27
La respuesta me llegó de desprevenida. ¿Yo? ¿Ayudar a la policía? Muy bien, si mamá se molestó porque practico Artes Marciales, con esto se crea el fin del mundo.
Pero ahora otra cuestión se me venía a la cabeza. ¿Por qué yo? Entiendo que a la policía les puede haber impresionado que una chica de 16 años haya decidido todo eso, pero ellos no saben cómo lo hice. Además, ¿Quién más está metido en esto? A muchos estudiantes les interesaba saber quién era el vendedor de las armas, pero solo había un pequeño grupo que se habían metido de cabeza en una investigación para encontrar al culpable.
Quería entrar a este proyecto, es decir, salvar a la gente es mi sueño. Y, aunque no lo vaya a hacer de forma directa, sería una buena manera para comenzar y experimentar como funciona el crimen en esta ciudad. Pero primero tenía que decir la verdad.
—Toda la información que di ese día en el interrogatorio, no solo fui yo la que lo dedució —aclaré —. Maggie Sawyer, ella me ayudó mucho. No creo que sea justo que solo yo entré a la policía.
—Oh, no te preocupes en eso. También llamamos a tu amiga— comunicó el padre de Carla con una pequeña sonrisa —. Ella sí que tiene agallas, ni te imaginas cómo se puso cuando llegó a la comisaría. Le importó un comino que este discutiendo con policías.
¿Maggie y Lena en un mismo equipo? Muy bien eso sería increíble. Le iba a responder que obviamente sí iba a participar, pero fui interrumpida cuando escuché los latidos de un corazón ir más rápido. Miré de reojo hacia la puerta de dónde venía el sonido y noté que era el cuarto donde habia entrado Lena.
Se me destruyó el mundo cuando la puerta abrió y vi a Lena salir con los ojos cristalinos. Salió de la comisaría y me despedí rápidamente del señor Pistós y corrí hasta mi novia.
Cuando llegué a la puerta, la busqué con la vista, pero no estaba. Lena es una persona que puede desaparecer de los demás con mucha facilidad. Esperar a que haya menos gente no era una buena opción. Claro que, tampoco preguntar si la habían visto no sería otra. Es decir, ¿qué les diría? "Hola, ¿ha visto a una chica muy sexy con ojos verdes y cabello negro?" No, no creo que sea una buena idea.
Comencé a caminar entre la gente, pidiendo todo el tiempo unas disculpas por chocar con mucha fuerza. Dios mio, ¿acaso National City es así todos los días? Sin tener ningún resultado positivo, me detuve un momento para tranquilizarme. Lena no puede haber ido tan lejos así que no te aloques, Kara.
Respiré hondo y agudicé mi oído. Fruncí el ceño al escuchar todo menos lo que más quería. Después de varios minutos de sufrimiento al oír cosas que realmente no eran de mi agrado, la pude escuchar. Me sorprendió no percibir ningún sollozó o latido rápido. Es más, la podía oír tranquila.
Me dirigí hasta sus sonidos y terminé en una pequeño callejón. Había una puerta de metal que no daba muy buena pinta. Miré hacia todos lados y al notar que ese era el único lugar donde podía estar Lena, decidí entrar.
No esperé ver a gente dentro que... no se veían tan humanos. Sabia que ella se encontraba aquí, pero no la veía por ningún lado. Me sobresalté cuando uno que estaba sentado a mi derecha era azul y estaba tomando de ¿una lata de pintura?
Me senté en uno de los taburetes y una chica morena se acercó con una pequeña sonrisa.
—¿Puedo ofrecerle algo? —preguntó agradablemente.
—En realidad estoy buscando a alguien. ¿Qué se supone que este sitio?
—Bueno, no es un bar muy común. Aquí los alienigenas y humanos pueden pasar un buen tiempo sin ser discriminados.
—¿Cómo puede ser un bar si los alienigenas no tienen efectos secundarios al alcohol?
—Es por eso que tenemos esos tipos de bebidas—señaló una mesa y habían dos personas tomando algo verde.
Mi mirada se detuvo cuando vi a Lena sentada en una de las mesas de la esquina. Estaba con la cabeza agachada y en su mano tenía un vaso con supongo que era alcohol.
—Uh... tengo que irme. Gracias.
Me senté en al frente de ella. Carraspee con la garganta y Lena levantó un poco la cabeza, recién dándose cuenta de mi presencia. Suspiró y siguió mirando su bebida. Tomé su mano, pero ella no hizo nada.
—Escucha, entiendo que debe haber sido muy impactante por fin saber quién fue el causante del accidente —me acerqué un poco más y tomé su mentón para que me mirara —. Pero tienes que saber que estoy aquí, contigo y no me iré a ningún lado hasta que me digas qué pasó. No puedes quedarte con todo ese malestar dentro tuyo.
—Kara, te prometo que estoy bien.
—Saliste de la comisaría sin decir nada. No puedes estar bien.
—Te estoy diciendo que estoy bien —replicó de forma brusca.
Yo me quedé callada. Ella le dió otro sorbo a su bebida. Me sentía insignificante al no saber que hacer para animarla. Llegó la chica de antes con una pequeña libreta.
—Oh, creí que te habías ido del bar. ¿Quieren tomar algo más?
—A mi deme otro de esto —indicó Lena levantando un poco su bebida sin ningún ánimo.
—Yo quiero... la bebida especial.
—¿Bebida especial? Eso no exi... —. Levanté las cejas y ella entendió —. Oh, de acuerdo. Vendré en unos minutos.
La camarera se fue y Lena soltó una pequeña risa sarcástica. Yo la miré con confusión.
—¿Kara Danvers va a tomar alcohol?
—Ya te dije que me voy a quedar aquí hasta que me cuentes todo. Además, ¿cuál es el problema?
—Es solo que... te conozco, Kara. Eres tan inocente que es imposible que te hayas emborrachado o al menos tomado una gota de alcohol.
—Solo voy a tomar un vaso, no va a pasar nada.
Colocaron el vaso en la mesa y yo lo miré extrañada. Estoy a punto de arrepentirme. La base de la bebida era azul y la parte superior era verde. Pasaba mi dedo por la parte de arriba del vaso, dando vueltas sin ningún interés.
Lena, ¿qué necesito hacer para que tengas la confianza suficiente en mí y me digas lo que te pasa? Agarré el vaso y lo tome todo de una. Lena me miró sorprendida y yo levanté una ceja.
—Esto... es asqueroso —expresé dejando el vaso en la mesa.
—¿Acabas de tomarte una vaso completo?
—Ahora te toca a tí —dije con una sonrisa.
Lena suspiró y también se tomó de golpe su bebida. Reí y ella hizo lo mismo. ¡Sí! La hice reír, pero a que costó...
. . .
—Quiero que recuerdes Lena que yo pelearía con un hombre así de alto —juré levantando mi brazo lo más arriba posible —, solo por tí.
—Kara, creo que estás borracha —dijo Lena alargando un poco las palabras.
—¿Y tú no?
Comenzamos a reír sin ninguna razón. Me levanté tambaleando un poco y tomé a Lena. Ella tenía las mejillas sonrojadas. Rodeé mis manos por su cintura y caminamos hasta el centro del bar donde mucha gente bailaba con energía.
Las luces azules y rojas brillaban en toda la zona. Junté mi cuerpo con el de Lena. Ella posó sus brazos en mi cuello y me acercó.
Nuestros labios rosaron y yo sonreí tontamente. Lena me besó con intensidad. Cerré los ojos y nuestras lenguas comenzaron una lucha sin fin.
Bailamos por horas hasta que Lena decidió pedir un taxi. Ya era de noche e iba a ser imposible regresar caminando. La ojiverde se había quedado dormida y yo luchaba para no hacer lo mismo. Miraba su rostro que estaba tan calmado, pero igualmente no estaba satisfecha. Nunca llegó a contarme lo que más quería oír de ella: ¿Quién fue el maldito que arruinó su vida a tan poca edad?
—¿Vas a quedarte mirándome todo el camino? —musitó y yo me sobresalté. Ella soltó una pequeña risita.
—Solo estaba pensando... —aclaré, desviando mi mirada hacia la ventana.
—¿Estás molesta conmigo? —cuestionó preocupada.
Mi vista se dirigió hacia ella, que tenía el ceño fruncido. Le mostré una sonrisa de lado y noté como sus facciones se tranquilizaban.
—Nunca estaría molesta contigo.
No se me pasó de alto ver a Lena no tan satisfecha con mi respuesta, pero se quedó callada. Se acomodó en mi hombro y cerró los ojos. Lo que continuó del viaje, siguió en calma hasta que Lena habló nuevamente susurrando.
—Vuelo 621-B
—¿Qué?
—Ese fue el vuelo donde sucedió el accidente.
La miré confundida, pero Lena ya se había dormido. ¿Por qué me cuenta esto?
Decidí no prestarle mucha atención, tal vez estaba diciendo cosas sin sentido por el alcohol.
Cuando llegamos al Internado, logré entrar con ella sin que nadie nos viera. Lena estaba media dormida y tenía que apoyarse en mi cuerpo para caminar. Cuando íbamos a ingresar en el edificio, escuché un ruido. Giré la cabeza para saber de dónde provino ese sonido y encontré, no muy lejos de la entrada del internado, a una persona. No podía distinguir quién era ya que llevaba una polera con una capucha. Además, llevaba una gran maleta en una mano. Sentí una corriente en mi espalda de terror cuando noté que en la otra mano, llevaba un arma.
Volteó y me miró. Yo me quedé inmóvil sin saber que hacer. Tragué saliva cuando levantó el arma hasta su boca, haciendo una señal de silencio. Tomé con fuerza a Lena y entré rápidamente al edificio.
No estaba segura si solo había sido parte de mi imaginación o alguna consecuencia del alcohol. Sin embargo, se veía muy real.
Tuve que dejar de pensar en eso, cuando llegué a la habitación. Maggie ya estaba dormida. Diablos, ¿hasta qué hora nos quedamos en el bar? Eché a Lena en su cama y ella suspiró.
Di media vuelta para dirigirme a mi cama, pero ella me tomó del brazo. Tenía mucho sueño y mi cabeza no estaba preparada para luchar contra Lena, así que me rendí y me eché a su lado.
Cuando la vi, ella ya estaba dormida. Me acerqué más hasta llegar a su oído y susurré:
—Me duele mucho saber que... después de tanto tiempo, aún no puedas decirme realmente cómo te sientes. Porque, quiero saber cómo estás todos los días. Quiero ver tu sonrisa y que le grites al mundo que eres feliz.
. . .
El sol comenzó a salir y por primera vez, me molestaron los rayos que entraban por la ventana. Me tapé el rostro con el brazo, pero tuve que abrir los ojos cuando noté que estaba sola en la cama.
—Lena se fue hace unos minutos.
Maggie estaba sentada en el sofá viendo televisión y comiendo un chocolate. Volteó la cabeza y levantó una ceja al verme.
—Wow, ¿qué te pasó? Parece como si hubieras hecho sexo con Lena toda la noche.
—No lo recuerdo. Estaba en un bar muy raro y...
Me dolió la cabeza al tratar de recordar lo que sucedió la noche anterior, pero solo me venían imágenes sueltas: Tomando con Lena, bailando con ella, besándola...
Pero había otro recuerdo, un recuerdo que no tenía sentido. Era de una persona con un arma. No era capaz de traer a la memoria donde y cuando fue, pero si estaba segura que lo había visto. Y estaba con el arma.
Maggie se acercó a mí y dejó una carta en mis piernas. Yo la miré confundida.
—¿Y ésto?
—Solo ábrelo —dijo con una pequeña sonrisa.
Le hice caso y leí la carta. En esta habia un permiso de la policía para que una vez a la semana, yo y los otros estudiantes elegidos para su proyecto, puedan faltar a clases para que podamos hacer nuestro trabajo.
—Nunca creí que harían esto.
—¿Ya sabías que íbamos a apoyar a la policía?
—Bueno, sí. Ayer me lo informó el padre de Carla. ¿Sabes quién más está?
—Mmm... pues antes me encontré con Taylor y me dijo que Carla, Annie y ella también estaban.
—Llamaron a todas las que llevaron a comisaría.
—Antes que tú llegarás, la policía nos interrogó a todas. Tal vez ya tenían este proyecto en mente desde antes. Ah, también llegó ésto —informó dándome otra carta.
—¿De quién es?
—Es de Hogwarts indicándote que has sido admitida para estudiar ahí. ¡Yo qué sé! No tenía remitente y apareció frente a la puerta hoy.
Lo abrí y solo tenía un pequeño mensaje.
"Habitación 351, ven lo más rápido posible. Si tienes problemas, di que es para jugar videojuegos conmigo"
—¿Habitación... 351? ¿Qué rayos es esto? —pregunté buscando si había algo más en la carta.
—Mmm, creo que tienes a un rarito que te busca, porque la habitación 351 solo existe en la zona B; el de hombres... ¿V-vas a ir ahora?
—Maggie, es sábado y si el sol no me cae mínimo por 10 minutos para que se me vaya está resaca.
Me peiné con los dedos y salí de mi habitación. Está vez, cuando los rayos de sol me dieron en el rostro, lo disfrute. Lena aún no aparecía en ningún sitio, pero conociéndola, debe estar en la biblioteca. Sé que ella va ahí cuando quiere estar a solas, así que no iré a molestarla.
Llegué hasta el edificio de los hombres. Su secretario estaba en distraído en su laptop. Carraspee y él se quejó para verme por un momento y seguir con sus cosas.
—No está permitido que vengan chicas aquí. Si quieres trabajar con alguien, está la biblioteca.
—Uh... vine a... ¿jugar videojuegos con un... amigo? —dije no muy segura.
Se escuchó el típico sonido de derrota en los videojuegos y él colocó toda su atención en mí. Sacó una pequeña sonrisa de lado y asintió con la cabeza.
—Gracias.
Subí hasta el tercer piso y busqué la habitación 351. Al final, cuando la encontré, solo tuve que tocar la puerta una vez para que esta se abriera.
—Pasa y no toques nada que veas que sea importante.
Claro, como no podría haberlo considerado. La única persona que me enviaría una carta así de rara sería Winn. Me llevé una gran sorpresa al ver el cuarto extremadamente ordenado. Normalmente cuando entras al cuarto de un adolescente hombre, puedes encontrar hasta ratas dentro.
—Oigan, hay una chica aquí así que comportense.
—¿Una chica? —expresó uno levantando la cabeza. Estaba echado en el sofá pero de un salto se levantó y con una sonrisa se acercó hasta mí —. Hola, ¿te han dicho que eres una chica muy hermosa?
—Amm.. ¿qué?
—Oh, debes estar un poco confundida. Soy Tom, el más inteligente de aqui. Dime, ¿alguna vez has escuchado sobre el electromagnetismo?
—¿Debería decirle? —le susurré a Winn para que solo él me escuchara.
—¿Qué estás con Lena? No, quiero disfrutar esto.
—¿Qué dices si vamos al cine? —inquirió Tom acercándose más a mí.
—Uh... suena ¿interesante?
—Entonces, ¿lo estás pensando?
—Oh, no creo ser capaz de dejar de pensarlo y darte una respuesta —repliqué dándole unos pequeños golpes en el hombro.
Él frunció el ceño y yo miré a Winn.
—Ok, vete Tom y calma tus hormonas. Esto no es de tu incumbencia. Lo siento, por su actitud, es solo que... no es muy bueno con las chicas.
—¿Y acaso tú lo eres?
—Actuaré como si no escuché eso.
Winn se sentó en su escritorio donde habían dos laptops. De un cajón sacó una carta igual a la que me entregaron a mí.
—Te llamaron...
—Conoces la carta, así que a ti también.
—No comprendo, ¿por qué me dijiste que venga?
—Muy bien, se supone que ahora nuestro trabajo es investigar casos menores. Cómo sabes, crearon este proyecto por los acontecimientos del internado. Obviamente, antes no le iban a prestar atención a un nerd de 16 años, pero ahora sí. Y es que, sospecho que la venta de armas no ha terminado.
—¿Cómo puedes probarlo?
Él sonrió de lado y comenzó a teclear con rapidez en una de las laptops. En la pantalla salían varios códigos que yo no entendía.
—Lo que he hecho... no es muy legal ¿de acuerdo? Hace unos años estaba aburrido y logré hackear la policía de National City. Y al parecer, la venta ilegal de armas en el internado, solo es una parte de la historia.
—¿Cómo así?
—Esta cosa lleva como 20 años. Por lo que he podido investigar, la venta más grande que trataron de hacer. Y digo trataron porque nunca logró hacerse. Era transportar 10 maletas llenas de pistolas y 3 maletas con pólvora.
—¿Por qué no se logró?
—Eso es lo más interesante, mi querida Kara. En las noticias sale como un accidente, en la policía no. Dice que alguien fue el causante que el avión cayese, ¿quién? No lo sé. No he logrado llegar a esa clase de información. No muestran mucho sobre el avión, solo que era el vuelo... 621-B y que se dirigía a Metrópolis, pero no es nada importante.
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