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1. En la cima del mundo

1. En la cima del mundo

Año 2000, 8 de agosto

–He decidido que voy a ser un cantante famoso– con guitarra en las manos, el niño rechonchito acomodó sus lentes sobre el puente de su nariz y siguió practicando los acordes que había aprendido en su amada clase de guitarra.

–¿Sí? Pues yo tendré mi propia estación de radio– los perfectamente rasgados ojos se entrecerraron al ver a su amigo, con la expresión burlona por la que se caracterizaban.

–¿Me invitarás a tus programas?– quiso saber inocentemente el aspirante a músico.

–Eso depende, ¿aceptarás aparecer en ellos siendo tan famoso?– cruzando los brazos, el niño lo miró con suficiencia.

–Si no lo haces, podría llamar a molestar, diciendo que soy un extraterrestre.

"No es un tonto" pensó el otro pequeño, al escuchar sus palabras.

–Bueno, ahí por lo menos sabré que eres tú– su sonrisa rectangular se dejó ver y se echó a reír, pronto ambos lo hicieron.

***

Año 2009, 27 de noviembre

–¡Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a ti! ¡Feliz cumpleaños, querido Channie, feliz cumpleaños a ti!

En medio de aplausos, gritos y felicitaciones, Park Chanyeol sopló las velas de su pastel. Cuando terminaron las celebraciones, las luces se enciendieron. Su familia y unos cuantos amigos estaban en su casa para festejarle su cumpleaños. El chico estaba entusiasmado, porque estaba por llegar el momento que más había esperado: los regalos.

Baekhyun entonó su propio fondo musical de suspenso mientras sus padres y su hermana sacaban un enorme estuche. El adolescente casi lloró al momento que pudo ver las letras sobre la caja negra. Era nada más y nada menos que una Fender Starcaster acústica.

La guitarra por la que había estado esforzándose tanto por conseguir, reuniendo cada centavo de sus trabajos a medio tiempo o de los conciertos que daba con su banda en algunas fiestas. Ahora, aún cuando le faltaba dinero todavía por reunir, la tenía entre sus manos.

Buscó enseguida la mirada de Baekhyun, estaba seguro de que era obra de él. ¿Quién más podría convencer a sus padres de que le compren exactamente el objeto que había estado deseando con tantas fuerzas? Sólo él. Cuando logró hacer contacto visual con los gatunos ojos, encontró más que una simple mirada. Era más fuerte que eso.

–Y se pone mejor, falta mi regalo– con una sonrisa pícara, el joven sacó una pequeña cajita y se la entregó. Todos los presentes estaban entusiasmados por ver la reacción del cumpleañero.

–¡Es una vitela!– exclamó encantado y abrazó a Baek con fuerza. El chico no podía parar de reír.

–Es porque no tengo más dinero, gasté todo lo que gané en ese pedazo de plástico, y en comida, pero como sea....más vale que te haya gustado.

–¡Tiene mi nombre!– Chanyeol estaba encantando y volvió a atrapar con su enorme cuerpo a su delicado amigo.

–Sí, sí, por eso constó tanto dinero. Malditos comerciantes– varios de los presentes rieron con sus palabras.

Los familiares del homenajeado se dedicaron a repartir pastel y cosas deliciosas de comer, mientras los invitados disfrutaban.

Chanyeol no dejó de hablar de lo maravillosos que eran todos sus regalos, agradeciendo a quienes se los habían dado, pero como siempre haciendo énfasis en que Baek escogía lo mejor.

–¡Oh, vamos Park! Tus papás te dieron una guitarra, la de tus sueños. Este momento la vitela no es tan importante– se burló uno de sus amigos, Baekhyun le sacó la lengua y se dispuso a defenderse.

–No puede tocar su guitarra sin su vitela– argumentó en tono infantil.

–¡Eso no es cierto! No sabe nada de guitarras– se quejó el fastidioso muchachito, Baek rodó los ojos con impaciencia.

–Estoy más que seguro que mis padres le preguntaron a Baek lo que quería por mi cumpleaños. Él siempre tiene la respuesta correcta, incluso sabía en qué tienda iba a comprarla, por eso estoy agradecido por eso también.

Ante semejantes palabras, todos entendieron por qué Chanyeol insistía en mostrarle gratitud a Baekhyun, y este miró con suficiencia a quienes se burlaron de su regalo.

En realidad, había algo que no todos sabían. Chanyeol había participado en varios castings para empresas, y por fin había sido aceptado para una segunda ronda. Coincidiendo con su cumpleaños, sus padres preguntaron a su mejor amigo cuál sería el mejor regalo. Baekhyun estaba al tanto de todo cuando se trataba de Chanyeol, así que su opinión tenía suficiente peso.

La fiesta se acabó alrededor de las diez de la noche, ya que había empezado bastante temprano en la tarde. Así que, como era viernes, los dos mejores amigos irían a divertirse.

Al menos eso fue lo que habían anunciado emocionados. Pero, en realidad, no irían a un bar o a una fiesta, irían al cuarto de ensayos de la banda de Chanyeol. Un pequeño sótano donde guardaban sus instrumentos y practicaban sin ser escuchados por los vecinos de los miembros del grupo.

Parte del dinero que reunían Chanyeol y sus amigos, iba en pagar en arriendo del pequeño espacio, que estaba totalmente insonorizado.
Su decoración era más bien precaria: pósters en las paredes, basura reunida en una esquina, que era limpiada cuando empezaba a oler mal, un sillón viejo restaurado por los chicos y algunas cosas de grabación que Baekhyun había conseguido para sus prácticas. Incluso habían grabado un single ellos mismos, aunque faltaba de editar.

Los dos muchachos llegaron con muchas golosinas y la computadora del gigante, para poner música o ver una película. Podrían llegar tarde a sus casas, porque se suponía que irían a celebrar. Pero ellos tenían otros planes, unos que no involucraban a nadie más y en los que podían besarse sin cerrar la puerta de sus habitaciones con seguro, o decir que jugarían videojuegos y por eso la luz estaba apagada.

Chanyeol recostó a su novio sobre el sofá de cuero negro mientras besaba lentamente el cuello del más bajo, quien se revolvía entre risas. Las manos del gigante estaban frías y eso hacía que el otro se quejara una y otra vez, diciendo que no lo toque por debajo de la camiseta, porque la piel se le ponía de gallina.
Eso no le importó mucho a Chanyeol, él  necesitaba tocar directamente su piel si quería verdadero calor.

Las quejas fueron cambiando hasta convertirse en susurros, pequeños gemidos entre risitas y palabras un poco subidas de tono. Afortunadamente, deshacerse de la ropa era algo bastante fácil.

Nuevamente, Baek se quejó del ambiente y del frío, Chanyeol aprovechó eso para empezar la tan deseada fricción. Estaban solos en una habitación más bien oscura e insonorizada. El aspirante a locutor de radio estaba a sus anchas y podía gritar y gemir todo lo que quisiera. Por eso amaba el cuarto de ensayos, ahí si sentía como si estuviera en la cima del mundo.
Eran los dueños de su propio espacio, no le debían explicaciones a nadie y estaba ahí, con el amor que tan afortunadamente había encontrado. ¿Qué más podía pedir?

Un par de horas después, Chanyeol estaba totalmente dormido, cubierto hasta la nariz por las mantas que habían llevado con ellos. Un mal sueño despertó al más bajo de los dos.

Había algo rondando en su mente que arruinaba por completo lo que parecía la velada perfecta. Esa pequeña idea que le fastidiaba, parecía decirle cosas en las que no quería pensar, en las que no quería reflexionar y que no quería admitir.

A pesar de que en ese momento era capaz de sentir la más grande y placentera felicidad, había sólo una cosa que deseaba: que Chanyeol no cambiara.Que, en los días venideros, todo siguiera siendo igual. Quería que las cosas, si cambiaban, lo hicieran de una manera gradual y que pudieran seguir juntos.

Porque, si Chanyeol realmente pasaba las pruebas y entraba a una empresa, todo lo que necesitaba en su vida se irá a otro lado. Baekhyun sabía que no podría ir tras él.
Estaba demasiado orgulloso de su novio y había visto por tantos años su esfuerzo. No deseaba convertirse en un estorbo en su camino. Porque eso era justamente lo que más temía, convertirse en ese estorbo.

Y así, Baekhyun fue cayendo, rodando poco a poco desde la cima del mundo hasta la cruel realidad. Una realidad a la que no temía, porque debía aprender a enfrentarla, pero que desde ya necesitab  asimilar.

Que las cosas fueran como deban que ir. No podía estancarse. Y en ese momento, entre los brazos de la persona que más quería y más admiraba en el mundo, se juraba a sí mismo que nunca se quedaría quieto. 

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