Bruce Wayne se había convertido en la Lois Lane de Superman; o eso es lo que decían los periódicos.

Todo mundo estaba loco por tal noticia. ¿Superman enamorado de Bruce Wayne?, ¿de ese hombre mimado y sin cerebro?

Superman debía estar demente.

—Amo Bruce. —Alfred miro más de cinco periódicos en el suelo.

—Tiralos. —Bruce miraba por las grandes ventanas de su mansión.

—Así lo haré, amo Bruce. —El mayordomo tomó los papeles y los leyó. Superman estaba en el centro con esa sonrisa encantadora.

Son decir palabra alguna, Alfred salió de la habitación. Era mejor no importunar al empresario; necesitaba pensar.

Bruce soltó lentamente el aire retenido. Su cabeza giraba y giraba entorno a esas absurdas palabras. ¿Superman enamorado?

No tenía sentido.

—Piensa demasiado alto, señor Wayne. —Cuando Bruce abrió los ojos, Superman ya se encontraba detrás de él con una suave sonrisa.

—Y usted se entrome en mis pensamientos. —Wayne volteo con una sonrisa despreocupada—. Superman, un placer tenerlo en mi humilde hogar.

Los ojos del héroe brillaron al ver al empresario. Bruce se sintio intimidado. Superman no tenía que estar enamorado.

—Señor Wayne. —El hombre camino hasta quedar a centímetros del millonario—. Tenía que asegurarme que estaba bien para poder dormir en calma.

—Oh, Superman. —Bruce tocó juguetonamente el pecho de Kal-El y se obligó a reír tontamente—. Me halaga ser el centro de su atención. —Con un paso felino, Wayne se acercó al gran cuerpo—. Cualquiera pensaría que dejó su tonto amor por la señorita Lane y ahora sus ojos solo captan los míos.

Para acrecentar el temor de Bruce, Superman solo se sonrojo.

Superman no tenía que estar enamorado de él.

—Usted no puede estar enamorado de mí. —Bruce se alejo con rapidez. Su sonrisa se borro y un rostro frío fue lo que miraron los sorprendidos ojos del héroe.

—¿Señor Wayne?

—¿Por qué no eres como todos los hombres en busca de sexo? —Wayne apretó los puños—. Todo sería más fácil.

Superman negó.

—No quiero que sea fácil. —Kal-El se acercó de nuevo al hombre—. Estoy enamorado de usted, señor Wayne.

—No. —Bruce lo miró firme—. No me conoces.

—Entonces dejame conocerte. —Superman acarició la cara del empresario—. Déjame ver detrás de esa máscara que siempre llevas puesta.

—¿... Qué? —El hombre se quedó estático.

—Bruce Wayne, quiero conocerte tal como eres. Sin sonrisas falsas, sin coqueteos vacíos, sin palabras carentes de sentido. —Superman le sonrio con ternura.

Bruce estaba abrumado.

—Yo no soy Lois Lane. —Dijo en un último intento el millonario.

—Lo sé. —El hombre de acero llevó una de las manos del empresario a su pecho—. Entiendo que mis sentimientos puedan abrumarte, pero quiero que sepas que sea cuál sea tu respuesta, mi corazón es completamente tuyo.

Bruce no le regalo una sonrisa falsa y tonta. Su rostro permanecía estoico.

Eso fue suficiente para Superman.

Bruce Wayne no era la nueva Lois Lane. Bruce Wayne era sólo Bruce Wayne.

Y por eso Kal-El lo amaba.