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At first sight and then at christmas

Creado por thirstea [Más de 7.200 palabras]

Resumen; Kara se enamora de Lena a primera vista y cuando se conocen en un encuentro "casual", Kara se vuelve muda. Hasta que un día logró hablar.


Los lunes son los únicos días donde Kara Danvers puede descansar de trabajar de los días restantes, pero de todos modos sigue yendo a la cafetería porque se dice que es el único sitio relajante a donde puede ir. En realidad, eso es lo que quiere sentir, pero no es así. Ella, en realidad, va porque no le gusta estar sola en su minúsculo apartamento. Odia la soledad desde que su hermana se marchó de National City por trabajo.

Compartían piso cuando tenían que ir a la universidad. Alex estudiaba biología marina mientras que Kara iba por las ramas de bellas artes. Cuando su hermana completó sus estudios, debido a sus excelentes calificaciones, las industrias de STAR Labs la contrató de inmediato y se mudó a Metrópolis, dejando a Kara en la soledad. Así que para no echar de menos tanto a su hermana, los lunes se pasaba horas en la cafetería dibujando a cada extraño que se sentaba en la mesa.

—¿Quieres azúcar, Kara? —pregunta su compañera que trabajaba hoy, posando el pequeño plato con la taza, una cuchara pequeña y delgada y servilleta al lado. Kara apartó el libro de bocetos hacia un lado observando como la taza caía sobre la mesa.

—No, gracias Imra —contestó con una sonrisa suave.

La morena asintió con una delgada sonrisa mientras cogía su bandeja y lo apretaba contra su pecho y se despedía caminando de vuelta hacia la barra. Kara dejó su libro de bocetos en el asiento de al lado y puso las manos sobre la taza caliente. Notaba como estaba llegando el frío ya que sus manos prácticamente estaban congeladas y ardían con el contacto de la blanca cerámica. Bebió varios sorbos, agradecida de que le quemara un poco la garganta y cogió nuevamente la libreta.

—Siempre te encuentro aquí —le llamó Nia la atención—, ¿puedo sentarme?

—¡Claro!

Nia era una de las pocas amigas que hizo de la clase. Prácticamente Nia e Imra son las únicas amigas que tenía, su compañera de trabajo y su compañera de clase. Tal vez Kara prefería la soledad, pero la presencia de Nia le hacía más ameno todo. Imra se acercó poniendo la taza de café en la mesa para Nal y cuando se marchó, Nia comenzó a conversar con una Kara distraída.

—¿Te preocupa algo? —pregunta Nia con curiosidad al ver que Kara no había dicho ninguna palabra desde su llegada.

Era solitaria, pero Kara era entrañablemente extrovertida. Le encantaba hablar con cualquier persona ya sea para una tarea de clase o para contar su vida. Y si tenía pocos amigos era porque se consideraba selectiva, decía que realmente los amigos se contaban con los dedos de una mano mientras que los demás solo iban, dejaban una lección y se marchaban en el camino a lo largo de su vida. Alex, aunque era su hermana, era también su mejor amiga porque a pesar de estar en la distancia, se llamaban y enviaban mensajes de vez en cuando. Así que ella era el primer dedo. Nia, era su segundo e Imra, aunque solo llevaba meses conociéndola, fue la tercera porque sabía que podía pedirle cualquier cosa.

—No, lo siento. Es que últimamente estoy muy distraída.

—¿Te preocupa la universidad? —pregunta curiosa. Kara se sorprendió al ser tan obvia. Lo malo (o bueno) que tenía Kara es que era una chica transparente, así que si le ocurría algo siempre se reflejaba en su mirada o gestos. Cuando conoció a Nia el primer día ya notó a la rubia preocupada porque no conocía para nada la universidad. Ella se acercó, como si leyera su rostro y le ayudo de inmediato sin dudarlo. Comprendió que Nia, en ese instante, era su amiga de verdad. No solo porque sabe que a Kara le pasa algo, sino porque también sabía el tema en cuestión y como tratarlo sin juzgar.

—Sí —suspira, derrotada—, no quiero volver a suspender. Si suspendo, me quitarán los créditos, y si me los quitan, tendré que trabajar el doble porque costará el doble. Estamos a esto —junta su pulgar y su índice muy cerca—, de terminar el último año y estoy más agobiada que nunca.

—Kara, créeme que eso no va a suceder —interrumpe el casi sollozo de la rubia, colocando una mano sobre la suya—, eres demasiado buena como para suspender. Solo te falta estudiar un poco más porque la práctica lo tienes dominado. Sé que con la cafetería —señala a su alrededor y luego la mira—, es un poco más difícil, pero lo lograrás, como el año pasado.

—Como el año pasado... —repitió con una sonrisa nostálgica, sabiendo que gracias a los ánimos de Nia y poniendo toda la esperanza en ella, Kara logró aprobar.

—Exacto. Así que respira, tómate el café y tómate tu verdadero descanso. Deja de martirizarte, boba —sonríe con suavidad, acariciando la mano de Kara mientras ella da la vuelta y agarra la Nia con fuerza. Tenía razón. Nia siempre tenía razón.

Pasó una hora entre conversación y conversación mientras comían galletas y pasteles. Kara le enseñó los diversos bocetos que había hecho, Nia sonreía sorprendida del talento de la rubia. Y es que tenía mucho talento. Lo mejor es que no solo lo hacía a lápiz, sino que también usaba bolígrafo en alguno de ellos y no había ningún error que corregir porque lo hacía todo a la perfección.

—Te reto a que dibujes... —Nia miró alrededor y vio a un chico con pelo largo junto a otra chica. Nia se quedó mirando con las palabras en la boca sin poder articular nada más. El chico guapo le había robado totalmente la atención. Kara frunció el ceño y movió su brazo esperando a que reaccionara—. ¿Crees en el amor a primera vista? —pregunta mirando a Kara y luego al chico. Kara voltea su cabeza a la dirección que estaba mirando su compañera de clase y, Rao, fue la primera vez en el que Kara afirmaba esa frase porque al posar sus ojos en la chica de cabello negro había notado como le había robado el aliento. Sin embargo, no contestó y encogió de hombros.

Agitó su cabeza segundo después, llamando la atención a Nia para que dejara de mirar porque puede que en algún momento a otro les pillase como si fueran mirones acosadores. Nia comenzó a reírse, dándole la razón a Kara y le retó que dibujara a los dos. Kara aceptó, aunque si Nia no le hubiese retado, lo habría hecho de todos modos porque jamás querría olvidarse de la chica de cabello de ónix. Cogió su libreta, lo puso en su regazo y comenzó a dibujar mientras Nia no paraba de hablarle ni de mirar al chico.

—¿Será de cuarto año como nosotras? Parecen de nuestra edad. Si es así, ¿qué crees estudiarán? ¿Serán pareja? ¿Hermanos quizá? Se parecen —se preguntaba Nia más a si misma que a Kara, no podía quitarles ojo a los dos. Kara reía mientras trazaba líneas y curvas, asintiendo y negando cada pregunta, terminando al chico primero y estando a medias de la otra chica, que era más complicado porque veía al otro chico y luego agachaba la cabeza constantemente. Para cuando volvió a mirar para trazar otra línea, los dos se estaban levantando de sus asientos e Imra cogía sus tazas.

—Se marchan y aún no he acabado —se quejó Kara apretando los labios, pues tendría que haber empezado por la chica, pero sabía que Nia le iba a pedir el dibujo. Era a la única que podía darle su arte. Así que arrancó la mitad del papel donde el chico lucía sonriente de perfil y se lo dio a Nia. Contestó con un abrazo y un gracias felizmente y Kara asintió.

—Espero que no sea la última vez que vengan o tendré que enamorarme de este dibujo y sería raro de casarme con un trozo de papel —comenzó a reírse haciendo que Kara riera con ella.

///

—Lo siento por llegar tarde —Kara se disculpó entrando al almacén rápidamente.

—Jesús, Kara, son solo las cinco y treinta y tres. Solo llegas tres minutos tarde, no es para tanto —respondió Imra al otro lado de la puerta.

—Aun así, lo siento —salió del almacén con el delantal del trabajo y se cogió rápidamente una cola alta—, es que mañana tengo un examen y estuve estudiando nada más llegar de la universidad y...

—No te preocupes, Cat no se va a molestar por eso —dice Imra cogiendo su hombro. Cat era la dueña de la cafetería y era la mujer más pura del universo. Sabía perfectamente que Imra tenía razón ya que Cat sabía la situación que traspasaba Kara. Lo único que pedía era responsabilidad en el trabajo y si Kara iba a ser impuntual, por lo menos que fuera por algo por lo que valiese la pena y sabía que algunos retrasos de Kara se debían al duro empeño con estudiar.

Se dirigió fuera de la barra y comenzó a ir de mesa en mesa apuntando cada pedido. La mayoría a esta hora eran jóvenes ya que ella lo llamaba como "la hora de descanso después de estudiar para tomar un café y luego seguir empollando". Nia estaba allí junto a Winn, un amigo más que conoció gracias a Nia, le resultaba agradable. Y fue el número cuatro del dedo de su mano. Se acercó a ellos para servirles y Winn sonrió ampliamente.

—Me alegra de volver a verte, te veo tan perdida estudiando.

—Lo mismo digo, Winn —responde Kara sacando su libreta—, ¿qué os pongo por aquí, chicos?

—Café solo y... —responde Winn con una sonrisa y señaló a Nia.

—Me apetece un macchiato y galletas de pepitas de cacao —contesta Nia con una sonrisa mientras Kara asiente apuntando—. ¿Te espero a que salgas? Necesito contarte algo maravilloso.

—Déjame adivinar... —muestra un rostro pensativo y Nia sonríe sabiendo a que lo adivinará—, el chico de la semana pasada.

—Esos dos no son parejas, si no hermanos —dice Nia con cierta felicidad mientras Winn se ríe.

—Eres toda una acosadora, Nia Nal —acusa Kara, riendo también con Winn.

—No es verdad, fue este quien me lo dijo —señaló a Winn—, le hablé sobre el amor a primera vista y le enseñé... el dibujo —corrigió rápidamente ya que a Kara le daba vergüenza que miraran sus bocetos—, y nada más lo cogió...

—Le dije que era mi compañero de trabajo, Brainy —comenzó Winn a reírse—, y cuando me habló de una chica de pelo negro que creía que era su novia, supuse que estaba con su hermana, Lena, porque ni el chico ni la chica tienen pareja. Los dos son unos genios. Me sorprendió que Nia me contara que lo encontrara por aquí ya que son como ratas de laboratorios, en serio.

—Como tú —comenta Nia entre risas.

—Lo que sea —Kara rodó los ojos, intentando no parecer interesada en lo que decían—, ahora vengo, voy a preparar lo vuestro.

Kara desapareció dejando a los dos discutir sobre quien era más cerrado. Sonrió inconscientemente al saber el nombre de la chica y también sobre que no tenía pareja. Lena. Su nombre resonó en su cerebro y su corazón se sintió caliente. Necesitaba conocerla, pero luego pensó que tampoco la conocía y no sabría nunca como acercarse a ella. Tendría que ocurrir un milagro.

Dejó el plato de galletas y los cafés en la mesa y se despidió prometiendo a Nia que al final de turno dejaría que la acompañara a su casa para comentarle más cosas sobre su repentino enamoramiento. Siguió atendiendo a más clientes y los jóvenes iban desapareciendo poco a poco. Imra y Kara comentaban alegremente sobre su novio Mike, en el que prometió Imra que se casaría con él nada más Mike consiguiera trabajo. El sonido de la campana de la cafetería sonó e Imra le pidió el favor para atender mientras ella limpiada la cafetera a lo que Kara asintió. Kara miró como dos personas se sentaban de espaldas a ella, así que fue como un robot automático, limpiando las manchas de polvo de cacao sobre su delantal mirando de reojo a sus pies para saber por dónde pisar y sacó la libreta hasta dar con las patas y pies de personas.

—Buenas tardes, que... —Kara se quedó sin aliento al posar los ojos sobre la chica.

Era la chica. La misma chica que le robó el aliento el primer día que la vio. La misma chica con la que chismoseaba con Nia. La misma chica de pelo largo de ónix, la misma que faltaba por dibujar su medio rostro. Acompañado del mismo chico, que sabía que era su hermano.

—... les pongo —terminó la frase en un suspiro, en un tartamudeo, poniendo la libreta más cerca de su rostro porque notaba como su balbuceo la hacía tonta y sabía que eso le hacía sonrojar de manera fuerte. Sentía que se calentaban hasta las puntas de sus orejas.

—Un café de vainilla —respondió la chica. Kara intentó escribir, pero su atención fue a parar en esos ojos verdes azulados. Los ojos más bonitos que había visto en su vida. Si que es verdad que su compañera de trabajo tenía los ojos verdes, pero los de Lena eran indudablemente algo más mágico. Impresionante. Una naturaleza clara.

—Y yo un macchiato y unas galletas con virutas de chocolate —le llamó la atención su hermano, Brainy, al ver que Kara se quedó mirándola como una idiota.

—Como Nia —murmuró apuntando sobre su libreta.

—¿Nia? —pregunta Brainy, curioso ante la mención de la chica.

—Oh, perdón —casi se mordió la lengua al decir las cosas que pensaba en voz alta, así que no tuvo más remedio que contestar—, mi amiga —miró hacia el otro lado del salón. Ahí estaban los dos, Nia y Winn mirando con cierta sorpresa hacia donde estaba Kara y rápidamente apartaron la mirada cuando Brainy y Lena centraron su atención en ellos—. También ha pedido lo mismo que tú, solo pensando en eso —comenzó a reírse nerviosamente—. Ahora mismo os trago el pedido.

Lena asintió con una amplia sonrisa que envolvió a Kara con felicidad. Cuando estaba a punto de darse la vuelta, echó un último vistazo a sus amigos con los hombros tensos y comenzó a reírse por dentro. Estaba claro de que Brainy y Lena habían pillado a los mirones acosadores. Cuando estaba a punto de irse, la voz de Lena resonó en sus oídos.

—Ese es Winn con tu chica —comenzó Lena a reírse y Brainy le pegó en el brazo haciendo que Lena se quejara—. Eso ha dolido, pequeño bastardo.

—No soy pequeño, recuerda que he salido de mamá trece minutos antes que tú —se quejó el chico.

Entonces Kara se dio cuenta de que no simplemente eran hermanos, sino que también eran mellizos. Así que pensó que tenían la misma edad y ninguno de ellos había repetido explicando que estaban en la misma clase. Cuando Kara dejó los cafés con cierto temblor, pasó los restantes veinticinco minutos limpiando y se dirigió a Imra para decirle que había acabado su turno. Se quitó el delantal, lo guardó en la taquilla del almacén y se dirigió rápidamente a Nia. Cuando miró a su alrededor en busca de los hermanos, ya no estaban. Se acercó a Nia que estaba sola ya que Winn se marchó para hacer sus deberes.

—¿En serio dijo "tu chica"? Por favor, Kara, júrame que eso es cierto —cogió las manos de la rubia con esperanza y la rubia asintió—. Si mañana está en la cafetería te prometo que le hablo —aseguró con cierto entusiasmo.

///

—No puedo hablarle.

—Está ahí, dijiste que ibas a hablarle —comenzó Kara a reírse mientras dejaba el batido de chocolate en la mesa—. Tienes una promesa que cumplir, Nia Nal.

—¿Ven conmigo? Por favor. Tú eres más extrovertida, hablar con ellos te dará igual.

A Kara no le daría igual. Aunque Nia le preguntó sobre las cuestiones de amor, ella todavía no había contestado a ninguna pregunta. Ella no le contó cómo reaccionó al ver a la chica de al lado del cuyo chico que le gusta. Ella no sabía que le había robado el aliento nada más mirarla cuando Nia le preguntó si creía en el amor a primera vista. Nia no sabía nada sobre eso.

—Ni hablar... —removió el batido con la pajita, intentando no mirar a su amiga porque sabía que si le pone esa mirada... ESA MIRADA. Sí, esa que acaba de observar de reojo. Esa mirada de cachorro. Apretó la bandeja contra su pecho y suspiró pesadamente. Luego se quedó pensando y tuvo una idea—. Llama a Winn, dile que venga urgentemente aquí.

Nia, sin preguntar y sabiendo que Kara tenía ideas extraordinarias, llamó a Winn en seguida. Pensó en la Navidad y eso significaba que tendrían trabajos finales. Así que, bien recordó, sabía que Brainy era su compañero de trabajo. Pretendía que su amigo Winn se acercara a ellos con total naturalidad junto a Nia y así presentarles por pura "casualidad". Winn entró casi corriendo, preocupado. Miró a Kara que esta le señaló a Nia y vio a Nia con la mano agitada.

—¿Qué ocurre? Me dijiste que era muy importante... —se sentó con la respiración agitada. Nia le pidió que respirase y Kara se acercó con la excusa de que era un cliente nuevo, pero realmente era para contarle el plan. Winn por un momento se mostró decepcionado, porque pensaba que realmente les había pasado algo, pero luego lo pensó y se echó a reír de manera loca.

—Deja de reírte así —Nia le pegó en el brazo—. ¿Me vas a ayudar?

—Es que... no tenemos trabajo de vacaciones. Lo hicimos y lo haremos antes para no tener que hacer trabajos estas navidades —comenzó a reírse más fuerte.

—¿A finales de octubre? —el chico se rio un poco más—. Winn, cállate —Kara fu esta vez que le pegó con la bandeja sobre su hombro, llamando su atención ya que todos los de alrededor sonreían de manera contagiosa.

—Lo siento, es que no puedo... —las carcajadas ya eran sonoras en el lugar.

—¡Winn!

Su nombre sonó suave. Y no fue ni Nia ni Kara. No fueron ellas quienes gritaron al chico riéndose ferozmente de las chicas. Nia y Kara giraron su cabeza donde provenía la voz masculina y era Brainy. Brainy y Lena caminando hacia la mesa. Brainy y Lena cada vez más cerca. Brainy parándose al lado de Winn y Lena entre Kara y Nia.

—¡Brainy! Lo siento, sé que odias mi risa, por eso has venido hasta aquí, ¿a que sí? —comenzó a reírse nuevamente y Brainy sonrió dándole un toque fuerte en el hombro.

—Lo siento si suena desagradable —dijo, pero no a Winn, sino que directamente se dirigió a Nia—, pero la risa de este hombre las seis horas del día distorsiona un poco el oído. Nada más escucharlo no pude evitar levantarme para callarle la boca.

Nia comenzó a reírse. Una risa de idiota que nos sorprendió a todos porque lo que comentaba en cierto modo tampoco era tan divertido como para partirse de risa. Aun así, Brainy sonrió con ella.

—Perdón, mis malos modales —interrumpió Winn—, esta es Nia. Chica de risa fácil —se burla, haciendo que Nia le mirara fugazmente con una mirada dura—, este es Brainit, pero le llamamos Brainy.

—Hola, Nia —sonrió alzando la mano esperando a ser estrechada y Nia, como una boba, alzó la mano con brusquedad cogiendo solo las puntas de los dedos de Brainy. Creo que se estaba sintiendo idiota, pero no era consciente de ello —, encantado de conocerte, aunque a ser verdad, Winn habla mucho de ti.

—Porque tú me preguntas por ella —soltó Winn sin preámbulos, haciendo sonrojar al chico de cabello negro. Kara vio como le pegó una patada en la espinilla haciendo que Winn riera. Kara veía como Nia estaba feliz. Eso le hacía sonreír.

—¿Y tú?

Kara salió del trance, recibiendo un toque suave de su vecina. La chica de pelo de ónix le había tocado y eso hacía que el corazón de Kara se volcará en cuestión de segundos y apretara la bandeja contra su pecho. Miró a los chicos para ver si realmente se refería a ella, pero los chicos estaban conversando entre ellos, dejando a Kara y a Lena en segundo plano. Miró a Lena y se señaló a sí misma, porque no podía articular ninguna palabra, casi ahogándose con su propia respiración.

—Sí... ¿tienes nombre? —entrecerró los ojos observando la pequeña plaquita que sobresalía en su pecho—, Kara, ¿cierto? —preguntó con una sonrisa y Kara observó su pequeña plaquita, asintiendo casi con efusividad. Le hacía feliz como resonaba su nombre en su lengua—. ¿Eres muda, Kara? —comenzó a reírse, sabiendo que no era así, pero es que no había hablado ni contestado a ninguna pregunta. Y Kara juró que era la risa más hermosa que había escuchado, haciéndole el corazón volcar repentinamente una vez más.

—Lena —le dio un codazo su hermano—, tenemos que venir más aquí. Gracias a que descansamos de nuestros deberes conocemos a nueva gente —dice sonriéndole a Nia.

—¡Y podríamos quedar todos para tomar café! —exclamó Winn con una sonrisa en el que Nia, internamente, agradeció esas palabras cuando los dos asintieron.

—Bueno, como Winn tiene nuestros números —habló Brainy y seguidamente se dirigió a Winn—, ¿qué tal si haces un grupo y nos metes a todos para coincidir y tomar café? Y aunque —se giró para ver a Kara—, tú trabajes aquí, te podemos meter y cuando estés libre, podemos vernos en otro lugar también.

—Oh, que va —interrumpió Nia—, la cafetería es su casa —comenzó a reírse con suavidad.

—Eso cambiará con nosotros —Lena habló antes de que Kara la regañase. Kara contempló a la morena que expuso una sonrisa de lado. Una sonrisa delicada. Una sonrisa bonita. Una sonrisa pura. Una sonrisa que la enamoraba.

///

No cambia. Sin embargo, a los demás no parece importarles.

Vacaciones de navidades. O al menos esos tenían todos los estudiantes menos Kara ya que trabajaba, pero no todo era tan malo. Como tenía las mañanas libres, Cat decidió ponerla en el turno mañanero para que las tardes las tuviera libres, pero nada servía, ella seguía plantada en la cafetería. Aunque no siempre sola. Imra siempre le acompañaba, a veces con Mike, su novio desde hace años. Estaba Winn. Estaba Nia. Estaba Lyra también, la novia de Winn (y era eso, la novia de Winn, porque no se reunían con ellos nunca a menos que estuviera Winn, no como Brainy que acudía sin Nia y viceversa. Aun así, era maja). Y los mellizos. A veces se reunían juntos, otras veces solo dos o a veces ella acudía a la cafetería sola con su libreta de bocetos.

Desde que se conocieron, las relaciones fueron estrechándose. Incluso Brainy se acercaba más a Kara, contándole cada anécdota que se le ocurría. Kara se había quedado alucinada al saber que Lena era super dotada y que Brainy seguía sus pasos. El profesor pidió que incluso dejaran de hacer pareja para que ayudaran a los demás y es por eso por lo que Brainy y Winn eran compañeros.

Lo mejor de todo es que la relación de Brainy y Nia creció, pues Winn le confesó a Nia de que Brainy estaba interesado románticamente en ella desde que la vio. Así que fue un flechazo mutuo. Nia no perdió el tiempo. No es que se declarase, pero el tonteo se hacía notar hasta que se dieron el primer beso. Eso fue hace poco de una semana. Kara estaba muy contenta por ella. Kara ayuda a Brainy con todo: consejos, detalles y gestos. Eso hacía que Brainy se convirtiera en un amigo suyo porque le prometió que haría cualquier cosa por ambas. Sentía que le debía mucho a Kara.

Sin embargo, por otro lado, Kara mantenía las distancias con Lena. Era amable y risueña, pero también le imponía demasiado a tal punto que cuando quedaba con todos y con ella, Kara siempre era la más callada del grupo. Nia intentaba que se metiera en la conversación, pero la rubia siempre contestaba con monosílabos. Parecía una completa idiota.

—¡Es genial que vaya a nevar por navidad! —gritó Nia de emoción mientras tecleaba en su móvil. Había visto el tiempo que haría ya que planearían una cena todos juntos antes o después de navidad. Lo estaba planeando todo ella porque por primera vez sentía que iba a ser la mejor navidad de sus vidas.

—No es tan genial cuando va a hacer un frío infernal, enana —Brainy interrumpió su felicidad haciendo que Nia le diese un puñetazo débil en el hombro.

—Sí —asiente Lena—. Ahora mismo no nieva y hace mucho frío. No me quiero imaginar en navidad. Por cierto, Kara —interrumpió la absorta Kara hundida en sus pensamientos—, deberías abrigarte más. Pareces un alienígena llevando solo un chaquetón.

—¿Y qué quieres que lleve más? —preguntó Brainy casi riéndose.

—¿Qué tal un gorro o una bufanda? —le vaciló a su mellizo con una sonrisa amplia. Brainy negó con la cabeza diciéndole a Kara que no tenía que hacer caso a su hermana, que debería ir como más cómoda esté, y si no necesitaba ni guantes, ni gorra y ni una sola bufanda, que no lo usara.

—¡Chicos! Podemos hacer un amigo invisible —dice Winn, sentándose en la silla junto a su novia, que acababan de llegar—. Lyra y yo hemos pensado que, aunque sea un juego tonto, podemos echarnos unas risas. El bote no más de 10 dólares, así podemos regalar cualquier estupidez, ¿qué tal?

—¡Me parece genial! —exclama Nia con una sonrisa aplaudiendo en el aire y Brainy asintió a su chica—. Kara, ¿podríamos coger una hoja de tu libro de bocetos para escribir nuestros nombres?

—¿Ahora? —pregunta y Nia asiente—. Ni si quiera hemos hecho reserva en cualquier restaurante y queda menos de una semana —se quejó, pero de nada servía. Nia tenía esa mirada. ESA MIRADA. Esa mirada de cachorro. Suspiró derrotada, arrancó una hoja y comenzó a escribir los nombres de cada uno. Seguidamente partió el papel en trozos, doblando cada nombre hasta el último trozo. Los trozos de papeles se remueven en la mesa por las manos de Kara. Si alguno le tocaba su nombre, se repetiría hasta que cada uno tuviese un nombre distinto. Surgió como dos veces hasta que todos tenían un nombre.

///

La mañana de abrir los regalos, la tarde de villancicos y la cena familiar pasó rápido para cada uno, pero para Kara no. A ella no porque tenía a su hermana de vuelta. Tenía a Alex contándole todo lo que pasó, pasa y pasará por Metrópolis y su trabajo. Le contó que había conocido a la mujer más hermosa del mundo, Samantha Arias, con quien tenía una relación romántica muy intensa. Alex le preguntó sobre cómo le iba el instituto, como iban sus notas (había mejorado gracias a los chicos), y como le estaba yendo en el trabajo. También le dijo que, si necesitaba algo de dinero, ahora que ella estaba trabajando, podía permitirse algunos prestamos, pero Kara negó con una sonrisa ya que tampoco le iba tan mal. Kara también le habló de los nuevos amigos, cosa que Alex se alegró.

—¿Y en el amor? —pregunta, curiosa. Kara le habló de Brainy y Nia que, aunque no habían declarado una fecha juntos, realmente estaban juntos. También de Winn y Lyra, aunque ellos ya llevaban tiempo tonteando y sí era oficial desde hace tiempo. Lo curioso aquí es que le había preguntado nada más describir a Lena, con entusiasmo.

—No sé, yo... No sé.

—¡Te has puesto roja de repente!

—¡No es verdad!

—¿Cuéntame? —su hombro golpea el suyo—. ¿Quién es él? —pregunta, pero Kara guarda silencio jugando con una esquina del cojín—. ¿Ella? —sonríe mientras Kara la mira con sorpresa y luego aparta la mirada mientras asiente levemente—. ¿Lena?

—¿Qué? ¿Cómo? —pregunta con el ceño fruncido ligeramente y Alex se echa a reír haciendo que le pegara con el cojín.

—No me has hablado de nadie más, tonta. Además, desde que empezaste a hablar de ella no he podido callarte —comienza a reírse haciendo que Kara le pegue con el cojín otra vez, aun más roja que antes, notando como las puntas de las orejas se calentaban. Alex resopló con una sonrisa y miró a su hermana jugando con sus manos—. ¿Y qué tal?

—No lo sé, Alex. Es decir, creo que somos amigas. No sé, no hablo mucho.

—Vaya, alguien le ha robado las palabras a la chica más habladora del lugar.

—¡Og! Por Dios, cállate —sonrió con suavidad ante los chistes de su hermana—. Aunque puedes que tengas razón porque cuando la vi me robó el aliento y cuando estoy delante de ella no puedo hablar... —confesó con un timbre de voz, avergonzada de lo que pudiera pensar su hermana, por si pensaba que el amor a primera vista sería una locura. Sin embargo, Alex cogió sus manos.

—Pues deberías empezar a hablar, ¿no crees? —le lanza una sonrisa empática—. Cuando conocí a Sam no fue precisamente el mejor día de la vida de cualquiera. Tenía prisa por ir a cobrar ya que llegaba tarde al trabajo y aparqué mal el coche. Cuando volví, vi a una mujer, una policía, poniéndome una multa. Así que corrí rápidamente para que no lo hiciese. Tuve ¿la mala suerte? —encogió de hombros—, de tropezar y caerme encima de ella.

—¿Sam? —pregunta Kara y su hermana asiente.

—Cuando dejé de quejarme, me paré para mirarla y pedirle perdón con un sonrojo en el rostro, pero me quedé sin palabras nada más ver sus ojos. Puede que no fuese el mejor día para cualquiera porque ponerte una multa no es agradable, pero para mi fue el mejor día de mi vida porque la conocí —sonrió con nostalgia y felicidad, haciendo que Kara también sonriera con ella—. Nada más pedirle perdón con las manos temblorosas ella inmediatamente me frenó diciendo que no pasaba nada. ¿Y sabes lo que dije?

—¿Qué hiciste?

—Le exigí su número de teléfono —comenzó a reírse y Kara abrió la boca ante su atrevida hermana, haciéndola reír con los ojos muy abiertos y Alex asintiendo de manera efusiva y graciosa—. Sam me miró completamente atónita, con la ceja alzada y pensé: "mierda, me va a poner las esposas". Comenzó a escribir en el papel de la multa y me lo entregó dándome los buenos días. Seria, amenazadora. Y cuando pensé que había sido humillada por mi misma, miro la multa y ponía: "cena el lunes" seguido de su número de teléfono —sonríe, agarrando a su hermana que escuchaba con felicidad—. Recuerdo como dejé de mirar la vista en el trozo de papel para mirarle a ella y veo que me guiña un ojo. Ojalá no estuviera trabajando para que la conocieras.

—Me hubiera encantado.

—Es por eso, cariño, que deberías de empezar a hablar, ¿de acuerdo? —Kara asintió y Alex le besó su frente.

Terminaron la cena, hicieron noche de juegos y finalmente cada uno se fue a dormir. Kara observaba como la nieve que caía desde su ventana cesaba. Cogió su móvil mirando el grupo: mañana tenían cena, aunque en vez de ir a un restaurante, iban a ir al piso de Lyra ya que vivía sola y Nia no consiguió reservar ya que era tarde. Deseó feliz navidad a todos.

Volvió a mirar los contactos. "Deberías de empezar a hablar". Esas palabras resonaron en su cabeza. Tecleó en el chat de Lena. Un chat casi vacío, solo con conversaciones de dudas o preguntas sobre el grupo. Miró su foto al menos cinco veces y tecleó varias palabras sin llegar a ser enviadas. Borró Feliz Navidad como seis veces que había escrito y finalmente pulsó el botón derecho para bloquearlo, tirando su móvil encima de la almohada y ella dejándose caer sobre el colchón.

Después de tres minutos, su teléfono vibró y lo buscó con sus dedos. Le dio al botón para desbloquearlo y sus ojos se abrieron de par en par. El nombre de Lena brillaba en su ventana. Deslizo el dedo en su móvil para confirmar que era ella y no el grupo.

"Feliz Navidad, alienígena".

Ella salta de alegría. Ella se queda mirando el móvil. Ella responde con un Emoji alienígena y junto a un árbol de navidad. Ella se siente idiota. Ella parece muda de verdad. Tampoco sabe hablar por mensaje.

///

—¡Ya están aquí las pizzas! —grita Imra entrando por la puerta con felicidad junto a su novio.

—Por fin, ya casi son las nueve y media —dice Nia cogiendo varias cajas.

Lyra pone todos los vasos encima de la mesa. El único utensilio que faltaba para completar la cena. Winn le ayuda, poniendo las cajas por en medio del mantel mientras Brainy y Kara se acercan para ir cortando cada pizza. Imra y Mike pasan desapercibidos para colocar los regalos. Primero uno y luego lo coloca el otro para que sea más misterioso, para que nadie sepa quien ha sido quien ha regalado y así poder jugar a las adivinanzas. Incluso pusieron un bote de un dólar cada uno para comprar las mismas tarjetas, envoltorio y cajas de regalo para que todos sean iguales.

Todos cenan juntos, entre risas y conversaciones embarazosas. Hablando de cuál fue el regalo más estúpido de los padres. Kara mira felizmente a sus amigos. Era la primera navidad que lo pasaba con su segunda familia. Mira alrededor y se da cuenta de que está sentada al lado de Lena. Casi se atraganta con la pizza. Lena le da suaves toques por la espalda. Peor se lo ponía. Nia se levanta corriendo a por agua y le da el vaso haciendo que Kara tragara con tranquilidad.

—¿Qué ha pasado para que te de ese ataque? —pregunta Winn a punto de reírse.

—El queso... —consigue decir.

—Es que eres una bruta comiendo, Kara Danvers —dice Nia, frotando su espalda. Kara da las gracias y se sientan de nuevo, más tranquilo. Respira y echa aire lentamente. Nota una mano, acariciando su pierna. Esos dedos irreconocibles y a la vez familiares, sabía de quien era porque estaba sentada a su izquierda. Lena le estaba acariciando el muslo. Intenta controlarse, calmar su corazón y mira a Lena, pero ella no la mira. Sigue conversando y comiendo pizza como si nada y Kara se pregunta que demonios está pasando. Mira a su alrededor, nadie lo nota. Mira nuevamente a su alrededor, todos en pareja, menos ella y la que la estaba acariciando. Mira a su alrededor y luego la mano.

—¡Vamos a abrir los regalos! —exclama Nia con ilusión haciendo que todos se levantaran, haciendo que Lena apartara la mano y se levantara. No lo había hecho desde que se atragantó con la pizza. Sin embargo, Kara no era capaz de decir nada, sin embargo, Kara tampoco le hubiese dicho nada. Solo rondaba preguntas en su cabeza.

—¿Quién quiere empezar? —pregunta Imra, sosteniendo a Nia antes de que ella se acercara a coger su regalo.

—Coge uno al azar y entrégaselo —dice Mike haciendo que todos asintieran.

Brainy empieza leyendo la tarjeta; "para que te de fuerzas mientras estudies". Todos ríen. Abre la caja y quita los papeles. Una taza grabada con la fórmula de la cafeína. Inmediatamente sabe que es Kara y la rubia asiente. La siguiente es Imra: "el amor de mi vida". No hace falta adivinar para saber quien es porque mira a Mike con una sonrisa. Busca y rebusca entre la caja, pero no encuentra nada y frunce el ceño. Mira a Mike; arrodillado y todos sonríen. Todos lo sabían, excepto Imra, claramente.

—¡Sí! —grita de emoción antes de que Mike le preguntara si quiera y todos ríen y aplauden felicitando a la pareja.

Mike es el siguiente y da la casualidad de que le había tocado Imra. "Para cuando te quedes".

—Lo siento, no es lo mismo que esto...

—No pasa nada, cariño —le besa—, tú eres mi regalo de todas formas.

Un pijama a juego para guardar en su apartamento. Mike le agradece nuevamente, diciendo que se vería bien cuando consiguieran un propio apartamento para ambos. Nia abre el suyo. "Porque das color a la vida". Un montón de pinturas, lápices de colores y de buena calidad.

—No sabía si te gustaría —interrumpe Lyra observando que Nia no dice nada.

—¡Por Dios, me encanta! Estaba mirando la marca, son demasiado caras.

—Solo sobrepasé dos dólares, lo prometo —ríen todos y Nia agradece de nuevo.

Winn coge el suyo. "Esto es mejor que escuchar tu risa". Ríe ante la broma. Su disco favorito, Brainy se lo había conseguido. Lyra abre el suyo: "Desde que te conocí". Un cuadro diminuto de su obra favorita: Los Amantes de Magritte. Supo enseguida que era de Winn. Lena coge el suyo con delicadeza: "mi futura cuñada favorita". Mira a Nia con una sonrisa y abre el regalo. Un libro completo sobre la mitología griega.

—Te lo ha dicho Brainy, ¿verdad? —preguntas y todos se ríen. Todos menos Kara. Había contado cada regalo. Y el suyo venía nada más y nada menos que de la chica que le gusta. Su corazón da un vuelco cuando Lena la mira—. Obviamente queda el mío —dice con una sonrisa y Kara asiente apretando los labios.

Le dan el regalo y abre la tarjeta: "intenta leerlo". Se queda mirando la tarjeta observando los puntitos que sobresalen. Era escritura para ciegos. Observa a Lena, parecía nerviosa por la reacción que tomaría la rubia, por si creía que era una broma.

—Buscaré el significado —dice Kara con una sonrisa y Lena suelta todo el aire despreocupada.

Quita los papeles de la caja y saca una preciosa bufanda roja. Algo simple y sencillo. Elegante. Sabía que era para que se abrigase. Kara da las gracias con una sonrisa y, antes de que Lena dijera algo sobre si era una mierda de regalo, Kara se lo envuelve en su cuello con felicidad.

Van a casa dado por concluida la cena de navidad. Kara llega a su cuarto y tirar sus cosas a un extremo, saca la tarjeta del bolsillo y comienza a teclear. Mira los puntos y pasa los dedos por encima. Siente que son ocho letras y sigue buscando. La primera ya lo sabe, la segunda tarda un poco. Nota el pequeño espacio. La tercera le cuesta más, pero la cuarta lo pilla en seguida. Frena un poco, con el corazón chocando en su caja torácica. Entonces busca directamente las demás letras. "Me gustas". Kara lo hace de nuevo por si se ha equivocado. Mira en otras páginas por si se ha equivocado de abecedario. Sigue poniendo "me gustas".

Coge su teléfono móvil. Abre el chat y escribe. Escribe un: a mi también me gustas. Lo borra. Escribe un: me gustas desde el primer día. Lo borra. Escribe un: ¿de verdad? Lo borra. Al final no escribe nada, se siente idiota. La chica que le gusta le acaba de confesar que ella también le gusta y sigue siendo muda. No se atreve a decirle nada por si es un error. No escribe.

Es tonta.

///

Pasa el año nuevo y Kara vuelve a trabajar. Todavía no ha hablado con Lena. No sabe como hacerlo. Ni si quiera se lo contó a Nia. Los chicos aparecen con una sonrisa en el rostro en la cafetería. Lena está ahí, un poco más seria de lo normal. Kara nota cierta incomodidad. Es normal. La chica le ha dicho que le gusta y Kara no ha tenido la decencia de contestarle si quiera.

—¿Qué os ponemos por aquí? —pregunta Imra, al lado de Kara. Al parecer Kara se ha quedado mirando su libreta sin dar un paso adelante ni preguntar si quiera.

Los chicos hablan y Kara apunta mirando de reojo a Lena. No la mira, ni si quiera cuando está pidiendo. Siente que está molesta. Es normal, piensa Kara. La chica se ha confesado y Kara no es capaz de decirle ni si quiera una palabra. Winn propone de quedar más tarde para ir a un salón de juegos de mesa y todos aceptan. Así que cuando Kara termina su turno y se cambia, camina hacia los demás, pero los demás no están. Solo está Lena. Solo ella. Kara aminora el paso con el corazón en a garganta y piensa que le va a dar un ataque. Para junto a ella y Lena se da la vuelta para caminar y Kara la sigue.

—Les dije que fueran adelantándose —dice Lena sujetando la puerta para que Kara pase. Asiente como puede y le da las gracias. Lena sigue el paso, adelantándose a Kara mientras la rubia busca su bufanda para abrigarse. Mira como camina Lena, elegante y decidida. Tiene que decirle algo, tiene que hablarle. Confesarse. Abre la boca y justo Lena se gira. Le pilla tan de sorpresa que tropieza y tiene la mala suerte de tirarse encima de Lena que caen juntas.

Kara la mira y Lena también lo hace. No está enfadada, es más, casi se ríe de la torpeza de Kara. La rubia pide disculpas y se levanta. Alza la mano para levantar a Lena y la chica la coge con fuerza, pero Kara está tan nerviosa que tira de ella con brusquedad, haciendo que la atraiga hasta chocar con su cuerpo. Y Kara mira como Lena suelta una pequeña risa.

—Soy idiota —dice Kara, separándose un poco de Lena.

—Si hablas —se burla Lena, aunque no resentida—. Te queda bien la bufanda —y sonríe.

Esa sonrisa pura. Esa sonrisa tan familiar. "Deberías de empezar a hablar". Las palabras de su hermana resuenan en su oído, pero por fin lo entiende. No son palabras. Son actos. Kara se da cuenta de que están muy cerca, las manos todavía están cogidas. Llevan así un largo tiempo, al menos así se siente. Lena la mira con los labios apretados, Kara nota su mirada triste. Debe ser porque no te contesté, piensa Kara.

—Kara, yo... lo-lo siento por...

Sus palabras mueren. "Deberías de empezar a hablar". Pero no hace falta hablar para contestarle. Así que coge el cuello del abrigo de Lena y tira de ella. Y la besa. Se funden en el beso. No es torpe, aunque inefable. Pasan personas por al lado, pero a ella le da igual porque la única persona que le importa es la que está besando ahora mismo. Lena se separa con lentitud y Kara abre los ojos.

—Me gustas.

—Dios, pensaba que era la única —dice Lena, aliviada y con una sonrisa en el rostro. Pero Kara se siente mal, porque esa no es la verdad. A ella le gusta Lena desde que la vio. A ella le gusta Lena incluso antes de que Lena le confesara que le gustara. A ella le gusta Lena desde antes de que Lena le dirigiera la palabra. Kara se separa para abrir su bolso. Así que busca entre sus cosas y saca un papel doblado.

—Me gustas desde hace mucho, Lena —susurra, entregando el trozo de papel.

Lena despliega los lados con cuidado pensando en que sería una carta de amor, en que sería una contestación a su tarjeta de navidad. Pero descubre que es ella. Es la mitad de su rostro, su ojo perdido (en su regazo) y mandíbula perfectamente delineada, de manera natural: ni sonriente ni con el ceño fruncido. Puede decirse que incluso concentrada. Lena la observa, con sorpresa en los ojos.

—¿Es extraño? —pregunta Kara después de un largo silencio.

Lena sonríe y niega con la cabeza. De repente Kara observa como Lena rebusca entre sus cosas como ella lo ha hecho hace minutos para encontrar su dibujo. Lena saca un trozo de papel más pequeño. Podría decirse que era del tamaño de la pequeña libreta donde Kara apuntaba los pedidos. Se lo entrega a Kara con mano temblorosa y Kara desdobla la pequeña hoja.

—Dios mío, Lena... —dice Kara, sorprendida y a la vez feliz.

Era ella, un dibujo incompleto como el suyo. La mitad de su rostro. Impecable y bien cuidado. Con el ceño fruncido con ligereza y concentrada al máximo. Y Lena supo porque al fin estaba Kara con tanto empeño sobre su libreta.

—No soy tan buen dibujante como tú, pero es mi pasatiempo favorito. Mi hermano me hablaba de Nia y nada más apuntar hacia la chica, te vi junto a ella. Y supe que tenía que dibujarte porque sentí un flechazo... como si fuese...

—Amor a primera vista —Kara termina su frase en un susurro y Lena asiente de manera avergonzada por el atrevimiento. Kara niega con la cabeza y sonríe. Ahora mismo era la chica más tonta del universo. Lena frunce el ceño, aunque todavía sonriendo, pero sin entender los pensamientos de Kara.

—¿Pasa algo? —pregunta preocupada ante la ausencia de sus palabras y Kara la observa, juntando las dos hojas como uniendo los dos rostros con una sonrisa y luego sujeta los dos papeles con una mano para que con la otra atraiga más a Lena.

—Que podríamos haber hecho esto hace mucho tiempo.

Y se besan. El mundo gira y hace frío, pero ellas al fin siente calidez. Lena la estaba besando y sujetando de la bufanda que le había regalado, eso que a Kara tanto le gusta. Lena sonríe a mitad del beso y susurra un "vamos, llegamos tarde". Kara asiente con un beso. Kara ya no era muda. Nunca más.

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