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30

   —Lo han hecho bien chicas, todos lograron darle al maniquí —felicitó Lena.

   —Oye, recuerda que yo también soy parte del grupo —replicó Winn indignado.

   Lena rodó los ojos y siguió caminando. Nosotros las seguíamos por los largos pasillos. Algunos policías nos veían con confusión, pero otros nos miraban con una sonrisa o se movían a un lado para que nosotros pasemos. Al parecer, la mayoría de la comisaría sabía sabía sobre el proyecto y deben estar confiando mucho que nosotros podremos hacer un cambio.

   —¿Exactamente a dónde estamos llendo? —cuestionó Taylor, acercándose a Lena.

Me golpeó una pequeña ola de celos, pero logré controlarte. La ojiverde se detuvo frente a una puerta y escribió una clave en una pequeña pantalla.

   —Este será una de nuestras zonas de trabajo. Todas las investigaciones, toda la información obtenida, estará aquí.

   —Espera, ¿hay más?

   —Bueno, además de la cabaña, tendremos información en la computadora de Winn. No podemos estar saliendo del internado todo el tiempo. Mucho menos que ahora sabemos que los profesores posiblemente están metidos en la venta.

   La puerta se abrió y todos nos quedamos asombrados. En la pared había una gran pizarra con fotos de armas y alumnos que ya habían sido atrapados. En una pantalla, pasaban las noticias actuales de National City. La gran iluminación del lugar hacia que parezca, tal vez, el cuarto más moderno de la comisaría.

   —¿Esa es una BKR12? La computadora más rápida que puede haber existido —exclamó Winn.

   —Lo sé, llegaron hace unos a la comisaría. Son increíbles —replicó Lena emocionada.

   Yo carraspee y mi novia me miró.

   —Uh, claro, lo siento —dijo Lena, mientras se sentaba frente a la computadora y comenzaba a teclear con rapidez —. Sabemos que la última venta fue hecha por un profesor. Eso nos da mucha ventaja, ya que, si descubrimos a qué hora salieron del internado con las armas, nuestra lista de culpables sería mucho menor.

   —¿Cómo vamos a saber quién es el culpable con solo la hora de venta? —indagó Taylor.

   —Por que podemos investigar los horarios de los profesores —dedució Maggie.

   —Exacto, Sawyer.

   —Gracias, Luthor.

   Con solo saber la hora de la venta, podremos saber más o menos quién puede ser el culpable. Yo sé a qué hora sucedió. Lo vi esa noche, llevándose una maleta, posiblemente con las armas. Pero llegaba el gran problema; si la policía se enteraba que Lena y yo ese día no regresamos al internado, perderán nuestra confianza. Además, es ilegal que menores tomen en bares. Así que, nos meteríamos en graves problemas. Lo que sí podría hacer es esperar a que encuentren al culpable y listo. Aunque era riesgoso, porque en ese tiempo podrían haber más ventas.

   —¿En qué piensas, amor? —preguntó Lena en voz baja.

   Me sobresalté al darme cuenta que estaba muy cerca de mí. Tengo que dejar de divagar sola.

   —Uh... solo estaba pensado que íbamos a comer en la noche.

   —Concéntrate, Kara —exclamó Lena, dándome un golpe en la cabeza.

   Yo fingí dolor y Lena sonrió.

   —Aunque, si quieres comer algo, me tienes a mí —susurró en mi oído.

   —Hoy estás muy pervertida, mujer.

   —¿No te gusta?

   —Me encanta.

   Nos dimos un dulce beso y Lena bajo la cabeza. Yo fruncí el ceño y la tomé del rostro.

   —¿Qué sucede?

   —Solo... quería darte las gracias. Estos días han sido difíciles para mí y no creí que ibas a seguir estando conmigo. Sé que he sido insoportable y...

   —No digas eso —la interrumpí —, es comprensible que hayas estado así. Cualquiera lo estaría. Y, por dios, Lena, jamás te dejaría. Yo te amo y no podría imaginar una vida sin tí. Solo quiero que seas feliz, ¿de acuerdo? Quiero que me muestres esa bella sonrisa que me enamoró y lo sigue haciendo.

   Lena rió y le dejé un pequeño beso en la mejilla. Nos acercamos al grupo que estaban rodeando a Winn.

   —¡Winn, escribe más rápido! —gruñó Carla.

   —Sabes, no es muy comodo escuchar tus gritos al lado de mi oído —dijo Winn con miedo.

   —¿Qué sucede? —cuestioné.

   —El sistema de la comisaría a caído.

   —¿Es un error de la policía o qué? —establecí, tratando de entender lo que sucede.

   —No, eso siempre ha sucedido cuando hay una venta de armas —explicó Lena —. No sabemos cómo lo hacen, pero cuando el sistema se cae, no podemos saber lo que sucede en la ciudad y ellos tienen el tiempo suficiente para hacer todo el trabajo.

   —Chicas, para reparar esto me puedo demorar hasta horas —avisó Winn.

   —¿Qué se supone que vamos a hacer ahora? —preguntó Annie, mirando a Lena.

   Esta se quedó quedó en silencio por unos segundos. Di un par de vueltas por el cuarto y luego nos miró.

   —Regresemos al Internado, ahora. Creo que ya se que debemos hacer. Solo espero no equivocarme.

. . .

   —Pss, oye, Paul —lo llamé desde una esquina.

   Él miró hacia todos lados hasta que me encontró a mí y Carla en la esquina del pasillo del colegio. Paul levantó una ceja y se señaló.

   —Obviamente te estamos llamando a tí, imbécil. ¿Acaso ves a otro Paul aquí? —dijo Carla con molestia.

   —Sip, esa es la Carla que conozco —susurré y ella me fulminó con la mirada.

   Paul se acercó y nosotras esperamos que el pasillo se vacíe un poco.

   —Amm... chicas, tengo que hacer algo importante en la tarde. Así qué...

   —Espera, queremos que nos ayudes en algo.

   —¿De qué hablan?

   Carla y yo nos miramos y asentí con la cabeza.

   —Armas—dijo Carla.

   —¿Armas?

   —Sí, armas. Esta tarde va a haber una venta de armas. Vamos a atraparlos —explicó Carla, dándole un pequeño golpe en el brazo.

   —Escuchen, les juro que no se lo diré a nadie, pero... —miró alrededor y se acercó un poco más —. No quiero meterme en problemas. Saben que las personas que están aquí ya molestaron mucho a sus padres y no quiero que los míos la siguiente vez me vean muerto porque quería hacerme el héroe. Para algo sirve la policía.

   —Paul, vamos, no va a suceder nada. Es decir, míranos. ¿Qué puede salir mal? —dije cruzándome de brazos.

   Me acerqué a Carla, pero igualmente sin tocarla. Mantén el espacio o sino te rompe la cabeza, Kara, recordé.

   —Uh, no lo sé —dijo Paul inseguro.

   —Suficiente, se me colmó la paciencia —exclamó Carla —. ¿Nos vas a ayudar o no? Si lo atrapamos, tal vez la policía nos de dinero, mucho dinero.

   —Rayos... luego me voy a arrepentir, pero ya, de acuerdo. Las voy a ayudar. Que tengo que hacer.

   Carla sonrió y yo la imité. Ella tomó su brazo y salimos del colegio. El internado ya estaba vacío porque los estudiantes se estaban llendo a sus habitaciones.

   Fuimos hasta la puerta principal y procuré que el portero esté dormido. Carla abrió la puerta y trató de jalar a Paul, pero él no quería salir.

   —Oye, debemos vigilar desde afuera. No aquí.

   —No...no voy a salir del internado —. Se mantuvo en silencio y le dió un vistazo al lugar que estaba totalmente vacío —. Está prohibido.

   —Vamos a hacer algo arriesgado, ¿y me estás diciendo que no lo harás porque está prohibido salirse del internado? —alegó Carla.

   —Hey, tranquilízate —dije —. No podemos crear un escándalo.

   —No hasta que salga de aquí.

   —¡No voy a salir!

   —¡¿Por qué no?!

   El ambiente se quedó en silencio y tensión. Yo miraba a Carla que estaba cara a cara con Paul.

   Él se volteó y miró todo el Internado nuevamente. Luego, se acercó a la puerta y se quedó parado ahí por unos segundos. Retrocedió unos pasos y metió las manos en sus bolsillos.

   —Oh, rayos —, rió —. Creo que me atraparon.

   —¿Qué acabas de decir? —preguntó Carla y poniéndose más inquieta por el silencio de Paul —¡¿Por qué dijiste eso?!

   En ese instante, Paul sacó un arma y disparó hacia Carla. Por suerte, tuve el tiempo suficiente para empujarla. Las dos caímos al suelo y Paul nos apuntó.

   —Corrección, casi me atrapan.

   —¡Suelta el arma! —exclamó Lena, entrando al internado con una pistola.

   Wow, mí novia se ve muy sexy hoy.

   Paul dejó caer el arma y levantó las manos. Pero, cuando Lena se acercó, él la golpeo en el rostro. Rodeó su brazo por su cuello y le robó el arma, para luego comenzar a apuntarle en la cabeza.

   —Muy bien, salgan de sus escondites. Ya vi a cada uno de ustedes —dijo Paul en voz alta, mirando los edificios del internado.

   De estos, salió Annie, Maggie, Winn y algunos policías. Todos apuntando a Paul.

   —Quédense todos quietos, a menos que quieran que le vuele los sesos.

   Lena luchaba para soltarse, pero el curpulento de Paul no la dejaba. Yo solo tragué saliva al ver a mi novia a escasos centímetros de la muerte.

   —¿Para quién trabajas? ¿Quién te da las armas? —interrogó Maggie.

   —¿Acaso eso importa ahora? No me van a disparar, ya que no pueden perder a Lena. ¡Yo ga-

   Un golpe con la pistola de Taylor en la nuca fue suficiente para que Paul cayera al suelo.

   —Lamento demorarme tanto, pero no podía dejar que me viera —explicó Taylor — ¿Estás bien?

   Ella le extendió una mano a Lena y esta se levantó. Yo rápidamente me acerqué a mi novia y la abracé.

   —Me diste un susto, Lena.

   —Estoy bien, Kara. Gracias a Taylor.

   —Creo que me estoy enamorando de esta pistola, chicas.

   Taylor guardó el arma y un par de policías esposaron a Paul.

   —Un segundo, ¿Lena, tú sabías que Paul vendía armas? —preguntó Carla, acercándose a nosotras —. Lo hubieras dicho desde el principio. ¿Por qué me ordenaste a mi y Kara que les pidamos ayuda a Paul?

   —Necesitaba que lo alejaran de los estudiantes. Además, si les decía que estaba sospechando de Paul, ustedes dos hubieran decidido darle una paliza en vez de seguir con el plan.

   Carla rodeó los ojos y se alejó. Yo sonreí y enterré mis labios en los de Lena. Al verla, me encontré con sus hermosos ojos verdes clavados en mí.

   —Nunca más vuelvas a hacer eso. Pudiste haber salido herida. —le regañé.

   —Lo siento, lo siento.

   Sonreí y Lena hizo lo mismo. Esto era lo único que necesitaba. Lena era lo único que necesitaba para tener una vida feliz y tranquila.

   Sentí un pequeño golpe en el hombro. Voltee y Carla estaba con los brazos cruzados y... ¿nerviosa?

   —Uh... yo solo quería pedirte... gracias por salvarme. ¡Pero igualmente no necesitaba tu ayuda!

   Fruncí el ceño confundida. Carla suspiró y se volteó.

   —Idiota... cree que soy una debilucha —musitó, llendose.

   Miré a Lena extrañada y ella estaba igual que yo. Me encogí de hombros y Lena rió. Rodeó sus brazos por mi cuello y yo por su cintura. Cerré los ojos y acerqué los labios para besarla, pero senti su dedo detenerme.

   —No he comido nada en todo el día, tengo pasto en mi cabello y estoy cansada —informó Lena.

   —Puedes comerme a mí —susurré de su oído.

   —¿Qué? Dios, no, Kara.

   —Pero en la comisaría, tú...

   —Pero nada.

   Lena levantó las cejas firme y yo rodeé los ojos. Posó un pequeño beso en mi mejilla y yo bajé la cabeza con una sonrisa.

   —Hey, Luthor, tal vez quieras ver esto —comunicó Maggie —. A menos que sigas queriendo besar a Kara hasta el amanecer.

   —Cállate, Maggie —dijo Lena.

   Cuando Lena se acercó a los policías, Maggie susurró cerca mío:

   —Am... Kara, creo que esto también deberías verlo tú.

   —¿De qué hablas?

   —Ven, pero con cuidado.

   Maggie me tomó del brazo y me guío donde toda la gente estaba amontonada. Un policía, con unas pinzas tomó una pequeña piedra verde del suelo y la colocó en una caja. Rápidamente sentí un pequeño mareo, pero el agarre de Maggie me ayudó a seguir en pie.

   —¿Qué era eso? —preguntó Carla.

   —Hace unos meses se descubrió que la debilidad de Superman es la Kryptonita. No hay mucha en la Tierra, pero se ha logrado crear copias ilegalmente —explicó Lena.

   —¿Por qué la pistola de Paul estaba cargada con Krypto... Kryptonita? Y, ¿por qué trató de dispararme con eso?

   —Estaba desesperado. Necesitaba escapar. Podrá ser Kryptonita, pero con la velocidad que es expulsada por la pistola, es igual de mortal que una bala normal. Ahora, ¿por qué tenía Kryptonita? No lo sé

   —Tal vez están organizado un ataque hacia Superman —opinó Taylor.

   —Es muy posible.

   Me zafé del agarré de Maggie y comencé a alejarme. Pude respirar mejor cuando ya no estaba cerca de la Kryptonita. Así que, saqué mi celular para hacer una llamada, pero Maggie me interrumpió.

   —Hey, hey. ¿Qué... qué haces?

   —Voy a llamar a Alex y le voy a decir lo que está sucediendo.

   —¡No! ¡¿Estás... —. Miró a su alrededor y se acercó un poco más —. ¿Estás loca? ¿Sabes cómo se pondrá tu hermana cuando sepa que en el internado donde tú vives, están vendiendo armas con Kryptonita?

   —¿Y qué quieres que haga? Ya viste como me puso la Kryptonita solo por una estúpida aguja. ¿Te imaginas lo que le pueden hacer a mi primo si le disparan?

   —Eso no va a pasar porque vamos a detener la venta.

   —¿Y si no lo logramos? Maggie, no quiero perder a mi primo. La venta a estado por tres años, no creas que lo vamos a solucionar ahora.

   —Escucha, no eres la única que está peleando por algo. Quiero recordarte que la Kryptonita también te puede matar. Eres muy importante para Alex y no soportaría verla derrumbada porque te pasó algo. Además, tú también eres importante para mí. Así que vamos a atrapar al culpable y acabaremos con todo esto.

   Me quedé callada al tratar de ordenar las ideas que rondaban por mi mente. Esto ya se había vuelto personas. Estamos hablando de la vida de mi primo y la mía. Pero tenía que confiar en Maggie. Ella asintió y yo también lo hice segura.

   Está venta no durará más.

~ ~

De acuerdo, tienen el derecho a matarme. No tuve tiempo ni ganas de escribir y lo único que tenía mi mente ocupada era el megacrossover, pero ahora que ya terminó (para los que aún no lo han visto, se están perdiendo una maldita obra de arte), voy a poder publicar más seguido. Además ya falta poco para mis vacaciones. Bueno eso era todo :v

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