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24

   Los golpes en la puerta hizo que me despertara al instante. Lena se movió un poco de su sitio, pero siguió durmiendo. Sonrei al verla así, se veía  tan tierna. Tocaron nuevamente la puerta y yo maldecí en voz baja.

   —Deja que sigan tocando—susurró Lena con los ojos cerrados.

   —Es que puede ser Maggie —explique.

   Lena suspiró y yo me senté en la cama. Me acerqué a Lena y posé mis labios en los suyos. Ella sonrió, pero tocaron otra vez.

—Después terminaré esto —susurré en su oído.

   Con cuidado me levanté para colocarme las zapatillas. Saque mi celular y vi que tenia un mensaje de Alex, pero no era nada importante. Tocaron nuevamente la puerta.

   —Espera un momento—exclamé.

   Pero me sobresalté cuando golpearon más fuerte y el seguro de la puerta se rompió. Entró un policía con una pistola en la mano. No se si fue por instinto o fue lo único que supe hacer en el momento, pero antes que el policía pudiera verme. Le mandé un mensaje a Alex pidiendo ayuda y rápidamente la borré de mis contactos.

   —¡Quedense quietas y no se muevan!—gritó el policía.

   Lena se levantó de la cama lentamente y caminó hasta mi lado. Ingresaron dos policías más. Una llevaba un uniforme azul y el otro uno negro. Recién me había dado cuenta que el primer policía que había entrado, además de notarse con experiencia, llevaba la placa de policía de National City. Haber, pensemos, ¿qué es lo único que ha estado investigando la policía de esta ciudad? Algo estaba yendo mal.

   —¡Coloquen las manos en su nuca, ya!—dijo una policía.

   Lena y yo les hicimos caso. El tercer policía le colocó unas esposas a mi chica y la policía a mí.

   —Un momento, ¿que rayos está pasando?— preguntó Lena.

   —En este momento se encuentran bajo arresto por la unidad de policía de National City. Tienen derecho a permanecer calladas, cualquier cosa que digan puede ser usada en su contra. Tienen derecho a una llamada y a un abogado en tal caso que no tengan dinero para contratar uno privado, el estado les suministrara uno gratuito—informó el policía con uniforme negro.  

   —¡¿De que hablan?! —exclamé molesta —¡No hemos hecho nada!

   Ellos no nos prestaron atención y nos sacaron a fuerzas de la habitación. Al menos estaba un poco aliviada. Era obvio que iban a revisar nuestros celulares, pero ahora que he borrado a Alex de los contactos, no pueden ver nuestras conversaciones y saber qué soy realmente. Aunque igual tenía un temor en mis adentros: Las pruebas de identidad. Revisar tus huellas, extraer sangre, todo lo que fuera necesario, era malo para mí. Lo único que podía hacer, era esperar que nos declaren inocentes antes que comience ese procedimiento.

   Cuando estábamos bajando las escaleras, me sorprendí al notar que no eramos las únicas quienes tenían el mismo problema. Taylor, Carla y Annie estaban también esposadas. Nos llevaron hasta afuera del internado y nos subieron en unos autos. Cada una en una patrulla diferente y un policía dentro.

   Esperé casi por treinta minutos hasta que vi por la ventana, como también subían a Maggie en un auto. Al parecer la estaban buscando, porque ella no estaba en la habitación. Las patrullas comenzaron a moverse. En mi mente solo estaba la idea que deben haber dejado de confiar en Lena y además de atraparla a ella, han decidido llevar a la comisaria a sus compañeros más cercanos.

   Llegamos en un instante hasta la comisaria. Un policía abrió la puerta y me sacó de ahí. Yo solo bajé la cabeza para que la gente curiosa que había alrededor no me vea. Revisaron si no poseía nada "peligroso" y me trasladaron hasta un cuarto.

    —¿Tú también? 

   Voltee y vi a Taylor con los brazos cruzados. En realidad, todos los de la cabaña estaban aquí.

    —Pues claro que ella tiene que estar aquí —exclamó Carla, mientras se acercaba de forma agresiva a mí—. ¡¿Qué mierda hiciste?! ¡Ahora todos estamos metidos en esto!

   —Yo no he hecho nada—me defendí—. Es más, estaba pensando que ustedes lo supieran.

   —Nadie de nosotros fue, deja de hacerte la inocente —gruñó Carla y me arrinconó en la pared.

   Sentí que me hizo presión y yo la empuje. Maggie tuvo que ponerse entre las dos para no matarnos.

   —Muy bien, detenganse. Así no vamos a lograr nada —estableció —. Esperaremos a que la policía nos explique qué está sucediendo.

   Fui a una esquina, lo más alejada posible de Carla, y me senté en el suelo. Lena se acercó y se colocó al lado mío.

   —No te preocupes, no debe ser nada malo —dijo Lena en voz baja cerca a mí.

   —Claro, entran a nuestro cuarto con armas y no es nada malo —repliqué con el ceño fruncido.

   Lena me besó en la mejilla y rodeó sus brazos en mí.

   La puerta se abrió y entró un policía con una mochila roja. Él cerró la puerta y se sacó sus lentes de sol. Nos dio a todos un rápido vistazo y levantó la mochila.

    —Las tenemos a ustedes reunidas aquí porque necesitamos saber de quién es esta mochila  —dijo el policía con una voz amable.

    —Espera, ¿por qué pregunta eso? ¿Nos han encerrado aquí por una tonta mochila?—se inquietó Maggie.

Yo me levanté y Lena tomó mi mano. Negué con la cabeza y me acerqué a Maggie. La tomé del brazo y ella me miró confundida. Di unos pasos hacia al frente y levanté la cabeza.

   —Es mía, ¿cual es el problema?

   —Esta mochila fue encontrada en su cabaña llena de balas de la misma arma que fue utilizada hace dos días.

   Fruncí el ceño sin entender nada. Recuerdo que me quedé en el hospital con Lena hasta que Sacha nos regresó al internado. Nunca más regresé al campamento, así que no tuve la oportunidad de recoger mi mochila.

   —Yo no puse las balas de ahí —objeté.

   —Pero es tuya. Sabes que mentirle a la ley es delito ¿Por qué tenías balas y cual era tu propósito para dejarla en el campamento? ¿Acaso esperabas que otro estudiante lo recogiera?

   —Claro que no. ¡Yo nunca haría eso! A-alguien las debe haber puesto ahí.

   —¿Así? ¿Cómo quién?

   Voltee la cabeza y todas observaron a Carla. Ella levantó la vista y nos miró con el ceño fruncido.

   —Dejen de pensar estupideces. Podré odiar a Kara, pero yo no fui —se quejó ella.

   Tenía razón. En realidad, nadie sería capaz de hacer eso. Lena ya me demostró que ella trabaja para el bien. Maggie... es imposible que haga eso. Mi relación con Taylor puede haber bajado un poco, pero igual ella es una buena persona. Carla... bueno ella ya lo dijo antes: no debo pensar en estupideces. La última que queda es Annie, pero ella es igual de amable que Lena. Nadie de la cabaña puede haberlo hecho.

   —Emma —susurré en voz baja.

   Ella lo debe haber hecho. Después que se escucharan los disparos, nunca más volví a verla. Ni siquiera en el internado me he cruzado con ella.

   —Creo que sé quién fue, pero no estoy segura —dije, bajando la cabeza —. Hay una chica que se llama Emma.

   —¿Esa no es la del autobús? —cuestionó Annie.

   —Sí, esa misma —respondí.

   —¿Por qué sospechas de ella? —preguntó el policía.

   —Cuando estaba en el campamento, logré escuchar que ella estaba hablando algo sobre un tal Derek. Luego me enteré que él fue el causante de los disparos. No quería decircelo a nadie por qué no estaba segura. Es decir, tal vez no es ella.

   —Si es así, llamaré al internado para que traigan a Emma. Les haremos exámenes de ADN y huellas dactilares a las dos y así podremos saber quién colocó las balas —explicó el policía.

   —¿Qué van a hacer qué?

   ¡Mierda! ¡Soy una estúpida! Había olvidado que para comprobar algo debían sacarme sangre y una prueba de mis huellas. ¿Ahora que voy a hacer?

   —¿No hay otra forma? Uh...¿no hay cámaras en la cabaña? —preguntó Maggie al darse cuenta de los apuros en los que me encontraba.

   La puerta se abrió nuevamente y entró otro policía. Estaba tan preocupada en lo que me iban a hacer qué no tuve tiempo para escuchar lo que se susurraban entre ellos.

   Los policías me miraron y yo tragué saliva. Sin decir nada, me esposaron.

   —¿Y ahora por qué? —dijo está vez Lena de una forma brusca.

   —Hemos hallado algo más y es necesario hacer un interrogatorio.

   Miré a Lena y le saqué una pequeña sonrisa para que se tranquilizara. Me sacaron de ahí y comenzamos a caminar por varios pasillos, hasta que llegamos a otro cuarto.

   En la puerta había un policía con un arma, este me dejó pasar y adentro solo había una mesa con dos sillas. Me senté en una y el policía que había venido con la mochila se sentó en la otra.

   Yo movía mis dedos inquieta y miraba hacia todos lados. El silencio se interrumpió cuando él colocó una hoja arrugada en la mesa. El policía me miró y yo tomé con miedo el papel. Al abrirlo, vi la maldita lista que encontré hace meses. La tinta estaba un poco resbalaba porque se había mojado, pero igualmente se podían leer muy bien los nombres.

   —Podríamos comenzar hablando de esto —indicó —. Lo encontramos entre tus libros escolares. ¿Por qué hiciste esa lista?

   —Yo no la hice —respondí rápidamente —. Se le cayó a un profesor y yo lo recogí.

   —Y ¿por qué lo tenías guardado?

   —Yo... no lo sé. Me pareció raro porque no solo tiene nombre de alumnos, sino también de profesores y de mi hermana. Que es una ex alumna de hace 2 años.

   —¿Sábes por qué el nombre de Taylor, Lena y Alex están encerrados?

   Negué rápidamente con la cabeza. Me estuve preguntando muchas veces lo mismo que dijo el policía. ¿Por qué esa hoja la tenía el profesor? ¿Él la escribió? Y si lo hizo, ¿por qué hay tres nombres rodeados?

   —Mire, tal vez ustedes crean que yo hice algo malo. Pero en realidad estoy de su lado. Estoy cansada de esta estúpida venta de armas. Hace dos días, le dispararon a mi... novia. Sí... novia. Quiero que esto termine ya —aclaré y me crucé de brazos —. Y lamento decirles que ustedes están haciendo pésimo su trabajo. ¿Cómo es posible que hayan pasado tres años y un grupo de alumnos sean más inteligentes que ustedes y no puedan atraparlos?

   El policía se tocó el mentón mientras me miraba. Tal vez me pasé un poco. Él sacó una pequeña sonrisa de lado y se acomodó en su silla.

   —¿Qué crees que podríamos hacer? —preguntó.

   —Uh... yo —. Me aclaré la garganta —. Primero, deberían comenzar a descartar gente. Es una perdida de tiempo, seguir investigando a estudiantes que obviamente son inocentes. En esto, el tiempo es más valioso porque cada vez, más y más estudiantes se están llendo a la cárcel. Es decir, es obvio que para hacer toda esta movida, debe ser alguien muy inteligente. Si la venta comenzó hace tres años, tiene que ser un alumno que esté desde hace mucho tiempo. Y es obvio que no debe de ser solo una persona. Es posible que sean estudiantes de misma habitación. Deben esconderse con facilidad y no podrían hacerlo si viven con otros alumnos que no tienen nada que ver en su plan.

   —Me estás diciendo que deben ser estudiantes que han estado más de tres años, ¿cómo pueden estar en la misma habitación por años consecutivos?

   —¿Sabe? A los jóvenes se nos hace muy fácil manipular las computadoras. Con un poco de conocimiento, fácilmente pueden haber hackeado el sistema de organización en el internado. O tal vez, los mismos profesores los colocan así.

   —Entonces, ¿pueden haber profesores que también estén metidos en esto?

   —Posiblemente...

   El policía rió y yo lo miré confundido.

   —Al parecer la Luthor tuvo razón nuevamente.

   —¿P-perdón?

   —Yo fui con ella en la patrulla. Me contó que a Maggie Sawyer, a Alex Danvers y a tí, les contó que trabajaba para nosotros. Decidí explicarle en el problema que estabas metida y ella me aseguró que tú eras inocente, pero igualmente debía hacerte el interrogatorio. Al final, como siempre, Lena nunca falla en sus teorías.

   —E-entonces, ¿soy inocente? ¿No me harán los exámenes? —pregunté esperanzada.

   —Lo lamento, pero eso es parte del protocolo. Eres inocente, así que no debes preocuparte en nada. Nos has ayudado mucho. Lena no sabía sobre la información que tenías de Emma y las teorías que me has dado —. Él se levantó de la silla y caminó hasta la puerta —. La siguiente vez, necesito que nos digas cuándo descubras algo importante.

   Me paré y el policía poso su mano en mi hombro. Bueno, al menos no me va a esposar de nuevo.

   Pero aún no tenía escapatoria. Me llevaron hasta la enfermería y una chica de apariencia de 18 me llevó hasta una silla. Sentía que el sudor corría mi espalda por los nervios.

   —Muy bien, esto será rápido. Así que tranquila —dijo ella y yo asentí dudosa.

   Tomó una pequeña máquina en forma de cubo. Agarró mi mano y colocó con cuidado mis dedos en la parte táctil. Se vieron unas luces azules y esta llevo llevó los resultados a una computadora.

   Mientras se imprimía la hoja con mis huellas, la enfermera tomó la aguja. De acuerdo, hasta aquí llegó mi vida. El estado me capturará como una alienígena y me abrirán para investigar mis órganos. A menos que golpee a la enfermera y me vaya corriendo.

   Ella me amarró algo en el brazo con mucha fuerza. Tomó una aguja y yo la miré con miedo. Sentí un pequeño mareo, supongo por la preocupación. La enfermera se acercó a mí y yo miré hacia otro lado, ya planeando como escapar del país.

   Pero lo que sucedió me sorprendió. Sentí un dolor infernal en el brazo y giré la cabeza confundida. La aguja entró en mi brazo y comenzó a extraer sangre. Apreté los dientes cuando sentí que mi brazo quemaba. Nunca había tenido un dolor tan grande como este. Realmente no entendía lo que estaba sucediendo.

   Después de varios segundos que parecieron horas, sacó la aguja y guardó la sangre. Yo suspiré y cerré los ojos porque el dolor aún no se iba.

   —Ten, come un poco —dijo, dándome unas galletas —. Yo debo irme, así que cuando termines, ya puedes retirarte.

   Yo asentí con la cabeza y ella se fue. Le di un pequeño mordisco a la galleta y al instante sentí nauseas. Por suerte, había un baño al lado. Me paré de golpe y tuve que agarrarme de la silla para no caerme. Caminé lentamente hasta el baño y al instante que entré, arrojé todo lo que había comido en el día.

   Me lavé la boca como pude y cuando salí, Maggie estaba ahí.

   —Ven, es hora de irnos —dijo, acercándose a mí.

   —¿Qué rayos me está pasando? No me siento bien —susurré. Ella me tomó del brazo.

   —Te lo explicaré luego.

   —¿Dónde está Lena?

   Pensaba más en ella que en la condición que me encontraba. Es posible que estén trayendo a Emma y si se entera que por culpa de Lena, Derek está en la cárcel, se irá contra ella. Y Lena no está en condiciones para defenderse.

   —Me dijo que se iba a quedar un rato más aquí. No te preocupes por ella, debemos llegar a nuestra habitación.

   Asentí con la cabeza y la apoyé en el hombro de Maggie para descansar. Después de eso, estaba media despierta y media dormida... o muerta. Realmente no encontraba la diferencia.

   Abrí un poco los ojos cuando escuché las llaves de Maggie. La puerta se abrió y senti otros brazos que me tomaron del torso.

   —No creí que le iba a ir tan mal —comento... ¿Alex?

   Giré la cabeza hacia donde había escuchado su voz y ella estaba ahí. Crei que no iba a venir porque tal vez se lo había tomado a broma mi pedido de ayuda.

   —Bueno, como me lo contaste antes, es su primera vez. Así que no sabíamos cómo iba a ser la primer reacción —aclaró Maggie —. Logré cambiar las muestras, así que no debemos preocuparnos de nada.

   —¿De qué rayos hablan? —musité, mientras sentía que me echaban en el sofá.

   —Tu hermana, te acaba de salvar tu trasero alienígena —explicó Maggie —. Me llamó y logre hablar con ella antes que me encontrará la policía. Por unos rumores, escuché que a Lena y a tí se las estaban llevando a la comisaría. Así que ideamos un plan.

   —Kara, ¿recuerdas cómo mamá te creó una identificación falsa? —preguntó Alex y yo asentí con la cabeza.

   Eliza había creado unas huellas especialmente para mí y en el momento que fuimos a crearme una identificación, entrego esas. También recuerdo que el primer día que llegue a su casa, aún mis poderes no habían surgido, así que aprovechó el momento y me extrayó un poco de sangre para modificarla a humana si se necesitaba en algún momento.

   —Pues, rebuscando mucho en su laboratorio. Encontré unas muestras de huellas que sobraban y también..., esto no se lo vayas a decir a mamá porque sino me mata, agarré un poco de Kryptonita y unas muestras de tu sangre.

   —¿Qué es eso?

   —La Kryptonita es un mineral de Krypton. Tu primo y tú son muy vulnerables a esto. Es capaz de matarlos. Tomé un poco y entré a escondidas a la comisaría. Tuviste mucha suerte, Kara, solo logré cubrir algunas agujas con Kryptonita. Y como te veo, te tocó una con esa. Luego, esperé que Maggie saliera libre y les di las muestras de huellas y sangre. Cuando ella fue a recogerte, las cambio. Y aquí están las originales.

   Levantó una bolsa donde habia un papel con mis resultados. Maggie y Alex chocaron puño y rieron.

   —Somos las mejores —celebró Maggie.

   —Chicas... en serio... gracias —dije ya sintiendome cansada.

   —Es mejor que duermas un poco, se está haciendo de noche así que no esperes que el sol te vaya a ayudar por un buen tiempo —indicó Alex —. Es mejor que me vaya. Mi mamá me matará si sabe que me vine hasta National City. Maggie, te la dejo en tu responsabilidad.

   —Claro, Danvers. Por cierto, ¿te conté que antes encontré a tu hermana casi teniendo sexo con Lena? —dijo con una sonrisa pícara.

   —¿Qué? ¿D-de que hablas? ¡Maggie! —exclamé.

   Se basaron y tuve que taparme los ojos por el asco. Ellas rieron y yo sonreí. De la que me acaban de salvar...

   Al cerrar los ojos, recuerdos de Lena vinieron a mi mente para tener bellos sueños. Saqué una pequeña sonrisa de lado al pensar lo que dijo Maggie. No estaría nada mal hacer sexo con Lena Luthor.

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