Noche
—¿Durmió bien?
Superman observó el techo de la habitación. Era amplio y de colores oscuros, además de ser ajeno.
Ese lugar no era su pequeño departamento.
Se enderezó fingiendo una tranquilidad que no sentía. Se sentó y recargo su espalda en la cabecera.
Bruce Wayne le sonrió seductor y burdo desde los pies de la cama.
—Señor Wayne. —Clark no entendía que hacía ahí, en la casa del empresario, específicamente en su cama— ¿Qué fue lo que...?
—¿De verdad quiere saber? —El multimillonario, ya vestido con un elegante pantalón y una camisa blanca, rodeo la cama para quedar cerca del héroe. Clark pudo apreciar como su cuello tenía marcas de mordidas y visibles chupetones.
Kal-El sintió que el alma se le salía del cuerpo.
Recuerdos de la noche anterior llegaron a su cabeza. Un crimen, Bruce Wayne involucrado, él salvandolo, y finalmente, él en la casa del filántropo siendo besado por este.
—Tiene que ser un sueño.
—Me halaga que lo piense. —El hombre se subió encima de él y lo vio analizar sus músculos—. Pero no lo es.
Superman quedó embelesado ante el rostro del empresario. Era atractivo, sensual, elegante.
—Señor Wayne. —Susurró mirando fijamente los labios de Bruce.
—Fue una grata experiencia. —Wayne paso sus manos por el bien formado pecho, causando que Kent se estremeciera—. Siempre fantacie con esto. —Bruce corto la distancia que lo separaba de los labios del contrario y beso con sensualidad, con pausas, tentando al héroe—. Me preguntaba cómo sería tener sexo con el hombre de acero.
Clark salió de su trance en cuanto escucho las palabras del multimillonario. Nervioso, salto de la cama dejando a Bruce en ella y se vistió con el traje de Superman.
—Lo siento, señor Wayne. —Kent lo miro con vergüenza—. Esto no debió pasar.
El filántropo no dijo nada. Dejó que el hombre de ojos claros se fuera de la gran mansión.
—¿Se ha ido el señor Kent? —Alfred entró a la habitación con paso elegante, dejando dos tazas de té.
—Si, Alfred. —Bruce volvió a su rostro inexpresivo.
Miró por la ventana –lugar por donde salió el super hombre–, se sentó recto y recordo la noche anterior.
Aun sentía las caricias bruscas y apasionadas de Clark.
—Creo que es descortés de su parte saber la identidad del señor Kent y que él no sepa la suya. —Dijo el mayordomo con un ligero tono de reproche matizandolo perfectamente con uno indiferente.
Wayne lo sabía, pero no arriesgaría nada por tontos modales.
—¿Se arreglará la ropa que te di en la mañana? —Preguntó desviando el tema.
—Imposible, señor. —Alfred se retiró dejando a un avergonzado Bruce.
Pero el filántropo era lo bastante orgulloso como para demostrarlo.
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