Ataque en la oscuridad
Superhéroes vs Magical Girls
Capítulo 8: Ataque en la oscuridad
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De nuevo el mismo salón en Kioto, el cual ofició antes para que los más jóvenes de los superhéroes y las magical girls confraternizan. Esa vez hubo tensión en el ambiente, ahora también lo había, pero su naturaleza fue mucho más angustiante.
Las jovencitas tuvieron la mirada baja, se notó que todas ellas lloraron, pero quien más tuvo los ojos rojos y el cabello desarreglado fue Sunny Girl. De pronto, golpeó la mesa de patas cortas y se levantó cerrando con fuerza ambos puños.
―¡Ya hemos dicho bastante mierda! ¡No voy a quedarme quieta mientras esos bastardos anden contentos por allí! Tenemos que votar, ¿acaso no desean vengar la muerte de mi hermanita? ¿No les hierve la sangre?
―Por favor, no sabemos si los superhéroes plantaron la bomba. Hay que esperar hasta que los investigadores nos den su evaluación, eso va a tomar semanas, incluso meses, tenemos que calmarnos mientras tanto ―dijo Cute Witch.
―¿En serio crees que no fueron ellos? ¡¿Quién más pudo haber sido?! Sunny Girl tiene razón, ¡debemos votar! ―exclamó Tsukedo Cat.
Muchas de las presentes, incluyendo las criaturas mágicas, miraron a Ballerina Hearth, quien vio como la mayoría estaba de acuerdo con ir a la guerra. Solo Cardinal Pretty, pareció ir en contra, después de todo, ella siempre analizaba las cosas con calma y sabía de antemano que serían aplastadas si ellas optaban por la confrontación.
―Saben que no tengo mucho amor por los americanos, pero esta vez coincido con Cute Witch y todas saben que eso nunca sucede. Sin embargo, acataré la decisión que la mayoría asuma ―dijo Cardinal Pretty, cruzando los brazos―. ¿Tú que dices, lideresa?
―Podemos quedarnos días aquí sin solucionar nada. Para lo que están pidiendo se necesita el voto unánime de las presentes ―dijo para luego suspirar y llevarse las manos a la cabeza. En un acto que sorprendió a todas, se quitó la tiara y se transformó en una estudiante japonesa―. Decido no ser más una magical girl, renuncio a mi posición de lideresa temporal de todas ustedes, así tendrán vía libre para decidir lo que quieran.
―¡Sí! ―gritó Sunny Girl, mientras que Cardinal Pretty y Cute Witch la miraron boquiabiertas.
―¿Eso quiere decir que iremos a la guerra? ¡No quiero! ―gritó Bunny Warrior.
―No creo que vayas a pelear, ninguno de nosotros lo haremos, pero las demás sí lo harán ―dijo Prince Doki Doki, refiriéndose a que solo las mayores harían la guerra, declararían guerra formal contra los superhéroes.
De nuevo vinieron las murmuraciones, pero quedaron acalladas al ver como Ballerina Hearth le entregaba su tiara mágica a Tenor. El ruiseñor gato extendió una de sus alas para tocar la tiara y esta desapareció en miles de fragmentos. La joven hizo una reverencia al ave y a sus amigas.
―¿Estas segura de esto? ―le preguntó Cardinal Pretty, pero la joven no le contestó, solo dio una mirada triste a los presentes y salió cerrando la puerta corrediza.
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Una joven miraba el rio, lo hacía muy cerca de un puente por donde los autos circulaban con prisa. Un ave se acercó volando y se posó sobre su rodilla izquierda.
―Ballerina Heart, estás aquí, ¿por qué corriste?
―Ya no soy más Ballerina Heart, Tenor.
―Beniko, tengo que marcharme, debo hallar a una nueva Ballerina Hearth.
―Lo sé, amiguito, ¿nos volveremos a ver?
―Sí, pero no sé cómo y cuándo.
―Siempre recordaré las veces que estuvimos juntos, no solo peleando contra el mal, sino como amigos.
―Yo también, siempre te recordaré, aunque pase toda una generación, siempre te recordaré, y si no fuera así, por favor, llámame, acércate a mí para que te reconozca.
―Lo haré, Tenor, lo haré... Adiós ―dijo al mismo tiempo que las lágrimas le carcomían las mejillas, y Tenor se marchó.
La silueta de su amiguito emplumado se perdió tras la estructura de cemento. Beniko agarró con fuerza sus zapatillas de ballet y con ellas quiso limpiarse las lágrimas que le quemaban las mejillas. Tuvo que hacerlo rápido pues se dio cuenta que alguien se acercaba a ella.
―¡Ballerina Hearth, aquí estás! ―exclamó Saint Glaciar, deteniéndose al ver el lloroso rostro de su amiga por lo que bajó la vista y miró a un costado.
―Saint Glaciar, ¿qué haces aquí? Dime, ¿qué decidieron las chicas?
―Están decidiendo si ir o no a la guerra. Por favor, debes hacer algo.
―Pero ya renuncié, ya no soy más la lideresa, de hecho, ya ni siquiera soy una magical girl. Tenor acaba de marcharse.
―No... De todas formas, ve con Reina Marinerito, hazla entrar en razón, ella no puede quedarse sin hacer nada.
―Reina Marinerito está en estado catatónico, no quiere dejar el cuerpo de General Power, solo hace eso, estar al lado de ese hombre. No entiendo por qué Reina Marinerito no te pidió a ti que congelara el cuerpo de ese señor, tú bien podrías hacerlo. Supongo que se descontroló cuando lo vio morir.
―Ella no puede seguir así, solo tú puedes traerla de vuelta.
―¿Yo?
―Sí, todos saben cuánto te quería Reina Marinerito, te consideraba como su hermana menor, siempre decía que solo tú podrías anular muchos de sus poderes. Por favor, Beniko, solo a ti te va a escuchar, tienes que hacer que ella se recupere, solo ella puede calmar a las chicas, solo ella puede acabar con este desastre, te lo pido, por favor.
―¿Las chicas opinan igual que tú? ¿Qué hay de Tsukedo Cat?
―Todas están ocupadas en la elección, bueno, las mayores. Ninguna de las más jóvenes va a pelear, pero seguro todas van a votar de forma unánime, solo yo creo que se puede hacer otra cosa, por eso vine contigo. Tsukedo Cat está a favor de ir a la guerra, ¡esto es una desgracia!
―¿Incluso Bunny Girl? Ella no quería ir a la guerra.
―Lo mismo que muchas, pero como ellas, no quiere para nada que le impongan el registro de espers, ella es muy terca con eso y no es la única, lo sabes bien.
―Ya veo. Descuida, iré a hablar con Reina Marinerito ―dijo y una extraña mirada se asomó en sus ojos que por un momento parecieron reflejar el frío del hielo.
Saint Glaciar respiró aliviada, se despidió de su amiga luego que ella le asegurará una vez más que iría donde Reina Marinerito. La niña decidió cortar camino por debajo del puente y su silueta desapareció en las sombras.
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Las luces del jardín de la Casa Blanca en Washington DC iluminaban las altas columnas blancas, tal era la luminosidad, que las luces de la oficina oval se veían opacas desde la reja que daba a la calle. En el que tal vez era el cuarto más importante en esa parte del mundo, el Presidente de los Estados Unidos finalizaba una reunión con dos superhéroes.
―Feo asunto ese el de la bomba, pero creo en su palabra cuando me dicen que la Alianza de la Justicia no tuvo nada que ver. Acabo de mandar mis condolencias a la familia de la magical girl, sin embargo, me hubiera gustado que fuera Silver, quien me hubiera informado de todo esto en detalle. ¿No se habrá resentido su salud?, sé que Silver tuvo un ataque al corazón la semana pasada.
―Descuide señor, Silver estará con nosotros por mucho tiempo ―dijo Hechicero.
―Así es ―corroboró Deux Ex Machina, con tono monocorde, casi como si fuera una máquina, hecho que fue resaltado por la actitud del hombre que no se sacó la máscara de metal, cosa que podría tomarse como una falta de respeto para con el Presidente, pero el dignatario fingió no sentirse ofendido, después de todo, la Alianza de la Justicia era un lobby muy poderoso, más que la NRA, la Asociación Nacional de Armas.
―Eso espero, sería muy malo para la imagen de la Alianza de la Justicia (y, por ende, la mía) que Silver tenga que abandonarnos luego de la muerte del General Power. En fin, cambiando de tema, me alegra saber que decidieron tomar todo este asunto en sus manos y no involucrar al gobierno, ¿fue un voto unánime?
―Lo fue, señor, no hubo problemas salvo una intervención inmadura por parte del pupilo de Señor Sombrío, quien se presentó en plena votación cosa que no le competía ―le informó Hechicero.
―Ummm, entiendo por qué señor Sombrío no está presente, espero que no sea duro con el muchacho. ¿Qué hay de los otros miembros más jóvenes?
―No están muy conformes que digamos, pero los miembros con más experiencia van a hablar con ellos. Otros rangos medios están con nosotros, por ejemplo, Mentalista ―le aseguró Hechicero.
―Ya veo, confió en su juicio. Quiero enfatizar, que no quiero ver ninguna noticia con respecto a una huelga de hambre de jóvenes superhéroes en el noticiero de las nueve. No estamos en año electoral, pero, de todas formas, no quiero ningún problema.
Deux Ex Machina elevó la mirada, menos de un segundo después, pareció que el techo fue taladrado hasta ser perforado por completo. Todo pasó muy rápido.
El piso de la oficina oval cedió y todos cayeron al piso de abajo. El Presidente estuvo a punto de caer, pero un par de magicals girls le pusieron a salvo, sin embargo, los dos superhéroes cayeron a un nivel más bajo.
―Demonios. Machina, ¿dónde estás? ―quiso saber Hechicero, pero no obtuvo respuesta. El polvo le impidió respirar así que decidió usar su magia para despejar el ambiente, fatal error.
Una chica mágica vestida de colores oscuros y volantes que hacían juego, se dirigió hacia él de forma muy rápida, llevaba en sus delicadas manos envueltas en seda lo que pareció ser una guadaña de tamaño enorme.
El hombre era muy hábil con la magia, supo que realizar un hechizo de forma inmediata después de otro le tomaría un segundo, tiempo del cual no disponía.
Hechicero invocó una luz verduzca que envolvió sus manos, la cual se reflejó en la guadaña de Sweet Dark, quien ya estaba un par de metros detrás del adulto.
La imagen pareció congelarse, pero fue Hechicero quien se desplomó en el suelo, ya inerte.
―¿Ya le mataste? Hechicero era el único superhéroe que tenía poderes mágicos, por eso fuimos por él a la primera ―preguntó Tsukedo Cat.
―Sí, pero fue él quien ganó. Me tenía, pero al último momento vaciló en atacarme.
―Se los dije, es la ventaja psicológica que tenemos sobre ellos por ser mujeres y menores de edad ―dijo Cardinal Pretty.
―Se suponía que Silver y Señor Sombrío tenían que estar presentes ―dijo Tsukedo Cat.
―Eso es malo, teníamos que acabar con la cúpula de la Alianza de la Justicia esta noche. Se suponía que la guerra iba acabar esta noche..., al menos tenemos a Deux Ex Machina y a Mentalista, aunque ella no es una superheroína de peso. ¿Lo acabaste Net pretty Angel?, tus poderes podían neutralizar fácil a ese sujeto.
―Amiga, este sujeto no es Deux Ex Machina, es solo un robot... Tampoco está Mentalista.
―Trajimos a Nebulosa para nada, ella podría neutralizar los poderes de esa mujer ―dijo Sailor Flower.
Las criaturas mágicas se acercaron al traje metálico del superhéroe, procediendo a olisquearlo, pero supieron de antemano que nada sacarían de esa carcasa humeante y que arrojaba chispas.
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En Japón, un vagabundo que se dedicaba a sacar mangas de los contenedores de basura para luego venderlos a los coleccionistas especializados en determinados tópicos, iba con su carrito de supermercado por debajo de un puente.
―¿Qué es esto? ―dijo y se acercó a lo que pareció la mitad de una bola de nieve que emulaba la figura de un conejo, solo una de sus orejas conformada por una hierba larga y lozana quedaba en su lugar.
El hombre la tomó y de inmediato la figura se derritió escurriéndose entre sus dedos.
Entrecerró los ojos al acostumbrarse a la negrura. La figura de una fémina se dibujó acostada en el suelo. Sus cabellos estaban revueltos y uno podría pensar que dormía de no ser por el hilo de sangre que salía de su oreja derecha.
―Oi, señorita, ¿está usted bien?
Dos botas metálicas se hicieron notar al lado de la jovencita. Al elevar la mirada el hombre, vio una máscara metálica, esta solo revelaba unos ojos rojos.
Sin saber si esa mirada se debía al llanto o a la furia, el vagabundo se entregó al instinto básico de gritar y corrió hacia la luz para informar al puesto de policía más cercano.
CONTINUARÁ...
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