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Chatting App

Creado por MilerZander [Más de 4.300 palabras]

Resumen; Lena tiene una vida solitaria hasta que descarga una app y conoce a una chica dulce. [Historia sad]


A veces duele cuando algo termina, pero más duele cuando te aferras a ello con todas tus fuerzas y desaparece sin avisar. Eso piensa la chica más inteligente de la universidad, Lena Luthor.

Se dirige a clase en solitario deseando terminar el último año de carrera y solo acababa de empezar. Su rutina diaria siempre es ir a clases, llegar a casa, estudiar, ducharse, cenar y dormir. Los únicos días que desconectaba eran los sábados y domingos, pero nunca salía de casa porque no tiene con quien hacerlo.

Entró a su clase y se sentó en última fila. No tenía ganas de atender a todo lo que ya sabe. Así que comenzó a garabatear bocetos de Ícaro, su gato negro. No es que fuera dibujante, pero no se le daba mal. Apoyó el bolígrafo en el papel mientras su otra mano se apoyaba en la mejilla de manera aburrida y escuchó los murmullos de sus compañeros al lado. Miró al frente, que el profesor seguía explicando a voces la diapositiva.

—¿Has entrado en Chatting App? —preguntó el de al lado a su otra compañera.

—¿Esa App que se parece a Chatroulette?

—Sí, aunque a diferencia de esta, solo hay uno con una cámara.

—¿Y el otro?

—Escribe.

—Vaya aburrimiento —contestó la chica con fastidio.

—Que va. Puedes conocer a personas y, si tú quieres, puedes añadirlas a tu lista de amistad. Cuando veas que estás conectado, podrán volver a escribirte. En cambio, si no te da buenas vibraciones puedes pasar y jamás volverá a contactar contigo —explicó el muchacho.

—¿Y quién es el escritor o el que habla? —pregunta la chica con un tono de curiosidad.

—Tú decides, si ser el observador y hablar o el que usa y escribe en el chat. Yo prefiero contestar preguntas del chat mientras me miran —susurró un poco más bajo y Lena se acercó con disimulo para escuchar más—. Es prácticamente hablar con un desconocido de verdad, como si te desahogaras solo con una máquina, solo que no hay respuestas aleatorias como lo haría un robot como hace Siri o Alexa —comenzó a reírse por lo bajo—. No ves con quien hablas, ni si quiera sabes su nombre a menos que te lo diga.

—¿Por qué no?

—Tienes que crear un nickname, ya sabes.

—¡Silencio para los de ahí atrás! —gritó el profesor llamando la atención de los dos.

Lena llegó a casa y se dirigió hacia su cuarto después de comer como hacía siempre. Estudió durante horas hasta llegar a su descanso. Estiró el cuello y los brazos mientras apretaba los labios y luego se recostó en su silla. Miró al portátil y empezó a buscar foros y blogs sobre la App. Era una mezcla entre Twitch y Chatroulette prácticamente, solo hablas con un extraño y tenías el 4% de coincidir con alguien conocido. Se mordió los labios internamente mientras buscaba el logo de la aplicación, y después de estar unos minutos dudando, la instaló en su portátil.

Creó un perfil, describiendo un poco como era y los gustos que tenía. Tenía que elegir si escribía o hablaba mientras la veía. Dudó un poco sobre su elección con los ojos entre cerrados. Y después pensó:

«¿Qué más da? Nadie me conoce y dudo que me tope con alguien de la clase que nunca ha hablado conmigo. Y si alguien dice algo, podré pasar y nunca me volverá a ver».

Hizo clic sobre la cámara, donde el otro icono, el teclado, iba desapareciendo. Hizo los ajustes necesarios, puso normas en el chat; nada de insultos, nada de spam, nada de comentarios agresivos o sino será baneado y expulsado de su vida. Y ahí estaba, sin saber muy bien porque lo hizo, mirando a la cámara. Pasaron varios minutos hasta que apareció el primero.

[Zeus31908]: ¿Quieres ser mi novia?

—¿En serio?

Lena rodó los ojos y le dio a next.

[KingFatch]: Hola

—Hola —contestó secamente.

[KingFatch]: ¿Qué haces?

Lena levantó el libro.

[KingFatch]: Que aburrida eres.

Lena eleva una ceja vacilante.

[KingFatch]: Supongo que eres una amargada.

Lena suspiró y le dio a next.

Así lo hizo con varios y varias. Esperaba a que alguien le contestara o preguntara otras cosas, pero siempre recurrían a decir que ella era aburrida y suplicaban un next. Suspiró cansada mientras dibujaba bocetos de su gato y pensó que sí, este último no le hacía cambiar de parecer, borraría la aplicación.

[KittyJazz]: Hey.

—Hola —comentó cansada.

[KittyJazz]: ¿Qué haces?

Lena levantó el libro vacilante, tratando de no sonreír porque seguramente le contestaría lo mismo que los demás.

[KittyJazz]: ¿Qué es?

—Mi libro de negocios internacionales —siguió dibujando mientras miraba de reojo la respuesta esperada de lo aburrida que era.

[KittyJazz]: No digo el libro, sino el dibujo.

—Oh... hum... —frunció un poco el ceño y se lo enseñó—, es un gato.

[KittyJazz]: Dibujas muy bien. ¿Es tu gato?

—¿Cómo lo sabes? —alzó la ceja sorprendida.

[KittyJazz]: No lo sabía jajaja, era una suposición, pero ya me has contestado.

—Lista —Lena sonrió.

[KittyJazz]: ¿Cómo es que estás aquí?

—Supongo que me preguntarás porque me he creado este perfil. Creo que tenía curiosidad.

[KittyJazz]: Y la curiosidad mató al gato jajaja. Perdón, realmente no hace gracia. Sonaba mejor en mi cabeza.

Lena sonrió. Tuvo la extraña sensación de conexión con la persona desconocida, pero lo ignoró volviendo a dibujar.

[KittyJazz]: ¿Puedo hacerte una pregunta?

—Ya lo estás haciendo —apretó los labios para no sonreír.

[KittyJazz]: ¿Me añadirías en tu lista de amigos? Tengo que irme ahora, pero me gustaría volver a verte —insertó un icono de un gatito.

—Claro —hizo clic—, ya está.

[KittyJazz]: ¡Genial! Hablamos otro día. Por cierto, lindo gato. ¡Hasta luego!

Lena no pudo despedirse a tiempo porque su nickname salía acompañado de "abandonó el chat". Salió de la app y cerró el portátil para ir a cenar. Se quedó pensando si volverían a hablar pronto. Aunque hayan hablado poco, le parecía curioso y tierno a la vez. Se notaba que había inocencia en sus palabras, pero tampoco confió demasiado ya que podría ser otro perturbado.

Al día siguiente llegó a casa y después de comer, hizo lo mismo que el día anterior. Solo que esta vez se conectó más temprano. Y minutos después, KittyJazz le envió una solicitud para hablar.

[KittyJazz]: Hola de nuevo.

—Hey —contestó Lena boceteando.

[KittyJazz]: Esta vez estás más temprano.

—Sí, quise desconectar un poco de los estudios.

[KittyJazz]: ¿Administración y negocios?

—¿Cómo lo sabes? —la cara de Lena se descompuso, pensó que realmente estaba hablando con un perturbado.

[KittyJazz]: Ayer me enseñaste el libro jajaja.

—Es verdad... —suspiró aliviada.

[KittyJazz]: Tranquila, no soy una perturbadora.

—¿Perturbadora? ¿Eres una chica? —preguntó sorprendida.

[KittyJazz]: Lo siento por decepcionarte, creo.

—Para nada —sonrió de lado siguiendo con su dibujo—. No me lo esperaba realmente, la mayoría que me hablaban eran chicos o lo parecían.

[KittyJazz]: Es normal, aquí muchos buscan el amor o eso creo —inserta icono de un rostro confundido y Lena ríe.

—Bueno, nunca se sabe. El amor está en todas partes —hizo una mueca.

[KittyJazz]: ¿Tienes novio?

—No... —frunció un poco el ceño.

[KittyJazz]: Lo siento por incomodarte.

—No lo has hecho. Realmente nunca hablo de mi —dejó de dibujar y miró a la cámara—. Nunca expreso mis emociones, nadie sabe realmente cómo soy o qué soy, no sé si me entiendes.

[KittyJazz]: Lo hago, créeme. También soy una chica poco habladora, por eso me uní aquí.

—Oh... —no supo que decir.

[KittyJazz]: Suena raro, pero a veces te gusta más desahogarte o hablar con desconocidos que con tus propios amigos o familia.

—Sí... —musitó con tristeza.

[KittyJazz]: También me encanta escuchar por si quieres hablar de algo.

—También me gusta leer por si quieres contarme algo —comentó divertida con una sonrisa de lado.

Se pusieron a hablar de lo básico; gustos musicales, programas favoritos, series que siguen, películas que jamás se cansarían de ver... Para nada eran iguales. Mientras Lena le gustaba todo lo clásico, intelectual y poco alborotado, la chica que escribía era más de música pop y jazz -por eso su nickname], seguía la moda y lo nuevo por no decir que odiaba las películas bélicas e historias. Lo único común que tenían es que su mascota también era un gato, pero en blanco.

—¿Tienes nombre, Kitty Jazz?

[KittyJazz]: Sí, y te lo diré cuando ganemos más confianza al igual que tú.

—Trato hecho —sonrió—, y dime, ¿cómo eres? Tú me ves...

[KittyJazz]: Entra también en el trato jajaja.

—No es justo, tú me ves.

[KittyJazz]: Tú escogiste que te vieran —inserta un icono sonriente.

—Está bien, esperaré —comentó divertda.

[KittyJazz]: Me tengo que ir, ¿mañana?

Lena asintió y se marchó del chat, dejando a Lena mirándose en la cámara. Se unió otra persona, pero se despidió rápidamente. Solo quería hablar con ella. Así que apagó el portátil y se dio cuenta de que era la hora de cenar. Supuso que sería una persona donde vivía en su franja horaria ya que seguramente ella también estaría cenando.

Los días pasaron siendo semanas y semanas a meses. KittyJazz y Lena hablaban sin parar y ahora quedaban para hacerlo. Descubrió que era un año menor que Lena y solo le dijo una cosa sobre su aspecto; tenía un gato tatuado con línea geométrica en la muñeca. Un día no se conectó cuando quedaron para hablar y a Lena le preocupó, hasta tal punto que se dijo a sí misma que odiaba hacerlo porque no la conocía realmente y no quería tener cariño por nadie. Así que cerró ChattingApp, apagó su portátil e hizo otras cosas.

Al día siguiente, Lena se conectó más tarde de lo debido. KittyJazz le envió una solicitud y Lena lo aceptó.

[KittyJazz]: Lo siento...

—¿Por qué? —Lena sabía a que se refería, pero quería sonar como si no le importara.

[KittyJazz]: Te dejé tirada ayer y habíamos quedado para hablar. Tanto hablar contigo por una vez me olvidé de los problemas que me rodeaban.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Lena con cautela.

[KittyJazz]: Ayer fue el décimo aniversario de la muerte de mi madre. Lo único que rezo es para que mi hermana salga de la leucemia.

Lena se quedó sin habla. Leyó y releyó varias veces la conversación mientras tragaba saliva. No supo que decir. Era la primera vez que su "amiga" le contaba algo personal. Y muy personal. Jamás había mencionado sobre su familia o amigos. Y ahora tenían otra cosa en común.

—Lo siento mucho —dice Lena después de un largo silencio—. Sé cómo te sientes. Dentro de dos meses hará un año de la muerte de mi padre. Nunca se lo he dicho a nadie, aunque todos lo saben.

[KittyJazz]: ¿Todos lo saben?

—Sí. Repetí curso, ¿recuerdas? Fue por eso. Los de tercer año cuando pasaron a cuarto se enteraron por qué repetí curso.

[KittyJazz]: Supongo que algunos no lo saben.

—Puede ser —Lena se encogió de hombros—, no lo sé. No hablo con nadie.

[KittyJazz]: ¿Por qué?

—Porque... —Lena duda, pero piensa que está hablando con una máquina y no le importa ahora, no después de que la otra persona haya conseguido sacar sus emociones al aire—, no tengo amigos. No es porque no quiera ni porque me guste hablar con ellos. Es porque no quiero cogerle cariño a nadie. Me dolería si se fuese como mi padre y bastante tengo con mi hermano y mi madre e Ícaro, mi gato.

Lena se mordió la lengua por lo último. Demasiada información sobre su vida. Incluso tembló si recibía una mala respuesta. Esperó mientras se mordía las uñas y escuchó la notificación en su laptop.

[KittyJazz]: ¿No me consideras amiga? Pero si quedamos para hablar... Que feo está eso jajaja.

Lena sonrió y suspiró aliviada sin que ella lo viese. Por un momento se sintió feliz ya que cambió de tema radicalmente para disipar el dolor familiar. Ahora más que nunca le intrigaba quien realmente le estaba escribiendo. Podría seguir siendo un perturbado, pero el corazón de Lena confiaba a ciegas en la otra persona.

—Cuando me digas tu nombre y como eres, seremos amigas —se ríe divertida.

[KittyJazz]: Sabrás quien soy, no te preocupes. Tenemos un trato.

—De acuerdo... —sonrió—. Y te voy a dejar ya, es la hora de cenar.

[KittyJazz]: Cierto. A mi me espera un Big Belly Burger.

—¿Eres de National City? —preguntó sorprendida.

Esa hamburguesería era especial ya que solo prestaba una cadena y esa era en su ciudad: National City. Kitty se desconectó de inmediato sin responder y Lena se quedó sin respiración. ¿Y si era el 4%? Los sudores fríos comenzaron a aparecer y el latido de su corazón aumentó por segundo. Le estuvo contando su vida a alguien que creía que era desconocido, pero esa extraña sabía quién era realmente Lena, al menos seguro que la había visto. Y esa fue la última vez que hablaron por Chatting App ya que KittyJazz no daba señales de vida.

Después de terminar el examen, Lena anduvo hasta el final del campus para leer tranquilamente en el descanso. Se descargó la app en su móvil ya que hacía semanas que no sabía nada de su amiga virtual.

—Mierda... —murmuró.

Lo decía porque al final le había cogido cariño a una extraña, aunque no supiera su nombre, se preocupaba. Era inevitable, hablar con ella todos los días hacía que cogiera cariño. Y se odiaba por eso, porque ahora experimentaba otra vez el abandono.

El timbre sonó y Lena se despistó por un momento. Estaba segura de que iba a llegar tarde, sería la primera vez que lo hiciese. Tocó la puerta cerrada y se adentró pidiendo disculpas por el retraso. Antes de caminar, observó que su asiento estaba cogido por otra persona, así que no tuvo más remedio que sentarse dos filas más adelante.

Cogió la silla, se acomodó en silencio y sacó sus bocetos. Pintó la media hora hasta que su bolígrafo decidió quedarse sin tinta. Lena suspiró y miró hacia un lado. Un chico guapo.

—Perdón... ¿tienes un bolígrafo? —preguntó Lena con timidez.

—No he traído estuche —comentó divertido—. Siempre traigo el laptop.

Lena observó que el chico señalaba su Mac y Lena asintió educadamente. Miró hacia el otro lado. El perfil de una chica atendiendo mientras se mordisqueaba sus labios.

—Lo siento... ¿tienes un bolígr...?

Pero no terminó la frase. La chica rubia se giró y se miraron. Y no era lo que le causó sus preciosos ojos -que también- ese aleteo de corazón, sino que observó su muñeca desnuda; el tatuaje de un gato dibujado con líneas geométricas. Nuevamente miró a la rubia y a esta se le agrandaron los ojos. Entonces Lena comprendió que ella no estaba atendiendo, estaba nerviosa.

—¿Kitty Jazz? —preguntó en un susurro.

—¿Qué?

—No me engañes —cogió su muñeca—, eres ella.

—¡Las dos de atrás, por favor! —le llamó la atención el profesor.

—Por favor, Lena, hablamos luego —susurró sin mirarla.

—¿Sabes cómo me llamo? —preguntó sin soltar su muñeca.

—Nos van a echar, por favor...

—¡Salgan de clase! —exigió el profesor.

—Dios... —musitó la rubia y Lena le soltó la muñeca.

Las dos se levantaron en silencio mientras los otros murmuraban entre ellos. Se decían que desde cuando Lena hablaba en clase y desde cuando se juntaba con sus compañeros, sobre todo con Kara, la otra que no hablaba. Kara. Lena ya supo su nombre.

—Kara, espera —exigió Lena caminando por detrás suya.

Ella no se detuvo y siguió su camino con prisa. Lena, desesperada, la cogió del brazo cuando la alcanzó, pero no la paró, sino que la guió hacia las chanchas del campus. Cuando llegaron y se sentaron en las bancas, Lena guardó silencio. Tampoco quería presionarla ni quería que se sintiera como si Lena estuviera enfadada porque no lo estaba, solo sorprendida.

—Nunca paran de hablar de ti, lo sabes... —ella asintió—. ¿Cómo sabes el mío? Mi nombre... —pregunta Kara después de un largo silencio.

—La gente hablaba mientras nos movíamos —apoyó las manos sobre el metal oxidado mientras miraba el campo de rugby.

—Hum... —guardó un poco de silencio y luego la miró—. No te dije quien era porque sé que nunca hablas con tus compañeros, y cuando te vi en el chat y hablé contigo, me sentí genial y no quería perder eso, no cuando me dijiste que no querías cogerle cariño a nadie. Por eso quería seguir siendo anónima.

—Bueno... ahora somos amigas, ¿no? —pregunta Lena divertida.

—¿Qué? —Kara gira su cabeza observando con un brillo en los ojos a Lena.

—Teníamos un trato: "cuando me digas el nombre y como eres, seremos amiga" —repitió con una sonrisa.

—Oh, pero tampoco quiero que te sientas obligada por...

—Kara... —interrumpe Lena—, me encanta hablar contigo y más cuando ya le pongo rostro a la persona que era una extraña —sonrió de lado.

Las mejillas de Kara se vuelven rosadas y siente una ola de calor confortable que hace que Lena le admire con una sonrisa. En ese momento fue el principio de una amistad. Lena le contó todo sobre ella; su familia, los amigos que tuvo, porque había elegido esa carrera... Kara igual.

—¿Y cómo está tu hermana? —pregunta Lena con cautela.

—Mejor... por suerte tuvimos donantes compatibles y solo queda rezar para que el cáncer se cure.

Lena le toma la mano como si se conocieran de toda la vida; eso es lo que siente la chica de cabello negro, que era como si hubieran hablado siempre y Kara la corresponde con el mismo modo. Saben lo que se siente al perder un ser querido. Sería doloroso perder a otro.

Cuando Lena y Kara cogieron sus mochilas, se acompañaron por el camino hacia casa. Por un momento la pelinegra paró mirando el cabello rubio y Kara se quedó callada mirándola con la ceja alzada.

—El tatuaje es tu gato, ¿no? —pregunta Lena.

—Sí.

—Nunca me has dicho su nombre.

—Kitty —comenzó a reírse.

—¿En serio? Que original —y rio con ella—. No lo he visto bien —intentó coger su muñeca, pero Kara esquivó—, ¿ahora no me dejas verlo?

—Cuando conozcas a Kitty, te lo enseñaré —sonrió dulcemente.

Lena asintió con un pellizco en el corazón. Kara le parecía una chica tierna y adorable. Le había parecido interesante, pero en persona le parecía mucho más que eso. Sintió las ganas de como seria darle un abrazo, de obligarla a ver su película favorita juntas y de comer en el mismo cuenco de palomitas. Le apetecía mucho saber más de ella y no hablar cosas rutinarias.

Eso fue lo que pasó cuando comenzaron las prácticas de la universidad. Habían pasado los dos meses cuando Lena perdió a su padre y Kara le acompañó para guardarle luto. Cada vez su amistad se estrechaba de la mejor manera y Lena por fin le abría el corazón a alguien. Se aferró a ella. Pasaban tiempo juntas, pero siempre en casa de Lena ya que Kara decía que su casa quedaba muy lejos.

—¡Chicas! ¡A cenar! —llamó Lillian.

—Vamos, mamá —respondió Lena desde su cuarto—. Kara... —movió el brazo de su amiga.

Habían quedado para ver una película, pero la rubia se había quedado dormida como otras veces, aunque esta vez con más razón. Sus prácticas matutinas dejaban mucho que desear. Por mucho que Lena insistiera en que hiciera las prácticas con ella en la empresa de su padre, ella quiso hacerlas en empresas más pequeñas. El inconveniente es que trabajaría el doble y no tuvo tiempo ni para tomar un café.

—Oye, despierta... luego si quieres sigues durmiendo, ¿de acuerdo?

—Hum... —se quejó somnolienta.

Lena le agarró de la mano con cautela, pero Kara pesaba. Suspiró derrotada y quedó con la mano cogida y luego pensó en su tatuaje. Desde aquella conversación nunca dejó verle la silueta de su gato. Así que le dio la vuelta a la mano con cuidado y rozó el tatuaje. Abrió los ojos sorprendida. Estaba tapando cortes. Kara se meneó con delicadeza y Lena apretó su mano contra la suya.

—¿Qué ocurre? —Kara frunce el ceño al ver los ojos tristes de Lena.

—Kara, ¿estás bien...? —acaricia con el pulgar su muñeca.

Se da cuenta lo que está pasando, pero no se esconde. Ya no. Desde que conoció a Lena siente que puede con todo. Así que lo único que hace es suspirar con tristeza mientras se incorpora para sentarse en la cama.

—Ahora sí...

—¿Me quieres contar?

—Familia... —tartamudeó—, me dolía mi alrededor, pero tú me hiciste ver un rayo de luz.

—Y espero que siga siendo así —cogió ambas manos—. Si ocurre algo, por favor, no dudes en venir a mí.

Kara la abrazó con lágrimas saltadas pidiendo gracias. Lena besó su brazo con dulzura, como si fuera común entre ellas. Se miraron con una sonrisa y escuchan el bombeo del corazón de la otra. Lena se muerde el labio mientras Kara sonríe y acercan sus rostros, pero el maullido del gato junto al grito de su madre las sacó del maravilloso momento que no llegó. Lo único que pudieron hacer es levantarse con las mejillas rosadas e ir a cenar.

Llegaba el final de la carrera. Kara se ausentó más porque según ella tenía mucho trabajo que hacer en las prácticas y llegaba cansada. Lena solo le dijo que, si alguna vez la necesitaba, estaría ahí, esperando. 

Lillian y Lena comentaban animadas sobre el baile de graduación. Le preguntó por el vestido, por el color, por el maquillaje, por el perfume, y, sobre todo:

—¿Con quién irás? —preguntó Lillian con una sonrisa—. Aunque no hace falta que lo adivine —comentó divertida.

—Si piensas que hay un chico te equivocas —comenzó a reírse.

—Yo hablaba de Kara.

—¿Qué pasa con Kara?

—Si vas con ella al baile.

—Sí, supongo que nos veremos allí —encogió de hombros.

—Lena, querida, pareces tonta —comienza a reírse.

—¿Gracias?

—Eres la única que no se da cuenta.

—¿De qué?

—De lo mucho que te gusta Kara. Y no es porque sea tu amiga, te he visto con compañeras de clase cuando al principio de la carrera, pero nunca habías puesto esos ojos, esa mirada. Esa sonrisa. Te gusta Kara —repite orgullosa.

—Mamá... —dice sorprendida.

—Lo sabes, ¿verdad?

Lena se sonroja y no niega. Sí, le gusta Kara. Y sí, lo sabía desde hace tiempo. Quería decírselo hoy porque no sabía si después de terminar la universidad se volverían a ver y quería intentarlo. Agradeció a su madre y la abrazó para caminar al baile de graduación.

Llegó al baile animado. Luces tenues y una bola de discoteca que iluminaba todo el parqué de la habitación. Lena mandó un mensaje sobre su llegada, pero no hubo conversación desde las buenas noches. Pasó una hora y Lena se preocupó. Entró en la app por si se había cansado de ella, pero no veía el círculo verde de conectado. Sintió presión en su pecho, una angustia incontrolable. Se preocupó de que Kara hubiese descubierto sus sentimientos.

Pasó otra hora, y otra, y ya eran las doce. Lena había llamado siete veces sin respuesta. Comenzó a andar de un lado a otro y salió a tomar el aire. Inhalo y exhalo con profundidad deseando saber que estaba pasando.

—¿Eres Lena? —pregunta una chica a sus espaldas y ella asiente con el ceño fruncido—. Soy Alex...

—Alex... ¿Alex Danvers? —pregunta extrañada.

—Sí... la hermana de Kara.

—¿Qué ocurre? —pregunta asustada.

—¿Puedes acompañarme al coche? —Lena traga saliva con nervios, pero asiente.

Cruzan todo el umbral de la calle hasta llegar al coche de Alex. Le abre la puerta, Lena se sienta en el copiloto y Alex va al volante. Todo en silencio, a Lena le ronda miles de cuestiones en la cabeza, pero no grita ninguna. Solo guarda paciencia. Y aparcan en un descampado.

—Perdón si esto es extraño, pero sé que es necesario —dice Alex apagando el motor.

—¿Y Kara?

Es lo único que pregunta. Kara. Su hermana. Y Alex traga saliva y mira a Lena con ojos de cachorro.

—¿Está bien?

—El cáncer ha avanzado y es irreversible.

Alex suelta sin previo aviso y Lena se agita. Y entonces se da cuenta de que quien tiene es a su hermana delante y no a ella, que debe estar en el hospital. Su mundo cae encima y nota más presión en el pecho. Siente que no puede respirar y las lágrimas amenazan con salir. Alex toma su mano con cautela.

—Ella me habló de ti y me contó todo lo que dijo. Solo te mintió en una cosa. La leucemia la tiene ella. No te lo dijo porque creía que podía con todo, que tú le dabas fuerzas... pero a veces la vida se vuelve en tu contra y no puedes hacer nada.

—¿Dónde está? ¿Cómo está?

—En el hospital de National City.

—¿Me puedes llevar? —pide con desesperación.

—Puede que no te dejen entrar, Lena...

—¿Por qué? Tengo que verla, necesito hablar con ella...

—Está en coma... —interrumpe la pelirroja.

Aferra más su mano y Lena explota. Gira su cabeza hacia otro lado, no le gusta que le miren mientras llora. Gritos ahogados, mejillas calientes, corazón dilatado. Su vida cae, su universo desaparece, su planeta muere. Ella llora sin dejar de coger la mano a la hermana de la chica que la tiene enamorada. Oye como ella también llora y gira su rostro para verla. Quita la mano y se secan las lágrimas a la vez, y sin pensarlo, Lena la abraza. Ella debe pasarlo peor siendo su hermana. Alex le agradece el gesto y vuelven a llorar en silencio.

—Por favor, quiero verla.

—Está bien, haré todo lo posible, pero Lena, quiero que sepas que no ocurrirá ningún milagro, ella morirá en estos días —explica con realidad y dureza y Lena asiente con tristeza.

Conducen hasta el hospital y atraviesan la puerta. Conoce a Jeremiah, el padre de Kara, que saluda también con tristeza. Se le ve cansado y exhausto. Y agradecen a los médicos para que Lena pueda entrar siempre que esté a un metro de ella y con medidas de seguridad.

Y Lena la ve como si estuviese dormida, como muchas veces ha estado dormida encima de su hombro o regazo. Siente que se marea verla con tantas máquinas y respiradores. Y odia estar ahí sin poder hacer nada porque sabe que haga lo que haga o diga será en vano porque se va a morir, pero no puede ocultarlo, quiere soltarlo.

—Hola K. Me has dejado tirada en el baile, eso no se hace —ríe sin gracia—. Ahora entiendo porque te ausentabas más... Podrías habérmelo dicho, podría haberte cuidado mejor, podría haberte abrazado mejor... —suspira—. Sabes que no me hubiera separado de ti, tonta... —vuelve a suspirar—. Cuando te conocí pensaba en darte a next, pero cuando comenzabas con tu humor malo, me hiciste sonreír con facilidad y eso era difícil en mí. Hablaba contigo y tú sabías quien era yo, y, sin embargo, no te separabas de mí. Y a mi me está costando hacerlo ahora —sus ojos lagrimean y se limpia con rapidez—. Luego nos hicimos grandes amigas, podría decir que inseparables hasta mi gato te adora y él es muy antipático. Por cierto, no he conocido a tu gato, eso está mal... Dios, esto es duro —vuelve a sollozar—. Kara, eres increíble porque en menos de un año te has convertido en alguien primordial para mí. ¿Te acuerdas cuando me dijiste que la gente usaba ChattingApp para buscar el amor? Pues parece ser verdad, aunque algunos no lo sabían cómo yo. Estoy enamorada de ti, K. Y te irás sin saberlo, te irás sin saber que eres una persona extraordinaria. Te vas sin saber que daría mi vida por ti. Te vas sin saber que me cambiaría y estaría en tu lugar solo para salvarte. Te vas dejándome aquí. Te quiero K.

Lena por un instante creyó que Kara le mandaba señales porque su dedo se movió, pero tampoco lo supo con certeza debido a que podría estar soñando y sus ojos húmedos no le dejaban ver con claridad. Lena se despidió y lloró junto a la familia de los Danvers. Llegó a casa y lloró junto a la suya. Tres días después, Kara murió.

A veces duele cuando algo termina, pero más duele cuando te aferras a ello con todas tus fuerzas y desaparece sin avisar. Eso es lo que afirma la chica más inteligente después de graduarse de la universidad, Lena Luthor.

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