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El fin del paraíso II

Superhéroes vs Magical Girls

Capítulo 10: El fin del paraíso II

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Conocida por ser la región más septentrional de Japón, Okinawa gozaba de un clima cálido y era el paraíso para el turismo interno de los visitantes de las otras islas niponas.

Si bien el encanto era notorio en Okinawa, había el problema de los tifones. Tal fenómeno atmosférico no se presentó, pero igual la devastación y el miedo pudieron sentirse en los alrededores de la base norteamericana estacionada en la isla.

Siendo la base norteamericana la más grande del Pacifico, hubo facilidad para que ese lugar fuera la cabeza de playa para lo que pareció una especie de invasión de fuerzas extranjeras a territorio japonés, sin embargo, no fue un ejército profesional en misión de guerra el que irrumpió en el paraíso del sur, sino el grueso de la Alianza de la Justicia.

―Demonios, gracias Dios que hay tanta agua en el lugar, eso hace mi tarea más fácil, pero, de todas formas, no creí que encontraríamos tanta resistencia ―dijo Señor de las Mareas, quien se secó el sudor de la frente―. Porca miseria, en Italia hace mucho calor, pero al menos es un calor seco, aquí en cambio, la humedad hace que toda mi ropa se sienta pegajosa.

―Pues agradece que no tengas capa como yo o los demás ―dijo ceñudo, Patriota, con un par de binoculares de última generación, vio como las cosas parecían ir bien para luego de un momento retroceder mucho terreno, situación que se dio una y otra vez para frustración de los superhéroes.

―¿Alguna novedad?

―Sí, ¡Carajo! Allí va Tótem, acaban de derribarlo.

―Imposible, ese hombre puede hacerse tan grande como Godzilla.

―Pues ya cayó ―dijo y en efecto, un fuerte ruido anunció que algo muy grande y pesado se desplomó en las afueras de la base militar americana.

―¿Cómo diablos pudo pasar esto? Decidimos atacar este lugar porque consideramos que empezar por las otras cuatro islas principales sería un suicidio.

―¿Suicidio? No exageres, Marea.

Señor de las Mareas, Patriota. En fin, no encontramos muchas magical girls, al menos no adolescentes, todas hasta el momento han sido niñas pequeñas salvo unas cuantas excepciones. Esto es humillante.

―¡Patriota! ¡Estamos retrocediendo de nuevo! ―gritó Fantástica que en ese momento se acercó llevando a un Tótem inconsciente.

―Demonios, esto es de nunca acabar ―dijo Patriota.

―Le dije a Silver que no debíamos atacar, pero ese viejo imbécil insistió en avanzar.

―¿Cómo íbamos a adivinar que esto pasaría?

―Era fácil, nadie quiere pelear contra niñas pequeñas, venimos aquí porque creímos que nos íbamos a enfrentar con adolescentes. No queremos avanzar a sangre y fuego y ellas no quieren rendirse.

―¿Alguna idea, Patriota? ―Quiso saber Señor de las Mareas.

―Dime, Fantástica, ¿Tienes noticias de Silver?

―Ninguna, está muy comprometido peleando como para comunicarse con nosotros.

―Chicos, Fantástica, ¿cómo está Tótem? ―preguntó Colorido.

―Como un calzonne callejero ―respondió Señor de las Mareas, haciendo que Colorido maldijera por lo bajo.

Patriota apretó la mandíbula, su situación no era de las mejores, Señor Sombrío tuvo que quedarse en Hawái debido a problemas que tuvo con su hijo, en cuanto a Deux ex Machina, su paradero era desconocido y nadie podía comunicarse con él.

Los dos ausentes tenían el derecho suficiente para llevar la batuta ante situaciones difíciles, más tomando en cuenta que Silver no podía dar órdenes ese preciso momento.

No era un secreto que muchos no confiaban en Patriota debido a sus recaídas con el alcohol, pero sabían que el superhéroe fue una vez un grandioso elemento en la Alianza de la Justicia.

―No podemos hacer otra cosa, sino insistir.

―Pero...

―¡Escúchame Fantástica! Sé que no podemos pelear en serio contra niñas pequeñas, pero ellas tampoco van a poder aguantar mucho. Se trata de una situación de desgaste, no gana el que tenga los mayores números, en este caso nosotros, sino quien resista más que el rival. No van a aguantar sin las principales magical girls.

Un gemido de dolor provino de Tótem, quien extendió su brazo hacia el hombro de Patriota.

―No lo hagas, amigo, ellas están fanatizadas, igual que en la guerra, pelean por su hogar, créeme, yo sé lo que es eso. Vamos a ganarles, pero a qué precio.

Las dudas se reflejaron en los ojos de Patriota, lo mismo que en los demás.

«Demonios, Silver, ¿dónde mierda estás?».

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Muy alejadas de la base norteamericana en Okinawa, las chicas mágicas resistían pese a estar superadas en número de forma tan abrumadora, todas sus sempais se dirigieron a Hawái para evitar que la guerra llegara a las costas niponas. Fue toda una trágica ironía que ambos grupos se hubieran cruzado.

―¿Me escuchan? ¿Alguien me escucha? ¡Quien sea, responda! ¡Cambio! ―gritó un viejo cubierto de suciedad, su traje lustroso ya no lo era más y sus cabellos blancos teñidos de plata brillante para darle un toque distinguido estaban revueltos y cubiertos de polvo.

«No debí subestimarlas por ser solo unas niñas pequeñas. Creí que, con las mayores ausentes, todo sería coser y cantar, que error», pensó Silver quien se vio separado del grueso del equipo de avance.

―¡Aquí hay uno! ¡Vengan! ―gritaron un par de criaturas parecidas a peluches para niñas.

―¡Черt! ―gritó el anciano y huyó.

«Ser viejo no tiene nada de gracioso. Maldición, me quejo como si fuera Tanque», pensó enojado consigo mismo, sus pensamientos se dirigieron hacia el norteamericano al que tuvo que ordenarle quedarse en Hawái por no poder controlar su hosco carácter.

Ir de una casa a otra en plena carrera no fue un problema para Silver, tal vez sus reflejos no eran óptimos ni su velocidad se comparaba a la que tenía antes, pero las bajas paredes de las casas, algunas compuestas por simples setos, sumado al hecho de paredes integras conformadas por papel, construcciones típicas japonesas, le facilitaron mucho el trabajo.

En media carrera en la que derribaba esas frágiles divisiones, vio a una mujer alta que parecía llorar mientras abrazaba con fuerza un peluche tan enorme, que cubrió la mayor parte de su cuerpo.

«¿Una mexicana?», pensó al ver el rostro de la fémina cubierto por lo que parecía ser una máscara de un atleta mexicano de lucha libre.

Senorita, preocupar no, no hacer yo dano ―dijo el anciano.

Un siseo precedió un agudo dolor en su pierna. Un gato, el más gordo que haya visto en su vida, le arañaba y mordía.

―¡Kot! (gato)―gritó Silver y le dio una patada al felino.

―¡Manager! ―gritó la mujer arrojando el peluche gigante a un lado. Una mujerona alta y muy muscular reveló su figura, era Gorgeous Amazon, quien cargó contra Silver.

El ataque de brazo lo hubiera derribado y dejado inconsciente, algo que no solo le pasaría por ser un anciano, de hecho, cualquier hombre joven hubiera tenido el mismo destino, sin embargo, en el último de los segundos y rezando para que su energía se haya recuperado, se transformó en su versión de superhéroe.

El anciano desapareció en un parpadeo, en su lugar y sosteniendo el musculoso brazo de Gorgeous Amazon, se reveló un joven de rostro y mirada dura, sus cabellos plateados, largos y hermosos, no desplegaron calidez, sino la fría determinación del guerrero.

El traje de luchadora mexicana, pero de confección primorosa, contrastó mucho con el spandex plateado similar a un espejo de plata.

―¡Por el Santo, Blue Demon y Mil Máscaras! ―gritó Manager, sin poder dejar de estar de espaldas debido a su obesidad.

En la mente de la magical girl, sonó la campana del cuadrilátero y la lucha comenzó.

Fueron dos estilos de lucha muy diferentes: la una atlética y deportiva; la otra, de movimientos letales.

Pese a que Gorgeous Amazon era enorme, se impuso cada vez más la experiencia de Silver. La luchadora hubiera conocido la derrota más de una vez de no ser por los gritos de apoyo de Manager, los cuales resonaron como los vítores de los espectadores en la lucha libre.

«Demonios, solo tengo tres minutos de transformación », pensó Silver con alarma, sus ochenta y cuatro años solo le permitían ciento ochenta segundos en esa forma joven y letal.

El último empuje y Silver saltó hacia el cuello de su rival, llevó sus piernas hacia arriba y luego con el efecto de la inercia, logró que Gorgeous Amazon doblara las rodillas al sentir su baja espalda el impacto de la punta de los pies del hombre.

El agarre de Silver fue poderoso y estuvo seguro de pronto escuchar un cuello romperse.

Los ojos del anciano se abrieron como platos al ver que no fue su transformación la que terminó primero, sino la de su rival.

«¡Una niña! ¡Es solo una niña pequeña!», pensó horrorizado de ver el cuerpecito de la magical girl.

Manager no atacó a Silver, solo fue hacia su amiga y lloró rogándole para que se despertara, para que no estuviera muerta.

―¿Hola? ¿Silver, me escuchas? Soy Patriota, he decidido que nos reagrupemos he iniciemos un ataque frontal, esta vez no habrá retroceso. Cambio.

«No... ¿Qué hemos hecho? ¿Cómo pude convencerme de que esto era lo correcto? Debo detener esta locura que yo mismo causé», pensó angustiado y procedió a reanimar a la niña mediante sus conocimientos en primeros auxilios.

Gorgeous Amazon tosió y Silver respiró aliviado.

Cuando sus labios se acercaron al celular satelital, estos se arrugaron. No solo su cuerpo regresó a su estado original, debido al esfuerzo, su corazón le falló en ese momento.

―Silver, ¿estás allí?, contesta. Repito: vamos a atacar con todo. Cambio.

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Una característica de las construcciones japonesas, es que están construidas de madera y elementos que pueden prenderse en fuego con facilidad.

Las personas de las casas corrieron de un lado al otro debido al pánico, por fortuna, una superheroína ayudó a los habitantes con sus poderes.

«No se asusten, reagrúpense. Salgan de las zonas de peligro y ayuden a los bomberos a sofocar los fuegos o que no les estorben el paso. No se acerquen para mirar». Los pensamientos de Mentalista, hicieron eco en el ánimo de las personas y así solo tuvieron que lamentarse pérdidas materiales y no humanas.

«¿Qué es ese olor?», pensaron varias personas. Sus interrogantes fueron respondidas con las llamadas de emergencia que efectuaron los bomberos.

Un poderoso hongo de fuego se formó debido a la explosión de importantes tuberías de gas a presión en el subsuelo.

Se cubrió con los brazos el rostro al sentir como este le quemaba como cuando ingresaba a un sauna a vapor.

Los oídos le zumbaron y pese al dolor en sus articulaciones, se levantó para ver qué sucedió.

Ya no hubo más construcciones en llamas a su alrededor, solo ruinas chamuscadas, lo mismo que varios cuerpos que no necesitó revisar para confirmar que estaban muertos.

Se miró las manos y vio que estaban chamuscadas. Se rio y caminó dando traspiés, luego de un par de minutos que se le hicieron eternos, encontró los restos de un espejo.

Su blanquecino y estirado rostro por las innumerables cirugías plásticas se transformó en piel arrugada y negra debido a las quemaduras.

Se rompió allí mismo, riendo, se dirigió a la única estructura en las cercanías que todavía ardía.

―¡Es mi culpa! ¡Todo es mi culpa! ¡La guerra!

―¡Mentalista, espera! ―le gritó Entomólogo, al mismo tiempo que la sostuvo con fuerza por la muñeca.

―Dios mío, tranquila amiga, te llevaré a un hospital, vas a estar bien, te vas a poner bien ―dijo el hombre y derramó un par de gruesas lágrimas.

El filo del vidrio se enterró en su estómago.

―¿Por qué?

―Es mi culpa, todo es mi culpa ―dijo la mujer y se internó en las llamas.

Entomólogo no pudo ponerse de pie debido al dolor, cada vez más la sangre abandonaba su cuerpo, en eso, vio una araña, tal vez el único ser vivo aparte de él en ese infierno.

―La araña, la araña en el avión, ya lo entiendo ―balbuceó en medio de risotadas que vomitaban sangre.

Creyó distinguir a sus amigos acercarse a él, pero ya sus pensamientos no le pertenecieron, entregándose al delirio y luego a la muerte.

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Los fuegos parecieron consumirse, pero no así la rabia en los pechos de algunas magical girls, las mayores y que resistieron hasta el final ante el embate sin cuartel de los superhéroes.

―¿Qué hacemos?, ¿Tú que dices, Wire?

―Ya no podemos hacer nada, Net Pretty Angel, los americanos han planeado muy bien a quien mandarían contra nosotros. Nadie al estilo de Deux ex Machina, está presente como para que puedas aprovecharte de su tecnología ―le contestó su gato eléctrico.

―No puede ser, estamos rodeadas. Lovely Canvas, ¿qué hacemos?

―Tenemos que rendirnos.

―¡Pero Lovely Canvas! ―le reclamó Pincel.

―Sabes que no podemos usar nuestros poderes de inmediato, amiguito.

―¡Magical girls, ríndanse! ¡Ya todo ha terminado! ―les ordenó Patriota.

―Esto no ha terminado, baka gaijin, nuestras hermanas más poderosas no estaban aquí, esto no ha terminado ―le contestó Sweet Dark con frialdad.

―Por favor, su pelea ya ha terminado, ¿acaso no ha sido suficiente? ―dijo Tótem, abriendo los brazos para darle a entender la destrucción y muertes ocasionadas.

―Lovely Canvas, ¿querías tiempo? Dibuja algo para que tú y Net Pretty Angel huyan.

―Por favor, Sweet Dark, ya todo terminó ―le dijo Lovely Canvas.

―Ríndete... ¡Nooo! ―gritó Net Pretty Angel.

La chica mágica empuñó su guadaña, de la misma forma en que lo hizo cuando mató a Hechicero, pero esta vez las cosas salieron muy diferentes.

«Dark, amiguito, pronto nos encontraremos», fue el último pensamiento para con su gato mágico muerto hace tiempo, tan concentrada estaba en ello, que los gritos de sus amigas se le hicieron lejanos, y en efecto, fue así pues Pincel dibujó una salida ingeniosa de ese paraíso que aquella noche llegó a su fin.

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En la ciudad de Oklahoma, en el edificio federal del FBI, se llevó a cabo una reunión de emergencia para tratar el tema de la invasión de Okinawa por parte de la Alianza de la Justicia.

Los disertantes exponían su preocupación de que la Alianza de la Justicia fuera un lobby demasiado importante, tema irónico considerando que el edificio también era la sede de la ATF, sin embargo, dicha hipocresía palideció con la presencia de Huracán, que para tal ocasión llevó un traje formal propio de un agente federal.

Más de un par de ojos de hombres apuestos vieron al superhéroe al reconocerle, sus miradas no fueron de reproche sino de sumo interés, cosa que al hombre le importó poco, consideró que una vida dedicada a su trabajo y no al sexo, era su razón de ser.

Terminada la reunión, Huracán fue a su oficina, ubicada en uno de los pisos más altos del edificio gubernamental.

«¿Dónde está mi violín?», pensó y fue donde su vista ubicó al estuche sobrio y caro. Lo abrió y tomó con sus manos el instrumento.

Huracán era un maestro consumado y su melodía con el violín fue magnifica, aunque cualquiera podría notar sin importar el nivel de instrucción musical que tuviera, que el violín lloró una melodía de suma tristeza y arrepentimiento: Paraíso.

Solo un sonido acompañó al violín: el sonido de pasos metálicos acercándose al músico.

―Ya era hora de que aparecieras, Deux ex Machina ―le dijo a esos ojos rojos por detrás de la máscara del centurión de metal.

Ese día de abril, el violinista murió en una explosión que no dejó rastros de su cuerpo. Ese día, Deux ex Machina pasó de ser un superhéroe al villano más buscado por la muerte de Huracán y Saint Glaciar.

CONTINUARÁ...

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