[15] Dejame cuidarte, cómo tu me cuidas a mi.
La primera semana en el hospital, fue la más pesada de todas. Para empezar, Yuri no se encontraba cómodo, el lugar era demasiado frío, las cobijas de su cama eran ásperas, le dolían los pies, los monitores le picaban la barriga y no le permitían dormir bien. El aroma era demasiado limpio y químico, no como en su casa, donde todo olía a Otabek. Extrañaba restregar su cara entre sus suaves almohadas y a Potya acurrucándose contra su vientre. Incluso, extrañaba al maldito perro del demonio de Otabek, pero eso último no iba a aceptarlo en voz alta.
Otabek tuvo que volver al trabajo, tan solo a dos días de que lo hubieran internado, él no tenía una excusa para quedarse todo el tiempo descansando. Yuri, por otro lado, no tenía otra opción que digamos. Pero si tuviera que elegir: Plisetsky definitivamente preferiría estar en el trabajo.
Obviamente le dieron una baja debido a su estado de salud, adelantando un poco sus vacaciones por paternidad. Todos en la oficina se habían vuelto locos con la noticia. ¿Cómo es que Plisetsky había sido internado? ¿Y está bien? ¿Y sus cachorros?
Incluso, recibió una llamada por parte de los directivos que llevaban el procedimiento del reclutamiento para el trabajo de campo.
El trabajo de campo, mierda. Lo había olvidado. ¿Cómo se suponía que diera la entrevista? ¿Ahora estaba fuera de la competencia para conseguir el empleo? ¡Le darían el puesto a Ivanov! ¡Demonios!
A Yuri casi se le detuvo el corazón cuando Yakov le habló esa mañana. Para su suerte, le dijo que la compañía entendía bien por lo que estaba pasando, que la recaudación para el puesto de campo se habían suspendido hasta nuevo aviso, y que no debía de preocuparse por quedarse fuera de la competencia, porque era ilegal despedir a alguien por su estado de salud o un embarazo. Luego le deseó lo mejor, y le informó que todos en la oficina estaban esperando buenas noticias por su parte.
Yuuko fue a visitarlo esa misma tarde, acompañada de un pastel de chocolate, y una carta de parte del resto de los acompañantes de la oficina. Era la primera visita que recibía -no familiar- y es que dejando de lado que era de la oficina, ¡esa chica era su mejor amiga!
Con los días, Yuri finalmente se acostumbró a quedarse en esa pequeña habitación. Gracias a la intervención de su suegra, claro estaba.
Nadia era una diosa, una mujer cariñosa y bondadosa con un corazón de oro, que se derretía por malcriar y sobre mimar a su yerno y futuros nietos. A primera hora de la mañana, se presentaba los días pares de la semana, y se aseguraba de que Yuri estuviera bien, aunque fuera por tan solo unos minutos, pero pasaba el rato con él.
Luego, Otabek tuvo la grandiosa idea de traer algunas cosas de su casa. Porque "Si no podemos ir a la casa, ¿por qué no traer la casa a nosotros?" Y así lo hizo. Con la confirmación de su medico, trajo solo las cosas necesarias.
Para Plisetsky: Una maleta con algunos pares de calcetines, y ropa interior. Además de algunos cuantos suéteres, y como no, la cobija favorita de Yuri: una colcha de lana gruesa, con tonos rojizos y bermellones. Oh, como amaba esa cobija. Otra cosa que Otabek se tomó la molestia de traer, fue la Laptop personal del rubio, y su almohada (no la de paternidad, si no la que Plisetsky inconscientemente había reclamado como suya después de que contrajeron matrimonio. Aquella que siempre usaba al dormir y que cargaba a todos lados como si de alguna clase de artilugio mágico se tratase).
Y para él: Una segunda maleta, con un par de cambios de ropa. Pantalones, camisas de vestir, ropa interior. Todo lo que necesitaba para pasar ahí la semana, dormir en el hospital, y alistarse para el trabajo sin necesidad de ir a la casa. Así, solo debía de pasar una vez, cada fin de semana, a lavar la ropa, y empacar nuevos conjuntos.
Porque seamos sinceros, Otabek odiaba la idea de dejar a Yuri solo. En el fondo, sabía lo muy asustado que estaba. Jamás lo había visto obedecer tanto las ordenes de un medico. Plisetsky apenas se movía, en ningún momento se levantaba, y por si fuera poco, se dejaba hacer, porque sabía muy bien que cualquier acción podría poner en riesgo la vida de sus cachorros. Lo mínimo que podía hacer en ese momento, era estar ahí a su lado, acompañándolo a cada paso.
Sorpresivamente, el "haber traído un poco de su casa a ellos", había funcionado mejor de lo que esperaba. Yuri se encontraba mucho más cómodo, más calmado, y por ende, tenía mejores resultados en las pruebas que le realizaban a diario. Tal vez era que dormía más a gusto con su cobija de lana, o que la almohada apestaba a su casa. Tal vez los calcetines eran demasiado esponjosos, o ya se había acostumbrado a la intravenosa. No lo sabía, pero algo estaba funcionando.
Un consejo que Celestino les dio la primera vez que se conocieron, y que les repitió esa mañana, fue el siguiente.
"Tomen un día a la vez. No sabemos cuando, ni como, pero es imposible asegurar que todos los días pasaran la noche. Si, están respondiendo bien a los medicamentos, y a los cuidados de higiene, pero nada nos asegura que Yuri no contraiga otra infección, en cualquier momento. Por lo que les repito: Cada día es un nuevo comienzo. No se aterroricen pensando en "qué pasará mañana", y mejor vivan el ahora. Un día a la vez".
No fue fácil, eso fue seguro. Y no podían negar el miedo. Pero ese consejo, los hacía relajarse un poco. Era cierto, si vivían preocupados por lo que pasaría, nunca podrán recordarlo como algo bueno. "La segunda vez que concibieron un hijo". ¿Y si perdían a los cachorros? ¿Y si nacían muertos o sufría de un aborto espontaneo?
No. Nada de "Y si"
Era momento de disfrutar lo que estaba pasando. Porque, sí, asustaba, y sí, los hacía llorar. Pero también trajo cosas muy buenas.
Como la mega-reunión que hizo la familia Altin un día. Todos y cada uno de los miembros de la familia del Osezno se reunieron para visitarlo, asistieron al hospital, y les llevaron regalos. No todos pudieron pasar a verlo, eso era algo más que obvio, pero desde su habitación, Yuri podía escuchar el alboroto que estaban formando los oseznos desde la sala de espera. No pudo evitar soltar una carcajada, al ver la cara de su esposo angustiado, y a su suegra rodando los ojos por sus hijos malcriados. ¡Eran adultos, por Dios Santo! Pero en cuanto se reunían, se seguían comportando como niños
Todo fue risas y diversión, hasta que Yuri comenzó a pensar. "Si así de alborotados están en un hospital, no quiero ni imaginármelos en el baby shower..."
Oh.
El Baby Shower.
La cara de Plisetsky perdió el color por completo, y Nadia se asustó por su sorpresivo cambio de actitud. Le tomó la mano consternada mientras lo llamaba, y Yuri la miró a los ojos con cientos de lagrimas.
-El baby shower... Lo olvidé por completo-. Eso captó la atención de Otabek, y algunas cuantas de sus hermanas.
Plisetsky comenzaba a hiperventilar, pero su osezno fue un poco más rápido, y se sentó a su lado, tomando su otra mano. Yuri respiró profundo por la boca, saltando su mirada de Altin madre a hijo. Con Otabek a su lado, susurrandole palabras de aliento y cariño, no pasó mucho para que se calmara. El tan solo sentir el suave tacto de la mano de su esposo, era un consuelo enorme, que se había formado por la inmensidad de su lazo. Yuri no sabría que hacer, si no estaba Otabek.
-Tranquilo Yura...-. le susurró su alfa. -Lo resolveremos.
-Los adornos, el salón, ya lo habíamos reservado todo.
Otabek se tomó unos segundos para pensar antes de responder. -Tendremos que cancelarlo. Perderemos algo de dinero por los pre-pagos, pero... No podremos hacer la fiesta.
Eso era cierto, incluso si terminaban de pagar por el Baby Shower, Yuri sería incapaz de asistir. Y hacer la fiesta en el hospital... no. Definitivamente era una pésima idea, no era como la casa, no podían simplemente traerla a ellos, sería una acción completamente diferente.
-¿Podemos al menos conservar los recuerdos? Y mandar las invitaciones con ellos... solo a la familia...
Nadia le apretó la mano-. Claro que sí, Yuri.
Luego asintió un par de veces con la cabeza.
Con los días llamaron a su organizadora de fiestas, y cancelaron todo. Otabek y Nikolai se encargaron de eso. Las llamadas, los tramites. Todo.
Fue entonces cuando la noticia de que Yuri se encontraba internado, no tuvo otra opción más que correrse en su grupo de amigos. Aunque, de hecho, ya todos lo sabían. Mila se había enterado primero, porque se había encargado de cuidar de Potya, los Crispino lo supieron por ella, o mejor dicho, su esposa -Sara- le contó a su hermano. Lamentablemente, ninguno tenía espacio para un San Bernardo, pero J.J. sí, así que los Lerroy se encargaron de cuidar a la salvaji-bestia. Leo había encontrado la noticia, por las faltas de Otabek en el trabajo. Y los Nikiforov junto a Chris se enteraron por el Baby Shower.
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A Otabek le dolía ver a Yuri en cama. En una ocación, cuando llegaba del trabajo, lo encontró en el sanitario, a punto de bañarse. Nikolai y su madre lo ayudaban a llegar al baño, y el corazón se le hizo pequeño a Otabek. Yuri apenas podía caminar con propiedad, sin la ayuda de la Altin, y no podía permanecer parado mucho tiempo, por lo que la ducha contaba con una silla propia para la regadera, cortesía del hospital, para evitar que Yuri hiciera esfuerzos. Nikolai lo ayudó a desvestirse, y Nadia los esperó afuera.
No esperaba encontrarse a su hijo, con los ojos cristalinos, tras la puerta. Sabía lo mucho que a Otabek le dolía, y por su expresión pura, pudo sentir el corazón de su primogénito romperse en mil pedazos. Escucho la regadera prenderse, y con un gesto le sugirió que salieran del cuarto.
Otabek se soltó llorando después de cerrar la puerta.
Y su madre, ella lo consoló entre sus brazos.
-¿Lo viste caminar, o no?-. Otabek asintió con la cabeza.
Para su suerte, Plisetsky no se había dado cuenta. Yuri le había pedido ayuda a Nadeshka y su abuelo, para ducharse antes de que su esposo llegara, porque no quería que lo viera así.
Tan agotado. Tan necesitado.
Otabek nunca le comentó nada, no se atrevió a decirle que lo había visto caminar, necesitando ayuda de un andador. Porque sabía que Yuri necesitaba que fuera fuerte. Que no se quebrara, al menos no frente a él. Necesitaba un apoyo, para sostenerse. Y para ayudarlo a terminar el embarazo.
Así que eso es lo que iba a ser.
Otabek se iba a convertir en su soporte, y a hacer lo humanamente posible, que estuviera a su alcance, para cuidarlo.
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Beka dormía en el sofá de la habitación, y se levantaba temprano para ir al trabajo. Muchas veces, incluso antes de que Yuri se despertara. Le ponía gasolina al auto, se encargaba de ir a alimentar a Nesti los días nones, y llegaba directo al hospital. Pasaba la tarde con él, comían juntos, terminaba las quehaceres del trabajo en las noches, y finalmente se iba a dormir. No deseaba preocupar a Yuri con nada, así que se ocupó de pagar los taxes, las tarifas de la luz, el agua, gas y cable. No pondría ningún peso en los hombros de su omega.
O al menos esa era la idea.
Su "exitoso plan" le duró al menos, unas dos semanas, cuando mucho. Nueve u once días, para ser más exactos.
Otabek creía que Yuri no se daba cuenta, pero vaya que estaba equivocado. Otabek siempre estaba equivocado cuando se trataba de su omega.
Y es que, cuando llegó del trabajo ese día, Plisetsky se encontraba cruzado de brazos. Sí, aún recostado sobre la cama, pero con esa expresión molesta, que se cargaba cuando tenía una pelea silenciosa por algo. La cortinilla de madera que dividía el cuarto y la sala de estar estaba corrida, por lo que podía verlo desde la entrada. Y en frente del sofá, donde se encontraban sus padres, había un colchón inflable ya armado, con un par de mantas dobladas que reconocía de su casa, junto a una almohada.
-¿Qué mierda crees que estas haciendo?-. Fue lo único que salió de la boca de su esposo, tan prudente y respetuoso como siempre.
Otabek no tenía palabras, y es que las miradas de todos estaban sobre su persona. ¿Había hecho algo malo? ¿A caso tenía algo sobre el rostro?
El castaño miró sobre su propia espalda, esperando encontrar a alguien tras suyo, u otra persona a la que Yuri le estuviera hablando. Posteriormente, se señaló a sí mismo, como preguntándose en voz alta "¿Yo?"
-Si, tú. Maldito idiota. ¿A quién más crees que le estoy hablando? Ven aquí-. Y así lo hizo, casi hipnotizado, rodeó el colchón, y se acercó a su rubio favorito, que seguía con ese ceño fruncido, y las manos recargadas sobre su abultada barriga.
Otabek ni siquiera tuvo tiempo de hablar, apenas iba a preguntar que es lo que había hecho cuando Yuri soltó un sollozo.
-¿Por qué me estas mintiendo?-. Soltó esta vez, con un cambio en su voz. Parecía algo ¿triste? ¿quebrada? No lo sabía, pero debía culpar a las hormonas por eso.
-¿Qué?
-¿Olvidaste lo que me prometiste hace años?-. Yuri descruzó los brazos, y estiro la mano, hasta tomar la del castaño. Se sorbió la nariz antes de continuar. - Te sigues guardando las emociones, ¿lo sabías?-. Le sonrió. -Tú, me prometiste que en el futuro, ibas a dejar que yo te cuidara. No solo tú a mi. Porque somos un equipo. Somos dos. ¿Lo recuerdas?-. Hizo un rápido gesto para señalarse mutuamente, antes de apretar el agarre de sus manos. -Somos dos...
Yuri suspiró.
-Otabek, no sé que demonios estas haciendo, ni cuanto te estas exigiendo. Pero sé que te levantas demasiado temprano, que te preocupas por la casa, por tu trabajo, por mí. Pero, si algo he aprendido de ti, es que no estamos solos-. Yuri pasó su otra mano, por la mejilla de su esposo, y comenzó a recorrer la comisura de su rostro, con delicadeza, para no estirar demasiado su catéter. -Me tienes a mí. Y a mi abuelo. Y a tus padres. Y se que estas preocupado, y sé que me viste en el baño... No creas que soy estúpido, Otabek. Yo siempre me entero de todo. Y como lo se todo, sé que no te estas cuidando. O al menos, no te has dado cuenta de eso.-. Con su Pulgar, Plisetsky recorrió las bolsas negras bajo los ojos del osezno. -¿Ya viste tus ojeras? ¿Y lo delgado que estas? Beka... Eres humano. Y también tienes que descansar. No voy a dejar que te preocupes por más cosas, más que tu trabajo, y cuidarte. Yo estoy bien. Tus hijos también... lo que necesito, si en verdad quieres cuidarme, es darme tranquilidad. Y la única forma en la que conseguiré descansar es sabiendo que estés bien. Así que al diablo la casa, y el shower, y lo demás. Yuuko y Leo se encargarán del resto. Y antes de que digas que no, ya les hablé, ya lo saben, ya lo hicieron, tienes prohibido preocuparte por otras cosas que no sean tu salud, y tu bienestar. Ahora, quítate los zapatos, y vete a dormir en ese colchón, que hice que Viktor lo trajera hasta aquí, porque sé que ese puto sillón no es para nada cómodo, y te vas a lastimar la espalda si sigues ahí. Así que cállate, no rezongues, y déjame cuidarte, cómo tu me cuidas a mí.
Otabek amaba tanto a Yuri, que no encontró una forma para negarse.
-¿Cómo trajeron las cobijas, y-
-Frenteforov, le di una copia de las llaves de la casa. No hagas más preguntas, duérmete. Qué no has tenido suficientes horas de sueño. Te arroparía yo mismo, pero me confinaron a esta cama, así que... Nadia, me ayudas con esto, ¿por favor?
Y así se encargó la Omega, de acomodar las cobijas sobre el cuerpo de su hijo, y una vez se aseguró de que estuviera cómodo, apagó las luces de la recamara, y salió de ahí, llevándose a su esposo consigo. Sin duda alguna, tenía que agradecerle de alguna manera a ese felino por hacer que su hijo lo escuchara.
Yuri se quedó un rato en silencio, esperando a que su esposo durmiera, y una vez se aseguró de que lo hiciera, suspiró, llevandose inconcientemente una mano a la barriga.
Sintió una patada, tal vez dos, y negó lentamente con la cabeza. Otabek era terco como ninguno, casi tan terco como él, pero aún así lo quería, aún y con ese defecto lo amaba. Un bostezo propio se le escapó de los labios, tal vez el haber planeado todo eso, lo había agotado. Y un nuevo pensamiento cruzó por su mente "Tomar una siesta no suena como una mala idea. Total, las luces ya están apagadas, Otabek está dormido... ¿qué más tengo que perder?"
Así, con el corazón enternecido y mucho más tranquilo, Yuri se sumió en un sueño.
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Yakov no esperaba que Plisetsky le llamara esa mañana. De hecho, no esperaba que le llamara todos los días de esa semana, pero eso no le impidió al rubio hacerlo.
-Dame trabajo-. fue lo primero que escuchó el anciano, al levantar el telefono del contestador.
-¿Disculpa?
-Oh, soy Yuri. Dame trabajo-. reiteró, fuerte y directo, como siempre había sido.
Yakov ahogó un suspiro. -¿Tengo que recordarte que estas en medio de una baja por paternidad?
-No. De hecho, estoy en una baja por salud, que se encuentra convenientemente cerca a mi baja por paternidad.
-Una razón menos para ponerte a trabajar.-. Yakov escuchó a Yuri suspirar pesado del otro lado de la linea. El felino se tomó un momento antes de continuar.
-Escucha-. su tono de voz había cambiado, y eso llamó la atención de su jefe. -Necesito distraerme, ¿sí? No-no soy bueno en los juegos de mesa, soy pésimo para dibujar, terminé más de 5 rompecabezas, y ya vi todas las series de FetNlix. Por favor, dame algo que hacer. No tiene que ser pesado, ni siquiera tiene que ser mi trabajo de antes. Solo dame un motivo para levantarme por las mañanas, que no involucre pensar en que puedo perder a mis hijos, y lo preocupado que se encuentra mi esposo-. Yuri respiró profundo. -Han pasado 16 días, y estoy perdiendo la cabeza, todos me dicen "no pienses en eso" y "tomate un día a la vez"; y lo intento, en verdad lo intento, pero es que es difícil no pensar en eso, cuando literalmente todo a mi alrededor me recuerda a ello.-. Otra pausa prolongada, Yakov no sabía si Yuri estaba llorando de otro lado de la lineal, o simplemente estaba tomando aire. En ambos casos, no comentó nada y esperó a que el omega terminara. -Hace unos días, hice que un amigo trajera unas cosas de la casa para que Otabek tuviera un lugar donde dormir. Fue algo. Insignificante, en serio. Pero me mantuvo ocupado, y activo. Y por primera vez desde que entré al hospital, no pensé por 5 minutos en que mis hijos podían morir. No sabes lo bien que se sintió, y en serio, necesito más de eso. Así que por favor, dame un trabajo. Lo que sea, incluso si no es importante.
Yakov asintió un par de veces con la cabeza, inconsciente de que Yuri no era capaz de verlo por el teléfono fijo.
-Por favor
-Esta bien-. corrigió su acción, afirmando esta vez con palabras. -Si, claro. ¿Qué dice tu medico de esto?
-Esta de acuerdo. Que sea algo ligero. Pero mientras ayude.
-Empiezas mañana.
Yuri sostuvo su telefono, y fue incapaz de dejar de verlo, incluso después de minutos con la pantalla bloqueada.
¿Era en serio?
Unas inmensas ganas de llorar lo rodearon en un segundo, pero no era tristeza. Era felicidad.
Mierda, había funcionado.
Y a partir de ese día, Yuri volvió digitalmente a su trabajo.
Fue algo sencillo, de hecho. Solo tenía que organizar alfabeticamente un par de documentos, y enumerar el numero de casos, para hacer el papeleo, pero para Plisetsky significaba el cielo. Tardaba unos 90 minutos en hacerlo, pero eran los mejores 90 minutos de su día. Yakov le rehusó a darle más trabajo, y dejaría de enviarle documentos, conforme incrementara su fecha de parto, pero trabajo era trabajo, así que Yuri debía aprovecharlo.
El resto del día, Yuri buscaba formas de malgastar al maximo su tiempo, con actividades que no requirieran de esfuerzo ni movimiento físico. Sorpresivamente, fue más dificil de lo que esperaba.
Al inicio, Plisetsky escuchó muchos comentarios positivos de Mila y Yuuko, diciendole que debía estar tranquilo y que se lo tomara como "unas largas vacaciones". Pero eso era una mentira, Yuri era incapaz de relajarse, y si fuesen "unas vacaciones del sueño" como se las habían descrito, entonces estaría en una playa, disfrutando de cocteles, la arena y el pene de su esposo; o tal vez habría ido a una cabaña con nieve, para esquiar en las montañas, patinar en las pistas de hielo, y disfrutar del pene de su esposo. En ambos casos, la simple presencia de Otabek inplementaría un acto sexual, la realidad en cambio... No, Beka solo lo veía con esos ojos agape, le besaba la mano, le arreglaba el cabello, y hacía todas esas espantosas cursilerías. No, no era el romance que esperaba. Tampoco había cocteles, ni angeles de nieve, solo un monton de medicamentos.
Cada tercer día le cambiaban la intravenosa, lo que significaba, un piquete más para agregar a sus ya de por si, amorotonados brazos. Y casa 3 semanas, los movian de cuarto. Todas las habitaciones eran iguales, y estaban en el mismo pasillo. La diferencia entre ellas, además de sus ubvicaciones, eran los colores con los que habían pintado las puertas, y como no, las decoraciones internas.
A Yuri le gustó su habitación de esa semana, la puerta era amarillo chillón, y tenía un león en la entrada. El interior continuaba con esa temática de Zafarí, y- ¡Oh, ese era un tigre en la pared! Definitivamente le encantaba ese cuarto. ¡Oh, Oh! ¡Ese era un elefante! Aunque los elefantes no eran azules, pero- ¡Espera! ¡Eran dos elefantes! ¿De qué estaba hablando? No importa, sigamos.
Por otro lado, el tiempo parecía eterno. Y si bien, siempre se encontraba cansado, era incapaz de dormir salvo por las noches, y es que pese a que descansaba sus 6 horas recomendadas, los medicamentos y el constante movimiento de sus cachorros, lo mantenía agotado siempre. Yuri solo quería cerrar los ojos y no despertar nunca; pero esa no era una opción, porque las enfermeras siempre entraban y salían del cuarto. 3 veces al día para traer sus alimentos, y otras 2 para ingresar los medicamentos. Cada vez que se estaba quedando dormido, la puerta se abría, y cada vez que finalmente podía descansar, llegaba Otabek, o su abuelo, o el doctor a hacer la ecografía de esa semana. Así que encontrarlo con un pésimo humor, era cosa de prácticamente todos los días.
El lado bueno, es que con tanto tiempo despierto, Yuri no tuvo otra opción más que empezar a hacer diversas actividades para que las horas corrieran más rápido. Como bien le había comentado a Yakov, comenzó viendo series y Películas, tanto en la TV como en su computadora, pero después de un poco de tiempo, comenzó a aburrirse de ellas, y a terminarse rápidamente los catálogos. Ya nada le llamaba la atención, ¿en serio existía una 7tima y 8tava parte de esa saga de películas de acción? No, no le interesaba ver esa serie de 16 temporadas, y tampoco aquella otra que acababan de estrenar, donde los niños en el bosque hacían un culto para tener un dragón que habla. Gracias. Luego, intentó los juegos de mesa, que sorpresivamente se volvieron interesantes, pero no había nadie con quien jugar. No podía conectar 4 sin otra persona, que ni se hablara del monopolio, y ¿Cómo se llamaba ese juego de buscar pistas y encontrar a un asesino? Ah, no lo recordaba, pero vaya que se había vuelto bueno en eso. Los otros juegos, que podía hacer por su cuenta, como "Solitario" o "intentar hacerle una cirugía a un hombre, sin tocar los extremos metalicos de la piezas", se volvieron tediosos al poco tiempo. Terminó todos los rompecabezas que tenía, e incluso logró armar uno de más de mil piezas en un día. Vaya que estaba aburrido.
El trabajo, si le sirvió de mucho, pero eso no quitaba el hecho de que aún tenía mucho tiempo libre. Así que comenzó con intentar actividades que siempre quiso hacer, pero nunca encontró el tiempo. Inició con dibujar, tenía un lapiz, un cuaderno viejo, y Otabek por alguna razon le había regalado unos colores. Al poco tiempo, Yuri llegó a una conclusión: Era pesimo dibujando. A veces marcaba mucho las esquinas, o el borrador rompía sus hojas. No, en definitiva era malisimo con el arte. Ah, pero como se divertía. En una ocación, le pidió a Beka que le comprara pinturas, y sorpresivamente lo hizo. Otabek lo encontró con las manos coloridas, y un poco de pintura sobre su rostro, pero al menos Yuri lucía contento, con lo que sea que estuviera haciendo. Segun el rubio, era un caballo, aunque parecía más una salchica con 4 palos, si a otabek le preugntaran.
Luego, probó el arte de tejer. Y sorpresivamente, era muy bueno en eso. Yuri descubrió un talento que no tenía, uno de verdad, no como el de pintar. Inició con pequeñas costuras, y luego un gorrito, que le quedaría perfecto a Potya. Continuó con una manta de lana, la tela era tan grande que no necesitaba de las agujas pasa enredarla, sus propios puños servían para ese trabajo. Como resultado obtuvo una hermosa cobija en tonos grises. Encontró el tutorial en una pagina para gatos que seguía, la descripción decía algo como "Chuncky Blanket" o algo por el estilo. La verdad, no le importó, pero el diseño era realmente bonito, así que después de terminarse el cuaderno entero de dibujo, compró el monte de lana por internet, y en cuanto lo obtuvo comenzó a "tejer", si es que así se le podía llamar a lo que hacia. Bueno, el gorrito para Potya si fue una costura que tomó tiempo, pero la manta...
Lo importante es que a Yuri le había gustado el resultado. Y en secreto, a Otabek igual. De hecho, la usaba para dormir, y le encantó tanto, que le pidió a Plisetsky que le hiciera una igual, pero en negro. A lo cual, gustosamente aceptó.
En conclusión, con el tiempo, Yuri comenzó a acostumbrarse a su estadía en el hospital. Y Otabek, a recibir ayuda por parte de otros. Las cosas no parecían ser tan malas, una vez lograron relajarse. Y es que, hasta parecían finalmente tener suerte.
Si, sin duda alguna, todo estaba mejorando.
Feliz Navidad, cuídense, y no salgan
#QuedateEnCasa
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