12
—Y... listo — dijo Lena con una pequeña sonrisa —. Ahora es mejor que descanses.
—Gracias, Lena — le agradecí lo más sincera posible.
—Para eso están las amigas, ¿no?
«Amigas» Esa palabra resonaba una y otra vez en mi cabeza pero nunca estaba satisfecha. Nunca pude llegar a ver a Lena como una amiga. Pero tampoco la veía como una compañera. Era algo más... algo que no era fácil de explicar y que yo aún no llego a entender.
Lena se levantó de una forma inexplicable y podría decir casi seductora. Yo la veía con atención como guardaba su botiquín debajo de su cama. Sentí un extraño calor viajar por todo mi cuerpo. Un calor que me gustaba y nunca había sentido. Se retenia por mucho tiempo en mi estómago y luego subía a mis mejillas.
Lena Luthor, ¿qué cosas me estás haciendo pensar? ¿Acaso esto es normal? Luego tengo que hablar con Alex sobre esto. Ella debe saber lo que me está pasando.
—En serio me diste un gran susto, Kara —dijo Lena, mientras se sentaba al lado mío.
—Tuve suerte de que me vieras.
—Al principio no hice nada. Pensé que había visto mal. Tal vez si hubiera llegado más rápido, tú no estarías así —dijo Lena triste.
—No te culpes por eso. Tú no sabías lo que ellos me iban a hacer.
—Son unos estúpidos. No dejaré que nadie más te toque.
—Es muy raro que eso suene de tí.
—¿Por qué dices eso? —preguntó frunciendo el entrecejo.
—No lo sé. Tú siempre estás, ¿cómo explicarlo? ....¡Así! —le señalé el rostro —Sí, justo así.
Lena tenía la boca recta y me veía con los ojos entrecerrados. Sabía que lo estaba haciendo de broma porque sus ojos verde esmeralda brillaban como siempre. Yo sonreí y ella hizo lo mismo. Sus oyuelos se marcaron e inclinó su cabeza hacía un lado.
En ese momento, mis mejillas se pusieron rojas y bajé la mirada cuando recordé que estaba sin polo. Si alguien entrara en este momento a la habitación, podrían pensar otra cosa.
—Creo que deberíais ir al ajedrez.
—Ya te dije que me quedaré contigo.
—Estaré bien. Solo voy a descansar—. Lena me vio dudosa —Tranquila, no voy a hacer ninguna tontería.
—¿Me lo prometes?
Sonreí de lado y le dejé un pequeño, pero dulce beso en la mejilla. Lena me miró sorprendida y yo me levanté del sofá para ir a mi cama. ¿De dónde rayos salió esa Kara Danvers tan confiada?
—Espera, no te esfuerces tanto. Duerme en mí cama.
Yo la miré anonadada. Por todo este tiempo, Maggie y yo nos hemos esforzado para mantener un espacio personal con Lena. Y ahora me dice que descanse en su cama. En su cama... donde ella duerme y las sábanas están impregnadas con su magnífico olor.
—¿En... tú cama? ¿Estás segura?
—No vas a subir el camarote. Puedes caerte y quedarás más destruida de lo qué estás.
—Si tú lo dices.
Tomé una blusa y me lo coloqué con cuidado. Ardía mucho cuando la tela rosaba mis heridas, pero ya era tiempo de cubrirme. Levanté con delicadeza las mantas de la cama de Lena. Me recosté y respiré hondo la almohada.
—Descansa, Kara —dijo Lena.
—Oye, ¿crees que algún día... —. Ella levantó una ceja —... podamos salir a comer algo?
—Podría decirle a la cocinera que haga algo especial para nosotros.
—No, no me refiero. Podríamos escaparnos un rato del internado e ir a la ciudad.
—¿Kara Danvers quiere romper las reglas?
—¿Lena Luthor quiere que sea una chica buena?
—Ok, me atrapaste. ¿Qué tal... el domingo?
—El domingo será. ¡Ah! y buena suerte en el ajedrez, aunque igualmente sé que no lo necesitas —dije, para luego cerrar los ojos.
Después de eso fue calma y tranquilidad. No escuché la puerta cerrarse así que ella aún seguía ahí. Estaba casi dormida, pero igualmente pude sentir los cálidos labios de Lena en mi mejilla.
El camino a casa fue en silencio y tensión. Alex me observaba todo el tiempo y Eliza solo mantenía la mirada en la pista. Esto estaba mal, estaba muy mal.
Estacionó al lado del jardín y Alex bajó rápidamente. Mamá hizo lo mismo, pero yo me quedé en el auto. No quería salir porque sabía lo que iba a suceder. Eliza me había renegado algunas veces, pero esta vez, ella estaba muy molesta.
Unos golpes en la ventana se escucharon y yo voltee la cabeza. Alex estaba con una sonrisa de lado. No comprendo como ella podía tener tanta calma. He visto peleas entre Alex y Eliza mejores que los enfrentamientos de Superman.
—Yo te voy a apollar, Kara. Sé que Carla te ha jodido por años y estoy muy de acuerdo que hayas hecho eso. Tal vez... te excediste un poco—. Reí sarcásticamente —. Vamos, baja del auto.
Abrí la puerta con una la mano temblorosa, pero al estar junto a Alex, me sentía más segura. Parecía como si mi hermana sea un ángel guardián. Entramos a la casa y vimos a Eliza que estaba sentada en uno de los sofás.
Yo suspiré y me senté en el sofá más lejos posible. Alex se colocó al lado mío.
—¿Entiendes lo que acabas de hacer, no? —preguntó casi tranquila. Parecía como una bomba que en cualquier momento iba a explotar.
Me queden callada, sentía que si decía algo, lo iba a arruinar más.
—Le rompiste la nariz y un brazo a una alumna —. Levantó un poco la voz —. Kara, ¿entiendes lo grave que es esto?
—Yo no veo le veo el problema —susurré.
—¿De qué estás hablando, Kara?
—Que no le veo el problema haberle golpeado a alguien que me ha molestado por tres años —dije con la voz rota —.¿Sabes lo doloroso que es escuchar todos los días que tus padres están muertos, que nadie te quiere, que estás sola? ¿Crees que es fácil ignorarlos?
—Mamá —habló Alex muy tranquila — yo creo que deberías...
—No, ya sé que voy a hacer —interrumpió Eliza —. El siguiente año irás al Internado.
—¿Mamá que haces?
—Hablé con el director y te dejará terminar este año, pero el siguiente no serás permitida —dijo Eliza viéndome a los ojos —. Creo que la mejor opción es que vayas al mismo internado que tu hermana.
—Mamá, he estado ahí por un año. Kara no puede ir. No... no es el lugar indicado.
—Alex yo soy la que está a cargo de Kara y yo voy a decidir lo mejor para ella. Lo siento, Kara, pero irás al internado.
Eliza se levantó y se retiró de la sala. Alex me miró y yo bajé la cabeza. Colocó su mano en mi hombro y susurró:
—Lo siento... No pude hacer nada más.
Abrí los ojos para terminar ese recuerdo. Ese horrible recuerdo. Me levanté de la cama y acaricié las sábanas, eran tan suaves y dulces como ella. Caminé hasta la mesa y tomé mi celular para marcar el número de mi Alex. Al instante, ella contestó.
—Hermana, ¿qué me cuentas? —saludó Alex muy contenta.
—Hola Alex, oye ¿puedes darme un poco de tu tiempo?
—Todo lo que necesites.
Me senté en el sofá y traté de ordenar mis ideas. Habían cosas que obviamente no iba a mencionar.
—Bueno... No sé si en Midvale estará bien el clima, pero aquí está lloviendo. Y acabo de enterarme que no tengo mis poderes.
—¿Cómo así?
Por un momento pensé en decirle lo que había realmente sucedido. Pero ya me imaginaba a Alex viniendo como una loca al internado para darle una paliza al ex novio de Maggie.
—Am... Choqué con un compañero al caminar y no le rompí ningún hueso.
—Es un poco raro lo que te ha pasado. No recuerdo haber escuchado a mamá mencionar que tu primo pierda sus poderes. Tal vez es por el cambio de clima. En Midvale siempre hace calor y tu cuerpo estaba acostumbrado a ese entorno.
—Puede ser, ya me estoy sintiendo mucho mejor —dije, mientras levantaba un poco mi blusa y podía ver como las heridas cerraban lentamente.
—¿Hay algo más que quieras contarme? ¿Algo sobre esa tal chica que me hablaste hace unas semanas?
—¿Qué insinuas?
—Kara, te conozco lo suficiente para saber cuando me escondes algo. Vamos, cuéntale todo a Alex.
—Hoy yo... —suspiré —. Yo la invite a salir el domingo.
—No creo que puedan hacer mucho dentro del internado, pero pueden arreglarlo.
—En verdad estábamos pensando escapar del internado e ir a la ciudad —mencioné nerviosa. Alex se quedó callada por unos segundos.
—¡Perfecto! Kara, por fin te estás soltando y estás dejando de ser esa chica aburrida y aguafiestas.
—¿Perdón?
—Maggie y yo íbamos a la ciudad todo el tiempo. Si son rápidas, nadie se dará cuenta. Así que deben besarse con prisa.
—¡No va a ser una cita! Solo vamos a salir como amigas.
—Como digas... Tengo que irme. Suerte con tu maravillosa cita.
—¡Que no es una...!
Alex colgó antes que pueda terminar de hablar. Miré la hora y aún faltaba una hora para que Maggie y Lena regresaran. Así que decidí avanzar con mis estudios, pero en ese momento me acordé que la maleta se había quedado afuera.
Busqué en toda la habitación para verificar que Lena no la había traído. Finalmente, al no encontrarla, tomé mis llaves y salí del cuarto. Aún seguía lloviendo, pero yo me sentía mucho mejor. Ahora si alguien quería darme una paliza, no iba a terminar muy bien.
Llegué hasta la parte trasera de la "Zona A" y haye mi mochila tirada en el suelo y mojada. El pánico me invadió y busqué las hojas de Sacha, pero era muy tarde; estaban tan mojadas que las letras se habían vuelto manchas negras y la hoja se rompía cuando trataba de agarrarla.
¡Maldición! ¿Qué le diré a Sacha? Le prometí que le iba a regresar las fichas. Además, ahora no tengo las pruebas. No tengo nada de información sobre las antiguas ventas de armas. Así que no puedo probar que Lena es culpable... como tampoco puedo probar que es inocente.
Ahora que lo pienso mejor: ¿Lena no se dio cuenta de mi mochila? O solamente estaba centrada en mí. ¿Y si vio las hojas y al leerlas decidió dejarlas tiradas? No, yo conozco a Lena. Ya habría notado que algo estaba pasando con ella.
Aún no tenía las suficientes energías para ir a practicar Artes Marciales. Así que decidí ir a ver a Lena jugar ajedrez. Lo sé, lo sé. Es un poco raro en algún lugar de mi cerebro sea consciente que Lena puede ser la causante de las ventas de armas, pero hay una fuerza más grande que me insiste a estar con ella.
Mientras iba al colegio, pensaba lo que había dicho Alex. Lo que vamos a hacer Lena y yo solo será una salida de amigas. ¿Y si Lena pensó igual que Alex? Porque entre las dos no hay muchas diferencia.
Abrí la puerta de la clase de ajedrez y todos estaban callados, concentrados en sus partidas. A la derecha estaba Taylor que se quejó cuando le hicieron jaque mate. En la otra esquina, Lena jugaba con otra persona que no le podía ver la cara.
Me acerqué a ella con una sonrisa, pero igualmente manteniendo un espacio prudente. Lena sólo me miró de reojo y continuó con su juego. Algo estaba mal, su mandíbula estaba recta y sus ojos miraban cada parte de la tabla. Su contrincante estaba con una capucha, pero podía notar que aveces se acercaba un poco a Lena para susurrarle algo.
Después de varias jugadas ingeniosas y pérdidas tontas, Lena ganó con solo cuatro piezas. El otro se quitó la capucha y mi cara de asombro no tenía precio. Winn se levantó del asiento y yo caminé hasta ellos rápidamente. Lena también se paró y se estaba dirigiendo a la salida.
—Lena, espera. ¿A dónde vas?
—Tengo que hacer unas cosas —respondió cortante.
—Y ahí se va la culpable —dijo Winn vacilante y con los brazos cruzados.
—¿Qué rayos le dijiste? —le pregunté molesta —. Y, ¿qué haces aquí?
—Cuando arrestaron a Katie, me cambié a voley. Luego, esperé a que tú te vayas a Artes Marciales y nuevamente me cambié a ajedrez.
—¿Cómo sabías que yo hacía ajedrez?
—¿Sabes? Cuando la gente conversa, no se dan cuenta que hay personas alrededor escuchando.
—¿Me estuviste espiando? ¿Qué te pasa? ¿Tú viniste a ajedrez solo para espiar a Lena?
—Vamos, Kara. Hay que ser realistas. Todas las pruebas dicen que Lena es culpable.
—¿Qué hacías esa noche en la parte trasera del colegio?
—Lo mismo que tú.
—Yo la estaba buscando para que regrese a su habitación.
Winn rió y caminó hasta otra mesa donde un estudiante esperaba a un contricante. Volteó un poco la cabeza y me miró de reojo.
—Kara, ¿realmente estabas ahí por eso?
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro