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36

L

   Cerré los ojos con fuerza para esperar el impacto. Definitivamente este era mi final. Esquivar una bala es imposible y yo no podía escaparme de está. Pero los segundos se alargaron y yo decidí abrir los ojos con confusión.   Me encontré con la bala justo al frente de mis ojos, agarrada por dos dedos. Al dirigir mi vista al propietario de esa hazaña, me moví hacia atrás impactada o tal vez asustada por lo que estaba viendo. No, esto no podía ser real... ella está muerta.

   —¿K-kara? —titubee nerviosa.

   Su rostro serio se volvió a uno más calmado y me mostró una sonrisa, para luego mirar molesta al que trato de dispararme. Él me apunto nuevamente, pero sucedió lo mismo: la bala se detuvo en las manos de Kara.

   —Lena, necesito que confíes en mí como yo lo estoy haciendo contigo en estos momentos —indicó Kara y yo asentí con la cabeza no muy segura.

   No sé qué fue lo que pasó exactamente después, pero en un abrir y cerrar de ojos aparecí en otro lugar. Ya no estaba en el campo rodeada por dos personas que estaban a punto de dictar mi fin.

   Me costó un poco aparentar que me encontraba en el internado. ¿Cómo rayos llegué hasta aquí, o acaso nunca me fui y todo estuvo en mi imaginación, incluyendo Kara...?

   Escuché a alguien toser y bajé la cabeza para encontrarme con Kara sentada. Ella suspiró con alivió y yo me arrodillé a su lado. Acerqué mi mano hasta su rostro y cuando la sentí con mi tacto, me aleje rápidamente.

   —No, tú no eres real. Tú estás muerta.

   —Lena...

   Al escuchar su voz agaché la mirada y los ojos se me humedecieron. Kara se acercó y levantó mi mentón.

   —No podía dejarte sola... porque se me olvidó decirte que te amaba.

   Sus labios hicieron conexión con los míos. Su lengua luchaba por entrar y yo se los permití. Podía sentirlo, podía sentir esos labios tan suaves que  había besado mil veces. La mujer que estaba al frente mío era Kara, era mi Kara.

   Cuando nos separamos lentamente, abrí los ojos y ella me miraba de una forma especial. Sus ojos recorrían todo mi rostro como si quisiera memorizar este momento para siempre, pero ¿por qué?

   —Pero, cómo... tú...

   —Debes tranquilizarte, porque es algo muy complicado —dijo, tomando mi mano.

   —¿Eres Kara?

   —Sí, sí lo soy —respondió con una sonrisa.

   —¿Por qué Carla me dijo que te habían disparado, que estabas muerta?

   Kara abrió la boca para responder pero al instante la cerró. Bajé la cabeza y respiró hondo.

   —Carla dijo la verdad —. Tomó su blusa y la levantó por un costado —. Me dispararon tres veces en el estómago.

   Y era cierto, habían tres pequeños agujeros en el costado de su estómago, pero podía notar que se estaban cerrando lentamente. Se estaba regenerando.

   —Yo te traje hasta aquí. Estabas a punto de morir y solo pensé en...

   —¿Tú me sacaste de ahí? ¿Tú tomaste la bala? —la interrumpí —. ¿Pero cómo? P-pruebalo.

   Abrió su otra mano y me mostró la bala. Yo la tomé y sentí como aún seguía un poco caliente. Una bala solo puede estar así cuando fue disparada recientemente.

   —¡¿Agarraste la bala antes que me impactará?!

   —Nunca hubiera deseado que lo supieras de esta manera. Te prometo, Lena, que yo confío 100% en ti.

   —¿Quién eres, Kara? ¿Qué eres?

   Kara se quitó sus lentes y miró la bala que aún tenía en mi mano. No se atrevía a mirarme y la entendía a la perfección, porque yo misma podía sentir que mi rostro en estos momentos estaba en su modo frío.

   —Estoy cansada de mentirte, Lena —. Respiro hondo y giró la cabeza hacia un lado —. Cuando tenía trece años, mi planeta explotó y fui enviado con mi primo a la Tierra. Él llegó primero y se convirtió en Superman, yo aterricé a la Tierra 23 años después porque estuve atrapada en una zona donde la edad no cambia. Tengo los mismos poderes que Superman y soy igual de poderosa que él. Tu madre se enteró quien era y por eso ofreció 5 millones de dólares para que me llevarán con ella. Los disparos que escuchaste en la cabaña no fueron por accidente. Yo desvíe la pistola de Taylor, logrando que se hagan tres agujeros en el techo y así pueda entrar la luz del sol; lo único que me da poderes. Luego, llegó Carla y Maggie, me dispararon tres veces en el estómago y fingí estar muerta. Maggie le pidió a Carla que se fuera y ahí comencé a curarme.

   Fruncí el ceño al escuchar que algo no encajaba bien.

   —¿Maggie sabe tu secreto?

   —No creas que es porque yo confío más en ella. Sino que, a mi hermana se le escapó una información una vez que estaba conversando con Maggie.

   —¿Y como me salvaste?

   —Estaba usando mi supervelocidad para regresar al internado y te vi, detuve la bala y te traje hasta aquí —. Su voz ya estaba rota y podía ver cómo comenzaban a caer algunas lágrimas —. En verdad lo siento, Lena. Lo siento que por la culpa de mi primo, Lex esté en la cárcel. Lo siento si ahora tu madre te odie porque estás saliendo conmigo. Si decides alejarte de mi vida, no voy a oponerme porque tienes todo el derecho de estar molesta conmigo.

   Me quedé callada tratando de pensar en todo lo que me había dicho hasta que noté que Kara seguía llorando. Me acerqué más a ella y quité con mi dedo las lágrimas que caían.

   —No tienes que disculparte de nada. Sabes que yo siempre te amaré, pase lo que pase, ¿bien? —. Kara asintió con la cabeza y tomó mi mano, yo sonreí y le dejé un dulce beso en la frente.

   La ayudé a levantarse y las dos nos abrazamos. Era algo que necesitábamos hace días, solo un momento de paz. Sentí que Kara me abrazó mis fuerte y yo acaricié su espalda.

   —¿Sabes? Ahora muchas cosas tienen sentido, como cuando te comías dos pizzas enteras —comenté y pude escuchar una débil risa de ella —. Y no te culpes por lo que pasó entre mi hermano y tu primo. Yo admiro a Superman por lo que hizo porque he visto a Lex como a llegado a una locura extrema que... él ya no era el hermano que conocí y alguien debía detenerlo.

   Kara asintió con la cabeza y se seco las últimas lágrimas que había sacado. Caminamos a la entrada del internado, siempre ayudando a Kara porque aún no estaba completamente curada y habían posibilidades que se le habrán las heridas.

   Los sonidos de un claxon hicieron que volteara la cabeza hacia el exterior. Maggie se encontraba con una docena de patrullas llenas de policías y tocaba el claxon desde el co-piloto. Esa Maggie nunca cambia, pensé mientras reía.

   —Llegó la artillería pesada —avisó, bajándose del auto.

   —Ya era hora —comenté.

   —Lamentamos el retraso chicas, solo que alguien llamó diciendo que habia una bomba en el banco. Nos tardamos mucho en registrar toda la zona y al final saber que era mentira, pero no creo que ustedes les haya pasado nada —informó el padre de Carla —¿Y mi hija?

   —Uh, se quedó en la biblioteca. Deberías ir, tiene un bonito regalo.

   Los policías comenzaron a moverse, Maggie se sentó al lado de Kara y yo hice lo mismo.

   —¿Cómo llegaste tan rápido a la comisaría, Maggie? —pregunté con una ceja levantada —. Es como media hora de viaje.

   —Yo la llevé volando— explicó Kara, tocándose el abdomen con la mano.

   —Exacto, Kara me llevó vola- Espera, ¿qué?

   Ante el desconcierto de Maggie yo me eché a reír y ella me miró más confundida. Kara le susurró algo en el oído y yo reí más fuerte.

   —Uh, pues... ¿bienvenida a la familia, Lena? —comentó Maggie con una sonrisa nerviosa.

   —Sí, Lena, bienvenida a la familia —dijo alguien con voz sería.

   Todos volteamos la cabeza para encontrarnos a Alex con los brazos cruzados y al parecer un poco molesta.

   —Oh, Alex, ya... llegaste y... creo que escuchaste nuestra conversación —comentó Maggie nerviosa —. Recibiste mi mensaje de hace dos horas.

   —Kara, ¿podemos hablar a solas? —preguntó Alex.

   Kara tragó saliva y se levantó con un poco de dificultad. Podía comprender un poco a Alex. Kara le acaba de decir a una Luthor que es una alienígena, no es que haya sido un acto muy inteligente. Pero creo que Alex se estaba pasando un poco, es decir, ella sabe que yo no soy como mi familia.

   Miré de reojo a Alex y Kara. Mi novia miraba el suelo un poco triste mientras Alex le daba un sermón de no sé qué tema. Las dos se separaron un poco de los policías y Alex apoyó una rodilla en el suelo. Kara miró hacia otro lado y levantó un poco su blusa. Su hermana la comenzó a examinar con mucha preocupación y en ese momento yo decidí acercarme.

   —Kara, ¿sabes lo grave que es esto? —alegó Alex.

   —En serio lo siento, pero le iban a disparar a Maggie y es lo único que pude hacer.

   —¿I-iban a dispararle a Maggie?

   Kara asintió con la cabeza y las facciones de Alex se tranquilizaron.

   —¿Cómo se encuentra Kara? —pregunté.

   —Uh... va a necesitar descansar. Me preocupa que no esté regenerando tan rápido. He visto varias veces que le han disparado a Superman y este regeneraba en pocos minutos, pero me imagino que es porque él ha estado más años en la Tierra. Además, a tenido muchas veces contacto con l Kryptonita —. Alex se levantó y miró a Kara nuevamente molesta —¿Por qué no me dijiste que en la venta habían incluido Kryptonita? Podrías haber muerto... Y, ¿cómo que te querían vender?

   —Eso es culpa de mi madre —informé —. Aún no sé cómo lo hizo, pero descubrió que Kara era una alienígena y le vendió esa información a Sacha, Taylor y Annie. Mi madre quería comprar a Kara por 5 millones de dólares.

   —Esa maldita tal vez quería el cuerpo de Kara para quitarle sus órganos o hacerle experimentos... sin ofender.

   —No tranquila, pienso lo mismo.

   Alex suspiró y sacó su celular.

   —Necesito llamar a mamá y decirle lo que sucede. La policía no nos va a dejar ir hasta que venga un apoderado.

   Alex se alejó un poco para hacer la llamada y yo seguí a Kara que se había sentado en el mismo lugar. Maggie miraba la entrada del internado con la piel helada y dirigí mi vista un poco confundida hacia donde ella veía.

   Una mujer un poco alta con ropa muy formal y tacones que la hacían más alta, acompañado con el maquillaje y su peinado bien elaborado, daba como consecuencia mucho poder.

   —¿Y esa loca? —preguntó Kara y rápidamente yo tapé su boca con mi mano.

   —Es la directora del internado.

   Kara quitó mi mano de su boca y también mostró sorpresa.

   —¿Ella es la directora? Pero nunca la veo.

   —¿Tu crees que esa mujer va a estar en el internado? Creo que tiene como cinco colegios privados y diez empresas—comentó Maggie —. Este Internado solo lo creo para tener más dinero.

   Podía arriesgarme y decir que esa mujer tenía más dinero que toda mi familia. Creo que ella es tan millonaria, que cada mes de muda de país.

   —Señora Tremblay, lo lamento pero no vamos a aceptar ningún monto de dinero para que el internado siga abierto. Este lugar tiene que cerrar —avisó un policía.

   —Bueno, si eso no funciona... tendré que crear otra empresa para comprarle la mansión que tanto quiere mi hijo.

   —Un momento, ¿que pasará con los estudiantes? —cuestionó Maggie.

   —Les duplicaremos las notas de los últimos exámenes, pero nadie puede regresar a clases —informó el policía —Sobre el tema de las becas, lamentablemente se tendrán que eliminar todas.

   —Perdón, ¿qué dijo? No te escuché bien —. Maggie rió de forma sarcástica —. Estuve entrenando por tres años para llegar a cinta negra ¿y me van a eliminar la beca?

   —De eso no te preocupes, niña, yo les comprare becas a todos los que ganaron —replicó la señora, mirándose las uñas.

   Maggie celebró y yo sonreí, pero al voltear la cabeza y ver a Kara triste, me acordé que ella no había ganado nada. Ahora otra cosa se explica por si sola; ¿Cómo puede Kara haberse aprendido la historia del todo el planeta en pocos meses para estar al día con el colegio? Obviamente que habían cosas muy básicas que a ella se le podían olvidar y sabía entrar a la universidad iba a ser un gran reto.

   —Yo te voy a ayudar, Kara.

   —Lena, gracias por tu apoyo, pero no tengo el nivel suficiente para entrar a esa universidad. Con solo decirte que mi hermana, que ingresó a National City con honores especial para estudiar ciencia molecular, no logró hacer qué pasará un estúpido examen de hace dos años... ¿Tú crees que aprobaré el examen de admisión que es en... un mes?

   Kara rió sarcasticamente y yo fruncí el ceño.

   —Si tienes esa actitud obviamente no vas a lograr nada. Voy a ir a tu casa dos veces por semana y te voy a preparar para el exámen.

   —Pero de Metrópolis a Midvale son cinco horas de viaje.

   —Cinco horas más, cinco horas menos. ¿Que importa si logro que estudies junto a mí por cinco años? Además, me encantaría conocer Midvale. Me han contado que es un lugar hermoso.

   Kara se quedó en silencio y lentamente sacó una sonrisa. Yo la miré confundida, siempre saca esa sonrisa cuando se le vienen locuras a la cabeza.

   —¿Y si vienes a vivir conmigo estas vacaciones?

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