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Epílogo

   Una pequeña campana que estaba en la puerta sonó cuando alguien entró a la tienda. Una señora, ya mayor de edad, dejó de arreglar las flores que tenía para atender a la clienta.

   —¿En qué puedo ayudarle? —preguntó, acercándose a la mujer.

La rubia, que observó las plantas, volteó con una sonrisa y miró a la señora.

   —Necesito comprar unas flores y quería saber si aquí venden rosas blancas —dijo Kara un poco pensativa.

   —Obviamente que tengo. Son una de las más compradas por los jóvenes.

   —Me lo imagino...

   —Espere un momento y le traigo su pedido.

   Kara amplificó la sonrisa y asintió con la cabeza. La señora se fue un poco confundida. Sabía que había visto a esa mujer en algún lado. La rubia sacó su celular y se sonrojó al ver los mensajes de su esposa.

   "No me esperaste en la noche, ahora me quedaré con estas fotos para amenazarte" leyó Kara en el chat ". Ven rápido que ya va a llegar Alex"

Una foto de ella misma durmiendo de espaldas... desnuda, era la causa de la vergüenza de la rubia. Ella sabía que se lo merecia por todas las veces que se quedaba viendo a Lena en la noche.

   "Aveces me das miedo, princesa..."

   "La siguiente vez que me veas desnuda a escondidas, lo pensaras dos veces, amor"

   "No es mi culpa que tu cuerpo hipnotice tanto."

   "Entonces, ¿te gusta mi cuerpo?"

   "Ni te lo imaginas..."

   "¿Por qué estamos hablando de mi  cuerpo?"

   Kara dejo el celular al instante y se tocó la frente al darse cuenta que debía estar roja como tomate. Pero Lena la ponía así. No sabía cómo, pero siempre lograba lo que quería.

   —Aquí tiene.

   La señora se acercó y Kara tomó la flor con sorpresa.

    —Está muy hermosa, gracias.

   —Es la mejor que tengo, supongo que es para alguien especial.

   —Sí, es para alguien muy especial —dijo Kara, dándole cinco dolares—. Ya sabe, las rosas blancas nunca fallan.

   Ella al recibir el dinero, pudo notar un anillo que brillaba de la mano de Kara. Miró de nuevo a la rubia y sacó una sonrisa.

   —Debo irme, si llego tarde, mi esposa me va a matar.

   Se despidió con la mano y salió con paso acelerado. Llegó hasta una pequeña calle y rápidamente se sacó la ropa para mostrar su traje.  

. . .

   Lena daba vueltas por el salón, esperando a su esposa, que no llegaba. Escuchó la puerta sonar y ella suspiró. Su esposa normalmente llegaba tarde a las reuniones, así que ya no era algo de qué sorprenderse.

   Abrió la puerta y ahi estaba Maggie, Alex y la pequeña Andy.

   —Hola Lena, oh, hola hermana —saludó Alex, entrando a la casa.

   La morena se volteó confundida y ahí estaba Kara con una gran sonrisa y un hermoso vestido azul. Lena se quedó mirando más de la cuenta y Maggie le dio un pequeño golpe con el codo.

   —No queremos baba en el piso, cuñada —susurró la latina y Kara rió.

   —Carla está afuera —avisó Alex, mirando su celular —, y debe estar trayendo la comida. Amor, ven para ayudarlas.

   Cuando Kara y Lena ya estaban solas. La rubia sonrió, pero la ojiverde se cruzó de brazos, mirando hacia otro lado. Kara rodeó una mano por su cintura y la acercó más para darle un pequeño beso en los labios.

   —Queria darte esto —dijo Kara, mostrándole la rosa —. Igual de hermosa que tú.

   Lena rió con las mejillas ruborizadas y tomó la flor.

   —¿Cómo lo haces? —preguntó Lena, aún mirando la rosa —. Siempre logras recordar todos los momentos de nuestra juventud y... siempre logras enamorarme de ti cada día más.

   —Mmm no lo sé, ¿un superpoder oculto?

   —Tía Kara, mamá dice que te necesita en la cocina —dijo Andy y la pareja sonrió.

   —¿Cómo estás Andy? ¿Va todo bien? —comentó Lena, agachándose a la altura de la niña para revisar el aparato que le habían colocado hace meses en el odio.

   —Va perfecto, gracias por ayudarme tía.

   —De nada, amor. Oye, ¿por qué no vamos al cuarto de tus primos para avisarles que ya vamos a comer? Siempre se quedan jugando videojuegos.

   En el bar de la cocina, las dos hermanas veían la escena con dulzura. Claro, hasta que escucharon las bromas de Maggie hacia Carla y ella gritando.

   —Oye, ¿por qué no viniste con tu novia? Es la única que logra parar tus gritos de tigre—bromeó Maggie.

   —Sam, va a pasar fiestas con su madre. Además, es mejor que Ruby esté un rato fuera de la ciudad. Esa chica está todo el día con el celular y ya no sé qué hacer —dijo Carla con el ceño fruncido —. Cómo sea, así son las chicas de ahora. Kara, necesito que cocines el pavo.

   —¿Desde cuándo me volví tu cocina?

   —Desde que te comencé a amenazar.

   —¿Desde cuándo tú? Oh...

   Carla rió y Kara se puso a trabajar.

   —Por cierto, Maggie, Andy a aprendido a hablar perfectamente en menos de un año —felicitó Kara, llevando el pavo ya cocinado a la mesa.

   —No fui yo. Es solo que me hija es muy inteligente — dijo Maggie con orgullo.

   —Yo creo que aprendió no siguiendo tus pasos —bromeó Carla en voz baja.

   En realidad, no estaban festejando algo en especial. Solo era una cena entre familia que habían decidido elaborar. Todo estaba llendo bien; algo increíble al considerar que Kara y Carla estaban en el mismo departamento.

   Después de comer una deliciosa cena, las chicas comenzaron a conversar sobre el trabajo, mientras Kara le pedía a Lena que se levantara.

   —¿Qué haces? —preguntó Lena en voz baja y una sonrisa nerviosa.

   —¿No puedo invitar a mi esposa a bailar?

   —...¿Aquí?

   —¿Donde más?

   Kara le dio una pequeña vuelta y Lena rió. La acerco a su cuerpo y la morena rodeó sus brazos por el cuello de la rubia. Se miraban a los ojos con tanto amor que ni se daban cuenta que los demás la miraban raro por ponerse a bailar en la mitad de la sala.

   Pero bueno, ¿desde cuándo esa relación fue normal?

   Kara bajó la vista a los labios de Lena que se habían abierto un poco y acercó más su rostro.

   —¿Podría besarte?

   —¿Me estás preguntando eso, Kara?

   —Una bella princesa cómo tú, debe tomar las decisiones.

   Lena sonrió y acercó el rostro de Kara hasta ella para unir sus labios. Unos aplausos se escucharon en el departamento y la ojiverde colocó la cabeza en el pecho de Kara con una sonrisa.

   —Bien, Kara, no pierdes el tiempo, eh —exclamó Maggie.

   —¿Quieres que la bote con una patada en el trasero? —preguntó Lena en voz baja.

   —No, porque sino conocerás a la verdadera Alex Danvers —dijo Kara, acercando a Lena todo lo posible a su cuerpo —. Además, ¿cómo molestarme si estoy a tu lado? Tú siempre me haces reír. Porque, rayos, te amo, Lena. Nunca dejaré de hacerlo. Y me gusta como eres. Cuando tienes esa magia que me sonroja o esa sonrisita que me pone nerviosa, todo eso me gusta. Oh, también cuando te molestas y se te tensa la mandíbula... sí, justo así —. Kara sonrió al ver a su esposa con la mandíbula recta, levantando una ceja. Kara le dio un pequeño beso en la nariz y Lena rodó los ojos —. Sí... me vuelve loca. ¿Sabes también que me vuelve loca? Tú forma de hablar. Siempre dices cosas tan inteligentes. Te juro que en estos diez años, aún no comprendo lo que haces en el trabajo, pero con la emoción que lo dices, no puedo dejar de escucharte.

   —Kara...

   —Y lo siento... lo siento si no soy la esposa que siempre esperaste, porque aveces llego tarde del trabajo o no soy tan responsable con los hijos —. Kara bajó la cabeza cuando notó que sus ojos se estaban humedeciendo. Además, no quería ver la lágrima que caía por la mejilla de Lena —. Lo siento, porque tú te mereces una mujer perfecta y yo...

   —Y tú eres perfecta para mí. Siempre lo fuiste y así como a ti te gusta todo de mí, a mí me encanta todo de tí. Y no me digas que eres mala esposa, porque comprendo que se te pueden ir las horas en tus misiones. Yo también he vivido eso cuando comencé a organizar L-Corp. ¿Recuerdas? Me quedaba como hasta la 1 de madrugada trabajando y tú me esperabas, siempre con una sonrisa. Con el tiempo te vas organizando mejor. Así que no te culpes por cosas tontas. ¿Bien?

   Las dos se retiraron las innecesarias lágrimas que habían caído y se fundieron en un amoroso abrazo. Lena suspiró y Kara acercó su rostro al oído de la morena.

   —Oye... ¿esta noche... podríamos...?

   —Sí, Kara... —susurró Lena con una pequeña risa.

   —Bien, si esta vez no me pongo nerviosa, ¿podría...?

   —Sí, Kara...

   —Perfecto

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Terminó •-• weno chao.

Ahre que no :v

No saben cuánta felicidad tengo de subir el capítulo :"v no porque quiero que termine la historia, sino porque no podía publicarla >:v. Estoy en un viaje en todo Europa (salí del mundo Latinoaméricano llendo de monos okno, no me maten) y es difícil obtener wifi aquí :"v. Osea, ¿cómo le pregunto a un francés o Alemán la clave del WiFi? Que sad la vida ;-; supongo que cuando vaya a Barcelona ya podré tener más WiFi xd.

Creo que mañana subiré los agradecimientos °-°. Digo creo porque ni se qué haré mañana xd.

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