ella te cuido. Claro que lo serías —pasa sus dedos en el cabello ajeno. —Verás, que de alguna forma, todo saldrá bien. Conmigo siempre estarás bien, no moriré, no ahora, lo prometo.

—No prometas cosas así, es malo —golpea ligeramente el hombro ajeno.

—Pero soy Wong Yuhkei, espanto la mala suerte y traigo la buena, por eso siempre sobrevivo en todo —espeto con cierto humor.

—Hablo en serio.

—Está bien, está bien.

El mayor no respondió nada contra ello mientras el menor espera que vuelva a hablar. Uno disfrutando del silencio y otro desesperado por escuchar su voz y hablar.

—¿Por qué no dices nada?

—Estoy pensando.

—¿En qué piensas?

—¿En qué crees que pienso?

—Ojalá sea "Lucas es tan bueno y lindo, quiero besarlo" —agudizó su voz imitando de forma exagerada la del mayor. —Pero sabemos que eso no es así, no puedo darme falsas ilusiones.

—He pensado así —reveló con una pequeña sonrisa avergonzada que no pudo ver el contrario. —En varias ocasiones pero ahora no.

—Oh, ¿En serio? —se emociona.

—Sí.

—¿Entonces en qué piensas ahora que acapara toda la atención de tu mente sin dejarme espacio?

—De todo lo que me he enterado en el SORAS —la calma seso, cuando volvió a recordar todo.

—¿Pasó algo más? ¿Es importante?

—El Sr. Kang es cuñado de mi madre, osea mi Tío.


























Se haya un cuerpo tirado en el piso, espalda contra la pared, sus piernas cruzadas y su cabeza apoyada hacia atrás mirando el techo con añoranza. Sus cejas caídas y sin el brillo de vida en sus ojos, con un gran vacío en su pecho sintiendo como la soledad y la desolación lo lastiman emocionalmente más de lo que pensaba.

Sus manos esposadas en su regazo y sus piernas tendidas en el frío suelo también.

Todo se derrumbo dentro de él, desde que vio el rostro de su padre llenarse de decepción y repulsión. No pudo evitarlo y la capacidad de controlar sus poderes se fue a la deriva. Fue injustamente derrumbado por Song y llevado a rastras a la jaula, ganándose raspones y suciedad al ser arrastrado como animal por las sombras.

Hubiera podido luchar, pelear y escaparse. Claro, si no fuera por el hecho de que no puede dejar a su entrometido primo entre aquellas cuatro paredes. Sehun presenció algo en vivo que nunca debió de haber visto y con ello, el que tanto trato de protegerlo y evitar que fuera a ese camino desgraciadamente él mismo lo condujo directo al abismo.

Ahora no puede pensar en él sino por dos. No deseaba arruinarle la vida a su primo menor encandenándolo a este lugar y menos llevandoselo lejos para escapar por el resto de sus vidas por culpa de esa gente.

Tiene habilidades un poco singulares pero en realidad no es lo suficientemente poderoso como para iniciar una batalla, su poder no es para luchar sino para esconderse.

Pasó cuatro años de su vida entre el SORAS ocultándose del detector de Super Humanos, cambiaba los resultados de sus exámenes de sangre sin que nadie se diera cuenta, encontraba todas las cámaras y sabía cuándo, dónde y cómo actuar en cada momento protegiendo su integridad. Y en el momento en que usaba sus poderes, de alguna forma nadie lo descubría ya que esa es su especialidad.

Suho es un Neo blanco, un tierno y escurridizo conejo blanco de ojos azulados y labios rosas. Ese es él, pequeño pero inteligente. Las habilidades de los Neos tienen mucho que ver con el animal del cual se fusionan.

Los conejos son conocidos por ser pequeños animales que son buenos para ocultarse de los depredadores, siempre dando todo por sus crías preciadas y viviendo en manadas para cuidarse unos a otros. Son sensibles y preceptivos pero también muy emocionales cuando les toca, hasta el punto de bajar la guardia y perder la fuerza de levantarse, tal cual como Suho en este momento. Por eso, él siempre ha sido bueno escondiendo quién es, siempre ha tenido cuidado con todo y todos, conociendo cada minúscula salida e ideando escapes para todo. Realmente era imposible que se enterarán de que es un Neo a menos que el mismo lo diga o como en esta ocasión, lo tuvo que demostrar a fuerzas para salvar a alguien del cual considera de su entorno muy cercano.

Su gran desventaja, es que no se destaca tanto en lucha. Su Neo es solo un pequeño conejo, el cual tuvo que armarse de valor ante el maligno cuervo.

Entre el silencio y soledad de aquel lugar que prácticamente parece una cárcel, el sonido tenebroso de la puerta principal siendo abierta resuena pero esto poco parece importarle a Suho, el cual sigue hechado en el suelo esperando a que quien sea que haya entrado se vea del otro lado de la reja que lo tiene aprisionado.

Los pasos resuenan de forma lenta, pareciendo que aquel ser no quiere llegar a su destino, pero luego de varios segundos se hace ver ante el castaño.


Lee Sooman.


—Me viste la cara de estúpido durante cuatro años —esbozó una sonrisa llena de rabia. Sus ojos vacíos y un dolor vislumbrante.

Suho sube la mirada encontrándose con su padre, un nudo se forma en su garganta sintiéndose más emocional que de costumbre.

—Pensé que me querías, que me apoyabas...

—¿Cómo podría hacerlo si tú fuiste el que arruinó esta familia, mi familia? —espetó con recelo y agonía. Tratando de mantener la calma pero aún así un torbellino de emociones lo atacan pero el principal tono era el de decepción. ¿Así que este es el camino que elige su padre?

—¿Eso fue lo que te dijo esa mujer? ¿Entonces le crees todo lo que ella te dijo antes que a mí? —tensó su mandíbula y toma las barras de metal.

—¿Sabes por qué ella te pidió el divorcio? ¿Por qué me llevo a mi y no a Yoonoh? ¿Quieres saberlo? —un toque de molestia se notó en su voz. —Te pidió el divorcio porque rompiste su corazón, se enteró de todo lo que tú hacías, el verdadero ser que eras y me protegió.

—¿Entonces ella desde siempre lo supo? ¿Qué tú...?

—Sí, que yo no soy un "Humano normal" según ustedes, pero la única diferencia que tengo son unas habilidades únicas. Todos los seres humanos somos únicos, nadie es igual, tu no eres igual a Hyunsuk, así como yo no soy igual a Sehun. ¿Aún tienes una mente tan retrograta en estos tiempos?

—Eres un monstruo, ¡Todos ustedes lo son! —se alteró hasta el punto de su rostro tornarse rojo.

—Pensé que lo sospechabas, que por esa razón nos buscabas pero cuando vine, me sorprendí al ver que no sabías.

—No los buscaba por eso, ¡Nisiquiera lo sabía! Solo quería tener a mi hijo de vuelta, ¡Los fui perdiendo a todos uno en uno y por su culpa, porque son unos malditos monstruos!

—¿Monstruos? —cuestionó en un hilo de voz notando el plural en aquella oracion. —Yoonoh... ¿Era como yo?

—Ojalá pudiera decirte que no, pero no pude tener ni un hijo normal, todos ustedes son...

—¿¡Lo mataste!? —exclamó con rabia y sorpresa. Una parte de él esperando que lo admita para saber que su búsqueda ha terminado y otra parte que lo niegue, no puede soportar el hecho de que su propio padre haya matado a su hermano ¿Será posible ante tal atrocidad?

—No, no lo mate —reveló entre un oscuro y ansioso silencio. —Pero le di algo peor, dejarlo vivo en la miseria. Sufriendo como un maldito exclavo, deje a un niño morir de hambre viendo como se retuerce debajo de mis pies suplicándome una sola gota de agua o si es posible el cariño que nunca recibió de una egoísta madre que lo abandonó o de su glorioso padre el cual le dijo sus verdades "Monstruo, eres un monstruo" así le llamé.

Suho quedó bastante perplejo al escuchar aquellas atrocidades, con un corazón lleno de culpa y coraje. No, Yoonoh no se merecía nada de esto, claro que no. Una lágrima traicionera baja de su mejilla y se la quita con la manga de su camisa bruscamente.

—Maldito, eres un maldito —soltó con tanta rabia y odio. Su corazón partiéndose a pedazos y un infragante hoyo oscuro se forma en su interior.

Sooman suelta una agria risa y niega. —No, ustedes son los malditos y maldicieron mi vida con la suya.

—N-No se lo merecía, él n-no merecía ese trato —cree llorar y agonizar. Se siente tan débil e inestable.

—Al menos está vivo, en alguna parte del mundo pero lo está —la puerta es abierta entre lo que dijo, mira quién viene entrando y sus ojos tiemblan un poco pero su hijo no se dió cuenta. Tragando duro endurece su mirada hacia el joven tirado —Para que te sientas más cercano a él, a partir de hoy sufrirás todo por lo que él pasó.

—Eras lo último que me quedaba —murmuró con voz rasposa. —Perdí a mi padre solo por ser quien soy...

Sooman no respondió ante ello quedándose en silencio. El Sr. Kang hace aparición, siendo el que entró y se coloca al lado del científico pasando su brazo alrededor de su hombro de forma amigable.

—¿Ya tuvieron su despedida? Que bueno —sonríe con malicia. —Tranquilo, mi lindo Junmyeon. No te haremos nada fuera del otro mundo, como dijo tu padre, te haremos sentir aún más cercano de tu pequeño Yoonnie, ¿Verdad mi amigo Sooman?

—... Sí —tardo en responder pero lo hizo.

—Empezaremos la sección de preguntas dentro de un rato, Ravi está emocionado y quiere prepararse —fingió emoción haciendo erizar los bellos del menor.

—Me iré, estaré ocupado con unas cosas —dice el Científico alejándose del agarre de su superior, el cual asintió desinteresado. Sin tener la fuerza para volver a levantar la mirada y ver a su desdichado hijo se marchó.

Sus manos temblorosas casi no pueden tomar el picaporte y abrir la puerta. Un proceso bastante vergonzoso para su persona.

Al salir camina rápido por los pasillos casi corriendo para tratar de alejarse de todos.

De un momento a otro sus mejillas se llenaron de lágrimas saladas, pasándose las manos trata de deshacerlas pero éstas se hayan sin control alguno. Con un dolor rebocijante en su corazón, una extraña culpa y decepción. No está seguro si ese sentimiento es hacia su hijo mayor o hacia él mismo.

Sinceramente está cansado. Muy cansado de esta situación en donde se ha dado cuenta que su familia parece llevar una extraña maldición del universo. Un caso bastante singular y maldito.




«Y yo perdí a mi último hijo sabiendo quien es»

























En la sala de entrenamiento yacen diversos miembros practicando arduamente. Desde lo que pasó el fin de semana se dieron cuenta de que para la próxima vez deben de ir con más preparación si es que es posible.

Kun y Winwin se encargan de darle clases de defensa avanzada a los menores del grupo, llevando ya tres horas seguidas. Johnny los ayuda con la carga de pesas y Yuta los manda a correr. Todo esto siendo supervisado por Jaehyun, el cual una herida en el hombro no le impide moverse.

Sentado en una banca de un momento a otro pierde su mirada en algún punto. Piensa en todo y a la vez en nada, si es sincero aún sigue en un extraño shock por sobre la vivencia que pasó con su hermano mayor.

A su lado un cuerpo se sienta sin que se diera cuenta, una palmada en su hombro lo hace salir de su ensoñación.

—Oh, ¿Cómo vas, John-Hyung? —sonríe suave agitando su cabeza.

—Veo que tu condición está bastante bien —señaló las vendas alzando un poco la punta de sus labios, buscando el lado positivo.

—La verdad, sí —asiente y se acomoda mejor en la banca, girándose hacia su mayor. —La capacidad de soportar estas heridas mejoró, si sigo así podría convertirme realmente en algún ser inmortal o algo por el estilo.

—Claro, siempre eres el que recibe esta clase de palizas —lo que empezó como una broma, se torno algo seria para el americano. —Si sigues así, no te convertirás en algún "Ser inmortal", morirás Jae —la sonrisa en el bello rostro del peligris desaparece por completo quedándose sin habla, también pensó lo mismo pero no sé atrevió a decirlo en voz alta para no matar el ambiente. —Pero antes de eso, morirás aquí —señaló su pecho indicando el corazón. —Y luego aquí —por segundo su frente hacia el cerebro.

—Es la primera vez que arruinas los chistes —hace una mueca incómoda.

—Y no es la primera vez que cuentas uno cuando estás sufriendo —soltó con total sinceridad y seriedad bajando la voz para no ser escuchado por sus demás compañeros que están entrenando. —No quiero presionarte ni obligarte a que me cuentes el porqué ahora es que vienes a contar de un supuesto "hermano mayor", fue un poco sorprendente y decepcionante. Hemos pasado tantas cosas y contado tantas, bueno, en mi caso, siempre he sido un libro abierto para ustedes.

—Lo tienes un poco más fácil, al menos sabes que tu familia es normal y vive en alguna parte de Chicago. No es nada fuera del otro mundo, ¿sabes?

—Pero también me duele, ¿Sabes? —endureció un poco su voz. —Y les conté mi dolor, te conté mi dolor y luego de ello, por fin sentí un peso menos en mi corazón, salí adelante junto a ustedes, miento, pocos salimos adelante ya que no todos han aprendido a dejar el pasado atrás.

—¿Crees que es fácil?

—Se que no es fácil.

—No hablemos de esto —se pasa la mano en la frente algo angustiado.

—Necesitas hablarlo y pareciera que no lo has hecho recientemente con Taeyong, ¿Por qué?

—Estás hablando a propósito solo para que él se preocupe innecesariamente, ¿Verdad? Solo déjame en paz —accidentalmente alzó un poco la voz con lo último dicho, llamando la atención de diversos miembros curiosos. Dándose cuenta de lo hecho, se levantó y camino hacia la salida, no sin antes mirar al chino pelinegro y decirle. —Estas a cargo mientras no estoy.

—¿Qué le pasó? —Kun le dirigió su pregunta al americano, el cual solo negó restandole importancia.

—Nada.

Jaehyun se dispuso a caminar por los pasillos sin algún destino, solo varado sin saber a dónde ir. Quiso evitar a Taeyong, no yendo cerca del Laboratorio o de la Sala de Control pero sus intentos fueron en vanos, puesto a que encontró al mismísimo pelirrojo caminando hacia él con un ceño fruncido.

El menor detiene su paso y piensa retroceder cuando ve a su mayor acercarse con decisión pero es más lento al actuar y ya una mano aprisionó su muñeca.

—Jae —la voz de su amado sonó en un gélido pedido, emanando preocupación. —Es cierto, no lo has hablado conmigo.

—No es necesario —se defendió sin ser capaz de mirarle a los ojos.

—Pero...

—Hay cosas más importantes que hacer y pensar en vez de este rollo familiar sin sentido que quedó atrás como por ejemplo Jungwoo, ¿Despertó? —la rudeza de sus palabras dejo algo anonadado al pelirrojo, el cual no tuvo más opción que soltar a su novio y dejarlo.


«Siempre lo habla todo conmigo ¿Qué es diferente está vez?»

—Jungwoo despertó hace una hora —reveló.

—¿Qué? ¿Y por qué no lo dijiste?

—Lucas está a su lado, no quise interrumpir algo tan privado —se rasca por detrás de su oreja un poco nervioso. Escuchó cosas que nunca pensó que podría llegar a oír.

Jae suspira más aliviado, formando una pequeña sonrisa. —Ese niño, anda siempre a los pies de Woo.

—Mira quién lo dice, tú eres igual —se burló.

—Pero es diferente.

El ambiente mejoró ligeramente, algo que agradeció el menor, simplemente no tenía ganas de hablar. Solo quiere dejar todo aquello ir y no volver a mencionar aquel fatídico pasado. No quiere volver a ver a Junmyeon «Es mejor que se largue y me deje solo en esta mierda»

Ingenuo ante toda la situación piensa con cierta rabia y algo de celos.

Taeyong toma su mano y entrelaza sus dedos, sorprendido por aquel acto lo mira sin evitar su expresión. El mayor esboza una sonrisa tímida sabiendo que esta vez es él el que le da la mano primero, muy pero muy poco pasa esto. Usualmente Jaehyun es quien inicia el contacto pero ahora que el contrario lo hace, sabe que intenta tranquilizarlo de todos sus pesares.

Internamente le agradece y con un corazón menos abatido que antes toma con un poco más fuerza la mano delgada, devolviéndole la dulce sonrisa.


—Estoy bien, de verdad lo estoy.

—Si tu lo dices —comentó sin tanta seguridad. —Vamos, hay que reunirnos con Woo.

























—Realmente es muy satisfactorio el que tengamos los mismos intereses —esbozó una maliciosa sonrisa el Sr. Kang dirigiendo su mirada a un joven veinteañero de cabellera pelinegra el cual se haya parado del otro lado del escritorio con respeto.

—Si, Señor —asiente casi como un robot, serio e inexpresivo que llega a ser bastante sorprendete para los cercanos que conocen su verdadera un poco aniñada personalidad.

Sehun siempre ha sido alguien versátil y eso se puede notar desde las primeras charlas que tienes con él. Su porte alto y cuerpo atlético, ropas algo oscuras y la expresión de su rostro seria. Con un vistazo puedes pensar que es una persona seria y sin sentimientos cuando en realidad todo es lo contrario, es un amor de persona y alguien totalmente leal.

—Eres especial, joven —aseguró el viejo mirando con brillo al pelinegro.

—Agradezco sus halagos.

—Realmente tiene una familia superdotada, científico Lee —esta vez dirigió sus palabras al hombre que está al lado de su sobrino, el cual se mantiene serio pero se puede ver el toque cansado y vacío en su expresión. Al ver que aquel no dice nada vuelve su atención al menor. —El Jueves harás la presentación de tu tesis y dentro de dos semanas recibirás tu diploma, se supone que hoy acaba tu pasantía y ya no deberías de volver a venir pero al ya rellenar tu formulario puedes empezar a trabajar como miembro fijo hoy mismo si quieres, una cabeza como la tuya la necesitamos. Claro si lo deseas, o puedes dejarlo para la semana que viene después de tu tesis. Puede ser cansador para ti.

—No, empezaré hoy mismo, Señor. —contestó con seguridad.

El viejo sonríe orgulloso. —Me alegro.

Y en ese momento, lo que tanto quiso evitar Suho se cumplió. Sehun firmó el contrato para quedarse como perro faldero toda su vida en ese miserable edificio. No había otra opción, presenció algo que no debería pero gracias a su linaje familiar e inteligencia se le dió la oportunidad de quedarse como trabajador, algo que acepto sin rechistar.

—Bueno, Científico Lee puede darle un recorrido a su sobrino, enseñele absolutamente todo, ¿Quedó claro?

—Si, Señor.

—Ahora pueden irse.

Sehun antes de marcharse posa su mirada en el sujeto que parece analizarlo y golpearlo con la mirada. Al lado del Sr. Kang en todo momento, su aura intimidante y poderosa. Trato de no encogerse pero le fue realmente difícil. Da tanto miedo.

Al salir pudo respirar tranquilo, o bueno casi, ya que al hacerlo se encuentra con aquel sujeto que hace tiempo no se topaba. El Comandante Choi.

—Buenos días —les saludo con una pequeña reverencia. Su expresión seria sorprendió un poco al menor, en las pocas ocasiones que lo ha visto siempre parece juguetón, menos esta vez.

—Buenos días —le respondió el saludo su Tío.

Sehun no alcanzó abrir la boca cuando ve como rápidamente aquel fornido hombre entra a la oficina del Sr. Kang.

—Ven, hijo, te enseñaré todas las instalaciones —sin el brillo que le caracterizaba a Sooman se encargó de guiar al menor.



«Pronto te sacaré de aquí, Hyung, lo prometo»



Haciendo un juramento interior, no dejará que su primo sea encerrado de aquella injusta manera. No, claro que no. Buscará la forma de sacarlo de ahí y ambos escapar. Sabe que suena una idea descabellada pero ya el "tener una vida normal" se fue para el carrizo desde el primer momento en que entró al Edificio y descubrió tales verdades. Sehun no se iba a quedar de brazos cruzados, hallará una forma, cualquiera, de devolverle el favor a su primo el cual le salvó la vida a costa de su más grande secreto.





















—¡Descanso! —aviso Kun en un exclamo al ser el del mando mientras el peligris no está.

Chenle y Renjun se tiraron exageradamente al piso sin nada de energía. Jisung se mantuvo de pie y con pesadez se dirigió hacia las botellas de agua para tomar dos, una para él y otra llevarsela a su Hyung chino. Shotaro tímidamente se sentó en una de las bancas aún no teniendo la confianza de sus demás compañeros de habitación. Yangyang solo festeja con alegría Haechan tararea una canción famosa de la radio.

—Creo que voy a morir a este paso —dramatizó el pelinaranja tomando grandes respiraciones inflando su pecho. —No puedo moverme.

—Yo lo ayudo a levantarse, Hyung —Jisung se agachó para acercarse a su mayor y extender su mano. —Primero, ¿Quiere agua?

Los ojitos del chino se iluminaron y esboza una gran sonrisa. —¡Ay que lindo! ¡Mi pollito me cuida tan bien! —exclamó y pasando sus brazos alrededor del cuello del menor lo jala hacia el cayendo encima de su cuerpo y lo apapacha con mucho amor dejando al pobre asfixiándose.

—Ya, ya, no tantas muestras de amor al público —intervino Yuta llegando y tratando de separarlos a la fuerza.

—¡Celoso! ¡Eso es porque estás soltero! —aseguró Zhong con indignación, apretando más al peligris hacia si.

—Que desagradable, contigo así creo que vomitare arco iris —comentó Renjun levantándose para alejarse y el contrario solo le saca la lengua.

—Dejalo, es un suertudo. Yo cuando tenga a Taeil a mis pies, haré lo mismo —dice Haechan tomando de su botella de agua.

Chenle decide por fin soltar al coreano pero antes de dejarlo ir le da un rapido piquito en los labios, que lo hace sonrojar. Con una sonrisa risueña Jisung le extiende la botella pero Chenle siendo un total pícaro y astuto tomó la otra, de la que su amado novio bebió.

—Beso indirecto —murmuró antes de pegar la parte superior a sus labios.

—¡Diecisiete años, tiene diecisiete años y tiene novio! —exclamó Johnny exagerado sin poder creerselo.

—¿Y? Amor es amor, sucede en cualquier momento —dijo Kun, mientras tiene su mano en la cintura de un sonrojado Sicheng.

—No, argh... ¡Hablo de que yo que tengo veinticinco no me pasa y ellos que son unos críos!

—¿¡A quién le dices crío!? —Chenle se ofendió.

El americano solo niega cruzándose de brazos. —Ya verán, cuando tenga a Ten solo para mí, me encargaré de darle mucho, mucho, mucho amor y besos enfrente de todos ustedes para que aprendan.

—Esta bien, mientras tanto ve como le doy amor a mi novio —reto el chino encogiéndose de hombros.

Renjun se sienta en la banca junto al peliblanco para soltar un cansador suspiro. —Wa... Aquí hay mucha gente loca, ¿No lo crees?

—Es agradable —aseguró tomando la botella con ambas manos en su regazo.

—Relajate, te vez muy tieso y eso que pasaste la noche con Haechan —bromeó.

—Trataré —sonríe un poco nervioso.

Como escucharon, debido a que cada vez parecen anexarse más miembros al equipo, el japonés le tocó compartir cama con el pelirubio que no le dejo dormir hasta pasada la madrugada de lo tanto que hablaba, le contó toda su vida y trato de indagar la suya. Nunca conoció a alguien tan abierto como el apodado Haechan, es tan liberal, honesto y divertido que no pudo evitar caerle bien de inmediato.

Le gusta este ambiente, ese Hyung que lo ayudó tenía razón, vendrían a salvarlo pero no le aseguro tener una buena o mala vida, esperaba que fuera la primera.

No conoce a todos los miembros al 100% pero ha podido más o menos aprender algo de ellos. Está Yuta, al que puede hablarle con confianza el japonés, tienen gustos y costumbre similares que no lo hacen sentirse tan fuera de lugar. Aprendió el nombre de Haechan aunque no sabe cuál es el verdadero aún. Un rubio es el que duerme debajo de ellos del cual no recuerda su nombre pero sabe que es alguien especial y poderoso. En el mueble del centro, un moreno apodado Lucas tiene la litera de arriba, escucho algo de amor con el rubio pero no está seguro y le apena preguntar; y abajo de este Jeno, el pelinegro que los ayudo llegando a la camioneta, le parece un buen sujeto. Y en las últimas dos camas, en la parte de arriba duerme Renjun, y en la de abajo el singular Chenle al que fue unos de los primeros que reconoció, no sabe si por su chillona voz, gritos agudos, risa escandalosa o forma de vestir extravagante, solo sabe que ese menor es novio del callado peligris del cual no ha forjado una conversación por lo que no sabe su nombre.

Tiene que conocerlos mejor y saber quien es quien. Pero lo poco que ha estado aquí, que es prácticamente un día ya sabe varias cosas como por ejemplo el tal Lucas es hijo de un poderoso hombre pero hay una extraña negación de su parte, además de tener algo más que una "amistad" con el pelirubio al que llamaron "Rey". Los dos líderes, Taeyong y Jaehyun (al que reconoce porque lo salvó) al parecer son novios desde hace tiempo pero este tiene unos hermanos, del cual ha visto al menor en estado de coma en la clínica y al llamado Jeno siempre estando atento a él.
Quiere preguntar y saciar sus dudas pero la vergüenza le gana, y solo espera que el tiempo responda sus preguntas o hasta que gane más confianza.

Es todo tan nuevo y singular para él. Le impresionó la tecnología del lugar y más aún cuando llegó se enteró de que la casa está debajo de tierra.

Nunca vivió en tan buenas condiciones en realidad. Pasó su vida en un orfanato, no conoció a sus padres ni a su familia. No tiene un apego tan grande a alguien en particular por lo que la paso tímido y distante, pero aún así amable hasta la noche en que llegaron aquellas personas de apariencia abominable para llevárselo.

Deseo tanto volver entre las viejas sábanas del orfanato, que todo fuera un absurdo sueño pero cada día que pasaba más se daba cuenta de que esta es la realidad. Pasó unos dos días oscuros, con su mente pesimista pensó que estaría más pero los cielos le trajeron unos salvadores los cuales lo sacaron de ahí. Le dieron todo y lo trataron muy amablemente.

Esta sinceramente agradecido con todos por esta nueva oportunidad de vida y no quiere desaprovecharla.


«Ojalá que todo salga bien»


















¿Cómo reaccionarán los demás miembros ante la verdad de Jungwoo?
¿Estuvo cerca de Lee Soo Man y sus hijos más de lo que parece?
¿Qué pasará con Suho? ¿Sehun lograra sacarlo de ahí o Jaehyun vendrá a su rescate enterándose de la verdad?


¿Se esperaban el Neo de Suho?
El nombre como tal de su poder no lo he puesto ya que todavía falta algo más dentro de él. Pero si se dan cuenta, los poderes de los Neos tienen que ver con el animal al que están vinculados. Los conejos son más sentimentales cuando se sienten solos, necesitan de quién aferrarse. Además de que ellos no son animales de lucha sino, se esconden de los depredadores, son buenos en ello.


Holaaa, se que me he tardado para publicar este capítulo. No tengo wifi y tenía unas tareas de la universidad que hacer, incluso estoy usando mis megas para subirlo para ustedes.

Espero que lo disfruten☺️


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