Batman
Superman trataba de concentrarse en la junta, de verdad que si, pero cada segundo que pasaba miraba hacía el murciélago.
—Superman. —La mujer maravilla carrapeo— ¿Estás bien?
El alfa miró a la mujer, después a los demás integrantes de la liga; todos lo miraban con preocupación. Excepto Batman.
Soltó un suspiro soñador sin ganas de ocultarlo.
—Parece que alguien está en la luna. —Flash sonrió divertido al mismo tiempo que Linterna Verde chocaba el puño con él.
Superman los ignoro. Estaba muy ocupado admirando al caballero de la noche.
Todos en la gran mesa posaron sus ojos en el omega.
Bruce estaba inmerso en su mundo. Con el rostro serio, muy digno de él, acariciaba la abultada pancita. Tenía aproximadamente 8 meses. Acariciar a su bebé se había vuelto un hábito.
—Bien chicos, dejemos a los tortolitos solos. —Diana sonrió llena de ternura. Batman siempre estaba rodeado de una aura peligrosa y fría, sin embargo, ahora acariciando distraídamente a su cachorro, era como una bolita cargando a otra bolita de una manera sumamente tierna.
Diana comenzaba a imaginar a Bruce como una pelota con otra pelotita. Rio.
Los integrantes de la liga salieron del lugar, dejando a Batman y a Superman.
Clark se sintió con la libertad de volar hasta su pareja vinculada y por fin acariciar a su bebé.
—No puedes perder la concentración de esa manera. —La voz neutra de Bruce lleno lo oidos de Kent—. Las juntas son importantes y lo sabes.
—Pero Bruce, es imposible. —Superman escuchaba los latidos de su cachorro fuerte y claro. Todo mientras estos eran enlazados con los tranquilos de Bruce—. No puedo apartar mis ojos de ti.
Clark sabía que no estaba en problemas; Bruce sonrió leve, muy difícil de ver, pero ahí estaba la sonrisa de su pareja.
—Ni siquiera lo intentas. —Las manos enguantadas de Barman acariciaban los cabellos de Clark. Este estaba hincado y con la cabeza recostada en la abultada zona.
Eran el cuadro de la familia perfecta.
Bruce cerró los ojos por un momento. Tenía tanto sueño, pero también tenía bastante comezón en los costados y unos horribles antojos de helado de fresa, de chocolate, de vainilla y nuez.
Se reprimió un jadeo de desesperación. Gestar era algo maravilloso, sensacional y aterrador, pero tambien era agotador. Su hijo era parte kriptoniano, y por ello, los síntomas eran quizás lo triple.
Wayne sabía que después de ese embarazo, pensaría dos veces en volver a quedar en cinta.
—Muero por hacerte el amor. —Susurro Superman con un tono posesivo y salvaje.
Wayne también sabía que con Clark como su compañero, era imposible no quedar en cinta por segunda vez.
—No voy arriesgar a mi bebé. —Dijo sin alteración alguna en su voz. Después de todo, era Batman.
—Lo sé. —Lloriqueo el Alfa.
Ambos padres se quedaron un buen rato en esa posición, acariciando la pancita del omega.
—Falta poco. —Recordó Bruce.
—Falta poco. —Repitió feliz Clark.
Pronto tendrían a su cachorro en sus brazos.
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